Introducción a Ningún Ser Humano es Desechable - Noam Chomsky (1995)

Título original: Introduction to No Human Being is Disposable. Social cleansing, Human Rights, and Sexual Orientation in Colombia

Autor: Noam Chomsky

Origen: The Noam Chomsky Archive, 1995

Traducido por Henry Gallego y revisado por Mirna Mota

Limpieza Social, Derechos Humanos y Orientación Sexual en Colombia

Ningún Ser Humano es Desechable, por Juan Pablo Ordóñez, es un informe conjunto de la Comisión Internacional de Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas, el Comité Colombiano de Derechos Humanos (con sede en Washington D.C.) y el Proyecto Dignidad.

La Red de Apoyo a Colombia (RAC-CSN) es una organización no gubernamental que se esfuerza por mejorar la situación de los derechos humanos en Colombia y construir la solidaridad entre la gente de Norteamérica y Colombia. La Red de Apoyo a Colombia cree en una solución pacífica al conflicto y rechaza la violencia que viene de todas las partes involucradas (paramilitares, Fuerzas Armadas y Policía colombianas, guerrillas y milicias urbanas) en el conflicto colombiano.

Lea el informe completo de "No Human Being is Disposable" en la página web de "Colombia Support Network".

Dos hechos cruciales en Colombia deben tenerse presente. El primero es que Colombia tiene un horrendo registro de violación a los derechos humanos, el peor en el hemisferio - un puesto no fácil de conseguir. Los asesinatos políticos oscilan entre 5 y 10 al día, realizados principalmente por las fuerzas de seguridad del estado y sus socios, los paramilitares. El segundo hecho es que Colombia recibe aproximadamente la mitad de la ayuda militar que Estados Unidos destina al hemisferio, incrementándose bajo la Administración de Clinton, quién recurrió a los fondos de sobregiro para emergencia, cuando el presupuesto del Pentágono no permitía esos incrementos.

El terrorismo de estado en Colombia ha sido apabullante durante la década de los años 80, tornándose aún peor bajo la Administración del hoy ex-presidente, César Gaviria. Gaviria ha sido un favorito de los Estados Unidos, tan admirado que la Administración Clinton lo impuso como Secretario General de la O.E.A, en un juego de poder que fue muy resentido en el hemisferio. Washington lo alabó particularmente por sus avances hacia "la construcción de instituciones democráticas en un país donde hacerlo era algunas veces peligroso."

Nadie pone en duda que es peligroso entrar a la arena pública de Colombia. Miles de miembros del partido que realmente se puede considerar un partido de oposición - la Unión Patriótica -(los dos que comparten el poder político han sido adecuadamente descritos por un antiguo presidente como "Dos caballos con el mismo dueño") hubieran podido dar testimonio de estos peligros si no hubieran sido asesinados, incluyendo candidatos presidenciales, alcaldes y numerosos activistas. El Presidente Gaviria ayudó en gran medida a mantener y extender estos peligros.

Ningún esquema se rompe por el hecho de que el líder mundial en la violación de los derechos humanos sea el principal destinatario de ayuda militar y otros tipos de apoyo, o bien que esto pase inadvertido. Es parte de la cotidianidad. Un importante estudio en este tema fue publicado en 1981 por el principal especialista académico en derechos humanos de América Latina, Lars Schoultz. Él investigó la ayuda extranjera estadounidense y la tortura en América Latina, y encontró que se correlacionaban estrechamente. Como él notó, la ayuda estadounidense "ha tendido a fluír desproporcionadamente hacia los gobiernos latinoamericanos que torturan a sus ciudadanos.......hacia los violadores relativamente atroces de los derechos humanos fundamentales." Esto continuó durante los años de Carter, incluyendo ayuda militar sin conexión a una necesidad real.

Estos hechos podrían llevar a un observador superficial únicamente a concluir que el gobierno de los Estados Unidos gusta de la tortura. Pero una conexión causal no puede ser deducida de una correlación, hay que mirar más allá. Esto fue hecho en un amplio estudio realizado en aquel tiempo por un economista en la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania, Edward Herman y publicado en un libro que escribimos de manera conjunta en 1979. Herman estudió la relación entre la tortura y la ayuda militar extranjera en el mundo, encontrando que la correlación mencionada se mantiene: los estados involucrados en casos de tortura son más proclives a recibir ayuda militar estadounidense. Herman también hizo un segundo estudio que ofrece una explicación plausible de la correlación. Comparó la ayuda militar estadounidense con el clima para las operaciones comerciales, encontrando que están íntimamente correlacionadas. Esto tiene sentido. La ayuda militar extranjera después de todo, es un dispositivo tradicional por medio del cual el contribuyente de Estados Unidos subsidia a sus corporaciones vía algún otro país, el cual incidentalmente puede verse beneficiado en el proceso. El recurrir cada vez más a este mecanismo como medida para incrementar las ganancias se ha vuelto completamente natural, dado el origen de la generación de políticas.

¿Por qué, entonces, hay una correlación entre la ayuda militar estadounidense y la tortura? Esto se clarifica cuando preguntamos en qué forma se mejora el clima para las operaciones comerciales. La respuesta es cruda y bien conocida: torturando líderes sindicales, activistas de derechos humanos, asesinando curas que intentan organizar a los campesinos, etc. Reuniendo todo esto, encontramos una correlación derivada de la ayuda militar estadounidense y la tortura. La conclusión adecuada entonces no es que los líderes estadounidenses disfruten de la tortura, sino más bien es una cuestión de indiferencia frente a ella. De lo que ellos se preocupan es de obtener ganancias para los inversionistas estadounidenses, lo cual resulta estar correlacionado con la tortura. De ahí que la tortura sea premiada indirectamente. Este fenómeno es global y entendible.

