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El Purgatorio

Dios ha dado la posibilidad de hacer un proceso de purificación después de la muerte. El hecho de que le haya sido ofrecida al hombre esa posibilidad es una pura gracia. Sin ella tendría que estar para siempre en el estado en que termina su vida. Dios en su amor le ha ofrecido una posibilidad de desarrollo después de la muerte. En el lenguaje eclesiástico se llama purgatorio.

El dogma de la Iglesia, dice: "Existe un purgatorio, es decir, un estado de castigo y purificación, en que son purificadas las almas que tienen todavía pecados veniales o deben cumplir alguna pena temporal por sus pecados"

Sin salirnos del Dogma, veamos, ahora, lo que cuentan los místicos sobre el Purgatorio:

"En el Purgatorio no hay naturaleza ni arboles ni frutos. Todo es incoloro, claro y oscuro, según el grado de purificación de las almas.. . He visto muchos estados de purificación. En particular he visto castigados a aquellos sacerdotes aficionados a la comodidad y al sosiego.... . Toda pereza se convertirá en tormento para el alma.... . Vi que las almas de los reyes y señores que habían atormentado durante su vida mortal a los demás, ahora servían humildemente como siervos. He visto en el Purgatorio a protestantes que habían vivido piadosamente en su ignorancia. Están abandonadas porque carecen de oraciones. Las personas que pertenecieron a sectas y se salvaron, están allí separadas como aquí, y padecen mucho más, porque no reciben en la tierra sufragios de oraciones y misas"

"Acercándose a las almas se conoce si son hombres o mujeres. Se ven figuras más o menos claras, cuyo rostro está infinitamente afligido y dolorido, aunque en él se ve la paciencia con que llevan sus penas. No es posible explicar la compasión que me causa el verlas. Nada hay más consolador que contemplar la paciencia y ver cómo se alegran las unas de la salvación de las otras, y cómo se duelen a la vista de los dolores de las demás que allí moran, y de la aflicción de las que van llegando" (Ana Catalina Enmerich, Munster, Alemania, 1774)

"Hay larga distancia entre el Purgatorio y el Cielo. A veces tenemos el privilegio de echar una rápida mirada a las alegrías de los bienaventurados en el paraíso; pero es casi un castigo. Eso nos hace suspirar por ver a Dios. En el Cielo puras delicias; en el Purgatorio, profunda oscuridad".

"Le puedo decir algo acerca de los distintos grados del purgatorio, porque he pasado por ellos. En el Purgatorio mayor hay varios peldaños. En el más bajo y más doloroso, parecido a un infierno temporáneo, están los pecadores que cometieron terribles crímenes durante su vida, y cuya muerte les sobrevino en tal estado. Casi por milagro se salvaron, y muy a menudo por las oraciones de sus padres santos o de otras personas piadosas. A veces ni siquiera tuvieron tiempo de confesarse, y el mundo pensó que estaban perdidos, pero Dios, cuya misericordia es infinita, les concedió, al momento de la muerte, la contrición necesaria para su salvación, tomando en cuenta una o distintas buenas acciones que hicieron durante su vida. Para tales almas el purgatorio es terrible. Es un verdadero infierno, con la diferencia de que en el infierno maldicen a Dios, en tanto que ellos lo bendicen, dándole gracias por haberlos salvado".

"El Purgatorio de las almas consagradas o de los que recibieron gracias más abundantes, dura más tiempo y es mucho más doloroso que el de la gente ordinaria".

"Cada día miles de almas llegan al Purgatorio y las más de ahí permanecen de treinta a cuarenta años, algunos por periodos más largos, otras más cortos. Se lo digo en términos de cálculos terrenales, porque ahí la cosa es distinta"

"Acerca del momento de nuesta liberación no sabemos nada. Si sólo supiéramos cuándo llegará el término de nuestros padecimientos, ya sería un intenso alivio para nosotros; pero no es así. Sabemos bien que nuestros padecimientos disminuyen y que nuestra unión con Dios se hace más estrecha. Pero en qué día (esto es según los cálculos de la tierra, porque aquí no hay días) estaremos unidas con Dios, de eso no sabemos: es un secreto. Las almas del Purgatorio no tienen ningún conocimiento del futuro, salvo lo que a veces Dios les concede"

"Vemos a San Miguel como vemos a los Ángeles. No tienen cuerpo. Vienen a buscar a las almas que acabaron su purificación... .En cuanto a la Santísima Virgen, la vemos en su cuerpo. Baja al Purgatorio los días de sus fiestas y se vuelve al Cielo con muchas almas. Mientras ella está con nosotros no padecemos. San Miguel la acompaña. Cuando él viene solo, seguimos padeciendo. En el día de San Miguel, él llega al Purgatorio y se vuelve al Cielo, llevándose gran número de almas, en especial las que fueron devotas durante su vida"

(Alma de Sor M.G. a la Hermana M de L.C., en Francia, 1873)

EL INFIERNO: existencia eterna

Según el Magisterio de la Iglesia: "El hombre que muere en pecado grave tiene que vivir eternamente en el estado del infierno" (Dogma de fe)

El Papa Benedicto XII, dice a propósito del infierno en la Constitución "Benidictus Deus" de 1336:

"Definimos además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de la muerte bajan al infierno donde son atormentadas con penas infernales..."

Y en el Concilio diocesano de Constantinopla (año 543) contra los discípulos de Orígenes, se dijo:

"Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema".

