Ismael "Maelo" Rivera
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El
Sonero Mayor
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"Hay hombres que forman parte de un ambiente, que lo reflejan en
su inmediatez a través de todos sus actos. Son ellos auténticos
exponentes del mundo que los ha cultivado. En el han crecido como peces
en el agua y pertenecen a los residentes del ambiente. Son los que conocen
sus vericuetos y los invisibles laberintos por donde pasan a oscuras, o
son sorprendidos los desconocidos".
Nació el 5 de octubre de 1931 en el antiguo San Mateo de Cangrejos,
Santurce (Puerto Rico). Fue el primer hijo del matrimonio compuesto por
Margarita Rivera García, ama de casa, y Luis
Rivera Esquilín, carpintero ebanista. A Ismael le siguieron
4 hermanos: Diego, Laura, Ivelisse y Tommy. De niño se distinguió
por un apasionado interés en la música y se la pasaba improvisando
con latas y palitos. A temprana edad debió abandonar sus estudios
para buscarse unos pesitos como limpiabotas y así contribuir con
el sostén del hogar. A los 16 años se inició como albañil,
aunque se la pasaba cantando y tocando en los rumbones que se formaban en
la Calle Calma y otros sectores del Santurce Cangrejero, en unión
de su amigo y compadre Rafael Cortijo.
Ismael nació en la inmensidad de la salsa y no conoció otro
mundo mejor. Es su hijo exacto, un ejemplar perfecto de la gran familia
de la bacanería, un hombre versado en divertirse, nacido para atraer
tras de sí multitudes. En una entrevista radial el escritor del Libro
de la Salsa, César Miguel Rondón, le preguntó
cómo había entrado a ese mundo. Sin vacilaciones él
le contestó: «Yo no entré en el mundo de la salsa.
Yo soy de la Calle Calma de Santurce, Puerto Rico, y en la Calle Calma el
reloj, cuando yo me levantaba... era una cosa que hacía: pum qui
pum..pum qui pum... y ese reloj como que se metió en mi sangre».
La primera vez que se juntaron para tocar Ismael y Cortijo fue en 1948,
en el Conjunto Monterrey, dirigido por Monchito Muley,
Maelo como conguero y Cortijo como bongocero. Pese a su interés en
cantar, nunca le dieron la oportunidad. Un día, mientras Cortijo
tocaba en La Riviera, en La Marina sanjuanera, llegó el entonces
albañil a pedirle trabajo y fue contratado por un sueldo de $32.80
semanales, por debajo de los $55.00 que ganaba tirando mezcla fina.
En 1952 debió dejarlo todo para formar parte del ejército
de EE.UU., pero fue licenciado por su deficiencia en inglés. Al regresar,
Cortijo le consiguió trabajo con la Orquesta Panamericana
de Lito Peña, con quien grabó y pegó
los éxitos "La vieja en camisa", "La sazón
de abuela" y "El charlatán". Con este último
se dio a conocer en todos los rincones de la Isla y posteriormente consiguió
la fama internacional. Entre set y set, Maelo salía de El Escambrón
y se iba a descargar con su amigo Cortijo en el Black Magic de Miramar.
Un incidente de faldas precipitó su salida de la Orq. Panamericana
y Lito le pidió que no cantara ese día en el programa radial
de la orquesta, pero Ismael decidió no cantar con la orquesta ése
ni el resto de sus días.
En 1954 se integra al Combo de Cortijo, con quien grabaría
17 discos, produciendo un sinnúmero de éxitos, entre ellos:
"El bombón de Elena", de don Rafael Cepeda, "El
negro bembón", "Juan José", "Besitos
de coco", "Palo que tú me das", "Quítate
de la vía Perico", "Oriza", "El
chivo de la campana", "Maquinolandera", "El
yoyo", "María Teresa" y "Yo soy
del campo", entre otros.
Fue la orquesta fija de la popular La Taberna Indiay reclamada por hoteles
de lujo y grandes centros de baile de la época, entre ellos el
famoso Palladium Ball Room, allí alternaron con las grandes orquestas
de Tito Rodríguez, Pérez Prado y Tito Puente,
quienes deleitaban a los baliadores.
