LA POETICA EN EL ROCK. I.

 

 

 

JIM MORRISON

 

 

Testigo y protagonista de un momento especialísimo para la música popular, James Douglas Morrison es un mito de fin de siglo. Malogrado prematuramente, con una vida intensa, es una muestra importante de la poética en el rock.

Jim Morrison utilizó la poesía como un secreto refugio. La universidad de Los Angeles no podía proporcionarle normas de vida, y él ya tenía las propias. La música, pronto se convierte en una experiencia alienante para él. En 1969, decide realizar una edición privada —de cien ejemplares— de sus poemas no cantables.

Los que han compilado la obra poética de Morrison, la han ordenado dividiéndola en tres bloques:

 

Canciones: textos relacionados con el espectáculo (música, instrumentación,    escenario) y que se escucharon en sus recitales antes de ser publicadas.

 

Poemas: The Lords (Los señores) y The Creatures (Las nuevas criaturas). Ambos      incorporan imágenes y hasta versos de algunas canciones.

 

An American Prayer (Una plegaria americana), extenso relato poemático que    Morrison grabó sin acompañamiento musical, como un recitado.

 

 

 

WHEN THE MUSIC'S OVER

 

 

      El espacio en el que se desarrollan las canciones de Morrison es la ciudad. La ruta, la autopista, representa el punto de fuga, el devenir, el hallazgo. Así como existen los road movies (films de rutas), también existen road songs (canciones de ruta). Esta temática se ha constituído en un testimonio americano de la generación Beat (recordemos On The Road, de Jack Kerouac), que trae consigo una idea de desarraigo, trashumancia y libertad.

      En Jim Morrison la avenida se trueca en cañón, la marcha automovilística en soft parade ("desfile suave") y los automóviles en balsas que avanzan hacia la noche. "Las calles son campos que nunca mueren", en los que "preferiría volar", afirma en The Crystal Ship (El barco de cristal). Se muestra humanamente frágil pero sin amarras, flotante y alado. Las "orillas de la ciudad" pueden significar encierro o peligro; por eso aconseja "tomar la autopista real" para abordar "el ómnibus azul" (The End, El fin), lo cual tal vez sólo quiere decir la nada, "el fin de las noches en que intentamos morir", pero al cabo de una elección que sólo es auténtica si va la vida en ella. En el relato poemizado que es The End se concretan las condiciones extremas de esta liberación absurda: el asesinato del padre, el amor realizado con la madre, la ruptura negra de los tabúes en un nihilismo creativo que incendia al ser en medio de un clima de orgasmo místico y tanático.

      En When the music's over, el poeta ya conoce la oscuridad ulterior; por eso, antes de sumergirse "en el gran sueño", pide oír el alarido de la mariposa. La mariposa, típico insecto travestido, fruto de una metamorfosis, ha de quemar su efímero colorido "danzando sobre el fuego", mientras la banda toca. La muerte inevitable llegará bailando al ritmo de la batería y más allá no habrá nada, pero la vida tendrá sentido precisamente incendiándola sin esperanzas: "Cancelen mi suscripción a la resurrección / Manden mis credenciales a la cárcel / Tengo algunos amigos dentro".

      En The Lords, Morrison preanuncia con sus flashes de ideas el mundo posible del tecnofascismo, el futuro próximo de los multimedia hegemónicos que imponen su realidad sin discusión alguna. Ellos son los amos. El cineasta (hoy el editor/productor de video/CD-rom) es un alquimista que repite en su retorta la obra de la naturaleza. Nos vende sucesos que tienen lugar fuera de nuestro conocimiento y control. De este modo nos convertimos en "opacos leones inclinados sobre una playa acuosa", mirando imágenes que son cuadros "para adornar los muros de nuestra prisión".

      En The New Creatures, Morrison recupera la zoo-mitología que utilizó libremente en sus canciones, pero recurriendo ahora a fábulas cuya lectura complementa la intención de aquellas letras. La fauna urbana está compuesta por "bestias enjauladas" en la ciudad, "ratas, marineros, salvajes cerdos".

      An American Prayer es la síntesis y la culminación de la poesía y cosmovisión morrisoniana. Incluso con algo de premonitoria anticipación: "La muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas / Donde teníamos hombros suaves como garras de cuervo".

      Jim Morrison muere el 3 de julio de 1971. Su tumba se encuentra en Père Lachaise.

 

 

 

 

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