Por Pablo Felipe Pérez Goyry.
Especial
para Revista “Tiempos de Reflexión”
Los
soldados alemanes libraron
sangrientos combates casa por casa, en Berlín - ante la presión de las tropas
soviéticas -.Cuando él “Ejército Rojo” llega a la capital alemana, la
derrota nazi es inminente. En un acto desesperado, Adolf Hitler se suicida - el
30 de abril de 1945 - junto a su esposa Eva Braum. Antes de morir, nombra como
sucesor al almirante Karls Donitz, que tiene el indecoroso encargo de formar
nuevo gobierno y ordenar, a un desarticulado ejercito nazi, el fin de las
hostilidades. La Alemania nazi firma, el 7 de mayo de 1945, en Reims, la
rendición incondicional.
En un
juicio sumario – en Italia -, declaran culpables a Benito Mussoline y su
amante, los condenan a la pena de muerte. Los fusilan y después cuelgan sus de
cadáveres por los tobillos, y los exhiben en una plaza pública, en la ciudad
de Milán.
El 6 de
agosto de 1945, él ejército de EE.UU. lanza sobre la ciudad japonesa de
Hiroshima la primera bomba atómica – desde un bombardero B-29 (el Enola Gay)
-. La bomba asesina 100.000 personas inddefensas, y heridas cerca de cien mil. Más
tarde, el 9 de agosto, con perversión, lanza la segunda bomba atómica, sobre
la ciudad de Nagasaki; mueren 66 mil personas. Japón se rinde el 14 de agosto.
Se hace oficial la capitulación incondicional el 2 de septiembre de 1945, a
bordo del acorazado estadounidense Missouri, y ante el general MacActhur.
El
Tribunal de Nuremberg
Como siempre ocurre en las guerras, los ganadores escriben la historia y
también necesitan un tribunal. En este caso para juzgar, por crímenes de
guerra, a los líderes nazis. Para este fin, se celebran juicios, en la ciudad
alemana de Nuremberg - noviembre de 1945 a octubre de 1946 -, contra los
principales dirigentes del régimen nazi, que habían sobrevivido. No pudieron
ser juzgados Adolf Hitler, el ministro de Propaganda Joseph Goebbels y el
ministro del Interior Heinrich Himmler, porque se habían suicidado. Ejecutan,
en la horca, a un total de 12 reos, de los 22 principales acusados. Además,
condenan a industriales que se sirvieron del trabajo de prisioneros, y médicos
que experimentaron con seres humanos. Los Aliados organizan otros tribunales,
con la misma finalidad, en las zonas por
ellos ocupadas. Juzgan y condenan en estos tribunales, – hasta 1960 -
aproximadamente 5.000 criminales de guerra. Han ejecutado cerca de 500
culpables.
También los soviéticos condenaron en juicios paralelos a 10.000
alemanes, y ejecutaron a muchos de ellos. En el caso del Japón, se creó el
Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra de Tokio, que funcionará desde
mayo de 1946 hasta noviembre de 1948. Este tribunal sentencia - a la pena de
muerte - a 7 de los 25 dirigentes japoneses juzgados por crímenes de guerra;
entre ellos estaba el primer ministro, el general Tojo Hideki. Se celebraron
muchos juicios, en Japón, para juzgar los crímenes de guerra, 900 declarados
culpables son ejecutados.
Es saludable subrayar, que para los juicios de Nuremberg y Tokio, para
juzgar “crímenes contra la paz y la humanidad” no existía ninguna
legislación prebélica, lo que desde el punto de vista técnico no podían ser
castigados por haber cometido esos crímenes. Para algunos analistas, fue
injusto de fueran juzgados por los vencedores extranjeros los nacionales de los
países derrotados. Es evidente que una vez más los vencedores “hacen
astillas del árbol caído”. Y como era de esperar, para tapar bocas, en 1946
la Asamblea General de Naciones Unidas “ratificó los principios reconocidos
por los tribunales”. No obstante, es en 1950 que una Comisión Jurídica
Internacional reconoció los crímenes de guerra, los crímenes contra la paz y
los crímenes contra la humanidad, como violaciones del Derecho internacional.
Después del fin de la guerra, contra los seres humanos se han cometido muchos
crímenes de guerra. Para muchos, hay una pregunta sin respuesta: ¿Cuándo se
han juzgado estos crímenes, en la segunda mitad del Siglo XX y comienzos del
XXI?
