125_19_04_KK3-(799-26-007-1997 año X y VII) Manuel C. Martínez M.
SADELAS
Sociedad Amigos de la Salud
La privatización del salario
Observación preliminar: Las disquisiciones sobre este tema surgieron en el momento culminante del destape privacionista que la política <<neoliberal>> se había trazado en Venezuela; y aunque sea extemporáneo, no por ello deja de contener algunas consideraciones importantemente vigentes.
Privatización, nacionalización, esta última y la primera, así se le ha ido la vida a los gobiernos venezolanos. Podría decirse que con mucha pena y ninguna gloria, para un pueblo en nombre del cual dicho gobiernos dicen existir, y ocultan así su incompetente servicio en favor de todos, aunque muy eficaz y eficiente, en beneficio de algunos, como suele ocurrir.
Ahorita le toca el turno a la privatización de todas las empresas que hasta ayer no más vendieron al pueblo como fundamentalmente estratégicas y nacionalizables; Pdvsa, por ejemplo. Todavía resuena en nuestros oídos la apoteósica confiscación chucuta de las industrias mineropetroleras.
Bien, acogiéndonos a esa política neoprivatizante, si algo es necesariamente privatizable en Venezuela, es el salario. Esto lo decimos porque el recurso que más se halla desde hace tiempo nacionalizado es la paga de empleados y obreros ora de la contrata pública, ora de la privada, mediante mil formas de subsidios, becas y bequitas, ayudas y ayuditas, primas y primitas, además de los pésimos y gratuitos servicios sociales de tercera, sanitarios y educacionales; todas ellas, como mecanismo artilugiosamente impuesto por Fedecámaras, de tal manera que los consuetudinarios salarios de hambre que ha pagado el patrono nacional les permita a este seguir dándose la gran vidorra, aun con su manifiesta baja productividad gerencial.
En otros pueblos extravenezolanos, el Estado se desentiende de gratuidades, salvo para casos de emergencia fortuita, para los que los industriales del seguro no hayan hecho oferta alguna. Y en ellos sus patronos sí saben bajarse con salarios suficientemente altos y cubridores de las necesidades ordinarias de un trabajador, sin que este recurra a los vejámenes y humillaciones como las que supone la recepción de servicios públicos gratuitos y demás mendicantidades que entran en la política venezolana de unos salarios merecidamente privatizables.
Adenda : Ahora, en los incipientes tiempos de la V república venezolana, llama poderosamente la atención cómo los patronos fedecamaristas se han mostrado contrarios a la reforzada política de gastos sociales emprendida por el gobierno de turno, y que indudablemente beneficiaría principalmente a un patrono que seguiría desentendiéndose de mejoras salariales, y que probablemente considerará innecesario el pagos de aquellas primas y primitas.
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