"Mi Profecía."

Yo Lucentum, el ángel de la ciudad de la luz en las tinieblas, imploro por todos los infantes de ahora y del mañana. ¡Padres! Aprended a ser verdaderos progenitores. ¡Madres! no olvidéis vuestro rol. Abandonad la esquilma, el vicio, la banalidad, el lucro vehemente, las relaciones ajenas, el vació del alma, Olvidaos de la idolatría de lo meramente físico y corred hacia lo profundo y verdadero. Vuestros hijos os necesitan, la sociedad os requiere. Mirad hacia adelante ¡Dad ejemplo! ¡Este será el factor determinante único de nuestros hombres del mañana!

El regreso de la iluminación vendrá precedido de gran oscuridad y atroces cataclismos. Desgarradores padecimientos superiores a aquellos como cuando la mujer pare de sus entrañas. Así, la tierra sufrirá el renacimiento de una nueva luz reparadora, que traerá por fin, al final del largo túnel de la ignoracia, la tan anhelada paz universal.

Un cambio posicional del eje terráqueo sucederá indefectiblemente durante el veintiuno milenio, la tierra se romperá por la porción oeste de América, provocando la inundación de innúmeras regiones costeras, y los grandes lagos correrán su camino hacia el golfo de México.

Japón se ahogará eternamente en las aguas del pacifico, y la inundación de Europa del norte acontecerá inexorablemente.

Emergerá entonces una nueva tierra a las afueras de la costa oriental de América del norte. Se descubrirá afuera de las costas de Bimini la mítica nueva Atlántida.

Se derrumbarán las metrópolis de los Ángeles y San Francisco, y veremos caer como un castillo de naipes la isla de Manhattan, Nueva York entera será arrasada por grandes terremotos.

El Gigante barbado del Caribe dio inicio al largo proceso de la liberación, mas todo no será, pero encenderá las antillas con su fuego emancipador.

La cordillera de América rugirá y con su grito herido la Argentina retomará, obligada por la historia, el camino irreversible de los pueblos subyugados y sufridos de Nativo América hacia la nueva luz, porque alli incuba la regeneración.

Los volcanes reanudarán incansables sus eructos de flama a lo largo de las venas tropicales y por toda la franja del pacifico.

Más calor se sufrirá en las zonas gélidas, mientras el frió invadirá las tierras cálidas.
Rusia y los americanos del norte verán en el vuelo hacia los astros cercanos una ruta de escape, nada les detendrá, y un intenso amarillo de fuego será fuego de fuegos, y el fuego se extenderá por la faz de la tierra.

El átomo dominará el mundo y lo dejará ciego con su resplandor, embelezado de su deslumbrante poder. El esplendor, los cojos trancos del boato y el falso orgullo alucinaran al hombre creyendo ver los arcos de la entrada del oasis de la autosuficiencia, pero solo serán espejismos de ilusorio oropel. Y el hombre correrá riendo ciego a la hecatombe, duelo de poderes, dislate de placer, trastoque de sexos y el mundo oscurecerá.

El bien será alejado por las carcajadas de hiena de una sociedad ignominiosa que no escucha, que no quiere ver, ni entiende y sin reservas rodará impasible al auto castigo de su propia flagelación, la destrucción y la hecatombe del planeta agobiado de imprecaciones y desmanes.

La tecnología habrá desalojado al hombre de su sitial y el hombre mismo sucumbirá atolondrado e impotente ante su propio engendro, el hambre.

Por que el hombre mismo en su avance globalizado y prepotente traerá la carencia a sus hermanos, y el hambre reinará en medio de la aparente opulencia. El hombre hambriento mismo apretará su garganta y derribará el pedestal en busca de sustento.

Las iglesias ciegas todas desviarán sus rumbos, equivocarán sus pasos y sus mismos mentores la falsearán. Llegará el día en que el sumo pastor llamará a sus cabreros para entrarles en razón, más todo será inútil, la iglesia caerá empecinada en su torpeza.

El mundo será integro en manos de una idea que lo destruirá, fetichismo en triunfo lo consumirá. Con un papa muerto comenzará el sismo y un nuevo concordato se querrá otorgar.

El mundo ira buscando fe sin ver, y viendo aun no vera, caerá y se levantará de la mano de la pureza de sus vírgenes diezmadas al amparo del restaurador.

La madre santa ya no será más en los tiempos de la alucinación. Porque la mujer será alejada de la maternidad, ella misma en su delirio de hedonismo lo reafirmará. La madre será madre entonces en el laboratorio seminal, y el hombre del mañana será sin contemplación de selección espermática.

La pureza de los niños será corrompida por los malos ejemplos y la vanidad. Sus propios mentores y eclesiásticos serán las sanguijuelas. Y el niño en su agonía se rebelará con desaforada violencia y comerá de su propia carne.

Y el hombre impávido se dejará seducir, ahora ellas serán las seductoras.

Porque la mujer triunfará otra vez sobre los hombres, los aventajará en todos los caminos, Judit se repetirá.

"Las cuatro estaciones" de Vivaldi resonarán en el principio del fin, después será la música negroide, luego la insania electrónica y en el puro final la música kampi subyugará el desconcierto.

Entonces, la tierra será herida de muerte de nuevo por la sagita letal del amor desenfrenado, y en la quinta hora de la hora lunar descenderá sobre los áridos desiertos de la maculada madre naturaleza la nave de Ares. Pasadas las inimaginables tribulaciones, nuevamente saldrá por el enrarecido horizonte la luz de un nuevo sol reverdeciendo las muertas ilusiones. El gran pájaro celeste se posará en la tierra de las Amazonas, y asentará por fin su pie en el suelo el reconstructor.

Será entonces cuando el hombre hinque su rodilla, caiga de su pedestal el oro maldito y venga por fin la nueva luz que traiga la otra siguiente era de concordia y paz.

eddie ferreira new york 2003

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