El
Mundo después de la Segunda Guerra Mundial
La
guerra arrasó la mayoría de las industrias y ciudades, salvo las de EE.UU.; ya
que Europa oriental y central, así como en Japón quedaron destruidas por los
bombardeos. Esto propicio un auge de la industria estadounidense, que llegó a
producir más de la mitad de los bienes y servicios de todo el mundo. De ahí
que la ayuda estadounidense, después de la Segunda Guerra Mundial, fuera vital
para sobrevivieran millones de seres humanos.
Dicen
que las cosas malas se olvidad con facilidad y las buenas perduran. Si embargo,
las consecuencias y efectos de la guerra demuestran que más de 60 millones de
personas murieron, la mayoría civiles inermes. Ha esto se suma una reorganización
socio-económica-política internacional, en el que Estados Unidos nace como
superpotencia al igual que la Unión Soviética. También el mundo ingresa en la
era nuclear, liderado por la hegemonía de: la Unión Soviética en el
comunista, y Estados Unidos en el mundo capitalista.
De poco
sirvió la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, pues se inicia una nueva
etapa de conflictos y guerras. Por más de cuarenta años, se divide el mundo y
genera lo que hoy se conoce como la “Guerra fría”; que fue la lucha entre
las potencias capitalistas y comunistas por establecer su dominio en el mundo,
especialmente EE.UU. y la URSS. De poco sirvió la experiencia de la Segunda
Guerra Mundial, pues en estos años, el mundo vive bajo el fantasma de una
guerra nuclear.
Para
los más optimistas, después de la Segunda Guerra Mundial se creo un nuevo
orden político y económico. Empero, este no adopto un verdadero sentimiento de
coexistencia y benevolencia. Luego este orden será temporáneo, como sé vera a
finales del Siglo XX. Esto se debió a una ausencia que cobijara una coherente
armonía en los intereses individuales y los de todo el planeta. Por este motivo
el nuevo orden no fue estable y las guerras no se hicieron esperar. A causa de
que las guerras obedecen a la lógica de la prepotencia, y las de percepción.
La primera genera antagonismos irreversibles relacionadas con la soberanía y la
segunda engendra jeroglíficos de legitimidad.
Decía
Candide, de que “es verdad que uno se mata mejor con una bandera”. Y esta
actitud esta en los pueblos que tratan de transformar las crisis de legitimidad
en crisis de soberanía. Luego con la “Guerra fría”, la paz solo se apuntaló
para quienes tenían la capacidad de defenderla y el poder nuclear era su mejor
defensa. El nuevo orden no consolidó la estabilidad y paz mundial. Todo lo
contrario. Porque las potencias continuaron las guerras intervencionistas en
territorios ajenos.
Sin
embargo, la batalla no se ha perdido, pues, los intentos de estabilizar la paz
internacional surgen de organismos internacionales con excelentes buenas
intenciones. Pero... el control tras el trono lo tienen las potencias. Tal es el
caso del Consejo de Seguridad, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
que tendrá como finalidad proporcionar herramientas que faciliten solucionar
conflictos – adentro y fuera de sus fronteras - entre las naciones soberanas.
Es así
como se redacta la “Carta de la Naciones Unidas”, que obliga a los Estados
miembros a solucionar sus diferencias por medios pacíficos. Esta
responsabilidad de intermediación recaerá en el “Consejo de Seguridad” que
estará conformado por 15 naciones; entre las que están de manera permanente
las potencias que ganaron la guerra, y que tienen como embaucador privilegio el
derecho a vetar. Para hacer cumplir sus decisiones, el Consejo puede imponer
sanciones económicas a los países que amenacen la paz. Puede enviar misiones
de paz a las zonas en conflicto, para imponer un acuerdo de paz. Como último
recurso, el Consejo puede autorizar a coaliciones de estados miembro a utilizar
la fuerza para resolver un conflicto. No obstante, es bueno reiterar el poder de
veto que tienen algunas naciones, en el seno del consejo.
Aunque en más de una oportunidad se ha cuestionado el papel de la ONU,
hay que reconocer de que muchas de las decisiones han tenido efectos acertados
en la vida de millones de seres humanos. Si bien el Consejo de Seguridad a
cometido errores y excesos, ha sido positiva la labor de las agencias
especializadas, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización
de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), o el Fondo de
las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). A través de estos organismos, la
ONU ha tratado de extirpar los principales problemas que afectan a los seres
humanos. Estas agencias de la ONU tienen la responsabilidad de combatir el
hambre, las enfermedades – como la viruela -, luchan por los derechos de
mujeres y niños, potabilizan el agua de muchas regiones rurales, ayudan a los
refugiados, establece programas de control de la natalidad, asesoran para
incrementar la producción agrícola, y dan préstamos a los países en
desarrollo.
