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020417


Hoy por ti...
Luis Figueroa
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En tanto los electores y contribuyentes latinoamericanos (y nuestros presuntos amigos de allende los mares) no distingamos entre el mero acto electoral y la democracia, estaremos condenados a vivir al margen del estado de derecho y del desarrollo.
Antes de que ocurriera el desastre del golpe fallido contra Chávez, en Venezuela, una amiga gringa que vino a pasar la Semana Santa aquí me preguntó si en Guatemala había democracia y yo le contesté que no.  Aquí hay elecciones cada 4 años y hasta ahora han sido limpias, pero lo que es democracia, no.
Me explico: ya desde 1835-40, en La democracia en América, Tocqueville advertía contra la posibilidad de que aquel sistema se convirtiera en una tiranía de la mayoría, en la cual, los intereses que contaran con una mayoría electoral, se impusieran sobre los derechos de las personas.   Así sucede aquí en Guatemala (y en la mayoría de países latinoamericanos) donde los privilegios se reparten, por la ley o por la fuerza, en desmedro de los derechos individuales.
Si la división de poderes es una característica esencial de las democracias, ¿qué clase de democracia es una en que el ejecutivo y el legislativo son
una sola carne; y en donde el judicial es un apéndice de ambos, o un cero a la izquierda?
¿Es democracia un sistema en el que en vez de partidos políticos que sirvan de canales de comunicación entre gobernantes y gobernados, lo que hay son
roscas electoreras?
En mayor, o menor medida, estas y otras características no democráticas, están presentes en los sistemas políticos de la mayoría de países al sur del río Grande.  En el mejor de los casos, hay países cuyas elites están más comprometidas con la construcción de una democracia.  Pero en otros, las elites se ocupan más de asegurarse privilegios, que de fundar un estado de derecho.  Y en esas condiciones, no son posibles el desarrollo y el bienestar.
Por eso fue chocante que al referirse al golpe contra Chávez los medios de comunicación lo describieran como un rompimiento de la democracia.  Es chocante porque lo que está haciendo aquel sujeto en Venezuela es consolidar un sistema autocrático violatorio de los más elementales rudimentos democráticos y de los derechos individuales de los venezolanos.   Fue chocante que el Grupo de Río y la Organización de Estados Americanos salieran en defensa de Chávez invocando principios democráticos.  Aunque claro, tratándose de políticos que en cualquier momento pueden ser hallados culpables de peculado, malversación y abusos, su actitud se explica como el tradicional Hoy por ti, y mañana por mi.
La democracia verdadera, pues, no puede depender solamente de si hay elecciones periódicas y de si las autoridades son electas por mayoría.   Un régimen en el que no hay respeto a los derechos individuales y en el que no hay  igualdad de todos ante la ley, no merece ser llamado democrático, ni ser protegido frente a los ciudadanos y contribuyentes que buscan defenderse de él.


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