Tratando de conservar en la penumbra
De esta noche inesperada de tinieblas,
A dosmil tres de agosto,
La lucidez, en la desesperanza
Ante los aciagos acontecimientos
Que he venido observando
Desde que vine a ti
Hace casi ya un par de lustros,
Cuando tuve la ocurrencia,
El desatino o la esperanza
De residir en tu vientre� OH! Nueva York.
Desconsolado y triste ahora
Ante las infaustas maquinaciones
De nefastos desprop�sitos,
Orquestados uno por el adverso acaso,
Preconcebidos otros por malignos
Que quieren ver morir
La asentida cultura americana.
C�mo no irme enamorando
De esta dama turbia y loca,
De esta damisela vanidosa y altanera,
Bella m�s que cualquiera,
Que se muestra siempre indiferente
Pero en el fondo dulce, fr�a y calurosa
Como el sol canicular de sus veranos
Y la inclemente cal�gine de sus crudos inviernos.
Es rigurosa historia de amor y desenga�os
La que me fue atando a ti
Como una sierpe constrictora
Que casi por poco me sofoca.
Son tantas las vivencias
Que nos unen��.
El vil asesinato de la reina del tex
La alevosa arrogancia del protervo O.J.
Los innobles actos de la supremac�a blanca
Ante la inminente embestida
De los supuestos marginales invasores.
Cuanto han crecido las ra�ces de nuestros Amerindios
Se�ores imponderables de Am�rica septentrional,
Amos indiscutidos de todos los mitos.
Navajos, Sioux, Olmecas
Chibchas, Incas y Mayas
Adoradores eternos
De la misma divinidad,
De Quetzalc�atl a Hunab-ku
De Bochica a Viracocha
Due�os de la infinitud
De sus innegables or�genes:
La Mesoam�rica inmortal escindida.
Hoy� Cumbres de rudo esfuerzo se vislumbran
Despu�s del quinto milenio.
Luchas de hijos lejanos ganadas con el tes�n
De mutar para atr�s cada d�a su destino.
Inmolaciones de m�rtires fronterizos
Para volver a ser lo que un d�a fuimos
Cabezas de nuestros propios destinos
A la reconquista del para�so avasallado.
Ojos de ni�a ciega que no quieren ver,
Novia despiadada y quebradiza
Que yaces imponente y disoluta,
Desvalida, inmisericorde ante los ojos del pasado.
Hoy luces tu traje de desposada ensangrentado
Despu�s de arteros atentados, naves miserables
Que acribillaron aleve tu belleza.
Cuanto fragor y sangre de inocentes
OH! el dolor de parto repentino
De la amante inmatura,
Rica de sue�os, pobre de compasiones.
Fue entonces cuando nacieron
En tu n�bil pecho dolorido
Los ecos sordos de inmerecidas venganzas.
Ah�ta de aflicci�n y patriotismo,
Henchida de dolor y desenga�o,
Azuzando los fantasmas de la muerte
En las frias largas jornadas de los inocentes;
Desvencijando sin compasi�n
Pueblos y tratados, propios y ajenos
En aras de tu supuesta libertad.
OH! la alba candidez de la novia
Desgonzada y presuntuosa,
Fiera y alucinada,
Ciega de amores mansos.
Pre�ada de rencores
De esos que laten inmarchitables
Muy adentro del coraz�n.
�Cuando amor! Comprender�s
El orgullo apacible que reina
En la paz compartida,
En la elemental riqueza de los pobres,
En la inmemorial sonrisa de los ancianos,
En la ingenua felicidad de nuestros p�rvulos.
Hoy, ante las infinitas tinieblas de este apag�n de agosto
Donde casi se nos fueron todas nuestras luces,
Luces m�s negras ser�n las tinieblas
Que inexorables se avecinan;
Con tus inertes pupilas de ciega enamorada
Que te hacen ver radiante y lisonjera
Y ante el orbe falaz y vulnerable.
Rezo por ti y por mi, OH! New York m�a
Ante el altar de todos nuestros Dioses
Por la paz de nuestros hijos venideros
Porque aun as� admirable y lastimada
Inapelablemente te conjuro
Ante los ojos del mundo
Para que no manches m�s a�n
La impoluta albura de tus sayas
Con estigmas que te duelan y sofoquen.
Porque te doli� a ti, como presumo
La inconsistente solidez de tus gemelas.
Abre los ojos, por el amor de Dios�
De ese Dios que te ufanas
En tus cartas de aparente libertad.
Dame amor tu mano de novia dolorida
Y recorramos juntos y serenos
Los inequ�vocos caminos de la paz.
Consum�monos en el amor verdadero
La amistad de los pueblos abrazados,
Para que no sea tarde mas tarde
Y germinen ya de nuestro amor herido
Primog�nitos de luz y de esperanza
Por todos los rincones de la tierra.
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