"LIMAY."

Hace mucho tiempo, una joven llamada Limay, que tenía un hijo de escasos cinco años, se fue a convivir con un hombre algo mayor que ella. Su pareja era un forastero recién llegado de una lejana provincia, que no se había adaptado aun a las usanzas de la gran metrópoli. Después de un corto tiempo, la dama que pretendía ser experta conocedora de todos los rincones y costumbres de la capital, no se entendía con él, sus gustos y personalidades eran muy diferentes y Limay que era una mujer locuaz y alborotadora fue irritándose con los hábitos inseguros y circunspectos del marido, al que frecuentemente criticaba con rudeza.

Los meses pasaron esperando el dulce nacimiento de la primavera y Limay y su consorte discutían cada vez más y se peleaban con mayor frecuencia. De acuerdo con una antigua y exangüe tradición latina, la esposa debe apoyar de su marido, acatarlo y darle ánimo y amor en las flaquezas.

Limay, no soportando más vivir con el infeliz neófito, decidió tomar una tajante decisión y fue visitar a una amiga que la llevó a consultar a una nigromante.
Después de oírla, la sibilina mujer tomó un paquete de hierbas que puso entre las manos de la recelada esposa y le dijo:  "No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu marido, porque ello podría causar sospechas". Deberás darle regularmente bebedizos de estas hierbas mágicas que irán lentamente envenenando a tu cónyuge. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida.
Ahora, para tener certeza que cuando él muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado con él y actuar de manera cordial muy amigable y condescendiente.  
No discutas, ayúdalo a conocer la nueva ciudad, a adaptarse a las nuevas constumbres y a resolver cada uno de sus problemas. 
Recuerda, tienes que escucharme y seguir al pie de la letra todas mis instrucciones”. 
Limay respondió: " Sí, Sra. pitonisa, haré todo lo que usted me pida”. 
La joven esposa quedó muy contenta, agradeció entusiasmada a la agorera y volvió muy apurada para comenzar el proyecto de asesinar a su compañero.

Pasaron las semanas y cada dos días, Limay servía una comida especialmente tratada y suculenta a su inhábil esposo.  
Siempre recordaba lo que la hechicera le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su temperamento, compartía con su marido y lo trataba con paciencia y mucho amor, dialogaban sobre las cosas mas elementales de la vida, dedicaban las horas en educar a los chicos, porque de esa malhadada relación había nacido una bella niña. Los momentos de reposo los dedicaban a escuchar la música que a juntos les gustaba, y hasta practicaban el amor, como si el amor hubiera reverdecido en su corazón.

Después de varios meses, la casa entera estaba completamente renovada. El hogar se sentía pleno de felicidad y compenetración. Limay había controlado su temperamento y ahora su corazón se atemperó. Aprendió a instruir a su marido con paciencia sobre las nuevas costumbres, a compartir con dulzura las inadaptaciones de su compañero, dejó de lado sus viejos amigos, concentrándose por entero en su hogar. Ahora su alma ya no aborrecía.

En esos meses, no había vuelto a tener ni una sola discusión con su pareja, que ahora parecía mucho más tranquilo, seguro y amable y era mucho más fácil compartir con él.
Las actitudes del consorte también cambiaron y ambos pasaron a tratarse como amigos, como esposos, como amantes, que hasta hablaron firmemente de unirse por las sagradas leyes del altísimo.

Un día Limay fue nuevamente en procura de la pitonisa, para pedirle ayuda y le dijo:
“Sra. por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi compañero”. Se ha transformado en un hombre sumamente amante y agradable y lo amo tanto que no soportaría vivir sin él. No quiero que muera por causa del veneno que le di”.  
La vidente sonrió a la desesperada esposa y señaló con la cabeza:
“Limay no tienes por qué preocuparte.
Murió tu hombre anterior y nació uno nuevo con tu nueva actitud, las hierbas que le diste eran vitaminas para robustecer su salud y su carácter.
El veneno estaba en tu mente, en tu actitud, pero fue echado fuera y substituido por el amor que pasaste a darle a él”.

En la tradición secular existe una regla que dice:“La persona que ama a los demás, también será amada "
La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que les procuramos.
Por eso, ¡Pon Atención! Y acuérdate siempre:  
“El plantar es opcional, pero la cosecha es obligatoria, ten mucho cuidado con lo que plantas”

Proyecto | Biografía | Libros | Teatro | Poemas | Fotografías | Magazine | Contácteme


Latiníssima.com © New York, All Rights Reserved. 2001
Design by:
Eddie Ferreira

No part of this website may be copied or reproduced without prior permission
Hosted by www.Geocities.ws

1