Con el
fin de la Segunda Guerra Mundial, también se registraron múltiples avances
tecnológicos y científicos. Si bien la intención de las investigaciones
estaba enfocada en una “guerra de sabios” que permitiera desarrollar nuevas
tecnologías para la guerra, muchas de estas sirvieron para fines pacíficos en
la posguerra. Por ejemplo, la invención del radar y la liberación de la energía
atómica. Que decir, de los avances en materia médica, el motor turborreactor,
el DDT para combatir la malaria, y los antibióticos.
Otro
logro en la posguerra fue el proceso de la descolonización. Es decir, la pérdida de posesiones coloniales de
los países europeos; inmensos territorios en Asia, África y el Pacífico son
hoy “independientes y libres del yugo imperialista”.
El fin
de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo un cambio espectacular en las
relaciones internacionales. La guerra socavó profundamente la posición
dominante de potencias como Alemania, Japón, Reino Unido o Francia. A medida
que estos países dejaron de ser potencias económicas, políticas y militares,
dos nuevas superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, ocuparon sus
puestos. La política exterior de estas dos superpotencias dominaron las
relaciones internacionales y el equilibrio de poder mundial de los siguientes 45
años. La historia a demostrado de que fueron los recursos materiales y
militares, de estos dos países, los que permitieron poner fin a la guerra e
iniciar una puja por nuevos espacios de dominio.
Si bien es verdad de los líderes
de Estados Unidos y la Unión Soviética se aliaron en 1941, para derrotar a los
países del Eje. También es verdad
de este “matrimonio de
conveniencias” no fue sincero.
Después del fin de la guerra, sus objetivos políticos e ideológicos estaban
enfrentados.
Para 1947 la rivalidad se convirtió
en lo que observadores políticos llamaron la “Guerra fría”. Que tuvo un
carácter global, ideológico, y geopolítico; que "termina" en 1991,
cuando se materializa el derrumbe de la Unión Soviética.
En la “Guerra fría”, el centro de tensión estaba estrechamente
relacionado con la rivalidad de dos sistemas opuestos en política, económia, e
ideológia; que existía desde la Revolución Rusa, de 1917.
El demencial enfrentamiento entre el capitalismo y socialismo; entre la
democracia y el totalitarismo, va a dividir el mundo. División que aglutino a
bloques políticos y militares, y a una descabellada carrera armamentista. Una
vez más, aparecieron las guerras e incertidumbres entre los amigos de EE.UU. y
la URSS, como fueron los casos de: Cuba, Corea, Libia, Vietnam, Afganistán, Irán,
Iraq, etcétera.
Un símbolo del fin de la
“Guerra fría”, fue el colapso de la Unión Soviética y la reunificación
de Alemania. Empero, al desaparecer el bloque comunista, de Europa oriental, la
uní polaridad internacional queda
en manos de Estados Unidos de América, y sus aliados.
Palestina
e Israel
Como
desenlace desafortunado del Holocausto, se va ha incrementar el sentimiento
nacionalista de los sobrevivientes judíos y de los sionistas (nacionalistas judíos).
Con esto se exacerba el deseo de crear un Estado judío, en Palestina, que les
permitiera en el futuro unir y defender a la desparramada nación judía.
A
finales del Siglo XIX, existían colonias de judíos establecidos en Palestina,
y al final de la guerra los sionistas comenzaron a exigir como suyos los
derechos sobre estas tierras, como legado de su ideal religioso. Sin embargo,
Palestina - desde el final de la Primera Guerra Mundial - la administraba el
Reino Unido, y desde esa época “trata desesperadamente de mantener un
equilibrio entre los intereses de los inmigrantes judíos, y de los árabes que
poseían la tierra. Como “solución”, el Reino Unido restringió la
inmigración de judíos y sionistas, para proteger los derechos políticos y
económicos de los árabes. Con el tiempo, los esfuerzos fueron estériles, y
generó el sistemático estallido del terrorismo judío, y el sentimiento
creciente de oposición árabe a la presencia británica y sionista.
Después del final de la Segunda
Guerra Mundial, los británicos se comprometieron abandonar Palestina. Para
soltar, con la mayor brevedad, un problema que a todas luces no tendría solución,
en 1947 pusieron el conflicto, de la Palestina, en manos de la ONU. Como posible
solución al dilema, la Asamblea General de Naciones Unidas recomendó la división
de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. Así como crear dos
enclaves internacionales en Jerusalén y Belén. Ya que contenían lugares
valiosos para el culto religioso de judíos, cristianos, y musulmanes. La mayoría
de los judíos aceptaron la partición; los árabes de Palestina y de fuera de
ella la encontraron absurda. Algo parecido ocurre – en Cachemira - después
que la India logro su independencia.
