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No tomarás el nombre de Dios en vano

por Juan Carlos Sánchez-Ventura Ferrer

No se trata de negar lo evidente: las apariciones de Pedrera han terminado en el escándalo más estrepitoso. Recordemos al lector el artículo del año 2000, mes de octubre, donde con toda franqueza afirmábamos que los últimos mensajes de la "vidente" Carmen López no eran de Dios y en donde le decíamos a ella que retomase nuevamente la dirección espiritual que había abandonado.

No podíamos decir más, porque la misión de esta editorial mariana no era ni es la de "machacar" al desviado, sino la de combatir el error objetivamente, por el camino del Evangelio, tratando de llevar a las almas por el camino del amor y del perdón. Nosotros hemos procurado -con la gracia de Dios- el ir marcando aquellas pautas o criterios de discernimiento para que los seguidores de las apariciones supieran discernir por sí mismos, a la luz de la razón inspirada por la Fe, lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, lo conforme con la doctrina revelada por Dios a su Iglesia Católica, de lo condenado por Ésta.

En estas apariciones, que empezaron bien y con visos de autenticidad, había cosas últimanente que no eran claras sino muy oscuras. Los informes que nos llegaban eran muy descalificadores y contradictorios, lo que nos obligó a tener que dar por cerradas el estudio de las mismas y a dejar de hablar sobre ellas, no sin antes escribir, con la conformidad de Miguel González-Gay y otros amigos a los que consultamos, el artículo de referencia.

Aquel artículo nos costó la amistad con varios amigos íntimos y seguidores de las apariciones del Higuerón, que no vieron con buenos ojos el que publicásemos aquel artículo en María Mensajera, porque entendían que nos habíamos precipitado y porque en el fondo no estaban dispuestos a dejar de venerar a Carmen, a la que consideraban la profeta de Dios más importante de todos los tiempos.

Una vez más, como ocurrió con Clemente Domínguez...etc..., se quedaron con la caña, pero sin pez. Amaron más al cartero que la carta que portaba. Veneraron al "posible" instrumento del Señor, con apego desordenado y se olvidaron de Dios, Causa primera de todo lo que acontece en el orden sobrenatural.

CAUSAS POR LAS QUE UN PROFETA SE DESVÍA

Tres suelen ser las causas por las que un vidente se desvía de la verdad conocida:

1º - Por soberbia y desobediencia constante y reiterada al director espiritual, así como a las inspiraciones de la gracia. Éstos -dice un santo Padre Espiritual, refiriéndose a los videntes que se desvían- suelen ser presuntuosos porque se fían mucho de su propio juicio. Y por esta causa el demonio se transforma en ángel de luz, haciéndoles creer que sus mensajes o pláticas son verdadera luz, siendo en verdad tiniebla. Otras veces, su propio juicio soberbio hace oficio de demonio, porque se persuaden que todos sus instintos interiores que sienten son del Espíritu Santo, siendo instintos de su espíritu propio.

El director espirtual debe dirigir su alma, ver qué operaciones son del Espíritu Santo y cuáles no. Debe probar a su dirigido y aconsejarle debidamente. No debe caer en la dependencia del vidente, de tal forma que se convierta en un dirigido más de ella. Las órdenes de Jesucristo deben pasar siempre por el estudio atento y sincero del director, y la vidente debe permanecer indiferente, es decir, no debe actuar o poner por obra lo que Dios mande mientras el custodio de su alma -que es el director espiritual- no se pronuncie afirmativamente. La transparencia o claridad de conciencia del vidente hacia su Padre Espiritual es muy importante, y una de las mejores protecciones que tiene contra el demonio.

Tratándose de la confesión con videntes mujeres, decía San Juan de la Cruz como experimentado, "que fuesen algo secos con ellas, porque blanduras con mujeres no sirven sino para que ellas cambien la afición y salgan desaprovechadas"

2º - Vanidad. Es cuando el vidente busca no tanto la gloria de Dios, sino su propia gloria. Las pruebas son difíciles, y la vida de constante abnegación y cruz se hace muchas veces insufrible, contrario como es el sufrimiento a la naturaleza caída; por eso el vidente acaba o puede acabar complaciéndose en los halagos y aceptar la fama de santidad que sus fieles seguidores le tributan.

