COLOMBIA: LA IMPÚDICA VIOLENCIA.


por Pablo Felipe Pérez Goyry.

ABRUMA, al género humano, la impúdica violencia. Abarrota el corazón las cifras
de muertes por acciones violentas el pasado año en Colombia; que alcanzó la
cifra de más de treinta y siete mil; según reveló - el 2 de enero - el Instituto
de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en la ciudad de Bogotá. Se comenta que es
una cantidad alentadora, pues disminuyo dos por ciento, con relación al año
2000.

¿Por qué tanta violencia? ¿Es posible erradicarla?

No hay duda, para el convencimiento, que esto demuestra la necesidad: de líderes
y personas de auténtica inteligencia renovadora; por ahora son pocas, para
enfrentar los conflictos de fondo que hay en el país, por decenios.

En Colombia, y en el mundo - - entre otros acontecimientos: Afganistán;
Argentina; Iraq; 11 de septiembre; Bloqueo contra Cuba; Medio Oriente; Etc.-, la
violencia se puede erradicar. Empero es imperioso que toda la nación tenga
sentido común, y alma educada; para pueda comprender los conflictos y sus
orígenes, además, la importancia de construir con fe, cimientos estables de
coexistencia pacífica.

La violencia primitiva debe exterminarse, y servir a la universalidad, en los
problemas puntuales, con benevolencia; esto debe ser una prioridad esencial. Es
la única manera de encauzar esfuerzos globales a una eficiente y suficiente
planificación civilizada de la vida en sociedad; enfocado, con amor, al reajuste
no atropellado de la estructura social, económica y política. Eso sí, con
especificidad, y buena voluntad, y de ningún modo neo-liberal.

Pero... tiene que proliferar una transfiguración de la actitud mental en los
individuos, sin fanatismo; también de las instituciones administrativas,
religiosas y políticas; que se deben ajustar a una verdadera renovación de la
realidad que viven los colombianos. Es decir, unir voluntades para establecer
genuinas relaciones humanas.

Con acierto, un ilustre preceptor decía: "Sujeto maravillosamente vano, variable
y fluctuante es el hombre, a quien cuesta trabajo formar juicio uniforme y
constante". Admito, con el preclaro, que es la dolorosa y actual verdad de los
mortales; los colombianos no son la excepción.

Una verdad innegable, no es difícil expresar desde el corazón los problemas que
nos aquejan; no obstante... también, es verdad lo dificultoso que es
exteriorizar y hacer realidad, desde el punto de vista corporal las soluciones.
De ningún modo es un arcano que el ser humano no pone en práctica las enseñanzas
(positivas) que han recibido.

¿Hay ausencia de una ética, en los comportamientos del ser humano? Está
presente, directa o indirectamente, la negatividad materialista y espiritual.

Violencia en todas sus manifestaciones es una cotidianidad, en los campos y
ciudades de Colombia. Un alto precio que pagan los nacionales; por el evidente
separatismo en la coexistencia.

Asevera un antiguo: "Totus hic locus est contemnendus in nubis, nom negligendus
in nostris". Cuidado es que debe desdeñarse para uno mismo y no descuidar para
los suyos.

Creo, no equivocarme al afirmar, de que la violencia es un asunto evidente e
"interminable"; y no anhelo enfadar la tolerancia de quien lea estas,
consideraciones; aunque son objetivas, puedan teorizarse como crítica. Espero
comprenda lo hago, sin egotismo, por no traicionar los impulsos de la intuición
apenada y que me oprimido, al escrutar la usura humana.

A los estoicos y versados encomiendo la misión de "rumiar" sobre la impúdica
violencia, en Colombia y el planeta; y busquen posibles vías para su exterminio.
Mientras dejo mi alma, en un abrir y cerrar de ojos, desembarazada, pero con
ética. . (Este documento puede ser reeditado - total o parcial - citando Autor y
Fuente).

Medellín, enero de 2002.


Pablo Felipe Pérez G.
Apartado Aéreo No. 56381, Medellín, Colombia.

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