Sede          De regreso a 2001


010625


Carpe Diem

¡Arriba chapines!
Luis Figueroa
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Durante cuatro viernes consecutivos, miles de guatemaltecos que se han vestido de negro, y que han adornado sus vehículos con listones negros, o que llevan calcomanías de NO a los impuestos, estamos demostrando que no es cierto que los chapines seamos un pueblo pusilánime.
Existe, quién no lo sabe, la creencia popular de que los guatemaltecos somos un pueblo apático y tímido (por ponerlo de una forma); pero ese mito triste, está siendo desmentido.

He visto de negro, a personas de toda condición social y de toda convicción.  La participación de las mujeres ha sido notable.  Dígame usted, ¿no ha visto más mujeres vestidas de negro, que hombres?
A las reuniones pacíficas y cívicas del Obelisco han llegado familias enteras, desde bebés en carruaje, hasta ancianos.  Chapines buenos que entonan con emoción el himno nacional, que cantan con alegría la canción Cantemos Todos (que se ha vuelto un emblema de estas jornadas) y que llevan sus candelas encendidas mientras dan la vuelta a la rotonda del monumento y animan a los conductores de vehículos a que suenen sus bocinas.

Si usted no ha estado ahí, se ha estado perdiendo de una verdadera fiesta cívica.  Pero si no puede llegar, vístase de negro y sea parte de esta demostración de compromiso ciudadano.

¿Cuál es el objetivo de tanta actividad? Pues un sano ejercicio de los derechos individuales.  Una lucha legítima contra la impunidad, la corrupción y el abuso tributario.
Dígame honradamente, ¿qué le pareció la fuga de criminales?  Dígame sin tapujos, ¿puede usted creer que el Ministerio Público no haga nada después de conocer el informe del Contralor Abadío acerca del manejo sucio y oscuro de los fondos públicos?  Dígame mientras ve a sus hijos si está usted de acuerdo conque se abuse de usted haciéndolo pagar más impuestos.

Cuando ando de negro los viernes, y cuando participo en la fiesta del Obelisco, no dejo de pensar que algo parecido deben haber sentido los guatemaltecos valientes y responsables que en 1920 lucharon contra la tiranía y los que en 1944 hicieron lo mismo.  Algo así recuerdo haber sentido cuando en 1982 otro grupo de ciudadanos salió a las calles a denunciar el fraude electoral.  Algo así sentí cuando en tiempos de Serrano, colaboraba para hacer circular por fax  las cartas y comunicados contra el serranazo (porque en aquel entonces no había correo electrónico) y cuando tuve la oportunidad de decirle ¡Adiós! a Gustavo Espina en el despacho del ministro de la Defensa.

Cuento esto porque el sentimiento de ser partícipe, aunque sea en medida modesta, de un movimiento cívico, es un placer que nadie debería negarse a sí mismo.

De niño, yo vivía, a través de los relatos de mi abuelita Juanita,  los amargos momentos que vivió mi familia en 1920; y de mi abuelita Frances, lo emocionante de ayudar a patriotas como Güicho Cruz allá por los años 60.  Tengo la suerte de conocer a gente extraordinaria como doña Beatriz de Midence, que fue herida junto a Ela de Castillo y Julieta Castro de Rolz Bennet, en la esquina opuesta de dónde cayó María Chinchilla.

Afortunadamente los tiempos han cambiado; y con todo y todo, los chapines dignos del tercer milenio hemos podido reunirnos pacífica y ordenadamente a expresar nuestras opiniones cívicas. 
Podemos decir, con toda autoridad moral, que no es cierto que los guatemaltecos seamos un pueblo servil y cobarde. Aproveche, porque si no, ¿qué le va a decir a sus nietos cuando le pregunten que dónde estaba usted durante los Viernes de Luto Nacional?

¡Arriba Guatemala! ¡Arriba Chapines!


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