NACER EN CASA

 

 

Esto del parto natural es otra de mis luchas, cuando has podido dar a luz en tu casa, has sido la protagonista activa de tus partos, cuando has sentido que el poder era tuyo, no del médico, te gustaría gritarlo a los cuatro vientos. Es cierto que el parto en casa no es para todas las mujeres, tengo conocidas a las que les han hecho cesáreas programadas, ellas no querían enterarse de nada y tan contentas (al menos aparentemente)...Lo que me parece lamentable es la ignorancia que hay respecto a esta cuestión. Es muy típico que cuando la gente se entera que tus hijos nacen en casa te digan que eres muy valiente. Yo siempre me río y les digo sinceramente que no, que valientes son las que van a los hospitales.

 

"Los hospitales son a menudo sitios peligrosos para dar a luz. Suele darse por hecho que son seguros porque tienen el personal y material especializado para abordar las urgencias médicas. Sin embargo, a veces son la causa de las mismas urgencias. Muchas intervenciones que tienen lugar habitualmente en los hospitales son yatrógenas, es decir, causan enfermedades provocadas por los médicos" Sheila Kitzinger.

 

Estoy leyendo a Laura Gutman y me voy a tomar la libertad de transcribir algunos párrafos de su libro: "La maternidad y el encuentro con la propia sombra" que recomiendo a todas las mujeres, en especial a las que son madres y sobre todo si están esperando un bebé.

 

"Hoy en día, los partos inducidos, las anestesias y analgesias rutinarias y la prisa de todo el sistema por terminar rápidamente el trámite (el parto) no invitan a aprovechar este momento fundamental en la vida sexual de las mujeres...."

 

"Atravesar un parto es prepararse para la erupción del volcán interno, y esa experiencia es tan avasalladora que requiere mucha preparación emocional, apoyo, compañía, amor, comprensión y valor por parte de la mujer y de quienes pretenden asistirla"

 

"El parto tal como lo vivimos hoy en día- se ha convertido en una sucesión de actos rutinarios:

 

Internación precoz: La internación supone permanecer tumbada y quedar a merced de los tactos vaginales frecuentes y realizados por varias personas.


Rasurado y enema: Práctica denigrante y molesta para la mujer, por entero innecesaria.

 

Goteo: Casi todas las mujeres, al ser internadas para trabajo de parto, reciben el famoso goteo. Se trata de oxitocina sintética, con el único fin de acelerar las contracciones, para lograr un parto más rápido. Deberíamos preguntarnos por qué un parto rápido es un parto mejor. O quien tiene tanta prisa. Las inducciones rutinarias del parto traen otra gravísima consecuencia: al introducir oxitocina en mayor cantidad que la que el cuerpo de la madre produce naturalmente, las contracciones son mucho más dolorosas, intensas y seguidas. En algunos casos el parto se acelera muchísimo culminando en pocas horas. En otros casos, las contracciones uterinas son tan intensas que el bebé para soportarlas ha de acelerar el ritmo de los latidos de su corazón para contrarrestar la falta de oxigeno. Cuando se cansa bajan los latidos por debajo de 120 por minuto. Esto significa sufrimiento fetal. El bebé necesita oxígeno. Así es como fabricamos la impresionante cantidad de cesáreas en el mundo occidental. Permitir que una mujer atraviese el trabajo de parto al ritmo de sus contracciones naturales, con los debidos cuidados y acompañamiento, conduce a que excepcionalmente el bebé padezca sufrimiento fetal.

 

Episiotomía: Es el corte que suelen hacer en pleno periné tomando una parte del labio de la vulva. El objetivo consiste en acelerar el período expulsivo. Se corta el músculo en forma oblicua, por lo cual su cicatrización es muy dolorosa y produce en la puérperas un sufrimiento tal que repercute necesariamente en la disponibilidad de la madre para ocuparse del recién nacido.

 

Cesáreas: Al convertirse en rutina la inducción de los partos, es lógico que la mayoría de las cesáreas sean "fabricadas", habiendo exigido a la madre y al bebé una dinámica artificial en el trabajo de parto que finalmente "explota", tras lo cual son salvados gracias a la cesárea. Las cesáreas salvan hoy en día a muchas madres y a muchos niños. Lo único grave es el número de cesáreas innecesarias que se practican en el mundo occidental por desconocimiento, por dinero, por estar al servicio de la comodidad de los profesionales y por la banalización que se ha hecho de esta práctica.

 

El maltrato: Las mujeres pasan horas con las piernas atadas, abiertas, sin poder moverse hasta acalambrarse, con los genitales desnudos a la vista de enfermeras, parteras y estudiantes de medicina que entran constantemente en las salas de parto, compartidas además con otras parturientas que aullan de dolor, de soledad, de desamparo, de maltrato y de falta de respeto por ese ser fragilizado que está a punto de dar a luz.

 

Anestesia epidural: Las mujeres creen, en medio de la soledad, el desamparo y el miedo, que el dolor será intolerable. Cuando la mujer está en posición dorsal (acostada), inmovilizada, atada en la camilla obstétrica, con las piernas elevadas y acalambradas, con un brazo inmovilizado por el suministro del goteo, y el monitoreo rodeando su cintura, con el sonido de los latidos del bebé que inundan su temor...suele pedir a gritos la anestesia epidural que la salve de este infierno. De esta manera las mujeres pierden el dolor, pero también el goce; pierden el miedo, pero también la lujuria de la ruptura. Claro que, para internarse en el dolor, las condiciones del trabajo de parto deberían ser otras: movimiento libre del cuerpo, acompañamiento amoroso, progresión natural del trabajo de parto.


"El parto no es sólo un hecho físico, que comienza con las contracciones uterinas y finaliza con el nacimiento del bebé y el desprendimiento de la placenta. Es, sobre todo, una experiencia mística, tal vez el hecho más importante en la vida sexual de las mujeres. Y como hecho sexual, tenemos derecho a vivirlo en intimidad y con profundo respeto a la persona como ser único, con su historia, sus necesidades y deseos personales."

"Un parto respetado debería ser la ocasión de permitir a las mujeres vivir las regresiones necesarias que le faciliten el desprendimiento del cuerpo de su hijo. Y las manifestaciones regresivas suelen ser impactantes. Las mujeres pueden necesitar llorar, gritar, pedir, rezar, moverse, conectarse con recuerdos, en fin, utilizar la inteligencia intuitiva que el ser humano ha ido desarrollando a lo largo de millones de años para ser activamente las protagonistas del mejor parto posible. Las mujeres deberían parir sin el condicionamiento de infraestructuras inadecuadas y sin prejuicios y prisas del equipo asistente. Las salas de partos deberían ser lugares amenos donde las parturientas pudieran gritar a gusto, descansar, estar en intimidad con el padre del bebé o con quienes ellas deseen, y pedir las ayudas que realmente necesiten. Y los sistemas de atención deberían encontrar la manera de no deshumanizar a tales extremos los partos, recordando que el acto de parir roza apenas los actos médicos y que, con un poco de mirada y apoyo, la mayoría de los partos pueden ser acompañados como lo que son: procesos sanos, naturales, de la vida sexual y emocional de las mujeres.

Las personas que tienen la ocasión de ser testigos de partos respetados experimentan la sensación de ser testigos de una evidencia. El mundo sería otro si las salas de parto fueran menos silenciosas, si en el inicio de la relación entre seres humanos hubiera lugar para las emociones, si la deshumanización no abarcara las áreas de la bienvenida al mundo."

 

 

Publicado por paloma EL 26 julio, 2007 en PAIDEIA EN FAMILIA

 

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