En el caso de Colombia la conclusión se agudiza. Una muy buena forma de mantener un clima favorable para la inversión, es creando una sociedad con democracia formal, pero equipada con suficientes mecanismos para asegurar que no se impida el propósito real: enriquecer al adinerado. Con tales mecanismos, la ayuda militar puede fluir libremente y los beneficios (para las corporaciones) no son reducidos por interferencias en el mercado como son los sindicatos y los derechos humanos. La Oficina para Latinoamérica en Gran Bretaña una vez describió a Colombia como "una democracia sin pueblo", lo cual es bastante exacto. Tal "democra-todura", para utilizar el término acuñado por Eduardo Galeano para Colombia, recurriría a la tortura, asesinato, "limpieza social" y otros prOCDEimientos semejantes, para mantener un sistema económico en el que la mitad de los niños pasan hambre mientras que una minoría de la población vive en la opulencia, junto con los inversionistas extranjeros. Para eso son las fuerzas de seguridad del estado. Esta es la primera razón de la ayuda militar que viene del gran poder que ha "asumido, a partir de su propio interés, la responsabilidad por el bienestar del sistema capitalista mundial", según palabras usadas por el diplomático historiador Gerald Haines, veterano historiador de la CIA, al discutir la invasión de Estados Unidos a Brasil en 1945.

La aplicación de los principios generales del orden mundial en Colombia fue lúcidamente explicada por el presidente del Comité Permanente de Colombia sobre Derechos Humanos, Alfredo Vásquez Carrizosa. El observó que Colombia ha estado avanzando rumbo a la democracia, no sólo desde que tomó el poder Gaviria, sino desde 1886 cuando su Constitución concedió un amplio rango de derechos, al mismo tiempo que institucionalizaba un estado de sitio que ha persistido con pequeños cambios de modo tal que "detrás de la fachada de un régimen constitucional, tenemos una sociedad militarizada", con inmenso sufrimiento e injusticia.

No es que Colombia sea una sociedad pauperizada. Tiene abundantes recursos materiales y podría haber seguido un significativo proceso de industrialización si las clases empresariales dominantes no hubieran estado tan comprometidas con las políticas del libre mercado. Uno de los pequeños secretos acerca del desarrollo económico, conocido por los historiadores económicos, es que tales políticas impiden el desarrollo. Parte de la razón por la cual el Primer y el Tercer Mundo han divergido tan radicalmente desde el siglo XVIII es que el Primer Mundo ha seguido políticas proteccionistas y otras de intervención de estado - Estados Unidos a menudo a la cabeza - mientras que el Tercer Mundo ha estado sujeto a la asfixiante disciplina del mercado. Las posibilidades para que ocurriera una revolución industrial en Colombia fueron abortadas por su adherencia a las reglas dictadas por FMI, el Banco Mundial y gran parte de los académicos.

El resultado es que Colombia es un país rico con una gran pobreza para la mayoría de la población. Allí la tierra es un gran problema, no porque no haya, sino porque está en poder de un pequeño grupo. La legislación sobre reforma agraria ha existido desde 1961, pero no es aplicada. La razón es que el país está manejado por los hacendados y el ejército, que trabaja para ellos al mismo tiempo que es pagado por los contribuyentes estadounidenses. El actual sistema fue bien establecido por la Administración Kennedy, que en 1962 tomó una decisión de inmensa repercusión para este hemisferio, controlado por Estados Unidos. Tal Administración cambió el rol de los militares latinoamericanos de defensores hemisféricos - un residuo de la Segunda Guerra Mundial - a uno de "seguridad interna", una palabra código que significa: guerra contra la población. El cambio se introdujo en la planeación, entrenamiento y material de guerra. Esto desató una ola de represión a lo largo del continente sin precedente alguno en su muy sangrienta historia. Algunos años después, el oficial a cargo de la contrainsurgencia en la Administración Kennedy y en la primera época de la Administración Johnson, Charles Maechling, describió lo acontecido con gran claridad: la decisión de 1962 condujo a un cambio desde la tolerancia por parte de los Estados Unidos a "la rapacidad y crueldad de las fuerzas militares latinoamericanas", a "la directa complicidad" en "los métodos al estilo Heinrich Himmler y sus escuadrones de exterminación ".

Esta última referencia es adecuada. En su libro Instrumentos de Formación Estatal [ Instruments of Statecraft], Michael McClintock, describe como después de la Segunda Guerra Mundial, especialistas nazis en contrainsurgencia fueron traídos a los Estados Unidos para que ayudaran a desarrollar los manuales de entrenamiento en contrainsurgencia de la postguerra, inspirados en los métodos usados por los nazis para deshacerse de la resistencia. La alusión de Maechling a estados neonazis, instaurados en Latinoamérica por la Administración Kennedy y sus sucesores, no es sólo una metáfora.