Con la anunciada retirada de los
británicos, no se hizo esperar el inicio de la guerra civil entre judíos y árabes.
Los judíos de Palestina, en mayo de 1948, proclamaron la creación del Estado
Libre de Israel. Esto provocó la inmediata arremetida de las naciones árabes
circundantes. Esta Primera Guerra Árabe-israelí finalizó con la victoria del
Estado judío. A pesar de los esfuerzos de la ONU, continúa hasta el día de
hoy, la guerra provocada por la creación de Israel. La estabilidad en Oriente
próximo no esta asegurada, y en ningún modo la paz.
Futuro de la Humanidad en el
Tercer Milenio
Al finalizar el Siglo XX, comienza
a surgir una nueva democracia en Europa del Este. Propiciado por el colapso de
la Unión Soviética, la reunificación de Alemania, y el fin de la "Guerra
fría".
Es una certeza de que el mundo
tomo más de un derrotero - después de la Segunda Guerra Mundial - que hizo
posible, entre otras cosas, la descolonización. Pero también estuvo presente
la “Guerra fría”.
Los avances científicos y tecnológicos
se extienden a todos los rincones del planeta, en algunos casos con sus efectos
negativos. Aunque no dejan de ser, en general,
síntomas de prosperidad.
Por otro lado, el conflicto Árabe–israelí
continúa sin solución, e inevitablemente traspasa sus fronteras. Hay graves
conflictos en más de 30 países. La paz del mundo, hoy día, está coaccionada.
Sistemáticamente, se cuestiona la autoridad e independencia de la ONU.
Si bien la Segunda Guerra Mundial
deja una profunda huella en la historia, y millones de muertos; no es menos
cierto de que el razonamiento humano esta cerca al del “hombre absurdo”,
expuesto por Albert Camus.
A cuatro años de iniciado el
tercer milenio, el mundo sigue dividido en países desarrollados y pobres. La
riqueza se acumula en pocas manos, fundamentalmente en los países ricos. Tres
cuartas partes de la población mundial viven en países de Asia, África y
Suramérica, y tienen un desarrollo insuficiente. El nivel de pobreza en estos
países es aterrador. La mayoría de la población del planeta tiene un
crecimiento demográfico constante, y la lleva a vivir sumida en: la pobreza;
las enfermedades; el analfabetismo; y las carencias sociales indispensables para
vivir. La falta de agua y la hambruna abarrota la vida de millones de seres
humanos. Hoy más de 800 millones de personas carecen de alimentos y 500 millones no tiene acceso a
suficiente alimentación. La mayoría de los seres humanos – más del 60 por
ciento – son analfabetos por no tener la posibilidad de instruirse.
Millones de inmigrantes - que
buscan mejores condiciones de vida - sistemáticamente cruza las fronteras de
los países ricos. También aumenta de manera alarmante la marginación, el
racismo y la intolerancia contra los extranjeros que logran radicarse en los países
desarrollados.
Otro flagelo que abruma al mundo,
es el consumo y tráfico de drogas, que están intoxicando los sectores de la
población más jóven. Que decir, del Síndrome de inmunodeficiencia Adquirida
(SIDA), que ya se puede considerar una enfermedad endémica en muchos países de
África; o el fortalecimiento del paludismo, que produce más e tres millones de
muertos cada año en todo el mundo.
También está en peligro el
planeta por la degradación irreversible del medio ambiente, afectado por el
irreflexivo desarrollo industrial y la cultura del consumismo desenfrenado.
Continúan afectando los
conflictos bélicos a las poblaciones civiles, y con martirio siguen pagando un
precio muy alto por sus vidas. Las guerras civiles se suceden una tras otra, como miles de personas sufren el desplazamiento en la península
de los Balcanes, Colombia, en África y el Medio Oriente.
Se han entronizado en el mundo, la
brutalidad y el terrorismo; y están mutilando el alma de la humanidad del
planeta. Es una prueba, de esta realidad, los atroces eventos del 11 de
septiembre de 2001; cuando aviones comerciales, utilizados como mísiles – por
militantes extremistas de Al Qaeda –, se estrellan contra las dos torres
gemelas de Nueva York, y el Pentágono, en Washington. Y como siempre una acción
tiene una reacción, y toda causa tiene su efecto, el gobierno de EE.UU., con
ayuda de una coalición internacional lanzan un ataque militar contra las
fuerzas talibanes en Afganistán.
