Desde la esclusa turbia en las aguas
de Brooklyn, un hombre sumergido
en sus ondulaciones, habita eterno
la soledad de sus lacustres pensamientos.

Y absorto en la fina
curvatura de tus manantiales
beso tus formas líquidas.
Alfaguara de vida,
Cráter perfecto,
Dios incuestionable
de la sublime creación,
Zumo prohibido.
Permanente alivio para mi sed,
es tu cuerpo lejano y atrevido,
indefinido
por el fatal desasosiego
de la ausencia.

En su interminable movimiento las aguas
Inventaron tu belleza,
Parafernalia loca
de caricias desconocidas,
hielo de fuego,
Maravilla vital,
asumida ipso facto
por mi inconsolable poesía,
siempre al borde de la exasperación
por el reflujo de este desbordamiento,
que deshidrata a secas
mi desesperanza.

Y ahora, sacro esperma fluvial,
me vuelvo líquido a navegar
solitario y decidido
por tus aguas cristalinas,
dulce remanso
de pasión desconocida,
piélago estático, sutil
equilibrio perpetuo
cruzando mis acantilados. 
Copuladora infinita,
Venus salaz
de mis ensoñaciones abisales.
Oh! las simas insondables
de tus lechos oceánicos.

Y hoy
después de tantas
y tan crudas tempestades,
aún persistes, Amor?
... y yo,
un día cualquiera
como hoy,
atrapado en los tentáculos
de tus redes de niña,
sorprendido
explorando los tesoros
indescifrables
de tu ciudad sumergida
en mi naufragio de recuerdos.

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