Veamos ahora, sin salirnos del Dogma, lo que dicen sobre el Infierno algunos místicos o videntes actuales:

"El demonio existe y trata de hacer creer que no existe.... .Algunos dicen que el infierno está en la tierra, pero no es así. Que el infierno existe, lo ha dicho mi Hijo" (La Virgen a Miguel Angel Poblete, Chile, 1983)

Ana Catalina Enmerick cuenta que hallándose un día muy turbada y abatadida por las miserias que la rodeaban, y por distintas violencias que sentía, pidió a Dios que se dignara concederle siquiera un día tranquilo, pues vivía ­creía ella- como en el infierno. Su ángel, guía de su alma, le respondió muy severamente: "Para que no compares tu estado con el infierno, voy a mostrártelo". Dejemos que sea la propia venerable la que nos lo explique:

Cuando me acuerdo lo que vi, tiemblo de pies a cabeza. Todo lo vi en globo: allí había fuego, allí tormentos, allí noche. Los límites del horizonte eran tinieblas. Al acercarme vi un país de infinitos tormentos" (Ana Catalina Enmerich, 1774)

Otra mística, en esta ocasión canonizada hace pocos años, Santa Faustina Kowaslka, nos cuenta:

Y estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa para decir que no existe el infierno o que nadie ha estado allí, o nadie puede decir cómo es. Lo que estoy escribiendo es sin embargo una pálida sombra de lo que vi. Pero yo descubrí una cosa: la mayoría de las almas que están ahí son aquellas que no creyeron que el infierno existe.

"Las clases de tortura que yo vi: la primera tortura que constituye el infierno es la pérdida de Dios. La segunda, el perpetuo remordimiento de conciencia. La tercera es que esa condición nunca cambiará jamás. La cuarta es el fuego que penetra el alma sin destruirla... . La quinta tortura es la continua oscuridad y un terrible y sofocante olor, y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas se ven unas a otras... . La sexta tortura es la constante compañía de Satanás. La séptima tortura es una horrible desesperación, odio a Dios, palabras viles, maldiciones y blasfemias" (Sta. Faustina Kowaslka, Polonia, 1937)

Sobre la 5ª tortura, la de la oscuridad, lean también lo que decía Santa Teresa: "No hay luz sino todo tinieblas oscurísimas. Yo no entiendo cómo puede ser todo esto, que con no haber luz, lo que a la vista ha de dar pena, todo se ve" (Santa Teresa de Jesús, España, 1560)

AL INFIERNO SÓLO VAN LOS QUE PERSISTEN EN SU ALEJAMIENTO

La razón de este epígrafe, es para que ningún lector desconfíe de su eterna salvación. Dios te ama, querido suscriptor, quiere tu salvación. Por grande que sea tu miseria, mayor es su Misericordia. Por eso Dios Padre ha enviado a Su Hijo Unigénito, Jesucristo, no para condenarte, sino para salvarte por medio de Él; para darte vida y vida en abundancia. Él quiere que llegues al conocimiento de Su Verdad... Pero dejemos que sea Él mismo quien te lo explique.

"Escribe, Benigna, apóstol de mi Misericordia, que lo principal que yo quiero que se sepa es que soy todo amor, y que la pena más grande que se puede inferir a mi Corazón es dudar de mi bondad. El daño más grande que el demonio hace a las almas, después de haberlas hecho cometer el pecado, es la desconfianza. Si un alma confía, tiene todavía el camino abierto, pero si el demonio consigue cerrar el corazón con la desconfianza, cuánto me toca luchar para reconquistar aquella alma. Es cierto que cien pecados me ofenden más que uno, pero si éste es la desconfianza, me hiere el corazón más que os otros cien, porque la desconfianza hiere mi corazón en lo más íntimo. ¡Amo tanto a los hombres!. Al infierno sólo van las personas que persisten en su alejamiento"

"Mira, Benigna, aquel fuego! Sobre aquel abismo he extendido una especie de red protectora, con los hilos de mi misericordia, para que las almas no cayesen dentro. Pero aquellos que se quieren condenar van allí por forzar con sus propias manos aquellos hilos y caen dentro. Y una vez que han caído ni siquiera mi bondad los puede salvar. Estas almas han sido perseguidas por mi misericordia como la policía persigue a un malhechor. Pero ellas han escapado al influjo de mi misericordia" (Sor Benigna Consolata, Turín, 1900)

"Que el pecador no tema acercarse a Mí. Aunque el alma fuera como un cadáver en plena putrefacción, si humanamente ya no hubiera remedio, no es así delante de Dios. Las llamas de la misericordia me consumen; deseo derramarlas en las almas de los hombres.... Para castigar tengo toda la eternidad, ahora, en cambio, prolongo el tiempo de la misericordia...Aunque sus pecados sean negros como la noche, dirigiéndose a mi misericordia, el pecador me glorifica y honra mi pasión. En la hora de su muerte, Yo le defenderé como mi misma gloria. Cuando un alma exalta mi bondad, Satanás tiembla ante ella y huye hasta lo más profundo del Infierno"

"Los mayores pecadores alcanzarían una gran santidad si confiaran en mi misericordia. No hago uso de los castigos, sino cuando los hombres mismos me obligan a hacerlo. Antes del día de la justicia mando el día de la misericordia. A tales almas les concedo gracias que superan sus deseos... No puedo castigar a quien se refugia en mi piedad" (Santa Faustina Kowalska, Polonia, 1937)

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