M u s i g r a f í a s
"La Lupe"
Diego A. Manrique
para El País (marzo 2000)
«...salía una mulata que daba la impresión de ser a la vez fornida y delicada, según se mirara a las grandes tetas o a los grandes brazos y cantando, interpretando (ese es el verbo adecuado) un calipso de Adolfo Guzmán. De pronto se convertía en un temblor demente, en una incursión trepidante, en un verdadero ataque. La cantante misma primero parecía poseída por el demonio del ritmo y su miedo escénico se convertía en una forma de terror.- "Hoy tengo el diablo en el cuerpo y me abrasa la fiebre de tu ardor / Este delirio por ti me consume / ¡hoy tengo el diablo!".
La cantante ahora se golpeaba, se arañaba y finalmente se mordía las manos, los brazos. No contenta con este exorcismo musical, se arrojaba contra la pared del fondo, dándole trompadas con los puños y con uno o dos cabezazos se soltaba, literal y metafóricamente, el moño negro. Tras aporrear el decorado, atacaba al piano y agredía al pianista con una furia nueva. Todo ello, es milagroso, sin dejar de cantar ni perder el ritmo de cálido calipso que ella convertía en una Zona tórrida musical».
Así evoca Cabrera Infante su contacto con La Lupe en el antro habanero La Red, en una Cuba en plena euforia de la revolución. Principio de una era en la cual no encajarían: ambos terminarían exiliándose.
En Cuba, se ha borrado el recuerdo de La Lupe, aunque en Santiago todavía es posible toparse con familiares. Allí, en el barrio de San Pedrito, nació Guadalupe Victoria Yoli Raymond un 23 de diciembre de 1939. Hija de un trabajador de Bacardí que toleraba mal su afición a cantar. Ella estudió para maestra mientras actuaba al aire libre; en los concursos radiofónicos destacó dando una vuelta de tuerca a los dramas de Olga Guillot. Ya casada, se instaló en La Habana, donde perdió su puesto al frente de Los Tropicales: "Esa mulata parece incontrolable". Lo era: visceral, impúdica, salvaje tanto dentro como fuera del escenario. El musicólogo Cristóbal Díaz Ayala comenta: «La Lupe hacía todo lo que cualquier cubano desea hacer: llorar, gritar, maldecir y, de algún modo, escapar de la tensión que la revolución socialista impone».

Había conquistado su libertad con mucho dolor y no tragó que el régimen confiscara su cabaré y la instara a moderar su comportamiento. En 1962, huía. Tras una estancia, en México, el percusionista Mongo Santamaría se la llevó a Nueva York. Pronto, su carcajada sonaba en Watermelon man, éxito de Mongo.

Firmó con Tico y grabó con Tito Puente y su orquesta. Fondos fibrosos para una sacerdotisa de la pasión: entonando sus gritos de combate, el "ahí na má" y el "ay yi yi yi", se hacía dueña de cualquier canción, que transformaba en celebración.

Esa imparable fuerza está presente en los discos que grabó en los años sesenta y setenta. Interpretó todo tipo de música y casi siempre triunfó, incluso con los acompañamientos más torpes. El sello Tico fue adquirido por Fania, pero ella no pudo integrarse en el panorama de la salsa. Por individualista y por tener mala fama. La música latina exigía que sus divas fueran volcánicas en el escenario y moderadas en su vida cotidiana. Imaginen: La Lupe se retrató vestida de blanco para que todos supieran que era santera. Impresionaba: la fotógrafa Teresa Gamboa cuenta que estaba siendo atracada en su estudio cuando apareció ella, invocó a Changó, dios del fuego... y los delincuentes huyeron.

Pocos se atrevieron a contratarla cuando rodaron los rumores de actitudes violentas, de la actuación televisada en Puerto Rico en la que decidió desnudarse... Sus asuntos domésticos se torcieron: enfermó su segundo marido y tuvo que vender coches, joyas, la mansión en Nueva Jersey. Recurrió a la beneficencia, a los amigos que le quedaban. Estaba colgando una cortina cuando cayó y quedó paralizada; al poco tiempo se incendiaba su apartamento.

El personaje que permite que Puente vuele con suficiencia por encima de la debacle, es una curiosa cantante cubana, que le aportará a la orquesta del timbalero un toque irreverente, desordenado y malicioso que pedían los tiempos. Hemos comentado la gran personalidad de La Lupe o «La Yiyiyi», auténtica reina de la Música Caribeña en los años 60. Con su presencia el ambiente se revolucionó. Su canto marginal, hiriente, algo descuidado y lleno de trucos no gustaba al ortodoxo del sonido Caribe, pero apasionó a los jóvenes bailadores y acercó la música a la expresión del barrio. Lo que manda ahora es el barrio y él se impone con su aire violento e irreverente.

La Lupe tenía una impresionante forma de decir los textos de Guarachas, Bombas, Sones y Boleros. Su reinado llega hasta el final de esta década de los 60. En 1974 trata de revivir su éxito anterior y graba «Un encuentro con La Lupe» con temas de Curet Alonso pero sus Sones, Boleros y Guarachas sonaban algo trasnochados para el sonido que se estaba imponiendo en Nueva York, la Salsa.

En 1975 participa en el concierto celebrado en el Carnegie Hall por los sellos Tico y Alegre junto a Tito Puente, Ismael Rivera, Charlie Palmieri, Joe Cuba, Vicentico Valdés, al estilo Estrellas de Fania y que sirvió para reunir las estrellas de la Música Caribeña que se mantenían al margen de la discográfica salsera, originándose un disco que se llamó "Tico-Alegre All Stars".

Este disco nos devuelve a la década anterior, cuando esta música aún no se llamaba Salsa, y nada brillante aportó al nuevo sonido que estaba impactando en Nueva York. La Lupe acabó firmando también por la Fania pero su momento ya había pasado, en 1978 graba 'La pareja' con Tito Puente (que para entonces también había caído en las redes de la Fania), dándonos idea de su decadencia si lo comparamos con aquel grabado diez años antes, titulado 'La excitante Lupe con el maestro Tito Puente'.

Un Milagro y Un Rescate
El culebrón tuvo un desenlace insospechado. Las manos de un predicador sanaron su espina dorsal y La Lupe consagró sus fuerzas a la Iglesia Pentecostal El Fin Se Acerca. Esta mujer de vida trepidante abandonó la música para dedicarse a la religión. Cantó himnos y no perdió del todo su altivez: cuenta Johnny Pacheco que quiso regalarle un coche usado y ella lo rechazó, "es un carro muy antiguo".

De todas formas La Lupe ha pasado a la historia como una de las mejores exponentes del Bolero caribeño, ella arrastraba su voz en la exposición del drama y llegaba al llanto y el quebranto de su voz en el desarrollo del tema, características que la hicieron única e irrepetible. Consagrada a Jesucristo, resistió hasta el 28 de febrero de 1992, cuando el corazón se le detuvo en Nueva York.

Para entonces, ya estaba en marcha el proceso de rescate. Pedro Almodóvar usó su 'Puro teatro' para cerrar 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' y millones de espectadores vibraron con aquel bolero. Al poco se estrenaba en TVE un programa titulado 'Puro teatro' y se editaba una trilogía sus recopilaciones. Almodóvar jugueteó con la idea de rodar una película sobre la vida de La Lupe, incluso buscó en Cuba a sus parientes, pero... «Su historia es tan dramática que no me imagino que exista una actriz capaz de encarnarla».
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