(Teatro infantil)
Guión: Eddie Ferreira
Adaptación de un cuento
del mismo nombre de Biagio Bagini.
Personajes: la
zorra Berta,
Un caballo,
Una vaca
Una lora
(El gato pregonero de la lotería)
El perro guardián del cielo,
Dos conejos azules,
Una jirafa azul
Un conejito azul (pepe).
El gorrión,
Dos gatos
Dos ratones
Acto I
Escenografía:
(backgrounds digitales proyectados
en el telón):
La tienda de costura de Berta, una
ventana por donde se asoma el caballo,
Berta esta cociendo en su maquina
de cocer con un metro en el cuello.
El caballo: Berta,
Berta mira lo que dice el periódico
de hoy.
(continua leyendo) "Por primera
vez en la gran ciudad blanca se
realizara el primer gran premio
de la lotería de la felicidad,
habrá grandes premios a repartir
y uno mayor extraordinario".
Berta, la zorra: No hagas caso a
eso, caballito, que si no trabajamos
duro, no habrá dinero para
la despensa. Eso de la lotería
es cosa para tontos.
Caballo: y que tal Bertica que sea
verdad y podamos ganarnos algún
premio.
La Vaca: no le hagas caso Berta,
no pierdas tiempo en esas bobadas,
mas bien termina pronto de confeccionar
mi delantal de ordeño, los
terneros me salpican mucho cuando
maman. Termínalo pronto Berta
que buena falta te hace mi leche.
Berta: tranquila Pimpinela que ya
estoy terminando tu delantal, hoy
mismo lo tendrás
La zorra: claro que tengo tantos
sueños y deudas que un premio
no me caería nada mal.
El caballo: pues entonces, vamos
Berta, súbete a mi lomo y
corramos pronto a la ciudad a comprar
nuestro número y asistir
al gran sorteo.
La zorra se monto
en el lomo del caballo y a todo
galope partieron desde el bosque
negro, en donde vivían, hasta
la ciudad blanca para comprar el
billete de lotería.
Tan pronto llegaron
a la ciudad, Berta compró
su billete de la millonaria lotería.
La plaza estaba llena de gente conmocionada
y nerviosa por tan fabuloso sorteo,
todos chillaban, hacían conjuros,
estrujaban los pañuelos hasta
dejarlos convertidos en guiñapo
por tanta tensión esperando
la fortuna.
Todos soñaban
con la suerte y la riqueza. Así
se dio comienzo a la gran celebración.
En medio de la excitada concurrencia,
se fueron gritando lentamente los
premios.
El gato pregonero:
animales y animales, el segundo
premio de consolación será
para el numerooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!1
Y sacando el número de un
sombrero de espantapájaros
que sostenía el loro parlanchín,
gritó en medio del entusiasmo
del publico asistente.
- El numero 236, quien tiene el
numero 23666666666666666, acérquese
por favor para hacerle entrega de
un pasaje de ida y vuelta al mundo
de la fantasía con todos
los gastos pagos.
y hubo una gran
oleada de alegrías y tristezas.
Cuando se procedió a conceder
el gran premio mayor, se desató
una desbordante algarabía
de gritos y susurros. Los animales
asistentes estaban llegando al paroxismo.
Entonces se escucharon los gritos
del gato pregonero que se desgañitaba
en el micrófono.
Gato pregonero:
Bueno! Ahora procederemos a sacar
el gran premio mayor, aproxímese
loro parlanchín, que venga
la paloma torcaza a sacar el numero
ganador.
– La paloma
se acercó sudando a borbollones
saliendo de la multitud. Metió
su ala en el sombrero que sostenía
el loro parlanchín. Al final
la voz del presentador repitió
por tres veces y muy despacio el
número ganador del fabulosos
premio mayor.
Gato pregonero:
EEEEEllll gran premio será
para quien tenga el Numeroooooooooooo
555. el numero 555, 555. - repetía
blandiendo el boleto sobre las cabezas
de la multitud que se debatía
como una gran serpiente moribunda.-
Berta sintió
que la sangre se le agolpaba en
las sienes, un sudor frió
la recorrió de los pies a
la cabeza, como si la tensión
emocional buscara una salida.