Los intelectuales detrás de Kennedy entendieron las cosas a su propio modo. En una comunicación interna de 1965, el Secretario de Defensa, Robert McNamara le señalaba al Consejero de Seguridad Nacional, McGeorge Bundy que el entrenamiento militar estadounidense había proporcionado a los funcionarios latinoamericanos "la comprensión y orientación hacia los objetivos de Estados Unidos". Esto es importante, explicaba, "porque en el ambiente cultural latinoamericano" se acepta que el ejército debe estar preparado para "remover líderes del gobierno cuando, a juicio del ejército, la conducta de estos líderes es injuriosa para el bienestar de la nación". No dijo a cuál nación se refería, pero ya que tienen la adecuada "comprensión y orientación hacia los objetivos de Estados Unidos", creo que no les preocupa saber cuál.

Sin lugar a duda, McNamara pensaba en aquel evento descrito por el embajador de Kennedy, Lincoln Gordon como "la más decisiva y singular victoria de la libertad a mediados del siglo XX", "una gran victoria para el mundo libre", que debería "crear un clima propicio para la inversión privada." Gordon se refería al golpe militar en Brasil que derrocó el régimen parlamentario e instituyó al primero de los estados neonazis de seguridad nacional en Latinoamérica, con un efecto dominó que condujo a victorias similares de la "libertad" en muchas partes del continente.

Mostrando su comprensión y orientación hacia los objetivos estadounidenses, los generales brasileños instituyeron una impresionante ola de tortura, asesinatos y otras formas de terror. A través de estos medios crearon un "milagro económico". Brasil se convirtió en "la querida del mundo de los negocios en Latinoamericana", como decía orgullosa la prensa de negocios. Los inversionistas extranjeros la pasaron muy bien, lo mismo que un pequeño sector de la sociedad brasileña, unos viviendo con extraordinario lujo mientras que la mayoría de la población se hundió en condiciones similares a las de África Central. Esa es virtualmente la definición del término técnico "milagro económico", como puede usted descubrir si mira alrededor del mundo, incluyendo a México, alabado como un "milagro económico" hasta el 19 de diciembre de 1994, cuando estalló la burbuja y el contribuyente de Estados Unidos fue llamado, como es usual, a proteger al rico de la disciplina del mercado.

Los efectos de los nuevos lineamientos políticos se extendieron a Colombia. En los años 60, continúa Vásquez Carrizosa, cuando la violencia fue "exacerbada por factores externos", la Administración Kennedy "hizo grandes esfuerzos para transformar a los ejércitos regulares [latinoamericanos] en brigadas contrainsurgentes, aceptando la nueva estrategia de los escuadrones de la muerte" y así "se introdujo lo que es conocido en América Latina con el nombre de Doctrina de la Seguridad Nacional... que no es defensa contra el enemigo externo, sino una manera de convertir en los amos del juego al establecimiento militar... [con] derecho a combatir al enemigo interno, como se dio en la doctrina brasileña, argentina, uruguaya y colombiana: consiste en el derecho a combatir y exterminar trabajadores con una causa social, sindicalistas, hombres y mujeres que no están a favor del sistema , y a quienes se presume son extremistas comunistas." Cada ejército está en capacidad de llevar a cabo estas tareas una vez que ha ganado adecuada "comprensión y orientación hacia" los objetivos de Estados Unidos, gracias al entrenamiento y armas pagadas con los dólares de impuestos estadounidenses para hacer el trabajo.

El Ministro de Defensa de Colombia explicó que el aparato oficial de terror está diseñado para una "guerra total en el terreno político, económico y social." Oficialmente, el blanco son los grupos guerrilleros. Pero como un alto oficial explicó en 1987, éstos son de menor importancia: "El peligro real" es "lo que los insurgentes han llamado la guerra política y psicológica," guerra que se hace para "controlar los elementos populares" y "manipular a las masas." Los "subversivos" buscan influenciar sindicatos, universidades, medios de comunicación, etc. Por lo tanto, "cada individuo que apoya de una u otra manera los fines del enemigo debe ser considerado un traidor y tratado de esa manera." Esta última es una cita de un manual militar de 1963 hecho bajo la conducción de instructores de Kennedy junto con consejeros nazis.

Mientras escribo esto, la edición de hoy del New York Times (13 de marzo de 1995) nos proporciona una ventana rara de la doctrina oficial refiriéndose a Argentina durante los últimos años de la década del 70. Informa sobre el remordimiento de un oficial naval por su participación en casos de tortura, inyectar o dar drogas y arrojar personas de los aviones:la "doctrina argentina" que prOCDEió con ayuda de los Estados Unidos, lo cual es omitido en el artículo de hoy del Times. Posiblemente en 20 años aprenderemos algo acerca de la "doctrina colombiana" que está siendo implementada hoy. Podemos aprender algo hoy si queremos, incluso de fuentes oficiales, que recientemente proporcionaron una visión privilegiada acerca de cómo operan: el informe de una comisión organizada por el gobierno colombiano para investigar el caso de la masacre de Trujillo ocurrida en marzo de 1990, nos da un ejemplo gráfico de la "doctrina colombiana", es decir, la doctrina de Estados Unidos. Este informe de 186 páginas documenta una atrocidad, la cual fue investigada por un milagroso accidente. En tal masacre, la comisión involucró a miembros del gobierno colombiano, el ejército y la policía. Este informe fue hecho bajo presión de la Organización de Estados Americanos (O.E.A-O.A.S), entre otros. Allí se cuenta algo semejante a lo que todos leemos en los informes regulares de Amnistía Internacional, Human Rights Watch/Americas y otras investigaciones que frecuentemente aparecen, pero que casi nunca son difundidas.Después de entrar en la región donde se localiza Trujillo, el ejército y la Policía Nacional torturaron a una persona para que declarara su asociación a la guerrilla y proporcionara nombres. El reporte dice en este punto: "Luego, el horror comenzó." Muchas personas "fueron arrastradas fuera de sus hogares, atadas y conducidas a una lujosa hacienda," perteneciente a un "conocido narcotraficante" y "encerrados en un cobertizo de fertilización." Justo después de las 7 A.M. el oficial al mando, el Mayor Ureña, llegó con un socio. "Primero desayunaron. Luego, el Mayor y varios miembros del grupo armado se dirigieron al cobertizo y exigieron a cada persona documentos y las pertenencias que llevaban." Fueron vendados uno por uno para ser interrogados, comenzando con una mujer de 59 años. "Un saco de café fue atado alrededor de la cabeza de cada uno y Ureña los tiraba al piso. Luego el Mayor cogió una manguera, la envolvió con fuerza en la cara de cada uno -boca y nariz- y comenzó a interrogarlos. Cuando terminó, las víctimas fueron apiladas una sobre otra y alguien pidió un soplete y la motosierra. Cada víctima fue decapitada, cortada en pedazos con la motosierra y abandonada a sangrar. Las cabezas y los torsos fueron echados en diferentes sacos y más tarde esa noche, fueron conducidos en un camión azul Ford, modelo 1956, hacia el río Cauca y tirados al río."

