Un empleado,
llamado R.N.E., de una empresa de Sevilla ha sido denunciado por
acoso sexual por una compañera de trabajo, llamada A.P.B., que
alegó recibir una carta de amor donde simplemente el muchacho
invitaba a la joven a cenar.
El chico envió
la carta quizá debido a su timidez ya que "no se atrevía a
pedírselo a la cara". Reproducimos a continuación un fragmento de
la misiva:
"Ya sé lo que
quiero de regalo de cumpleaños: que te vengas conmigo de cena esta
noche. Yo te invito. Siento decírtelo por escrito, pero no soy
capaz de pedírtelo a la cara. Por favor, no me digas que no.
Aunque si no quieres, tranquila, lo entiendo ¿Estoy loco por ti?
Me gustaría averiguarlo. Que sepas que ante todo te respeto como
compañera de trabajo"
La joven
emprendió la denuncia, impulsada por el asesoramiento ofrecido por
el departamento de la mujer de un sindicato nacional, debido al
hecho de que no se le hubiera renovado su contrato laboral. La
joven pretendía usar la carta como una prueba retrosprectiva de
acoso sexual en el trabajo para conseguir su readmisión.
La Audiencia de
Sevilla, que se ocupó de este caso, observó que la carta en la que
se invitaba a cenar a la joven no puede considerarse constitutiva
de un delito de acoso sexual, sencillamente porque el código penal
establece su definición de acoso sexual como una "solicitud de
favores de naturaleza sexual que provocan a la víctima una
situación objetiva gravemente intimidatoria, hostil y humillante",
circunstancias que no concurren en este caso, puesto que la carta
está redactada en un lenguaje correcto y respetuoso y la cena no
tiene connotaciones sexuales, máxime cuando transcurre en un
establecimiento público.
Esta denuncia
ha sido archivada por la Audiencia de Sevilla y se ha considerado
que la no renovación del contrato de obra de la trabajadora fue
debida a causas de la producción, tal y como justificó el gerente
de la empresa que fue citado como testigo.
**********************************************************************
Desde nuestro punto
de vista el asunto es muy sencillo. Una empresa rescinde las
relaciones laborales con una joven trabajadora por causa de fin de
contrato. Esta joven va a un sindicato, donde le dicen que puede
explotar el cuento del acoso sexual a costa de un pobre infeliz,
compañero de trabajo, que le ha enviado una carta correctísima y
educada donde le invita a cenar. La chica presenta la denuncia,
intentando aprovecharse de un clima de hipersensibilidad extremo
de la opinión pública y la Justicia le da la razón a quien la
tiene, como debe ser. Punto y final. Así que presentamos de todo
corazón nuestras más sinceras felicitaciones a la Audiencia de
Sevilla, aunque debemos reconocer que este tema nos deja un sabor
amargo de boca, por la miserable y demagógica intervención de los
sindicatos, que al parecer se dedican a ponerle una vela a Dios y
otra al Diablo.