CUBA: SINUOSOS QUE REPTAN SOBRE EL VIENTRE PARA CAMINAR.


por Pablo Felipe Pérez Goyry.


NO son pocos los intentos que realizan los cubanos, sin excepción, por encontrar
la verdad y el camino para una auténtica reconciliación nacional. Pero en la
marcha se impone la imperfección humana y el libre pensamiento, que aportará la
mentira para favorecer las personales necesidades utilitarias, poniéndolas por
encima del decoro. ¿Acaso esto no es corrupción?

Es como sí la mentira se apropiara del entendimiento, asentándose en su hondura;
donde se fortalece el juicio de la deslealtad - en ocasiones irreparables - para
con nuestros compatriotas. Los efectos durante cuarenta años todos lo conocemos.

A decir verdad, estoy convencido de que muchos cubanos - dentro y fuera de la
isla - actúan como servidumbre del mal y con su egoísmo defienden y alimentan
una creencia política, la cual consideran como indiscutible y absoluta. Empero
olvidan que están asumiendo una actitud deleitosa y frívola. Verdades y
creencias prostituidas, que afecta el libre albedrío del intelecto.

Es evidente que muchos cubanos "desconocen" que la verdad no se impone; si no
que son sus aportes a la existencia los que ilustran su esencia. Solo es posible
esto cuando ella, la verdad, es capaz de juzgarse por sí misma; ya que está a la
vista de aquellas personas inteligentes y con ética, que pueden desde el alma
disfrutarla.

Aunque ciertos coterráneos en la isla y el exilio no aceptan esta verdad,
siempre invito a que reflexionen sobre la manera de hacer política honesta - que
es lo contrario de la politiquería -. Como única alternativa de hacerla con
decencia. Tratando de evitar la mezcla de "verdad" y mentira, aunque esta última
sea piadosa; de este modo es como hacer la aleación de plata y oro; solo será
más brillante y resistente el metal resultante, pero rebajado en mucho su valor.

Hay que aprender a no creer todo lo que se oye decir, sino que, cuando se crea
lo dicho se haga conscientemente, para entonces reaccionar plenamente. Los que
en el exilio apoyan la violencia contra Cuba, y en la isla dicen "apoyar" a
Castro; ojo compatriotas... no serán acaso "individuos" sinuosos que reptan
sobre el vientre para caminar y no precisan hacerlo sobre sus pies. Cubanos
"honorables" a uno y otro lado, del Estrecho de la Florida, que con sus vicios
cubren de ignominia a la patria. Porque son insidiosos y embrollan la verdad,
sin que les dé vergüenza.

Existirá la verdad en la mente de muchos cubanos, el día que sus pensamientos
sean positivos y motivados desde el alma, con sinceridad y benevolencia. Esta es
la verdadera concepción que debe prevalecer entre los cubanos; la verdad
verdadera, independientemente de los puntos de vista. Se debe pensar como pueblo
y nación.

Montaigne dijo que: "Sopesando bien, decir que un hombre miente es tanto como
decir que es valiente con Dios y cobarde con los hombres. Porque la mentira se
encara a Dios y huye ante el hombre".

Muchos cubanos cuando debieran decir la verdad, son cómplices del silencio. ¿No
es acaso esto engañar? Quizá pudiera considerarse que este mutismo es
discreción, pero este acto "inofensivo" tiene un límite, pasado el cual es
dañino al prójimo y no benéfico. Otros más "inteligentes" disimulan
comportándose como si nada ocurriera en su entorno. ¿Acaso esto no es evadir la
evidencia? Que decir de esos rostros que como mascaras falsamente sorprendidos
abrazan efusivos, acompañados de ambiguas palabras cargadas de cinismo.

En el exilio y en Cuba, por más de cuarenta años, la Ley ha sido él aprender a
decir la mayor cantidad de palabras. Palabras sin decir nada o diciendo en lo
contrario de lo que quisiera o debiera decir. Estos personajes todos los
conocemos dentro y fuera de Cuba.

La mentira disfrazada de verdad no existiría en nuestras vidas si aceptamos la
verdad como principio divino. Entonces triunfaremos sobre los temores, las
circunstancias y la vida.

Asumir con soberanía y honor la verdad sobre las causas y efectos que llevaron
al triunfo revolucionario el primero de enero del cincuenta y nueva. Las
diversas modalidades de agresión contra Cuba y los cubanos, en la isla. Las
motivaciones que impulsan ha la salida ilegal del país de cubanos, con las
consecuencias que ocasionan; los intereses mezquinos por retornar a la isla, de
algunos cubanos poderosos. A todo lo anterior hay que añadir muchas otras cosas
más que harían interminable este ya extenso trabajo. Ante estas causas y
efectos, se impone el análisis y la búsqueda de la verdad para hallar soluciones
saludables para el problema de los cubanos y Cuba.

Creo es indispensable el asumir y aceptar la verdad, mi verdad, vuestra verdad;
para poder estar todos alineados de manera equilibrada con las ideas y los
pensamientos - exteriorizadas desde el alma -, pero debe ser con armonía y
ajustados a la realidad aplastante del hoy, el aquí; el presente proyectado al
futuro, sin fantasía; es decir, con los pies en la tierra y no en las nubes.

No existen muchas alternativas, hay que erradicar de nuestra vida la mentira,
para de esta manera poder construir una Nueva Cuba; esa que soñamos. No podemos
continuar aceptando que esta, la mentira, sea un mal incurable y necesario para
vivir. Se hace necesario preguntarnos: ¿Por qué engañar? ¿Por qué aceptar ser
engañado? Es qué no existe algo más fuerte que pueda eliminar la mentira y
evitar que esta obstruya el análisis racional de la realidad y evitar se oculte
la verdad por más tiempo.

Bien es verdad que en Cuba y el exilio se libra actualmente una lucha intestina
por encontrar la verdad que permita la reconciliación nacional. Sin embargo, en
realidad los cubanos sustentan su existir - por una u otra conveniencia - en los
embrollos de las mentiras. Estoy convencido que la mayoría no lo hace por placer
morboso, si por el beneficio humanamente aceptable para poder sobrevivir.

Pero con esta conducta no se está asegurando con certeza la verdad y tampoco el
destino de Cuba; mucho menos para dejar de ser república tabaquera o azucarera,
en manos de unos pocos.

Mientras algunos crean que el mero sacrificio, la inmolación, correr peligros
graves, etc., es la solución al problema cubano y al cambio necesario en el
país, no se podrá construir una verdadera convivencia entre todos los
nacionales. Porque solo se está alimentando la ignorancia y el orgullo de
aquellos que ven como ejemplo a los que viven del dolor de la nación cubana,
dentro y fuera de Cuba. Un pueblo que clama paz, amor y fraternidad universal.

Pero los cubanos de bien no podemos rendirnos, y saludable sería que todos
eleváramos la voz a Dios y repitiéramos desde el alma, cada día, con palabras y
hechos las enseñanzas del excelso Gandhi:

"Señor:

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para
ganar el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad no me quites la dignidad.
Ayúdame a ver siempre la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de
traición a los demás, por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia y que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de
bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme, y si la gente me
ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor, si me olvido de ti, nunca te olvides de mí!".

(Este documento puede ser reeditado - total o parcial - citando Autor y Fuente).

Medellín, junio 01 del 2002.


Pablo Felipe Pérez G.
Apartado Aéreo No. 56381, Medellín, Colombia.

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