Un mes después, el cuerpo sin cabeza del cura de Trujillo fue "pescado del río", la víctima número 27. Por entonces, uno de los participantes, un auxiliar civil del Mayor Ureña, había huido y contado lo que había sucedido a las autoridades judiciales colombianas. Después, él fue "desaparecido," y no se ha sabido de él desde entonces. Las autoridades descartaron sus acusaciones dejando libre de cargos a todos los implicados. Las atrocidades continuaron.

La historia fue informada por el grupo jesuita defensor de los derechos humanos Justicia y Paz. Su director, el Padre Javier Giraldo, fue capaz de despertar el interés de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, lo que llevó finalmente a este informe, el cual concluye que el Ejército colombiano y oficiales de policía fueron los responsables directos de la masacre y que el gobierno y el sistema judicial eran culpables de encubrir el hecho; específicamente implicando al Mayor Ureña. La Comisión de la OEA recomendó investigaciones por el delito, pero expresó su "pesimismo" de que el modelo de impunidad colombiano pudiera ser cambiado y señala la fuerte oposición de los miembros del gobierno colombiano a la "exploración" de los mecanismos legales internacionales, consistente con las normas de la "democra-todura"que está exitosamente "construyendo instituciones democráticas en un país donde era peligroso hacerlo."

Justicia y Paz informa sobre otras 350 masacres después de la de Trujillo, ninguna de ellas investigada. Esta única excepción, anotan, "proporciona luz dentro de la fibra moral del antiguo Presidente colombiano César Gaviria -ahora Secretario General de la OEA, quien por cuatro años prestó oídos sordos" a las exigencias de investigación de la masacre que se llevo a cabo durante su Administración. Y también, en "los principios y valores del Ejército" -pero, más importante para nosotros en los Estados Unidos, los principios y valores de aquellos que entrenan, arman e instruyen al Ejército, junto con otros que siguen similares doctrinas.

A su crédito, el nuevo Presidente Ernesto Samper, al recibir el informe aceptó la responsabilidad del gobierno colombiano -por primera vez en la historia, creo yo. Ureña, quien había sido premiado con su promoción a Coronel, fue retirado del servicio activo; ese fue su castigo. El Ejército, "unido en torno al Coronel" y su comandante, informa Justicia y Paz, desecharon los hallazgos de la Comisión de la OEA, como una "farsa". El informe fue presentado a la OEA el 7 de febrero bajo el acuerdo de que Colombia debe contestar en 6 meses. El informe de Justicia y Paz termina diciendo: "El país está esperando." Cuánto tiempo haya que esperar, depende en gran medida de lo que hagamos en Estados Unidos.

Este es el único caso que el gobierno colombiano acepta oficialmente. Años después de lo sucedido, los gobiernos de Brasil y Argentina, han aceptado algo de lo que pasó realmente después del histórico cambio de 1962 -no así Chile, donde al ejército aún se le concede impunidad y control sustancial. Es bueno saber cómo se gasta el dinero de los impuestos de Estados Unidos en el "ambiente cultural latinoamericano". Es posible que algún día aquí se hagan preguntas acerca del "ambiente cultural norteamericano", pero tendremos que esperar largo tiempo para eso a menos que hagamos algo, mientras tanto muchas personas continúan sufriendo.

Las atrocidades en la región alcanzaron su cima durante los años de la Administración Reagan. Es por ello que estudios como el que he mencionado sobre tortura y ayuda militar no se han reproducido desde 1980. Nadie se molesta en probar que 2 y 2 son 4. Y continúa dándose: el peor violador de los derechos humanos en el mundo sigue siendo premiado con la más grande concesión de ayuda militar estadounidense.

