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020725

Fraudes en Wall Street
Luis Figueroa
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Primero fue Enron, luego Worldcom, despu�s Merk y m�s tarde  Vivendi Universal, Johnson & Johnson y Adelphia..  En esta serie de fraudes y enga�os cometidos por altos ejecutivos y por empresas de auditor�a, los enemigos de la libertad quieren ver el fin del capitalismo autorregulado.  Est�n tratando de allanar el camino de un mundo mejor, en el que las empresas sean estrechamente reguladas, controladas y supervisadas. �Por qui�n? Pues por los pol�ticos.

En este ambiente es una verdad de Perogrullo recordar que tanto en el sector privado, cono en el sector p�blico hay sinverg�enzas.  Es evidente, tambi�n, que el mercado no es m�s perfecto que cualquier otra organizaci�n humana.   Por supuesto que hay algunos tramposos en el sector privado (como los hay en el sector p�blico); pero para castigarlos es que existen los delitos de defraudaci�n.

Habiendo reconocido que tanto el sector privado como el sector p�blico son imperfectos, y que en ambos hay p�caros,  �qui�n deber�a supervisar a qui�n?

Cuando los ejecutivos de una compa��a como Enron enga�an a sus accionistas, el mercado castiga a aquellos y castiga a la empresa.   De hecho, uno de los m�s altos ejecutivos de Enron se suicid� y el gigante de la energ�a el�ctrica se encuentra en la calle.   Igual suerte ha sufrido Arthur Andersen, su auditor.  Eso es lo que pasa cuando se cometen fraudes en el sector privado.  

Pero veamos qu� sucede en el sector p�blico y tomemos unos ejemplos guatemaltecos.   �Cu�ndo fue la �ltima vez que usted ley� que un expresidente de Guatel, del Cr�dito Hipotecario Nacional, del Banco del Ej�rcito, de Indeca, o del INDE se suicidara de verg�enza por la mala administraci�n, los fraudes y los enga�os cometidos en esas empresas p�blicas?   �Cu�ntos de ellos est�n en prisi�n?   �Por qu� cree, usted, que los datos del SIAF no son confiables? 

Si Guatel, o el Credito Hipotecario Nacional fracasan administrativa y financieramente, �qu� pasa?  Pues ocurre que los pol�ticos buscan la forma de rescatarlos mediante la diversi�n de fondos p�blicos que deber�an servir para la seguridad ciudadana  y la administraci�n de justicia, en vez de ser usados para tapar fraudes y enga�os de ex funcionarios.

Todas estas anomal�as no son exclusivas del desmadre tropical.  Hace unos d�as el Wall Street Journal Am�ricas inform� que gobiernos como los de Inglaterra, Italia y Jap�n, tambi�n �hacen magia con sus presupuestos, dejan cifras importantes fuera de sus presupuestos y son culpables de usar una contabilidad parecida a la de Enron�.

Otro detalle importante es que el capitalismo no fracasa si las empresas colapsan.   Al contrario, cada vez que una empresa cierra operaciones, el mercado recibe un mensaje.   Y ese mensaje debe ser le�do e interpretado por inversionistas, ejecutivos, proveedores, clientes y otros actores.  Y si el mensaje no llega distorsionado, el mercado aprovecha la experiencia y se beneficia de ella.

Si la administraci�n de una empresa privada fracasa, el espectro de los perjudicados est� limitado a quienes ten�an relaci�n directa e indirecta con ella; en cambio, si la administraci�n de una empresa p�blica es un fiasco, la esfera de perjudicados se extiende a todos los contribuyentes.

Un elemento que suelen olvidar los enemigos del capitalismo es que la protecci�n estatal para los ejecutivos de las empresas, es lo que les ha permitido gozar de un ambiente de impunidad.   Esa facilidad tuvo su origen cuando, en los a�os 80, frente a las tomas hostiles de empresas, ajenas a los intereses de los ejecutivos, estos consiguieron protegerse de los piratas mediante legislaci�n que les permit�an ocultar la mala fe y la ineptitud en la administraci�n. 

Ante esas evidencias, es un disparate la propuesta de que los funcionarios y los pol�ticos supervisen a los inversionistas y a los ejecutivos.   Total, �no nos estamos quejando siempre de lo corruptos e incapaces que son aquellos?

En un ambiente de transparencia, sin colusi�n entre ejecutivos y pol�ticos, el mercado castiga a los incapaces antes de que los da�os de la mala administraci�n alcancen proporciones �picas.   Los ejecutivos no son santos, pero sin la complicidad de los pol�ticos y de los bur�cratas, el mercado les pasa una factura si faltan a la �tica con sus accionistas, sus trabajadores, sus proveedores o con sus clientes.

La clave est� en que los gobiernos velen por el cumplimiento de los contratos, por medio de la correcta administraci�n de justicia; no en que ejerzan controles y supervisiones que ni ellos mismos tienen para s�.

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