"EL DIABLO ENAMORADO"
Erase una vez el demonio, que como de costumbre bajó a
la tierra en su inicua tarea de reclutar almas débiles y el demonio
se enamoró.
Nunca siquiera imaginó el desgraciado, como pudiera ser el amor de una
joven y bellísima modelo de escaparate y ella le correspondía.
La cautivó con finos modales de sibarita y su almibarada
retórica el recién llegado a pesar de su penetrante
aroma azufrado de gardenias. Pero, como podía imaginar ésta impúber que el trabajo de su pretendiente era de eso
justamente, de demonio, si él le había expresado
que era funcionario itinerante de alguna sociedad hermética
y que estaba llevando antes de conocerla una vida disoluta.
El demonio le pidió audiencia a Dios.
-Quiero cambiar de vida, hagamos las paces- le dijo. y Dios lo miro bastante
impresionado.
Será posible? Le recriminó.
-Como si estuvieses haciendo lo que haces por voluntad propia,
es tu castigo-.
Que crees que es ésto? Un puesto de trabajo, un oficio
cualquiera?
Entonces le llegó al demonio el tiempo de asombrarse:
Ay! Yo que creía que lo hacia porque me gustaba, pero
acabo de darme cuenta que no soy yo malo. Pues bien, si lo era
ahora no lo soy o tal vez nunca quise serlo.
En que quedamos? Le increpó a Dios como si la lógica
fuera su fuerte.
No importa siguió explicándose el demonio; desde
el momento que no me gusta ser malo, ya no puedo trabajar de
demonio, lo haría mal, búscate otro, alguien que
haya hecho algo bien grueso. Porqué yo?
Un castigo, porqué un castigo?
Si tu eres el supremo hacedor, que culpa tengo de tus malhadados
dictámenes?
A partir de Hoy seré bueno, muy bueno, el mejor
y no pretendo hacerte competencia.
Un castigo... castigo de que?.
Sí ya lo sé, son tus sagradas decisiones, pero si el castigo consiste en hacer
un trabajo que ya no puedo cumplir a cabalidad, entonces imponme
otro castigo. O quédate con tu negocio, pones otro encargado
o mejor ciérralo definitivamente.
Dios y el demonio se enzarzaron en una compleja suma teológica
sobre el origen de la culpa y Dios no supo dilucidar a lucifer
la culpa de qué. Lucifer ni siquiera decidió
intentar esclarecer el dilema que milenios más tarde le
costaría a Erasmo de Rótterdam ser quemado en la
hoguera por hereje.
-Ya sabes que éstas son cuestiones muy delicadas,- dijo
Dios.
Se dice que el texto de Erasmo describía un elogio a la
insensatez que el mismísimo Dios tomó como ofensa
sin límite a su sabia creación. Expresiones indiscutibles
retumbaron por todos los confines del espacio, pero que nunca
llegaron a los oídos del demonio que permanecia impertérrito
en su averno. Como que la personificación máxima
del mal nunca supo el porqué de su infortunio, permaneciendo
ignorante como cualquier párvulo incauto ante tan atroz
destino.
Entonces Dios repudió con santa ira diciéndole
al demonio: - No vas a dejarme solo, tu estás tan metido
en esto como yo. Y el demonio le replicaba con la sumisa argumentación
de cualquier ser que se concibe burlado -Me has estado engañando
por los siglos de los siglos y sin derecho a considerar-. Y Dios
continuo arguyéndole mil explicaciones con miras a reconvencerlo
para terminar diciéndole: -Ya veras cuando tu estilizada
modelito se haga vieja, cómo echaras de menos tu infiernillo
y las escapaditas a buscar almas por toda la eternidad.
Pero el Demonio enamorado enceguecido de su amor inconcebido
solo tenía sentidos para el dulce estremecimiento que
por vez primera afloraba de su alma desolada, era como si de
cada una de sus palabras brotara una nueva flor que iba tapizando
el reverdecido sendero de su inocente corazón que lo defenestraba
cada vez más a los brazos alabastrinos de su virginal
apasionada.
Fueron siglos de encono y ostracismo que no lograron contener
el sublime estertor de los primeros ósculos del amor.
La piel del demonio se afinaba al suave contacto de las caricias
aterciopeladas, los amantísimos besos de la impúber,
nunca antes sentidos, lo iniciaron a la verdadera vida. Era la
vida sublime del amor inmarcesible.
La pareja vivió el amor eterno, con esa infinitud que
solo habita en las almas radiantes sin importar el tiempo ni
el espacio, a pesar que antes el novio, falaz itinerante, había
llevado "mala vida". Y tuvieron un hijo y fueron muy
felices, y cuando el niño hacia alguna travesura, la madre
fastidiada le decía sin adivinarlo: -"Mozalbete malcriado,
si hasta pareces hijo del demonio"-.
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