Los años 80 vieron "la consolidación del estado de terror en Colombia", concluye una investigación latinoamericana-europea sobre Terrorismo de Estado. El terror crece en la misma medida que aumenta el entrenamiento de oficiales colombianos. En los años 80 Colombia se "benefició" del más grande programa de entrenamiento estadounidense, con tres veces más oficiales entrenados que El Salvador -en donde la situación tampoco fue muy buena. Esos oficiales colombianos también tuvieron instructores israelitas, alemanes y británicos, que no sólo entrenaron al Ejército sino también a asesinos y fuerzas paramilitares conectadas con los carteles de la droga. La oficina de inteligencia colombiana (DAS) informó además que instructores "norteamericanos" -refiriéndose a estadounidenses- han sido "detectados" en estos campos de entrenamiento. Este informe de 1988, aún está por publicarse aquí en los Estados Unidos, hasta donde yo sé, y si ha sido rastreado, no he tenido noticia de ello.No diré ya más sobre el horroroso registro del estado de terror, al ser esto algo fácilmente accesible para cualquiera que esté interesado. El pretexto para apoyar estas atrocidades por parte de Estados Unidos es la lucha contra las drogas, la que llegó a ser una obsesión cuando fue lanzada por George Bush en septiembre de 1989, bueno re-lanzada deberíamos decir, ya que esto siempre es una medida recurrente. Un mes antes, un gran embarque de armas sin precedentes, autorizado con los recursos de emergencia de la Ley de Ayuda Extranjera, fue enviado al ejército colombiano, inaugurando la nueva fase, donde se envío "más armamento de Estados Unidos del que se recibió en la década de los 80 en Colombia", que no fue poco. Estuvieron mandando al ejército helicópteros, aviones, etc., todos ellos inútiles en la guerra contra las drogas, como fue enfatizado en su momento. Del 90 al 95% de las operaciones anti-narcóticos son conducidas por la Policía Nacional, sin usar bombarderos o helicópteros. Éstos tienen otros usos. Grupos defensores de derechos humanos informaron pronto de bombardeos a pueblos, masacres y otras atrocidades. Los efectos de los embarques de armas podrían haber estrechado los vínculos entre fuerzas de seguridad y narcotraficantes, y los terratenientes asociados con éstos últimos.

Colombia consigue armas de otros países también, pero esa es una cortina para los embarques de armas estadounidenses. En particular, Israel es uno de los canales a través de los cuales los Estados Unidos envían armas a sus clientes favoritos. Es reconocido que sólo Estados Unidos da a Colombia la mitad de toda la ayuda militar que provee a Latinoamérica. Cuando adicionamos la ayuda militar indirecta que provee a través de sus estados clientes, y las contribuciones de otros miembros de la red internacional contra el terror de Washington (que incluye a Gran Bretaña, Alemania, Taiwán, Israel, y otros), entonces la ayuda militar a Colombia es realmente sustancial. Hay mucha polémica ahora sobre la iniciativa de ley Anti-Terrorismo Ómnibus, con una extraña omisión: el centro del terrorismo internacional, donde se está debatiendo la iniciativa de ley.

Además de su papel en el mantenimiento de la "democra-todura" y de un favorable clima de inversión, la venta de armas a Colombia atiende otras necesidades. Uno de los principales observadores de ventas internacionales de armas, William Hartung, dice en un libro reciente que la afición a la venta de armas al Tercer Mundo es considerablemente más seria que la adicción a las drogas. En este momento, los Estados Unidos tiene cerca de las tres cuartas partes de este mercado, haciendo del término "adicción" más que apropiado. Esta es una de las formas para que el Pentágono conserve más o menos los niveles de la Guerra Fría. Es verdad, la amenaza soviética se ha reducido sustancialmente, pero sin reducir la amenaza a nuestra seguridad , la cual ahora el gobierno la ve en "la sofisticación tecnológica de poderes del Tercer Mundo." Para que esta amenaza justifique el gran presupuesto del Pentágono, tenemos que estar seguros de enviar armamento avanzado al Tercer Mundo. De otro modo, ¿dónde obtendrían la sofisticación tecnológica que necesitamos para recurrir a formas de protegernos?

De todo esto se habla con franqueza y explícitamente en revistas militares y propaganda comercial. Uno puede leer en Jane's Defense Weekly, el periódico militar internacional más importante, que los dólares de los impuestos de los estadounidenses van a pagar la campaña Lockheed-Martin para actualizar F-16 [N. del T.: aviones de caza] y venderlos a países del Tercer Mundo mediante préstamos del Banco de Importaciones y Exportaciones, un gran regalo de los contribuyentes de Estados Unidos. Y ahora los contribuyentes tienen simplemente que pedir a las empresas que produzcan avanzados aviones caza F-22 para defendernos de los actualizados F-16 que estamos enviando a enemigos potenciales. Las oficinas centrales de aquella corporación resulta que se encuentran en el condado de Cobb, Georgia, representado en el Congreso por un caballero llamado Newt Gingrich, quien ha podido llevar a casa más subsidios federales que ningún otro condado suburbano en el país, a excepción de Arlington, Virginia (parte del gobierno federal) y la Florida, hogar del Centro Espacial Kennedy (otra parte del gobierno federal).

La adicción a la venta de armas es sólo una pequeña parte de una mucho más grande de la que depende fuertemente la economía. El gasto militar ha servido durante mucho tiempo para encubrir la distribución de fondos públicos a la industria avanzada, sea esta militar o no. La venta de armas a Colombia ayuda marginalmente aquí también -otro factor que contribuye a la correlación entre ayuda militar y tortura.

