| Sede Otras columnas 030707 Carpe Diem Encuestas y más encuestas... Luis Figueroa [email protected] En la segunda entrega de La Encuesta 2003, de Prensa Libre, destacan los siguientes datos: Tres de cada 10 guatemaltecos no sabríamos por qué candidato votar si las elecciones fueran ahora; y la misma proporción no sabe, o no responde, por qué partido político votaría. En una papeleta, 3 de cada 10 encuestados anularon su voto, o lo dejaron en blanco. Esto se entiende porque, la verdad sea dicha, no dan ganas de votar por ninguno de los candidatos. Oscar Berger encabeza los resultados con casi 4 de cada 10 votantes a su favor, pero a la baja. A ver si Berger no resulta “ganador de encuestas; pero perdedor de elecciones”, como Jorge Carpio en los 80s. El siguiente en la lista; pero con una diferencia abismal, es Alvaro Colom, que está cosechando los frutos de su trabajo intenso en el interior del país. Ríos Montt le sigue a lo leeeeejos; pero eso sí, casi duplicó su porcentaje de votos, lo cual para los pelos. Debajo de ellos viene el desfile de los imperceptibles. Por el lado perturbador destaca el hecho de que los partidos políticos se están desacreditando. Claro, como no funcionan como vínculos de comunicación entre gobernantes y gobernados, ni funcionan como foros de discusión, o plataformas programáticas, no es extraño que los ciudadanos nos sintamos ajenos a ellos. ¿Quién, en su sano juicio, se va a sentir representado por roscas electoreras, pues? Lo malo de esto es que con el desprestigio de los partidos viene el descrédito de la democracia; y en ese ambiente es en el que medran los aspirantes a mesías y tiranos. Las encuestas electorales son instrumentos muy útiles que contribuyen a informar a los electores. Son fotografías del momento político en el que son levantadas, y por eso no deben ser vistas como una predicción de los resultados electorales. Empero, las tendencias que muestran, sí son orientadoras. Hay encuestas de encuestas; pero la credibilidad y la confianza del público se ganan con consistencia, a lo largo del tiempo. Recuerdo que durante las elecciones de hace cuatro años, los sondeos de un partido político contradecían a La Encuesta de Prensa Libre. Cegados por sus propias mediciones, los partidarios de aquella organización política creían que iban a la cabeza, cuando en realidad estaban perdiendo terreno. Una encuesta amañada es como leer un periódico con sólo “buenas” noticias; sirve para morir engañado, pero no para tomar decisiones acertadas. En todo caso es mejor confiar en los resultados de una encuesta profesional, aunque sean adversos, que vivir de fantasías. Los guatemaltecos estamos tan traumados por la corrupción y el pillaje que casi 35% de los encuestados cree que la honestidad, del presidente y sus funcionarios, por sí sola, es suficiente para sacar adelante el país. La gente se olvida de que aunque el presidente fuera un modelo de virtud, si él y su equipo impulsan políticas de irrespeto al Estado de Derecho, o interfieren en el mercado, Guatemala continuará siendo un desastre. Como ya lo advirtió el doctor Carlos Sabino, en el gran escenario de las cosas, la corrupción no tiene efectos tan graves como creemos. En cambio la falta de certeza jurídica y el impuesto sobre la renta, son piedras en los bolsillos del ahogado. Preocupa mucho que 6 de cada 10 piensen que puede haber trampas o fraudes; pero que sólo 4 de cada 10 estén dispuestos a salir a la calle a defender su voto. Eso se puede interpretar como la tradicional apatía chapina, o como la triste realidad de que los candidatos entre los que tenemos que escoger son indignos de que los ciudadanos salgamos a defender su eventual victoria electoral. Pero peor aún. Hay que recordar que la única razón de existir para el FRG es llevar a Ríos Montt al poder. Ya han hecho todo lo posible por cooptar la Corte de Constitucionalidad, el Tribunal Supremo Electoral y otros órganos clave; y ya sabemos que son inescrupulosos; entonces ¿qué los detendría para asaltar el poder, si estuvieran cerca de perderlo? Sede |