Más reciente, justificando la política
de lucha contra el terrorismo internacional, y el peligro de tener armas de
destrucción masiva, EE.UU. - con
la complicidad del Reino Unido y España - de manera unilateral y desconociendo
el papel de la ONU y su Consejo de Seguridad, lanza una invasión militar contra
Iraq; y en solo tres semanas ocupan el país. Las armas de destrucción masiva
nunca aparecieron y esta nación está al borde de una sangrienta guerra civil.
Otro acto criminal ocurre en la capital española, el pasado 11 de marzo, cuando
estallan cargas explosivas en cuatro trenes urbanos. Cerca de 200 personas
mueren, y más de 1500 reciben heridas.
Para muchos el futuro del mundo
tiene un carácter muy pesimista. Sin embargo, tengo la percepción de que la
esperanza tiene suficiente fuerza para enfrentar todos los posibles retos que
pongan en peligro la vida en el planeta. No dudo de algún día los conceptos de
libertad sean convincentes, al igual que los Derechos Humanos y la democracia;
donde la solidaridad sea parte integral de la convivencia, y los mefistofélicos
apetitos de poder sean sepultados por la justicia terrenal y divina.
Hoy los
vientos de la guerra azotan al mundo, los conflictos y el terrorismo, en la
actualidad, causan destrucción, miles de muertos y heridos. Son innumerables
las versiones e interpretaciones de cuál es el balance de lo ocurrido en la
Segunda Guerra Mundial, y su incidencia positiva o negativa de su herencia.
Ante estas circunstancias,
recuerdo las palabras de Philippe Delmas, que dice: ”...las ambiciones de los
Estados no generaran las guerras de mañana; sí sus debilidades. Por no haberlo
entendido, los principios y normas del sistema internacional, lejos de frenar la
guerra. Le aseguran un brillante porvenir”. Y tiene razón. Es una labor ardua
la que trata de realizar las Naciones Unidas, con ayuda de muchas personas que practican con sinceridad la
buena voluntad universal, y están empeñados en estas aspiraciones dejen de ser
utopías. Empero las ambiciones e insatisfacciones son el germen para avivar los
conflictos.
El día 8 de mayo de 2004, se
cumplen 59 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, y con modestia trato
de compartir lo ocurrido antes, durante y después de la mayor tragedia de la humanidad. Es una
invitación a todos los que tengan el valor de hacerlo con sinceridad, para se
entreguen desde el alma a la reflexión, y al servicio altruista en bien de la
totalidad. Porque a pesar de los logros positivos alcanzados por los seres
humanos, pareciera que “las buenas intenciones” son un factor muy presente
en las políticas de las potencias, especialmente EE.UU., y no es menos cierto
de que en oportunidades se repiten hechos extremistas maquillados, que en una
oportunidad fuera también el soporte filosófico del III Reich. Porque para los
poderosos, “el fin justifica los medios”.
Quizá sea un sueño, pero creo en
la generalidad de los seres humanos que quieren vivir en paz y trabajan para
lograrlo algún día. Todos los hombres y mujeres de bien aspiramos vivir en un
mundo donde la vida sea fecunda, los pensamientos creadores y la benevolencia
una suficiencia de la justicia. ¿Será posible en el Siglo XXI?
Bibliografía consultada:
·
Bracher, Karl Dietrich. Controversias
de historia contemporánea sobre fascismo, totalitarismo, democracia. Barcelona:
Laia, 1983.
·
Carsten, F. L.. La ascensión del fascismo. Barcelona: Seix Barral,
1970.
·
Delmas, Philippe. El brillante porvenir de la guerra. Santiago de Chile.
Editorial Andrés Bello. 1996.
·
Hildebrand, K. El Tercer Reich. Madrid: Cátedra, 1988.
·
García de Cortazar, Fernando. El siglo XX: Diez episodios decisivos.
Madrid. Alianza Editorial. 1999.
·
Michel, Henri. Cómo empezó la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Narcea
de Ediciones, 1983.
·
Michel, Henri. La Segunda Guerra Mundial. 2 vols. Torrejón de Ardoz:
Ediciones Akal, 1990.
·
Ridley, J. Mussolini. Buenos Aires:
Javier Vergara Editor, 1999.
·
Weinberg, Gerhard L. Un mundo en armas. La Segunda Guerra Mundial, una
visión de conjunto. 2 vols. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1995.
Medellín,
1 de mayo de 2004.
Pablo Felipe Pérez G.
Apartado Aéreo No. 56381. Medellín.
Colombia.
Web:
http://es.geocities.com/libertadeopinion/
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