Volvamos finalmente a la guerra contra las drogas, el pretexto para todo esto. Colombia llegó a ser el principal productor de cocaína en los últimos años de la década de 1970. ¿Por qué? De hecho, ¿qué hace a los campesinos producir coca, incluso contra su voluntad, aparte de la que producen para su propio consumo, como siempre lo han hecho? Las razones están arraigadas en las políticas sociales y económicas impuestas al Tercer Mundo. Las reglas dicen que ellos deben de dejar de producir lo necesario para cubrir sus propias necesidades y convertirse en exportadores. Contrario a lo que sucede en los ricos países occidentales, estos países tienen que abrir sus mercados, específicamente a las subsidiadas exportaciones de agricultura estadounidenses, lo que socava la producción doméstica. Los granjeros locales deben convertirse en "productores racionales" de acuerdo con los preceptos de la economía moderna, produciendo cultivos para la exportación. Y así, siendo racionales como lo son, se vuelven hacia las cosechas que producen más dinero. Concordante con esto, la producción de coca se ha disparado más de lo previsto, ayudando a posicionar "milagros económicos". Jeffrey Sachs, de la Universidad de Harvard, quien más recientemente ha estado aplicando su teoría del comercio en Polonia y Rusia, ganó su fama por poner las cosas en orden en Bolivia en 1985. Bolivia estaba en un problema serio, pero él los instruyó en la teoría del apropiado libre mercado, y pronto todo estuvo bien, con buenas estadísticas macroeconómicas y todo eso. Hubo también algunos efectos colaterales. Uno de ellos fue que el "milagro" estaba dándose fuertemente basado en las exportaciones de coca. Mucho de esto se dio también en Perú. Motivos similares están detrás del giro colombiano hacia el narcotráfico. Había otros motivos también. En 1988, los Estados Unidos presionaron a los productores de café a romper un acuerdo que había mantenido los precios en un nivel razonable. El precio del café, el producto de mayor exportación en Colombia, cayó un 40%. Cuando los precios del café se colapsan y la mitad de los niños colombianos están hambrientos, la gente está más dispuesta a volverse hacia donde haya oportunidades, gracias al mercado norteamericano de las drogas. Un mayor ímpetu para el gran incremento en el flujo de las drogas son las políticas de mercado libre impuestas al Tercer Mundo.

Un segundo motivo, algo más estrecho, tiene que ver con la política estadounidense con respecto las drogas. Su diseño ha conducido a que la gente se haya desplazado desde la relativamente indefensa marihuana a drogas duras como la cocaína, en la forma más letal de todas. Colombia ha cambiado de producir marihuana a la más fácilmente aprovechable y transportable cocaína.

Otra cuestión que sale a flote sobre el tráfico de las drogas tiene que ver con la escala con la que se lleva cabo. Un estudio reciente de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) -la organización de los países ricos- estima las utilidades del tráfico internacional de drogas en casi 500,000 millones de dólares por año, de los cuales más de la mitad circula a través del sistema financiero estadounidense. Esto sugiere una forma de combatir el problema de la droga: fijándose en el lugar donde se maneja más de la mitad de las ganancias, las instituciones financieras de Estados Unidos. ¿Qué pasa con Colombia? De acuerdo al informe de la OCDE, recibe cerca de seis mil millones de dólares por año, que es un 2 o 3% de lo que permanece en Estados Unidos. "El gran negocio, por lo tanto, es en ese país", los Estados Unidos. Estoy citando de una revisión del estudio hecha por un miembro de la Comisión Andina de Juristas y la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos, publicada por Excelsior, el principal periódico de México, que también publicó el informe de la OCDE que nos dice dónde realmente se está llevando a cabo el negocio de las drogas.

¿Qué pasa con los bancos que están manejando más del 56% de los inmensos beneficios generados por el narcotráfico, de acuerdo a la OCDE? Eso es ilegal presumiblemente. En 1979 el gobierno lanzó la "Operación Billete de Banco", dirigida a bancos que estuvieran manejando dineros de drogas, dinero que no es difícil de supervisar. De repente, grandes sumas de dinero estuvieron entrando a los bancos de Miami cuando el mercado de cocaína estaba viento en popa, entonces el Departamento de Justicia entró en acción. Pero no por mucho tiempo. La operación fue cancelada en 1982 por el zar de las drogas de la Administración Reagan, su Vice-Presidente George Bush. Por consiguiente, carecemos de una más extensa información sobre lo que se estima son 260,000 millones de dólares al año por dinero de drogas que se mueve a través del sistema financiero estadounidense.

Otros lugares son más fáciles de investigar, como Panamá. Recordemos que justo después de que la guerra contra las drogas fuera anunciada de nuevo con gran alharaca por el entonces Presidente Bush, los Estados Unidos invadieron Panamá para protegernos de los malos narcotraficantes hispanos, conducidos por el archi-demonio Noriega. La invasión devolvió el poder a la élite europea de banqueros y narcotraficantes. Los nuevos Ministro del Tesoro y Abogado General, por ejemplo, habían sido directores del FIAB (First Inter Americas Bank), que a su vez había sido cerrado por Noriega, por estar implicado en tráfico de drogas. El Presidente Endara, puesto por la armada estadounidense, junto con su despacho de abogacía, estuvo también implicado en el mercado de la cocaína, se informó. Desde la invasión, Panamá ha crecido como centro de narcotráfico, con quizá un flujo de narcóticos del doble de lo que pasaba antes por allí.

