SADELAS

Sociedad Amigos de la Salud

Armonía, correspondencia y simetría

(La función decide la estética)

   Manuel C. Martínez M.

En lenguaje dialéctico, habríamos escrito:  La materia deriva en pensamientos.

Tales tres condiciones, casi pares entre sí, son observables a menudo en muchos y variadísimos fenómenos cotidianos, y muy especialmente en utensilios, muebles e inmuebles que nos son tan familiares.  Así tenemos las aspilleras o atalayas propias de los fortines y torres medievales.  En estos espacios solía colocarse las fogosas armas de guerra, de tal manera que los soldados podían disparar y estar escudados al mismo tiempo.  El caso es que esa configuración que tan simétricamente observamos con sus ventanas alternadas, justo en los bordes de los capiteles, fueron hechos necesaria y funcionalmente onduladatorios, y han terminado encantándonos con su arquitectónica belleza.

Tenemos así a los encantadores y bellos músculos femorales, particularmente los suaves, curvilíneos y delineados muslos femeninos. Si estos órganos de locomoción adoptaran otra configuración geométrica que no fuera la cónica regular, sino, digamos por caso, la cilíndrica, entonces, de locomotrices, tales extremidades pasarían a ser frenos para la caminata.  Si no, pregúntenselo a quienes sufren de obesidad exagerada o a los pacientes de podálisis connatural.

Cuando vemos un piano de cola, no podemos menos que darnos cuenta de su forzosa triangularidad.  Esta le viene impuesta por la funcional disposición de sus cuerdas, desde la más gruesa y larga hasta la más corta y delgada, que garantizan armoniosa, correspondiente y simétricamente la tonalidad in crescendo que se desenvuelve de graves a agudos.

Cuando los citadinos y <<civilizados>> usamos las hamacas o chinchorros para acostarnos y dormir, apreciamos que se trata de unas redes donde sólo podemos estar cómodos cuando adecuemos nuestras prendas de vestir a las ya obsoletas vestimentas de los primitivos indígenas que pioneramente las diseñaron. Efectivamente, resulta incomotísimo tener que estar desenrollándonos la camisa o reacomodarnos los pantalones o pijamas al menor de los movimientos que armonicen nuestra anatomía a la cóncava y elíptica forma que las caracteriza.  Los guajiros, por ejemplo, con sus guayucos, tipo <<hilo dental>>, se desenvuelven divinamente allí, en su antiquísimas y prístinas camas, por muchísimos que sean sus movimientos se subir y bajar.

Tales son una muestra, a manera de avance, de cómo la funcionalidad precede   la belleza, cómo los medios se adecuan a los fines y de cómo nuestro poder creativo debe ajustarse a los medios disponibles para la hechura de las obras que emprendamos.   

    

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