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Los nuevos misterios del Santo Rosario
- LOS MISTERIOS LUMINOSOS -

El Papa ha publicado una Carta Apostólica denominada "El Rosario de la Virgen María", publicada en el mes del Rosario, en concreto el 16 de octubre del año 2002. Incluye dicha carta cinco nuevos Misterios, reordena los días que se reza cada uno de estos cinco misterios y asigna a estos nuevos misterios, denominados como luminosos, el jueves de cada semana, desplazando los gozosos al sábado de María. De esta manera, los misterios gozosos se rezarán todos los lunes y sábados de cada semana. Los misterios dolorosos igual que hasta ahora: los martes y viernes; los gloriosos los miércoles y domingos; y los nuevos misterios luminosos el jueves.

El Milagro de Garabandal será en un jueves, festividad de un mártir de la eucaristía. ¿Tendrá que ver la Eucaristía, el Sacramento del Amor, algo con el Milagro anunciado en Garabandal?. En cualquier caso, el Papa ha querido que meditemos cada jueves los misterios luminosos, cuyo 5º misterio es la institución de la Eucaristía.

Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret (misterios gozosos) a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial "misterios de luz". En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es "la luz del mundo" (Jn. 8, 12) y en Él no hay tiniebla alguna. Pero esta luz se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el Evangelio del Reino. El Papa, como Vicario de Jesucristo, desea que meditemos toda la vida pública de Jesús, consignada en los 4 Evangelios, pero sobre todo desea que pongamos el acento en cinco momentos significativos -misterios luminosos- de esta fase de la vida de Cristo. A saber:

1º Su Bautismo en el Jordán

2º Su auto-revelación en las Bodas de Caná.

3º Su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión

4º Su Transfiguración

5º La Institución de la Eucaristía

El Bautismo de Jesús

Misterio de Luz es ante todo este misterio de Jesús en el Jordán; en él, mientras Cristo, como inocente que se hace pecado por nosotros (Cf. 2 Co. 5, 21) entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del padre lo proclama Hijo predilecto (Mt. 3, 17) y el Espíritu Santo desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera.

"El Espíritu Santo está sobre mí y me ha ungido", dice el profeta Isaías, y así lo dijo el mismo Señor en la sinagoga de Nazaret cuando se levantó a leer (Lc. 4, 16-22). "Me ha ungido", es decir, me ha consagrado para una misión trascendental. En el Antiguo Testamento se ungían con especial solemnidad los reyes, los sacerdotes y los profetas. Jesús es el Ungido del Señor, es decir, el Mesías. Y en cuanto Mesías goza de la triple prerrogativa de rey, sacerdote y profeta. Es decir que tiene el poder de gobernar, enseñar y santificar.

"Entonces llega Jesús desde Galilea al Jordán, donde Juan, para ser bautizado por él" (Mt. 3, 13). San Marcos precisa un poco más, pues nos dice que vino no de Galilea, sino "desde Nazaret de Galilea" (Mc. 1, 9. Fue entonces cuando Jesús abandonó el dulce silencio, los misterios gozosos, la santa intimidad del hogar de Nazaret, el ambiente amoroso en compañía de su Madre, donde había pasado más de 30 años de su vida.....para manifestarse públicamente, es decir, para darse a conocer al mundo como Mesías, para entregarse al costoso y duro trabajo de su predicación y de su cruz.

Es curioso que el Espíritu Santo unge al Señor y lo lanza, lo arroja inmediatamente al desierto, para luchar -cara a cara- con el Diablo. "Para ser tentado por él", nos dice el Evangelio.

¿Por qué dispuso Dios que su Hijo fuera a bautizarse con un bautismo de penitencia, propio de pecadores?. Por cuatro razones:

a) - Para aprobar y acreditar el bautismo de penitencia de Juan. Honrar, en una palabra, el bautimo de agua del Precursor.

b) - Para santificar el agua que había de elegir como materia de su Bautismo, que Él iba a instituir.

c) - Para enseñarnos la humildad, dando ejemplo. No hay que querer el pecado, pero sí -una vez cometido- aceptar la humillación que trae el pecado. Jesús se humilló, pasando a los ojos de todos como un pecador vulgar. Ahí lo tienes: El Verbo de Dios Padre, el Cordero Inmaculado, pasando por uno de tantos.

d) - Para cumplir con su oficio principal: Tomar los pecados de los hombres. Hacerlos suyos para expiarlos. Por eso el Precursor le señaló: "He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Y Dios Padre añadió: "Escuhadle".

Su autorrevelación en las Bodas de Caná

Misterio de luz es el comienzo de los signos milagrosos en Caná (Jn. 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe, gracias a la intervención de María, la primera creyente de la comunidad cristiana..

En este misterio Jesús alude a la voluntad de Su padre, a la cual subordina su vida entera. "Todavía no ha llegado mi hora". Parece claro que quería decir que aún no había llegado la hora de comenzar a manifestarme públicamente por medio de milagros. Pero aquí viene la gran calidad, la categoría inmensa y profunda de María.

Ella sabe que la hora de Jesús es la hora de la Fe. María sabe que no puede hacer nada con Jesús en el orden de las relaciones humanas. La carne no vale nada. Los títulos de carne y sangre no son suficientes para inclinar a Dios a realizar un milagro. ¿Quién es mi Madre y mis hermanos?, ¿Qué a ti y a mí?, ¿Qué tenemos que hacer conjuntamente?...son frases en las que Nuestro Rdentor expresa una cruda realidad: Para Dios lo que cuenta no es el parentesco carnal, sino el parentesco espiritual y éste se obtiene con la Fe. Y en este terreno, María es no sólo Madre sino Maestra.

