Magisterio de la Iglesia

Meridionali Americae
Encíclica

PÍO IX
 A los Venerables Hermanos Arzobispos y Obispos de América Meridional, 
 con motivo de la creación de un nuevo Seminario para jóvenes de esas regiones 
 30 de septiembre de 1865

.

Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica

   1. No sin peculiar gozo de Nuestro ánimo vemos brillar para la América Meridional oprimida por todas partes con tantas calamidades, una dichosísima esperanza proveniente de su joven clero nativo, el cual procuramos que sea imbuido con sólida piedad y sanas doctrinas. A vosotros, ciertamente, no se os oculta con cuánto esfuerzo hayamos preparado un colegio para recibirlo y educarlo, y cuan solícitamente, a pesar de la escasez de Nuestros recursos. hayamos procurado proporcionar los subsidios necesarios a tan grande empresa. Se trataba de conseguir idóneos ministros para la Iglesia, de procurar por medio de ellos la salud de las almas en esas regiones y también de formar por los mismos, una vez vueltos a la patria, el nuevo clero. Pero como experimentamos la exigüidad de Nuestras fuerzas enteramente desproporcionadas para sobrellevar la carga y tememos por lo mismo que una obra estimulada con tanto esfuerzo y hasta ahorra iniciada con tan faustos auspicios se derrumbe por su propio peso, pensamos que no os sería desagradable si, para apartar este peligro, lo encomendáramos a los pastorales cuidados de vuestra caridad. Puesto que, si bien perfectamente entendemos que no necesita ni excitarse ni estimularse vuestro celo, para una empresa en que se trata de la cuidadosa formación del clero nativo, o sea de la principal esperanza y provecho de la grey a vosotros confiada, con todo pensamos que no os parecería inoportuno el poner esto ante vuestros ojos, ya que vuestra atención, entretenida con otros cuidados, podría, entre tantas perturbaciones, angustias y solicitudes, distraerse de este asunto por más que sea tan importante, teniéndolo a distancia. Nosotros, según Nuestras fuerzas, no dejaremos, ciertamente, de favorecer a ese seminario que abrazamos con paternal caridad, y así pues, mientras le auguramos un amplísimo incremento, pedimos también para vosotros, Venerables Hermanos, constancia, celestial ayuda y gozo, cuyo auspicio y simultáneamente testimonio de Nuestra particular benevolencia queremos sea la Apostólica Bendición que os impartimos con amor, así como al clero y pueblo encomendado a cada uno de vosotros.

   Dado en Roma junto a San Pedro, el día 30 de septiembre de 1865, de Nuestro Pontificado el año vigésimo.

PIO PAPA IX.

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