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020114


Carpe Diem

Con tierra en las manos
Luis Figueroa
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¿Recuerda la película El Gladiador? En ella, el protagonista Maximus Decimus recoge tierra y se frota las manos con ella antes de empuñar su espada para la batalla.  Bueno, pues para los ciudadanos guatemaltecos es tiempo de frotarnos las manos con tierra chapina. Tiempo de prepararnos para una importante batalla cívica: la de evitar que el Tribunal Supremo Electoral sea corrompido y puesto al servicio de los políticos que están en el poder.

El TSE es la más alta autoridad en materia electoral.  Debe ser independiente y no debe estar supeditado a organismo alguno del Estado.  Está integrado por cinco magistrados titulares y cinco suplentes, los cuales son electos por el Congreso para un período de seis años. 
El Congreso selecciona a los magistrados, de entre un grupo de 30 propuesto por una comisión de postulación.  Dicha comisión está integrada por un representante del Colegio de Abogados, el Rector y el Decano de Derecho de la Universidad de San Carlos, un representante de los rectores del resto de universidades del país y un representante de los decanos del resto de las facultades de Derecho.

Desde que entró en vigencia la actual Constitución, el TSE ha sido la institución garante de la pureza y de la confiabilidad de los procedimientos electorales en Guatemala. Es la única institución del Estado que ha sabido actuar sobre principios, y que no se ha dejado contaminar por criterios políticos cortoplacistas, ni alcahuetas.
Esto es, en buena parte, porque los magistrados seleccionados para integrarla han resistido las presiones del poder y han actuado con dignidad, gravedad y honradez, en el mejor estilo de las virtudes republicanas de la Roma antigua.
Como institución, la credibilidad del TSE es importante porque genera incentivos valiosos para la participación ciudadana en la consolidación de la democracia. En momentos en que los partidos políticos siguen siendo roscas de compadres, asociaciones oportunistas, flores de un día, o grupos de advenedizos, sin coherencia, el TSE se perfila como un pilar sólido para construir nuestra república.
Mientras que otras instituciones, incluyendo a la Corte de Constitucionalidad, han flaqueado y han antepuesto los intereses del grupo gobernante a los derechos individuales de los guatemaltecos, el TSE todavía representa un escudo de defensa contra el abuso repetido.

Así como una máquina se daña y no funciona bien si le ponemos repuestos de mala calidad, el sistema político tampoco va a funcionar bien si la calidad de sus instituciones es mala. 

Por eso es importante que nos comprometamos, como ciudadanos, a impedir el manoseo del Tribunal Supremo Electoral.  Es importante que las entidades encargadas de elegir a la comisión de postulación seleccione representantes dignos, y que estos reelijan a los actuales magistrados.
Los objetivos son que en bien de la paz, los próximos comicios sean libres y legítimos, y que gocen de todas las garantías legales necesarias, basadas en el Estado de Derecho y protegidos por un TSE imparcial.

Esta es una batalla cívica a la que los guatemaltecos no debemos darle la espalda; y por eso es tiempo de hacer como Maximus Decimus, prestos a defender los valores en los que creemos.


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