Ella nos enseña cómo lo puede todo moviéndose en la esfera de la Fe. Por Fe, María vence la resistencia o aparente negativa de Jesús. Por eso, volviéndose a los servidores les dijo: "Haced lo que Él os diga". Y un acto de Fe adelantó la hora de los milagros y "los discípulo de Jesús -nos dice el Evangelio- creyeron en Él".

María los engendró en la Fe.

¿Qué vino es éste, del que Maestresala se admira de haber sacado el esposo al final?. ¿Qué vino es éste -dice San Agustín- sino el vino de la sangre de Cristo?

En este misterio hay cuatro cosas a meditar:

a) - Jesús santificó el matrimonio con sus presencia en las bodas de Caná

b) - Bendijo las alegrías sanas y honestas

c) - Jesús quiso complacer a Su Madre, adelantando la hora de los milagros, para darnos un testimonio alentador de la intercesión de la Virgen María. Para que creyéramos en su intercesión poderosa, confiáramos en Ella y recurriéramos a Ella.

d) - Alusión metafórica a la Eucaristía: Vino y agua. El agua en las tinajas es mi humanidad. Es mi aportación al sacrificio de Cristo en la cruz. Por medio de esa agua, de ese pequeño y sincero ofrecimiento, de esa colaboración, nos da Dios la conversión, esto es: la gracia (el vino de la redención), es decir, la participación en su divinidad.

En resumen: el agua de la primera creación se convirtió por la Fe de María en el vino de la segunda creación, que es la Redención.

"Aún no ha llegado Mi Hora" tiene otra lectura más profunda y espiritual. Aún no ha llegado la Hora de mi Pasión, es decir, la Hora de la Cruz. La Hora decretada por mi Padre para derramar por vosotros mi Sangre, el vino de la Redención.

MISTERIO de luz es el tercer misterio luminoso, que es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (Mc. 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca con humilde fe (Mc. 2, 3-13), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia.

MISTERIO de luz es la Transfiguración, cuarto misterio luminoso, que según la Tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo "escuchen" (Lc. 9, 35) y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada -transformada- por el Espíritu Santo.

La Institución de la Eucaristía

MISTERIO de luz es, por fin, el quinto misterio luminoso: La Institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies de pen y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad "hasta el extremo" (Jn. 13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.

Momento cumbre de la historia del hombre: La Institución de la Eucaristía

Y habiendo de partir Cristo de este mundo al Padre, quiso de tal manera partir, que del todo no partiese; y de tal manera irse, que del todo se quedase. Y así como salió del Cielo sin dejar el Cielo, así sale ahora de la tierra sin dejar la tierra. y así como salió del Padre sin dejarle, así sale ahora de sus hijos sin dejarnos.

Suele ser condición del amor, desear vivir en la memoria de la persona amada. Y a este fin suelen los novios o esposos dejarse prendas o recuerdos que despierten esta memoria. Y los mismo hacen los padres o abuelos cuando dejan en testamento su herencia a sus hijos queridos.

Cristo nos deja como Esposo su memorial o testamento. Por ese testamento, Cristo se desprende de sus bienes más íntimos: Su Cuerpo, Su Sangre... y se lo da a sus discípulos. Mientras vivió en la tierra, la razón de su existencia mortal estaba en ese Cuerpo y en esa Sangre. Tan sólo como moribundo puede desprenderse de ellos ("Tomad y Comed....Éste es Mi Cuerpo....Ésta es Mi Sangre"); y únicamente por su muerte pasan a ser posesión real de sus discípulos.v El relato de la Eucaristía no alcanza su plena iluminación sino incorporándolo al de la Pasión. Con la cena eucarística Jesús anticipa de modo incruento lo que poco más tarde hará de modo cruento. Con la cena, Jesús muestra lo que quiere con la cruz y lo que hace: entregar su Cuerpo y su Sangre por ellos.

La palabra clave en ambos momentos es una sola: Entrega. Una palabra conmovedora que resume los misterios de la Encarnación (gozosos), de la Redención (dolorosos) y del Altar (luminosos)

Cristo se entrega a la muerte y muerte de cruz; y Cristo se entrega, y para siempre, como víctima de su Amor y de nuestros crímenes, en la Divina Eucaristía. Ahí lo ves, en la Santa Mesa del Altar. No está en su poder, sino en el tuyo: "Tomad, os dice, vuestro es; Éste es mi Cuerpo entregado por vosotros..." . Tienes sobre Él un derecho real, pero también tu cuerpo ya no es tuyo: Jesús quiere poseerlo. Y porque quiere poseerlo se une a ti -como si fuera un matrimonio espirtual- en la santa camonunión.

"No te retires -le decía el Señor a Santa Micaela del Santísimo Sacramento- que me impides mis deleites y tengo pocos en quien descansar".

Estos son los cinco misterios nuevos del Santo Rosario. Excepto en el misterio segundo de Caná, la presencia majestuosa de María queda en el trasfondo. Ella es el escenario en donde se exhibe el actor principal: Cristo Jesús. Ella es el candelabro que porta la Luz. Los Evangelios, inspirados por Ella (según revelaciones privadas) apenas insinúan su eventual presencia en algún que otro momento de la predicación de Jesús (Mc. 3, 31; Jn. 2, 12) y nada dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la Institución de la Eucaristía. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: "Haced lo que Él os diga" (Jn. 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los "misterios de luz".

Nov.2002

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