En 1957 formó parte de una tremenda "guerrilla"
que tocaba en televisión, que incluía a Rafael Hernández
en la guitarra, Luisito Benjamín al piano, Lito Peña en
el clarinete e Ismael en las maracas.
A finales de los 50, la bomba y plena logran introducirse en los más
reclamados salones de baile, gracias al combo de Cortijo e Ismael. Tal
fue el asombro ante el fenómeno musical creado por ellos, atraído
por la finura de sus nítidas improvisaciones y excepcional clave,
que el Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, lo bautizó
como 'El Sonero Mayor', nombre que le seguiría durante
su gloriosa carrera musical. Esta gran acogida de Cortijo y su Combo se
debió a que expresaban el sentimiento de su gente y revertían
con optimismo los problemas de su pueblo, celebrando el presente y saludando
jubilosos el futuro y la esperanza. En Nueva York, la colonia latinoamericana
escuchaba y bailaba su música porque les recordaba quiénes
eran, mientras a los boricuas residentes en la urbe los hacía sentirse
de regreso a su patria.
En 1959 Ismael participó junto al Cortijo y su Combo en
la película "Calipso", una producción italo
- francesa dirigida por Franco Rossi, con Harry Belafonte
de protagonista, cinta que conmovió al público latinoamericano,
particularmente a los colombianos.
Tras un problema con la justicia, Maelo es separado de la sociedad y enviado
a cumplir sentencia en el programa carcelario de rehabilitación
en Lexington, Kentucky, donde permaneció confinado cerca de cuatro
años. Un compatriota suyo, Bobby Capó, sintió como
propio el encierro de Ismael, y le compuso un número que llegaría
a convertirse en himno de los reclusos: "Las Tumbas".
Una nueva etapa
Al salir de la cárcel, mientras su compadre Cortijo reintegra a
varios de sus músicos en su "Bonche", Maelo adelantó
música con el percusionista Kako, Tito Puente y su propia orquesta,
Los Cachimbos, para tocar lo que realmente quería,
lo que le gustaba. Desde la gran manzana, Maelo y los Cachimbos impactactaron
el panorama musical con sus grabaciones "La controversia"
y "La soledad", y luego "Mi negrita me espera"
y "Dime por qué", dos clásicos de la salsa.
Curiosamente, los salones de salsa en Medellín cierran con "Mi
negrita me espera", todos la cantan a coro sin bailarla. Otros
éxitos fueron "San Miguel Arcángel", "La
gata montesa", "La manía de tu mujer",
"Maña, Maña" y el bolero de serenata "Hasta
Mañana".
Con Kako y su trabuco grabó "Lo último en la avenida".
También grabó con la Fania All Stars cuando
sus dueños Jerry Masucci y Johnny Pacheco compraron el sello Tico
Alegre y lograron capturar a una serie de músicos rebeldes.
En 1979 fue el artista mejor pagado por esa casa disquera, a excepción
de Celia Cruz. Entre los éxitos con la Fania se destacan
la versión de "El Nazareno" con Papo Lucca
al piano, y "Cúcala", a dúo con Celia Cruz.
El enorme éxito de Ismael como cantante y sonero, le opacó
su habilidad como compositor. De él son los temas "Besito
de coco", "Aquí estoy, ya yo llegué",
"Arrecotín arrecotán", "El que
no sufre no vive" y "La cumbita", entre otros.
En agosto 1974 hubo un histórico reencuentro en el Coliseo
Roberto Clemente, entre Cortijo e Ismael y los ex integrantes de su banda,
dirigidos por Rafael Ithier bajo el nombre de El Gran
Combo; un acontecimiento musical que dejó éxitos
como "Ellos se juntan", de Kito Vélez y Sammy
Ayala; una nueva versión de "Perico", de Juan
Hernández; "Perfume de rosa", de Rafael Ortiz;
"El negro bembón", de Bobby Capó; y "Maquinolandera",
de Margarita Rivera, Doña Margó.
La muerte de su compadre Cortijo lo afectó sobremanera, al extremo
de perder la voz, pese a que atesoraba la esperanza de recuperarla para
cantar en un magno homenaje que le preparaban sus familiares y amigos
en el Coliseo Roberto Clemente, con una fanfarria de vientos y poderosos
ritmos.
