Sede          De regreso a 2001


010112

Carpe Diem

Señales en el cielo,
calamidades en la tierra


Luis Figueroa
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Un dicho, de esos de viejita, dice así: "Señales en el cielo, calamidades en la tierra"; y viene al caso, no porque haya signos en el firmamento, sino porque hay indicios, en la tierra, de que estamos en líos graves.

En esta semana asistí a la clausura del proyecto Visión Guatemala, ejercicio que reunió a importantes actores de la vida nacional alrededor del reto de plantear una visión de nación y alcanzar consensos básicos para la cooperación pacifica.
En fin, casi no hubo quien no expresara su preocupación profunda frente a la posibilidad real de que la Corte de Constitucionalidad caiga en manos de politiqueros serviles y de que se desnaturalice la función de guardián de la Constitución, que tiene aquel cuerpo colegiado.

Los otros temas inquietantes, discutidos en aquella ocasión, fueron los del oscuro e inexplicable manejo de fondos de parte de la Presidencia de la República, en favor de los bancos Metropolitano y Promotor; la burla del ministro de Salud en cuanto a que el supuesto sobornador en el caso de la sobrevaloración de obras en su cartera se llame Francisco Pérez (a secas); los secretillos del vice presidente Reyes con respecto al manejo de la galleta escolar; y lo ridículo de que el ministro de Comunicaciones se autofiscalice.
Por supuesto que no se quedó atrás el hecho de que en tres meses hayan sido asesinados siete abogados.
¿No se siente usted como en los meros tiempos de Romeo Lucas? 

Todos aquellos camotes fueron objeto de discusión, al día siguiente, en una reunión que tuve con excondiscipulos; y de eso mismo (minutos más, minutos menos) hablan muchas de las personas con las que platico cada día.
Una de ellas me preguntó: ¿Es cierto que el presidente Portillo iba a renunciar y ya estaba haciendo sus apartaditos?
Yo no se de eso, pero lo cierto es que no sólo los pesimistas moderados, como yo, estamos viendo que la situación está difícil.  ¡Algunos ya temen que el capitán vaya a abandonar el barco!

Y mientras tanto, ¿dónde está el liderazgo del país?

Con los órganos contralores no contamos; porque ya está visto que la Contraloría de Cuentas y el Ministerio Público están pintados.  Como ya lo dijo un editorial de este diario, la oposición está igualmente de adorno. 
Como si nada grave estuviera ocurriendo en el país, una parte del supuesto liderazgo nacional está más preocupada por el status migratorio de unos soldados gringos, que de la rapiña y el desgobierno. 
Otra parte, no menos irresponsable, está jugando al aquí no pasa nada, con la esperanza de que no se haga un mal ambiente para los negocios. Otros, los más indignos, están pescando en
río revuelto, a la espera de los próximos comicios.

Hay, pues, señales inequívocas de que se está deteriorando la institucionalidad del país, de que la violencia está regresando con ímpetu y de que, como lo dijo la revista Crónica, "estamos en el gobierno de Hidalgo; penco el que deje algo".  ¿No son esos suficientes indicios de calamidades, como para que reaccionemos?

Es posible que los guatemaltecos estemos por vernos enfrentados en una guerra igual o peor que la que acaba tuvimos que librar contra la guerrilla; y esta es una guerra contra la mafia incrustada en nuestras instituciones, y amparada por la formalidad de la ley.
Es posible que mientras discutimos cuál es el sexo de los ángeles se estén desmoronando los pocos cimientos que hemos podido fundir para un verdadero Estado de Derecho.
Si así fuera, esta generación de chapines será indigna de ver a la cara a sus nietos.


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