La zorra Berta:
¡Urra! ¡Urra! - y Comenzó
dar saltos de contento, aquí
yo tengo el numero! ¡Yo tengo
el número ganador! Me saqué
el premio, el premio - su numero
cabalístico había
sido el premiado.
Berta pensó
que el premio seria un castillo
en la campiña francesa, o
un suntuoso chalet en alguna isla
griega, tal vez un enorme ático
en un rascacielos de Nueva York.
Pero no nada de eso, el gran premio
se trataba de una cosa extraordinaria.
Gato pregonero:
venga señora zorra, acérquese
por favor. El premio consiste en
un extraordinario boleto para volar.
Escuche bien, un fantástico
boleto para volar.
Venga, venga, acérquese por
favor.
¿Un boleto
para volar?, pero para que me serviría
un boleto para volar. Pensó
la zorra desilusionada. tal vez
el boleto era un tiquete de avión
y se sintió embargada de
una gran desilusión,
L a zorra: Oh Dios
de los animales! con ese premio
no podré mitigar, ni pagar
mis deudas, y menos podré
realizar mis sueños, Oh,
Oh mi pobre tienda de modistería.
¿Que voy a hacer yo una pobre
zorra modistilla con un premio así?
- Mientras la zorrita
pensaba entre apesadumbrada y descontenta.
La animalada que la envidiaba se
fue arremolinando en su alrededor..
Algunos animales empezaron a insultarla
y hasta a darle empujones. Berta,
cada vez mas nerviosa, se hacia
campo a codazos entre la multitud,
apretó con fuerza su billete
ganador deseando huir de allí,
urgiendo salir del medio de esa
aglomeración horrible que
la acosaba, y su deseo, como por
arte de magia se cumplió.
La zorra modista
comenzó a volar ligera como
una pluma.
Berta: ¡Por
Dios que me esta pasando! - vocifero
la zorrita asustada -Y todos se
quedaron con la boca abierta mirando
para arriba observando cómo
Berta se elevaba hacia el cielo.
La tierra empezó
a parecerle muy extraña allá
abajo, Berta la modista permaneció
atónita ante el desfile de
tanta naturaleza, los campos de
trigo sembrados de un color amarillo
encendido, los ríos azulados
le parecían pequeñas
lombrices deslizándose sobre
el suelo rugoso de la tierra, las
montañas de verdes policromados
parecían lunares en la corteza
del mundo. Los colores y las formas
se iban alternando de tal manera
que se le empezaron a ocurrir un
montón de ideas para confeccionar
su nueva colección de vestidos.
Berta: Ya se que
voy a hacer cuando regrese a la
tierra. - Se dijo, entre ensimismada
y contenta. - Prepararé una
gran exhibición de vestidos
con unas telas multicolores nunca
antes vista en el mundo animal.
- Creo que será un gran éxito.-
Y mientras pensaba
en todas esas nuevas ideas que bullían
en su cerebro, seguía subiendo
y subiendo, tan rápidamente
que en un abrir y cerrar de ojos
topó su cabeza con las nube.-
Paff! Las atravesó y de pronto
se detuvo. Supuso que no podía
subir mas arriba. Con algo de temor
puso sus patitas en el mullido suelo
de las nubes, que le parecieron
como de algodón, se aseguro
con desconfianza que las nubes la
sostenían, miró a
su alrededor y vio que alguien venia
a su encuentro.
Perrote guardián:
Bienvenida al paraíso de
los animales, querida zorra. - musitó
el guardián. Era un perro
grandote que tenia aspecto de autoridad.
Perrote guardián: Porque
aun llevas los vestidos de allá
abajo? Preguntó. ¿No
sabes que aquí en nuestro
paraíso, es indispensable
vestir de azul para que todo haga
juego con el color azul del firmamento?
Berta: Perdone, no he querido molestar,
he llegado aquí por casualidad.
- se disculpo Berta.
Berta: Estaba pensando en mis cosas
y seguramente he volado demasiado
arriba.
El perrote: Vaya, vaya, no te preocupes.
-Se apresuro a responder el perro
en un tono más tranquilizador.-
Berta: De verdad estoy en el paraíso
de los animales? Volvió a
preguntar Berta que no acertaba
dar crédito a sus ojos.
Perrote: Ven te voy a presentar
a los demás. - le dijo el
perro tomándola de la mano
para llevarla al grupo de animales.
De entre todos los animales que
vio se fijo en los conejos, intuyo
que estaban tristes.
