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Manuel C. Martínez M.
Sadelas
Sociedad Amigos de la Salud
Carta a un dialoguista amigo
Estimado amigo:
Me complace muchísimo hallar comprensión y
concordancia entre mis semejantes; sabes lo difícil que eso resulta.
La productividad laboral, valga la redundancia, es un valor numéricamente estadístico,
inclusive la de los artesanos, habida cuenta que nunca trabajamos aisladamente.
Consecuentemente, de la masa obrerable, o explotable (usualmente llamada:
económicamente activa), en toda sociedad clasista ha habido quienes “se
las echan al hombro”, de tal manera que la producción de riqueza ha corrido
siempre a cargo sólo de los “medioclasistas” y de los supramedioclasistas, ese
grueso segmento laboral que sí es netamente explotado, no sólo por el patrono
de turno, sino por los gobiernos populistas, y, más grave y lamentable
aún, por la chusma que he identificado como LUMPEN ACTIVO.
Tan así es que
aun en aquellos estados que costeen los gastos de ese
ilimitado, aunque miserable, consumo de los marginales y
submedioclasistas, que gozan de licencia para vivir de los demás, aun así, te
digo, tal paternalismo se traduce en una merma presupuestaria ora privada, ora
pública que bien serviría para mejorar técnica y meritoriamente las condiciones
de estrechez económica en la que nos hallamos permanentemente quienes sí
mejoramos y sostenemos la productividad media del mundo industrial
No en balde, uno de los tratadistas más
entusiastas del esclarecimiento del origen del valor, el alemán Carlos Marx, se
cuidó de hablar siempre de los términos medios. Si ligamos esto con aquello,
entonces, la explotación del hombre por sí mismo corre pareja: por parte de
patrones que hacen de sus inversiones en mano de obra su
<<productiva>> fuente rentística, y por la de
quienes terminan viviendo con cargo a esos colegas suyos quienes
se hallan productivamente más allá de la producción mesopercápita.
Corolario: Cualquier revolución clasista debe dar cuenta de esa porción de NO trabajadores que también coexplotan a los demás, a los patronos mismos, y que, paradójicamente y tal vez por ello, forma ese ejército industrial susceptible de manipulaciones populistas y clasista por parte de quienes viven de los verdaderos trabajadores.
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