MARCOS DE ORBANEJA
                                                                                                                                                               
  DESDE LORA DEL RÍO
                                            José González Carballo
                                            La Radio de Papel
Abril 2000

JOSÉ GONZÁLEZ CARBALLO Y LUIS JAVIER CAVA CEPEDA

 


Su nombre todavía figura, esperemos que por mucho tiempo, en el nomenclátor callejero de Lora del Río, lugar de su nacimiento el 13 de mayo de 1724, hijo de Diego de Orbaneja y Juana de Lisbona.  Un día después sería bautizado en la iglesia parroquial de esta villa por el Lcdo. Francisco Mateo de Pineda siendo su padrino el Lcdo. don Martín Chamizo.

Menos por uno, Marcos de Orbaneja era loreño por los cuatro costados. Loreños eran sus abuelos maternos, Antonio de Lisbona y María de la Barrera y Rojas. Los paternos, Marcos de Orbaneja Chamizo y Josefa de la Barrera Barba, de El Arahal y Lora, pero con residencia en esta villa. De Lora eran también sus bisabuelos maternos, Juan de Lisbona y María de Roxas, y Bartolomé de la Barrera Lisbona Barba y Francisca de Liñán y Rojas. Y de El Arahal y Lora, respectivamente, los paternos, Pedro Chamizo Galán y Ana de Orbaneja, y Diego de la Barrera Lisbona y Barba y Francisca Alférez de la Carrera. Además, por línea materna y paterna pertenecía a la vieja familia loreña de la Barrera, presente en su genealogía con los hermanos Bartolomé y Diego de la Barrera Lisbona y Barba, sus bisabuelos materno y paterno, hijos de Alonso de la Barrera y descendientes de Diego de la Barrera; familia que desde principios del siglo XVI siempre tuvo escaño o regiduría perpetua en el Concejo y asiento principal en la iglesia de Lora.

Su verdadero nombre fue Marcos José Pedro Antonio y llegó a ser presbítero y comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla. Hermanos suyos fueron doña María de Orbaneja, de estado honesta o soltera; don Antonio, clérigo subdiácono, fallecido entre 1775-1781; y doña Josefa, que casó con el regidor loreño don Juan Casaus y de la Fuente, familiar y alguacil mayor del Santo Oficio.

Don Marcos perteneció a la élite de la sociedad loreña. En 1775, junto con doña María y don Antonio, era propietario de la regiduría que su padre don Diego de Orbaneja, ya difunto, había tenido. Y unos años antes, en 1769, en oposición a la familia Cervantes, en nombre de sus hermanos y en el suyo propio, había obtenido para los Orbaneja, el banco que sus parientes los de la Barrera poseían en la iglesia de Lora.

Pero su mérito no estuvo en destacar, sino en hacer el bien en una época, la Ilustración, que invitaba a ello. Con sus bienes y los de su hermana María fundó en Lora en 1785 a la manera de capellanías dos escuelas para que se impartiese de forma gratuita la enseñanza de primeras letras y la doctrina cristiana a todos los niños sin discriminación, ya fuesen naturales o no de la villa, pobres o ricos; instituciones que echaron a andar en 1802 tras el fallecimiento de doña Josefa. La suya estuvo dotada con censos, varias casas y  más de cuarenta aranzadas de olivar, al igual que la de doña María.
                                                                                                                                                         Incluso sus propias casas de morada, hoy convertidas en solar, en el barrio Nuevo, esquina  a  Nuestra Señora de la Cabeza, vulgo Santa Catalina, fueron a parar a estas escuelas, antes de que fueran del Ayuntamiento, su actual propietario; un origen, por cierto, que reclama para este solar una finalidad cultural, y no otra, en cumplimiento de la voluntad del donante y, sobre todo, para satisfacer las necesidades que tiene la población.

Marcos de Orbaneja da nombre a una parte de la C-432 de Carmona a Llerena a su paso por Lora del Río, travesía con una  gran actividad económica. Uno de sus negocios, abierto hace poco, ha sido rotulado precisamente con el apellido Orbaneja, loreño y vinculado al propio nombre de la calle. Ejemplo para el Ayuntamiento de Lora del Río y su equipo de gobierno del Partido Popular y Nueva Izquierda, que, en contra de lo esperado, siguen sin rectificar la política del nomenclátor manteniendo en las nuevas calles nombres comunes de flores, especies vegetales, árboles, parques naturales y nacionales, e incluso denominaciones de vinos, sin acudir como corresponde a las huellas de la historia y las señas de identidad de la Villa. Al parecer, son insensibles a estas ideas y nada de esto ni por extensión el patrimonio arquitectónico local, que están obligados a conservar, merecen su atención, en contra de lo que ocurre en otras ciudades y pueblos con mejor suerte.

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