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Los caballos del Apocalipsis ¿Se abrió el tercer sello?

Vivimos una época de crisis económica, de tremendas estrecheces y apreturas económicas. Estamos, según nos narraba en una conferencia D. Antonio Yagüe, en el inicio del tercer sello del Apocalipsis, cuando aparece el caballo negro. Y dice el Apocalipsis:

Abierto que hubo el sello tercero, oí al tercer animal, que decía: Ven y verás: Y vi un caballo negro: y el que lo montaba, tenía una balanza en su mano. Y oí cierta voz en medio de los cuatro animales, que decía: Dos libras de trigo valdrán un denario, y seis libras de cebada a denario también; mas al vino y al aceite no hagas daño (Apoc. 6, 5)

Preguntado Antonio Yagüe de si estábamos en este tercer sello, nos dijo que aún no, que estabámos acabando la época del caballo bermejo (rojo), cuando dice el Apocalipsis en la apertura del sello segundo:

Y salió otro caballo bermejo: y al que lo montaba se le concedió el poder de desterrar la paz de la tierra, y de hacer que los hombres se matasen unos a otros (guerras, revoluciones, terrorismo, la crisis de oriente medio con los israelitas y los palestinos, Kosovo, Afganistan...etc..), y así se le dio una grande espada (Apoc. 6, 3)

Parece que esta crisis de guerras o revoluciones, sin llegar a disminuir, desembocará en la crisis financiera profetizada en el Apocalipsis con el caballo negro, antes de que aparezca el cuarto caballo, el caballo pálido o macilento, cuyo jinete tenía por nombre Muerte, y el infierno lo iba siguiendo. (Apocalipsis 6, 7). En este cuarto caballo ven los especialistas al Anticristo.

El presente artículo tiene por fin avisar a los suscriptores del momento presente, y pedirles que pongan la confianza en sólo Dios. Debemos decidirnos a trabajar por Dios, buscando su Gloria, el Reino de Dios, y sabiendo que todo lo demás se nos dará por añadidura. Quizás no se nos dé en abundancia -sufriremos la crisis del caballo negro- pero nunca dejará el Señor de asistirnos, de darnos lo necesario, el pan de cada día, si se lo pedimos. Miren lo que le dice el 22 de diciembre de 1996 a Catalina, la vidente de Bolivia:

"Cuando mis hijos se decidan a trabajar por Mí en mis cosas, Yo resuelvo sus problemas y angustias".

Toda esta doctrina está reflejada en el Evangelio, y comunicada a los místicos y santos, los amigos de Dios, en estos tiempos, para que nos instruyan debidamente. El pecado trae siempre desgracias materiales, crisis de todo orden, tristezas y desasosiegos. No podemos construir el mundo -como hacemos- pecando. No hay efecto sin causa. Luego si la actual situación financiera es mala, si el hambre aumenta, si la gente se encuentra economicamente mal...etc.., debemos ver la causa de lo que ocurre en el pecado de orgullo y de desagradecimiento. Oigan cómo lo explica Ana Catalina Emmerick:

"Como una vez hubiera en aquella corta ciudad gran mortandad de vacas, las gentes llevaban su ganado a cierta casa para que lo curaran, pero la mayor parte de él perecía. Una mujer vino a mí lamentándose y llorando, y me pidió que rogara por ella y por aquellos pobres labradores. Cuando hice oración, vi los establos de aquellas gentes y las vacas sanas y las enfermas, y vi también cuál era la ocasión del mal y la eficacia de la oración para remediarlo. Muchas vacas estaban enfermas en castigo del orgullo y falsa seguridad de las gentes, que no sabían que Dios puede dar y quitar los bienes, y para exhortarles a penitencia. Yo pedí a Dios que se dignara corregirlos de otra manera. Vi además muchas vacas enfermas a causa de la maldición y envidia de los que querían mal a sus prójimos, lo cual sucedía especialmente entre aquellos que no se cuidaban de dar filialmente gracias a Dios por los bienes que poseían, ni de pedirle su bendición. Junto a estas vacas vi yo una como oscuridad, en la cual se deslizaban sombras negruzcas y siniestras. La bendición no sólo consiste en descender la gracia de Dios sobre nosotros, sino también en quitar los efectos de la maldición. La vacas que, según había visto yo, habían sido perdonadas por la virtud de la oración, se diferenciaban de las demás en algo como luminoso; y de las que se curaron vi salir un vapor oscuro, así como vi oscilar cierto brillo luminoso sobre las que habían sido bendecidas desde lejos por la oración. Vi por último que de repente cesó el contagio. El ganado de aquella mujer salió del todo ileso"

Interesaría que el lector medite bien este párrafo de Ana Catalina Emmerick, porque en su mano está la solución: recurrir a Dios o al mundo. Dios tiene misericordia, y castiga menos de lo que merecen nuestros pecados. El mundo, auxiliar de Satanás, no tiene piedad. Medítenlo.

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