Berta: que le pasa a los conejitos
azules, ¿porque están
tan tristes?
Los conejitos (al unísono):
Buhhh, Buhh
El perro guardián: Sabes
amiga mía, (le argumento
el perro en tono grave) ha sucedido
una cosa muy desagradable. Hace
unas semanas los conejos que son
tan inquietos organizaron en el
cielo de animalandia un gran carnaval,
la fiesta estuvo muy divertida y
todo el mundo bailaba y cantaba.
Pero uno de los conejitos, el mas
chiquilín que se llamaba
Pepe, se cayo por el agujero cuando
hacia cabriolas por las nubes.
La zorra: Que agujero? Pregunto
Berta.
El perro: mira, ese que esta allá
en medio de esa nube.- (le dijo
el perro señalándole
un punto diminuto entre las nubes
de algodón.) Es un agujero
pequeñito pero muy peligroso,
sirve para que los perros mayores
se asomen de vez en cuando para
ver que esta pasando allá
abajo en la tierra.
Berta: y… ¿que le paso
al conejito Pepe?
Perrote: Pero lo pequeños
(continuo el can) no deben acercarse,
(replicó con la mirada severa
mirando a los nerviosos roedores.)
ahora Pepe se cayó y está
allá abajo, se oculta en
aquel pueblecito en la vera del
bosque. Aunque esta bien escondido
tratando de encubrirse, porque si
los hombres lo encontraran se asombrarían
de ver un conejo azul y las cosas
se le complicarían a Pepe.
Los conejitos:
Buhh, Buhh.
Berta: ¿Por
qué se le complicarían
señor perro?
El perro: Porque de seguro lo encerrarían
en un feo zoológico, tal
vez lo llevarían en un circo
o lo llevarían a un frío
laboratorio como conejillo de indias.
Los conejitos:
Buhh Buhh (continuaron gimiendo
los pobrecillos)
La zorra: No podemos
dejarle allí - dijo Berta
- yo misma iré a buscarle
y le ayudare a subir con mi tiquete
del premio mayor. Lo subiré
metido en una bolsa de mano que
fabricaré yo misma.
Y entonces, con una falda celestial
que le había prestado la
leona azul,
Berta: ¡Adiós Amiguitos!!!
- La modista saltó
por el agujero y fue bajando a toda
velocidad. A la mitad del camino
abrió la falda que le había
prestado la leona a modo de paracaídas
y siguió descendiendo lentamente
hasta que se posó de nuevo
en el suelo de tierra.
Cuando llegó
al pueblecito de la vera del bosque,
pidió información.
Preguntó a los gatos callejeros.
Berta: Oigan señores,
¿no han visto por aquí
un conejito?
Los gatos: nada Señora zorra,
por aquí no es sitio para
conejos. Nosotros no buscamos conejos
sino cazamos ratones. Jajá
jajá.
Se burlaron los gatos bandidos que
no sabían nada del conejito
azul.
Entonces pregunto
a los ratones que eran como de la
familia de los conejos.
La zorra: Escuchen, amigos ratones,
han visto por aquí un conejito
azul desamparado?
-Pero tampoco.
Ninguno de los ratones había
visto a su primo roedor.Y menos
información aún le
pudieron dar las vacas y los caballos.
Buscó la
modista durante toda una semana,
pero no encontró ni rastro
del conejo. Y al final, desesperada,
se dio por vencida. Y retomó
el camino de regreso a su modistería.
Se adentró
en el bosque negro, donde se encontraba
su casita y su tienda de modistería,
que había dejado con el trabajo
aun sin terminar cuando decidió
ir a la ciudad blanca a jugar a
la lotería.
Un gorrión
que la vio pasar con un aire muy
triste, se preocupó al verla
tan acongojada, se le acercó
volando, y situándose cerca
de la oreja de la zorra le musitó
dulcemente.
el gorrión:
¿Porqué estas tan
triste Bertica?
– Berta,
que era también la modista
de los pájaros a los que
vestía de lindos ropajes
emplumados y multicolores, se acordó
que al gorrión le había
zurcido un ala que se le había
deshilachado
.Berta, mi buena
amiga Berta. - repitió el
gorrión,- ¿como puedo
ayudarla? Acaso ha perdido algo
o es que se encuentra enferma? Porqué
va con la cabeza tan gacha?
