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020211

Carpe Diem

Al que madruga...
Luis Figueroa
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Al que madruga, Dios lo ayuda; así que voy a hacer unas meditaciones electorales. 

1. ¿Vale la pena participar en el proceso electoral? Si uno tiene talento político, sí; pero si no, es mejor no estorbar.  Como electores tenemos varias opciones, pero la más simple y común es ir a votar.

2. ¿Vale la pena votar? Es mejor votar, que no votar; pero yo votaría sólo por un candidato con el que comparta principios, valores y programas.  No apostaría al ganador, ni votaría por alguien sólo porque es de tal, o cual, grupo de interés, etnia, o sexo.  Definitivamente no votaría por alguien que tenga principios y valores opuestos a los míos. 

3. Pero, ¿y si no hay candidatos con los que comparta esos valores y principios?  Pues yo votaría nulo.  Digo, es mejor votar nulo, que no ir a votar.  Esto es porque la primera opción manda un mensaje claro en el sentido de que no se encontró opción alguna; en cambio si uno no acude a las urnas podría ser porque uno está enfermo, o de viaje, o qué se yo.

4. ¿Me ha defraudado la democracia? Entendida como el gobierno de la mayoría, o como un sistema para repartir privilegios, sí; pero si por democracia entendemos un procedimiento para cambiar de gobierno en forma pacífica, en tanto que respete los derechos individuales, y la igualdad de todos ante la ley, la democracia sigue siendo la mejor opción.

5. ¿La democracia es un fin? No.  Es un medio, una herramienta que sirve para alcanzar objetivos, como el mencionado arriba, o para tomar decisiones .  Tampoco es un principio, sino que más bien es un valor.  Para entender la diferencia aquí va un ejemplo: El respeto a los derechos individuales es un principio porque es
intransigible como fundamento para cualquier sistema político que pretenda existir en el largo plazo y servir para el bienestar de las personas.  Un valor, sin embargo, es valorado en forma diferente por distintas personas, en el tiempo y en el espacio. 

6. ¿Qué busco en un candidato? Que esté convencido de que el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de las personas debe ser absoluto.  Que no tenga dudas de que la igualdad de todos ante la ley, y no la repartición de privilegios, es una principio mejor para hacer posible la cooperación social.  Por favor, ¡que sea consecuente y coherente!, porque ¿para qué querríamos un candidato que dice una cosa y hace otra, o que tiene excepciones para sus principios y valores?

7. ¿Qué mas? Pues que tenga algo de qué presumir.  Es decir:  A los árboles se les conoce por sus frutos.  O algo así. 

8. ¿Qué hay con respecto al programa?  Huiré, como de la peste, de aquellos que presentan programas diseñados para satisfacer a los grupos de interés.  Podrá contar con mi voto aquél que explique, con claridad y convicción, como va a fortalecer el estado de derecho, como y cuando va a  eliminar las aduanas,  el Impuesto Sobre la Renta, la rigidez de las contrataciones laborales, el banco central y los obstáculos al ahorro y la producción.

9. ¿Y si no hay nadie así? Antes votaba por
el menos peor; pero ahora, si no me proponen candidatos confiables,  los voto nulo.

10. Sólo por curiosidad: ¿Votaría por el FRG?
¡Ya papo! No voté por ellos antes, y ni en broma votaría por ellos ahora.


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