Una parte del mercado de las drogas está en la banca, otra en la industria química. En 1989, seis meses antes del anuncio de la guerra contra las drogas, la policía colombiana encontró 1.5 millones de galones de químicos usados para la producción de cocaína, muchos de ellos con logos de corporaciones estadounidenses. La CIA había informado que las exportaciones de Estados Unidos a Latinoamérica de tales químicos excedían de lejos cualquier uso legal, mientras que el Servicio de Investigación del Congreso concluyó que más del 90% de los químicos usados para la producción de drogas, provienen de Estados Unidos. Esto sugiere otra manera de combatir el problema del narcotráfico, si es que la guerra contra las drogas es una guerra contra las drogas y no algo más.

Cualquier discusión sobre abuso de sustancias está seriamente distorsionada si se omite al principal causante de muertes: el tabaco. El anterior Jefe de la Oficina Estadounidense de Políticas contra el Abuso de Drogas, el doctor Peter Bourne, señaló que el número de colombianos que mueren cada año por sustancias producidas en los Estados Unidos, excede de lejos el número de norteamericanos que mueren por cocaína. Lo mismo sucede en este caso. Es más, a diferencia del tabaco, la cocaína no es subsidiada por el gobierno estadounidense, a excepción del apoyo que proporcionamos a los militares que están involucrados en el mercado de la cocaína lo cual no es difundido públicamente. No hay contraparte de la cocaína al Hombre Marlboro. Y Colombia no puede imponer a Estados Unidos el que se le permita la publicidad y la distribución agresiva de cocaína, y por tanto no puede imitar el comportamiento de Washington en Asia cuando apoya su sustancia letal favorita. Esta es una historia de gran tamaño en sí misma, lo cual agrega una nueva perspectiva a la discusión sobre narcotráfico, pero no entraré en ello ahora.

¿Qué entonces con el Presidente Gaviria, el buen amigo de Washington? Bajo su gobierno, la tasa de violación de derechos humanos empeoró, pero él destruyó uno de los dos grandes carteles, el cartel de Medellín -colocando el negocio con su principal competidor, el cartel de Cali. El mismo grupo Justicia y Paz publicó un informe sobre esto recientemente. De acuerdo con éste, los dos carteles tuvieron un origen diferente. El cartel de Medellín tuvo orígenes en la clase baja. Pablo Escobar, quien lo manejaba, era de los barrios pobres y muchos de sus compinches fueron campesinos o gente de clase media baja, o trabajadores que habían ingresado al mercado de la cocaína. Y aparentemente el cartel de Medellín, aunque brutal, tenía un carácter popular, como algunos jefes de la calle y elementos de la mafia. Habían ganado el apoyo popular construyendo campos deportivos, ayudando a la gente pobre necesitada, etc. En contraste, el cartel de Cali es estrictamente comercial, como las empresas bancarias o químicas. Con la eliminación de su rival de Medellín, el cartel de Cali ahora controla la mayor parte del negocio de la droga en Colombia, de acuerdo con el informe.

Los Estados Unidos han intentado ayudar de vez en cuando. En los años ochenta, cuando el tráfico de cocaína estaba en formación, el gobierno de Colombia se acercó al de Estados Unidos a pedirle ayuda para la construcción de una estación de radar para detectar aviones de vuelos bajos provenientes de la principal región de producción de coca. La Administración Reagan se entusiasmó mucho con esta idea y de hecho construyó una estación de radar para Colombia. Fue construida en la Isla de San Andrés, que es lo más lejos que usted puede estar en territorio colombiano de las rutas de los aviones de droga, pero está cerca de las costas de Nicaragua y por consiguiente, pudo ser usada para ayudar en la guerra terrorista de Washington contra Nicaragua.

Por los mismos años, Costa Rica se acercó a Washington con una petición similar y la ayuda fue ofrecida de nuevo. Costa Rica, sin embargo, buscó el consejo y análisis de expertos británicos, y fue informada de que la estación que Estados Unidos estaba planeando construir no serviría para propósitos de droga, sino que sería usada para vigilancia aérea de Nicaragua. Por consiguiente, podría servir de guía a terroristas estadounidenses entrenados para atacar "blancos suaves" como clínicas de salud y cooperativas agrícolas. Costa Rica no estuvo de acuerdo con la propuesta y esta aventura también cayó estrepitosamente.

La guerra contra las drogas sirve varios propósitos. En parte, es una forma de encubrir la contrainsurgencia y el mantenimiento de la "democra-todura", también contribuye a la adicción de la producción de armas y provee además fuertes maneras de cercar a la "población superflua" aquí en Estados Unidos, un asunto importante ya que un esfuerzo grande está en camino para convertir, a los Estados Unidos en una sociedad con fuertes características tercermundistas. Aquí, (todavía) no llevamos a cabo la limpieza social a través de fuerzas de seguridad, entonces otros medios son requeridos para tratar con personas a las que no se les cumplen los derechos humanos, pues estas personas no contribuyen a generar ganancias. Cercarlos tiene sentido, y proporciona un estímulo keynesiano a la economía. Por eso, la guerra contra las drogas es ideal, y es usada para ese propósito fundamentalmente. Una gran parte de la población carcelaria está allí por crímenes que son cuidadosamente sancionados. Tenemos el caso de la cocaína. La droga predilecta en los barrios bajos es el crack, y las penas por su posesión son muy drásticas; la droga predilecta en los ricos suburbios blancos es la cocaína, que tiene penas mucho más bajas-una típica legislación clasista.

Todo esto explica en buena parte lo que es en realidad la guerra contra las drogas, y también por qué la tasa de personas en prisión está elevándose en los Estados Unidos más que en cualquier país desarrollado, y se espera que continúe elevándose.