La zorra: Es que
he perdido un amigo azul, Y debo
encontrarlo como sea, lo más
pronto posible, es cuestión
de vida o muerte. – le contestó
llorosa la zorrita modista.
El gorrión:
No se preocupe Bertica, pregúntele
a aquella ardilla que esta arriba
de la encina, -replicó conciliador
el gorrioncito cantor.-
Si esa, esa misma la que come hojas
secas.
Berta se le acercó
a la supuesta ardilla y la observó
con detenimiento.
La zorra: Mira, que ardilla tan
bonita, hasta tiene una cola que
parece un pompón y es azuuul.
(Grito asombrada la zorra) y…
Tiene el hocico azul y las orejas
largas y también azuleeees.
Berta: Oiga ardiconejo, ¿es
usted Pepe?
-Claro que si,
era Pepe que se encontraba disfrazado
de ardilla.
Pepe: Si, si yo
soy pepe, no me vaya a hacer daño
doña zorra.
Berta: tranquilo, tranquilo amiguito,
no te asustes, por el contrario
vengo a ayudarte. Su mamá
coneja esta desesperada desde cuando
te caíste por el hueco del
cielo de animalandia
Pepe: y usted como lo sabe, ¿acaso
lo ha soñado? No creo que
haya estado por allá?
Berta lo abrazó
como si fuera su hijo que acabara
de reencontrar y le relató
toda la historia desde el comienzo.
Después lo llevó a
escondidillas hasta su casa en las
estribaciones del bosque negro y
le preparó un delicioso soufflé
de zanahorias.
La zorra: Come,
come hijito, que debes tener mucha
hambre.
Pepe: cierto, cierto, amiga, solo
he comido hojas secas del bosque.
Cuando el hambriento conejito terminó
la cena, al final, Berta la costurera
le explicó su proyecto.
Berta: ¿Ves
este billete? Es mágico.
- le dijo entusiasmada.-. Si lo
sostienes fuertemente en la mano,
podrás volar hasta el cielo.
Vamos cógelo, es tuyo. Así
podrás volver con tus hermanos
azules.
Pepe: como así, no lo puedo
creer.
Berta: confía en mí,
amiguito y veras que pronto estarás
de regreso con tu mamá coneja,
que está muy preocupada por
su conejito azul. Ahh y no vuelvas
a jugar cerca del hueco de las nubes
por donde se mira la tierra.
Pepe: dame entonces ese boleto –
se apresuró a tomarlo con
su pata de conejo.
Berta: Pero espera un momento, antes
de irte quiero darte una cosa. -
Fue hasta la tienda de modistería
y trajo un caja llena de vestidos
de colores muy vivos, los mas vistosos
que tenia, también puso antifaces
y disfraces de todas clases.
Berta: Mira Pepe, dale esto a tu
mama, y dile que es el vestuario
del carnaval, con esto se divertirán
mucho allá arriba cuando
hagan su gran fiesta.
Berta: Adiós querido Pepe,
no seas tan inquieto, obedece a
tu mamá y buena suerte (se
despidió dándole un
beso al conejito en la felpuda mejilla)
Pepe: Adiós Amiga zorra.
– El conejito azul empezó
a volar, en una mano apretaba el
billete de lotería, en la
otra la caja que le había
dado Berta.
La zorra miró como su amiguito
se iba empequeñeciendo hasta
que desapareció en el cielo.
Se quedó un rato la zorrita
suspirando de nostalgia en la puerta
de su casa del bosque negro, con
el hocico afuera, añorando
el carnaval de sus amigos en el
paraíso de animales.
Y ahora manos a
la obra se dijo. Y se puso a preparar
los inimaginables diseños
de los vestidos que había
ideado mientras volaba.
Como pueden ustedes
niños imaginar, la temporada
fue la mejor en la vida de la gran
zorra modista, que no hubiera querido
cambiar por ningún premio.
Cierta tarde, a
la salida de su deslumbrante desfile
de exhibición, mientras caminaba
para su casa por el bosque negro,
miró al cielo y vio salir
el arco iris.
Berta: El carnaval,
es el carnaval. - Gritó feliz
saltando de contento.- y supo que
sus amigos azules animales estaban
celebrando con sus trajes multicolores
su gran fiesta.
Cae el telón.