166_05_11_KK3                                                                       Manuel C. Martínez M.

Sadelas

Sociedad Amigos de la Salud 

ENTREGUISMO LINGÜÍSTICO, el del DRAE

(Anglosajonización de castellano)

Por lo que se refiere a los signos de exclamación (¡ y !) la Real Academia Española   tomó la decisión de amputárselos incompasiblemente a los lemas de su diccionario lexicográfico (Edición vigésimo segunda, año 2001), lo que no significa que en el uso escrito no tengan que usarse, pero el DRAE ahora registra las palabras en tanto que signos lingüísticos independientemente de su uso pragmático. Es lo que sostuvieron sus consultores cuando les hicimos saber nuestra sorpresa por semejantes <<errores ortográficos>>.  

Lectores, periodistas y escritores en general saben que la palabra léxico es la escritura correcta de sus libros de consulta lexicográfica. De vieja data es la tipificación de los diferentes signos de acentuación como inherentes e inseparables gráficamente a los demás caracteres vocálicos y consonánticos.  

Mal puede establecerse distinción alguna entre, por ejemplo: público, publico y publicó, cuando alguna de ellas se halla mal escrita en cuanto a sus letras y sus correspondientes tildes o acentos expresos. Otro tanto estaría ocurriendo, si, respetuosos de esas reformas del DRAE, escribimos, por ejemplo: eh; ah, ay, vaya, y demás lemas, como lo hace   este diccionario, en vez de: ¡eh!, ¡ah!, ¡vaya!; en tales casos estaremos escribiendo unas palabras desvestidas de significado funcional. 

 Es notorio cómo en las acepciones y ejemplos que da el diccionario para esos artículos los escribe acompañados de sus correspondientes signos de exclamación. 

Otro paso en esa caminata de entreguismo idiomático, está representado por la fusión de palabras como: <<aya>> y <<ayo>>, según se desprende de la siguiente cita:

<< Se trata únicamente de una reorganización lexicográfica de los artículos 'ayo' y 'aya' de ediciones precedentes. En el DRAE 2001 se ha optado por reunir en un único artículo ambos lemas, de modo que actualmente tenemos una entrada única 'ayo, ya', con la indicación gramatical ‘m y f’. >>.  

Esa decisión indica que los consultores a priori del artículo  <<aya>>, sin conocer   su  significado, empíricamente presuponen que esa voz es el femenino de <<ayo>>.

La reubicación de la entrada  <<ch>>, y su asimilación a una palabra cualquiera, eufemísticamente señalada como <<bilítera>>, ahorra teclas y facilita labores taxonómicas tan usuales en materia de Informática.; por una parte.  

La fusión de algunos sustantivos, como <<aya>> y <<ayo>>, mediante el combo: ayo, ya, además de reafirmar el castizo machismo madrileño, es un claro ejemplo de irrespeto a las mismas normas de alfabetización que atraviesa todo el léxico de nuestra preciosa lengua, sólo basta observar que toda palabra que sea o termine en <<ya>> precede a que lo hacen en <<yo>>.

De resultas, y por ese apresurado camino, no dudamos que la Real Academia está a un paso de suprimir las tildes en general, para dejar en manos de los correctores electrónicos la tarea de la acentuación gráfica correspondiente. 

Cualquier semejanza con las normas anglosajonas, no debería entenderse como mera coincidencia, sino como una clara demostración del entreguismo lingüístico que la actual membresía de esa ilustre academia ha puesto en marcha. 

Semejantes puntillismos gramaticales chocan mucho contra la proliferación de vulgarismos aprobados y recogidos en esta nueva edición, y que no podemos menos que interpretar como una medida tendente a la prostitución de nuestra lengua, con argumentos tan deleznables como esos de la vitalidad y dinámica de la misma. 

Por supuesto, las reglas adoptadas en estas materias, reglas son, y debemos respetarlas hasta tanto nuevas corrientes interpretativas y bellistas permitan las reformas correspondientes.

 

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