Decía San Juan de la Cruz: "Si en algún tiempo, hermano mío, le persudiare alguno, sea o no prelado, doctrina de más anchura y más alivio, no le crea ni abrace aunque se la confirme con milagros, sino penitencia y más penitencia y desasimiento de todas las cosas. Y jamás, si quiere llegar a poseer a Cristo, le busque sin la cruz"

Y el mismo Señor le dice a Catalina: "Tú no sabes cuán benditos son quienes se mantienen libres de su vanidades para permitir que Mi gloria sea su fuente de alimentación; porque sólo Yo alimento a las almas más allá de toda comprensión humana" (20-12-96). Mantenerse libre de sus vanidades es ser fiel en todo momento a la cruz que tenemos que llevar, a nuestras obligaciones de estado...etc.. , no buscando apoyo nunca en las criaturas o cosas de la tierra, sólo en Dios.

El vidente vanidoso suele caer en el error de creer que les ha dicho Cristo las palabras que poco antes han pensado o las que gustan de oír. Esta tentación es muy frecuente, pues la verdad es como un trueno y no siempre gusta a la carne ni halaga los oídos sensuales. No siempre tiene el mundo oídos para escuchar la Verdad, decía Ignacio de Loyola. Y San Gregorio decía que hasta los muy espirituales, acostumbrados a sentir inspiraciones de Dios, algunas veces piensan que lo son los discursos propios, como le sucedió al profeta Natán (2 Sam. 7, 3)

El vidente vanidoso sufre con la existencia de otros videntes, pues como no busca ya a Dios por Él mismo, con verdadera pureza de intención, piensa que la presencia de otros videntes le quitará parte o mucha de su propia gloria humana. De ahí vienen las críticas y que se metan a juzgar lo que no siempre saben ni entienden.

3º - Codicia: dinero. Los carismas son dados por el Espíritu Santo para bien de la comunidad, pero cuando el vidente se apropia del don celestial como algo suyo, para su propio enriquecimiento, el desvío es fácil y casi inminente. Lo que el Señor da gratis -dice el Evangelio- dadlo gratis.

La tentación del dinero, la de la codicia, es una de las más peligrosas. Dios quiere rodear al elegido de pobreza, a imitación de Su Hijo Jesucristo que nació, vivió y murió pobre, pero no le impone esta Voluntad por la fuerza; por eso la posibilidad de enriquecerse o de aceptar regalos es muy tentadora, sobre todo cuando se pasa necesidad, y es ésta una de las causas que más daño hace a las almas del Señor, en especial a sus profetas

Le dice el Señor a Catalina:

"Yo guío a Mis hijos, pero respeto su libre albedrío; nunca los forzaré con la gracia de Mi verdad. No impongo Mi Voluntad sino cuando es absolutamente necesario para el bien de sus almas" (25-12-96.

Por el bien de las almas ha impuesto Dios su Voluntad en el caso del Higeron. Sin embargo el Señor es compasivo y misericordioso. Nadie, sea o no vidente, debe desfallecer, aunque hubiese caído en la desgracia del descrédito más espantoso. Escuchen al Señor:

"Quiero que sepas que Yo llego a todos de manera simple, sencilla y con paz. Aun aquellos que están envueltos en caminos de maldad los libero cuando ellos me piden ayuda. Convierto entonces la maldad en amor, porque Yo Soy Dios de Amor. (25-12-96)

Estas palabras del Señor a Catalina deben ayudar, en estos momentos, a Carmen y a Juan Antonio. Sólo Dios será su escudo protector cuando lo que estaba oculto se ha descubierto. Y si vuelven al buen camino, y retoman el director espiritual que dejaron, obediéndole en todo a éste como a Cristo, aunque lo que les aconseje sea costoso, Dios cambiará su semblante hacia ellos y convertirá la maldad del engaño en amor, porque Él es Dios de Amor.

 

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