La guerra contra las drogas es también útil para asustar a la población. Cuando las políticas sociales son diseñadas para perjudicar a una amplia mayoría, a las víctimas intencionales se les mantiene sin poder ver lo que realmente les pasa. Existen algunos métodos clásicos. Uno de ellos es conseguir que las víctimas se teman uno al otro. Probablemente la guerra de las drogas tiene ese efecto. Es difícil probar el impacto sobre la población general, pero es fácil ver como afecta a intelectuales formados. Como ejemplo, una edición reciente del Harvard Magazine, el periódico que llega a los alumnos, tiene como historia de portada la de alguien que ha desarrollado nuevas técnicas de dirección consideradas realmente sensacionales. Estas son enseñadas en escuelas de negocios e instituciones por el estilo. El autor da ejemplos de cómo estas técnicas de trabajo funcionan y como pueden mejorar la forma de dirigir. El principal ejemplo que da es el anuncio de guerra contra las drogas de George Bush. Bush cometió un error, dice, no siguiendo estos nuevos métodos. Describe como Bush llegó a su puesto en un momento en que gran miedo y preocupación acerca de las drogas estaba extendiéndose a través de todo el país, entonces él reaccionó declarando la guerra contra las drogas y yendo por Noriega para tratar de detener el narcotráfico. Pero no le dio resultado, porque esas no son las técnicas correctas de la dirección.

El único problema con este análisis de lo que es la adecuada o inadecuada forma de dirigir es que esa preocupación acerca de las drogas era bastante baja cuando Bush tomó su puesto y se conservó así hasta que la guerra contra las drogas fue anunciada. Antes de ese anuncio había bastante preocupación sobre el presupuesto, el empleo y otros problemas por parte de la gente, y la preocupación por el problema de las drogas ocupaba un lugar muy bajo en la lista. Cuando Bush anunció la guerra y los medios de comunicación se lanzaron con una masiva y agresiva propaganda sobre la operación, las encuestas cambiaron dramáticamente. Las drogas llegaron a ser la mayor preocupación como resultado de la propaganda altamente efectiva y el seguir la opinión de los líderes. Entre los intelectuales, por lo menos, el mensaje pudo haber sido establecido así, es decir, el opuesto a los hechos reales. No es, por lo demás, un rasgo atípico de la cultura intelectual.

Un último comentario: la tragedia de Colombia, sea lo que sea, tiene orígenes indígenas. Para nosotros en los Estados Unidos, las causas externas son las únicas de gran importancia, porque podemos influir en ellas. Pero los orígenes son también internos. Este siglo abrió con una guerra civil en Colombia en la cual posiblemente cien mil personas fueron asesinadas. Un líder popular fue asesinado en 1948 (Jorge Eliécer Gaitán) y, poco después, el poder cayó en manos del primer fascista oficial que llega después de la Segunda Guerra Mundial, un partidario de Franco, que recibió respaldo de los Estados Unidos. Estos hechos fueron seguidos por un gran auge de violencia en que cientos de miles de personas fueron asesinadas. El rol de Estados Unidos en realidad comienza a crecer en una forma mayor con la Administración Kennedy como parte de su plan general para Latinoamérica, y desde entonces la influencia ha sido altamente significante.

Hay también complejos vínculos con nuestra sociedad, que ameritan pensarse. El punto básico fue tratado más clara y efectivamente de lo que yo puedo expresarlo en una carta que recibí recientemente de una amiga quien es una líder activista de derechos humanos en Colombia, Cecilia Zárate-Laun. Sólo citaré de su carta, esperando que no se moleste; esto no fue preparado para publicarse, sino que se trata de una carta casual.

Ella está discutiendo sobre un encuentro de la Liga Internacional de Mujeres para la Paz y la Libertad, uno de los pocos grupos en el mundo que realmente hace algo por la gente pobre y sufrida. El grupo tiene una rama americana, que precisamente surgió con un documento titulado: "La Paz de las Mujeres y el Tratado de Justicia de las Américas" -un excelente documento en mi opinión, que bien vale la pena leerlo e implementarlo. No espero ver pronto un artículo en una portada sobre ese trabajo, pero se puede conseguir, y aconsejaría hacerlo. Ella escribe: "Firmemente creo que todo esto está interrelacionado, desde el momento en que el sistema económico es el culpable realmente, y es muy importante que la gente americana comience a conectar problemas extranjeros con su propia realidad, comenzando con su política externa, porque las cosas no pasan en un vacío. Usaré un ejemplo para demostrarlo: el problema de la droga. Los niños de las mujeres pobres, que en Colombia no tienen oportunidades porque la sociedad los ha abandonado, y tienen que dedicarse a ser delincuentes o a trabajar en laboratorios de fabricación de cocaína, o son reclutados para trabajar en escuadrones de la muerte -estos niños están en la misma situación que los niños de las mujeres pobres en los Estados Unidos que son forzados a vender cocaína en las esquinas de las calles, o a ser guardias de los vendedores, etc., lo son por las mismas razones. La única diferencia es que los unos hablan español y los otros hablan inglés. Pero la tragedia es la misma."

Pienso que ella está en lo correcto y la tragedia está siendo elevada en ambos países por una deliberada y auto consciente política social. Mientras tanto, nosotros en los Estados Unidos contemplamos y hasta ahora no hacemos nada. Si esa es nuestra elección, no es difícil imaginar los prospectos.

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