LA SERPIENTE EMPLUMADA

 

La Casa de la Cultura de Cancún, dentro del ciclo dedicado a “La Cultura Maya en Libros” se complace en difundir el texto “La Serpiente Emplumada, eje de las culturas”,  escrito por don José Díaz Bolio y publicado en Mérida por Tipografía Manlio en 1965.

En el prolegómeno su autor apunta “Cuando un arqueólogo europeo hace excavaciones en el viejo continente y encuentra restos de culturas arcaicas halla cierta relación -aunque sea remota- con su propia cultura. Así cuando un científico moderno estudia la cultura de las Galias, encuentra que, a pesar del contraste que existe entre la religión de los druidas y el actual cristianismo de Francia hay nexos de sangre y de cultura que se ha ido formando a través de tiempo y al contacto de otras civilizaciones. Inclusive los germanos, a pesar de poseer una personalidad tan distinta de la romana, griega o gala, exhiben cierta semejanza con los pueblos que fueron sus enemigos, pues el europeo de piel blanca, ojos azules y cabellos rubios se identifica en un fondo racial común”.

“Cierto que hay en Europa los restos de otras culturas que corresponden a otras razas como fueron los iberos. Más con las corrientes migratorias que presenció Europa en tiempos pre-históricos, hubo intercambios comercial y cultural, cierta relación de ideas a lo cual se le debe que, si de pronto encontramos un ídolo, no nos parezca que haya caído de las nubes o que nos haya sido disparado del planeta Marte, o que sea obra y creación del demonio, como les pareció a los conquistadores españoles que eran los ídolos de todas las Américas, obras desvergonzadísimas del diablo”.

“Pero esta relación de semejanza no se limita a Europa pues habiendo ésta heredado su cultura de Egipto y estando éste influido por la india, una savia milenaria corre a través de las venas culturales de muchos pueblos europeos, identificados en cierto modo, debido a lo cual las epopeyas griegas nos parecen parientes cercanas de las hindúes y la dinámica espiritual de los Upanishad es casi la misma que la de los evangelios. Es decir que las corrientes raciales y culturales se han movido de tal modo de Asia a Europa y de Europa a Asia que ha habido un intercambio de milenios debido a lo cual no hay nada del todo extraño para una y otra. Las ideas se encuentran mezcladas como el agua de muchos ríos que afluyen a un mismo mar”.

“En cambio, el nuevo mundo cayó en la historia universal como un bólido, como un cuerpo extraño disparado de

quién sabe qué lugar del espacio y el tiempo para incrustarse, súbita y extrañamente en la corteza terrestre. Cayó en medio de la historia universal como un meteoro compuesto de minerales rarísimos  que e un moderno análisis de laboratorio no puede definir; como algo por completo extraño, si relación alguna con lo existente en el viejo mundo. De pronto resultó que a través de los milenios había crecido un frondoso árbol racial y cultural en las Américas, árbol del cual no se habla en la Biblia ni en ningún otro libro sagrado o histórico del Asia o de Europa. Al llegar a las Américas, el europeo se encontró frente al indígena de modo parecido a como se podría haber encontrado con un habitante de Marte. Nada había que lo identificara, ni en lo material, ni en lo espiritual. No había habido intercambio de ideas, ni nexos comerciales o culturales, ni sabia y raíces comunes,” concluye con acierto don José Díaz Bolio.

El destacado escritor, poeta y compositor Don José Díaz Bolio, nació en Mérida el 6 de agosto de 1906 y falleció en 1998. El presidente municipal de Mérida, Manuel Fuentes Alcocer, con motivo del homenaje que se le brindó al vate en ocasión de los 100 años de su natalicio, señaló que “Don José desde muy joven se distinguió por su sensibilidad por la música y la poesía y se interesó en la investigación de tipo arqueológico. Su amor por la música lo llevó a recibir sus primeras enseñanzas musicales de Ricardo Palmerín”.

“Fue autor de unas sesenta canciones donde plasma su inspiración y da rienda suelta a múltiples acordes que deleitan aún nuestros oídos. Sus aportaciones en el campo de la arqueología son de gran apoyo para quienes se dedican a esta disciplina, y son todavía referencia obligada en este campo de la investigación de nuestro pasado cultural”.

Entre los reconocimientos que recibió sobresalen los de “Hijo predilecto de Mérida”, Medalla Cámara de Comercio (1948), y la Medalla Yucatán (1989). Un busto suyo se levanta en la colonia Alemán, donde vivió la mayor parte de su vida.

 

 

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