El día de su suerte, el día de su muerte
Pocos días antes, pasadas las cinco de la tarde, Maelo se encontraba
en su casa acompañado de Doña Margot, cuando de repente
le sobrevino un infarto cardíaco. En ese instante abrió
los ojos, abrazó a su madre, le apretó las manos y poco
después falleció, dando la clave para iniciar un 'entierro
a la moda'.
Metido en las drogas hasta la esclavitud, Ismael Rivera fue derrochando
su canto en un afán azaroso por encontrar reposo. En sus canciones
anticipó su muerte e hizo de ella un festival: «Mi entierro
va a ser el acabóse/ ahora verán cómo lo quiero/
lucecitas, coronas, cero flores/ pues yo lo que quiero es que lo gocen/
también en mi caja yo quisiera/ unos cigarrillos y algo fuerte/
para seguir bebiendo y fumando/ después que me lleven donde quiero/
Que no falte Tito Puente, Roberto y su Apollo Sound/ Willie Colón
con su banda, Pacheco con su tumbao/ también Cortijo y su Combo,
Tommy Olivencia y su Orquesta/ Kako con su Trabuco y Maelo quien les canta/
Que vayan tocando mambo/ Sones, rumbas y guarachas/ para que todas las
muchachas/ con sus parejas vayan echando/ y a lo mejor de la caja yo me
levanto/ y salgo a bailar/ Yo me levanto y salgo a bailar/ yo me levanto
y con esa morena voy a gozar/ Patato y Totico no se vayan a quedar/ Yo
me levanto, yo me levanto, yo me levanto/ y salgo a gozar...»
Y aunque nadie gozó el día de su muerte, sí hubo
mucho música el día de su entierro, tal como Ismael lo quería.
Sus seguidores bebieron durante dos días y lo recordaron como "El
Sonero Mayor de Puerto Rico".
Lo velaron en el Instituto Puertorriqueño de Cultura. Casi que reiterando
su procedencia popular. Nunca llegó a ser rico. Todo lo que se ganó
se lo gastó y murió en la más absoluta pobreza, sin
posibilidades de explotar su canto. En los últimos meses, preocupado
por su situación económica, se hizo operar de las cuerdas
vocales, retirándose a la vida sana y hogareña de la Calle
Calma donde había nacido. Desde allí se le veía salir
a trotar todas las mañanas y a hacer ejercicios en la playa. Sus
amigos más cercanos preparaban, mientras tanto, un concierto de reaparación
en el Coliseo para darle a su familia una momentánea estabilidad
económica. Pero como ocurre siempre, la vida juiciosa lo mató
y su corazón de un paro cardíaco dejó de latir estando
en brazos de su señora madre Margarita Rivera, Doña Margot,
el 13 de mayo de 1987. Fue sepultado en el Cementerio de Villa Palmera
en San Juan, precisamente donde reposan sus amigos: Pellín
Rodríguez y Rafael Cortijo. Su tumba, igual
que su vida, permanece extraviada en medio de las cruces, sin una lápida
visible.
El incomprendido
Maelo, "el sonero mayor", fue como él mismo lo pregonó
en un tema de la autoría de Bobby Capó, un "incomprendido".
Así lo expresó: «Yo, yo, yo creo que voy / solito
a estar / cuando me muera / he sido el incomprendido / ni tú ni nadie
me ha querido / tal como soy / bituquipaquilin / pero yo, yo, yo / alalé...
por qué no me comprenden a mí / si yo soy un negrito / chévere
/ incomprendido»
Todo lo que fué su vida no tiene otro medio para comprenderse que
su historia musical. Oyendo sus canciones lo hallamos incorruptible y grande.
La tumba pisoteada de "Villa Palmeras" deja ver hasta dónde
puede llegar la incomprensión de su gente. Es ese el cuadro deshecho
del artista para la vista del visitante, pero para el oído, siempre
saldrá desde la más humilde caja de resonancia una luz interminable
que iluminará con nitidez la música.
Allí estará la comprensión que tanto necesitó,
detenida e inmortalizada para siempre. Maelo fue el irrelevante, el que
no oyó consejos, el que no creyó más que en su propio
canto."
REFERENCIA: Archivos de la Fundación Nacional Para La Cultura
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