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N o t i c i a s
Los infartos de Oscar D'León
Caracas.- El viernes pasado (13) me hubiera reído en la cara de quien me dijera que al “Diablo de la Salsa” le iba a dar un infarto. Ese tipo tendrá casi 60 años, pero es una máquina energética que hace ejercicio todas las mañanas, come sano, no bebe, no fuma, trabaja exactamente en lo que más le gusta, es feliz. Sin embargo, el viernes en la noche este superhombre capaz de meterse en el bolsillo a públicos de miles de personas cayó como un saco de papas ante la mirada atónita de los asistentes a su show, donde siempre hace gala de una vitalidad desbordante. Esta vez, pues, se le desbordó demasiado y hubo que llevarlo a terapia intensiva, para regresársela a fuerza de inyecciones y catéteres.
Este tipo de casos pone en aprietos a gente como el Dr. Penzini Fleury, quien se la pasa predicando acerca de las bondades de comer sano y correr, sobre todo ante esa otra gente que tiene más de 80 años comiendo cochino, tomando como una cuba, fumando como chimenea y jamás les ha dado ni coquito. Pero al margen de este saludable detallazo, el caso de Oscar debería recordarnos algo a todos. Para decirlo en términos salseros: 'Todo tiene su final'.
Esta vez no le tocó, gracias a Dios, pero algún día ocurrirá. Es nuestro más certero destino. Y en el momento que seamos conscientes, a cada paso, de que nada es para siempre, podremos apreciar mucho más y mejor el misterio vital de nuestro camino. Hace poco descubrí la respuesta a ¿cuánto dura la vida? Suena algo cliché, pero alberga una profunda y sencilla carga de sabiduría: 'Un suspiro'.
Podríamos entenderlo como una alegoría del tiempo y decir que en la inmensidad del universo una vida no vale nada. Pero prefiero su sentido íntimo, porque no se pierde en la impersonalidad del infinito, sino que nos enfrenta a una realidad cotidiana que, de tanto vivirla, la olvidamos. En cada suspiro se nos va la vida. La diferencia entre convivir con nuestros seres queridos y desvanecernos en el misterio aterrador de la muerte, pende de un suspiro. Una sola exhalación es el símbolo diario y sencillo que nos recuerda que estamos vivos.
Sólo 'somos' en la medida que estamos conscientes de serlo. El temor a arriesgarnos nos impide aprender que somos eternos ignorantes, el terror a fracasar no permite que descubramos el triunfo de superar nuestros errores; y el pánico a llorar reprime la carcajada que produce la felicidad infinita de la libertad. 
Si permitimos que la existencia biológica nos arrastre inconscientemente en su flujo natural de vida y muerte, sólo seremos títeres de nuestro miedo a vivir.
Cuando escribo estas líneas, Oscar D'León parece estar fuera de peligro, cosa que me alegra mucho. Sin embargo, si no me voy antes el día que Oscar se nos vaya, no me entristeceré por él, pues si de algo estoy seguro es que ha vivido una vida intensa, consciente y sincera. . . En cada suspiro.


FUENTE: El Universal (Venezuela) jueves  - junio 19, 2003.
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