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020508


Carpe Diem

Se va a tushar
Luis Figueroa
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Es tan claro que no sé cómo no se nos había ocurrido antes: en Guatemala hay corrupción porque hace falta un foro nacional anticorrupción y porque no hay un clima de confianza.  Hay corrupción porque, ingenuos que somos, nunca se nos había ocurrido trabajar en un programa nacional de transparencia.

Al foro y al programa, por supuesto, hay que verlos con buenos ojos y con buena voluntad porque si no, se van a
tushar.

¡Alabados sean el Banco Mundial y su representante, Eduardo Somensatto, por abrirnos los ojos ante aquellas verdades que nos estaban ocultas!  ¡Al diablo con los hechos y que empiece el circo!

Todos sabemos que la corrupción (que se manifiesta en sobornos y extorsión)  tiene efectos perniciosos en varios aspectos.  Por un lado, como lo señala Transparencia Internacional “distorsiona las operaciones de los mercados y priva a la gente de los beneficios que se derivan de ellos”.  Esto es porque obstaculiza el intercambio y la toma de decisiones racionales, de la misma manera en que desperdicia recursos y los asigna en forma ineficiente.  “Socava la integridad de la Sociedad”, porque los funcionarios se acostumbran a vivir de la mordida y las demás personas se convierten en víctimas y consentidores.  Además, la corrupción mina la democracia y debilita el desarrollo.

Ahora bien, aquellos sobornos y extorsión, se producen cuando el ambiente es propicio para su desarrollo.  No por la falta de un foro nacional, ni porque no haya confianza en los funcionarios.  La corrupción crece y se reproduce cuando los funcionarios tienen poder arbitrario; cuando los funcionarios tienen facultades de decisión en un amplio espectro de actividades públicas y privadas; y donde hay oscuridad en el manejo de la cosa pública, porque donde hay arca abierta, hasta el justo peca.

Entonces, el soborno y la extorsión no se van a acabar en los salones de un hotel tras largas y costosas discusiones entre representantes del gobierno y los grupos de interés.  Del mismo modo, tampoco van a ser eliminadas mediante leyes complejas.  Lo que hay que hacer es limitar el campo de acción de los funcionarios de modo que no tengan ingerencia en actividades que le son ajenas a la naturaleza de un gobierno.  De esa forma, si el gobierno no tiene por qué meterse en algo, entonces sus funcionarios no tienen por qué pedir mordidas, ni tienen por qué extorsionar a nadie.  Adicionalmente hay que eliminar la arbitrariedad en las decisiones administrativas.   De esa forma los funcionarios no pueden ponerle precio a sus decisiones.

Claro que la corrupción prospera, en parte, gracias a la pasividad de la gente de bien; pero de eso, a tratar de combatirla sin enfocarse en sus verdaderas causas, hay un abismo.   El combate al soborno y la extorsión se va a tushar si perdemos el enfoque.  Si no se le cierran las puertas a la ingerencia gubernamental y a la arbitrariedad de sus funcionarios, no importa cuantas horas/hombre se desperdicien en foros, la corrupción sólo echará raíces más profundas.


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