Las intenciones del Tío Sam: El Futuro - Noam Chomsky

Las cosas han cambiado

Es importante reconocer cuánto han cambiado las cosas en los últimos 30 años como resultado de las movilizaciones populares que se han organizado de forma heterogéneo y caótica en torno a grandes objetivos: derechos civiles, pacifismo, feminismo, medio ambiente y otras cuestiones de interés de la humanidad.

Obsérvese las administraciones Kennedy y Reagan, que eran similares en numerosos aspectos en cuanto a sus políticas bálsicas y compromisos. Cuando Kennedy desencadenó una vasta campaña internacional terrorista contra Cuba después de que fracasara su invasión, y cuando comenzó la escalada asesina en Vietnam del Sur al margen de cualquier norma de derecho internacional, no había prácticamente ningún tipo de protesta.

No llegó hasta que cientos de miles de soldados de las tropas norteamericanas fueran desplegados y toda lndochina estuviese bajo desvastadores ataques, con cientos de miles masacrados. Entonces la protesta se hizo significativa. Por el contrario tan pronto como Reagan apuntó que se iba a intervenir directamente en América Central, las protestas explotaron de forma espontánea a escala suficiente como para obligar a la administración a recurrir a otros medios.

Los líderes pueden graznar sobre el fin del «síndrome de Vietnam» pero conocen la realidad. La Revista Política de Seguridad Nacional de la administración Bush, filtró en el momento del ataque terrestre en la Guerra del Golfo que «en casos en que Estados Unidos se enfrenta a enemigos más débiles», los únicos a los que se atreve a enfrentar un verdadero estadista, «nuestro objetivo es no sóio derrotarlos, sino derrotarlos rápida y efectivamente». Cualquier otro resultado podría ser «embarazoso» y cortocircuitar «el apoyo político», bien entendido que además, éste es muy estrecho.

Por ahora, una intervención clásica ni siquiera se contempla como opción. Los medios se limitan a operaciones terroristas clandestinas, mantenidas en secreto a la opinión pública, o a «rápidos y decisivos» golpes a «enemigos mucho más débiles» , después de una vasta campaña destinada a pintarlos como monstruos de indescriptible poder.

Este mismo proceso de respuesta se puede observar en la actualidad. Por ejemplo 1992. Si la celebración del Quinto Centenario hubiese sucedido en 1962, hubiera constituido una celebración de la liberación del continente. En 1992 las celebraciones han obtenido una rápida respuesta, un factor que ha causado la histeria de los gurús de la cultura que han ejercido un control totalitario sobre todo el proceso. Ahora se apresuran a señalar los «fanáticos excesos» de los que instan a respetar a otros pueblos y culturas.

También en otras áreas hay mas apertura y conocimiento, más escepticismo y cuestionamiento de la autoridad. Por supuesto las últimas tendencias son un arma de doble filo. Pueden conducir a un pensamiento independiente, a la organización popular y a la presión para que cambien las instituciones. 0 pueden proporcionar una masa de gente aterrorizada que redame líderes nuevos y más autoritarios. Esta posibilidad no es puramente especulativa, es algo para tomar en serio y actuar en consecuencia, adoptando las medidas oportunas para detener el fenómeno.

¿Qué hacer?

En cualquier país siempre hay un grupo que ostenta el verdadero poder. No es un gran secreto dónde radica ese poder en Estados Unidos. Básicamente reside en manos de personas que determinan las inversiones, qué se produce y qué se distribuye. Ocupan cargos a lo largo y ancho del gobierno, escogen a los analistas y programadores de la política, e imponen las condiciones generales que rigen el sistema doctrinal.

Una de las cosas que desean es la aquiescencia y la pasividad de la población. De manera que una de las cosas que les puede hacer la vida menos cómoda es no ser pasivo y sumiso. Incluso plantear preguntas tiene un efecto importante.

Las manifestaciones, escribir cartas y votar puede ser significativo, depende de las circunstancias. Pero lo principal es estar organizado.

Si se va a una manifestación y luego a casa, es importante, pero los poderosos pueden soportarlo. Con lo que no pueden vivir es con una presión sostenida que funcione, con organizaciones que hagan cosas, gente que aprenda lecciones para mejorar su actuación en el futuro.

Cualquier sistema de poder, incluso una dictadura fascista, reacciona ante la disidencia popular. Esto es cierto en un país como éste donde, afortunadamente, el Estado no dispone de mucha fuerza para coaccionar a la población. Durante la guerra de Vietnam, la resistencia contra el conflicto fue directa y el gobierno tuvo un alto coste que pagar.

Si las elecciones son una cita donde una parte de la población acude y presiona un botón cada par de años, no se preocupan. Pero si los ciudadanos se organizan para presionar sobre un determinado aspecto, y a su vez presionan a los elegidos sobre ese asunto, las elecciones pueden tener una importancia significativa.

Los miembros del Congreso son más fácilmente influenciables que los del Senado, y los senadores más que el presidente, que es prácticamente inmune. Cuando se llega a ese nivel, la política está prácticamente decidida por los ricos y poderosos que controlan y manejan el país.

Se puede organizar métodos de presióne sobre nuestros representantes. Se les puede llevar al barrio para que se enfrenten a las quejas de los vecinos, o se pueden realizar sentadas en sus oficinas si se dan las circunstancias apropiadas. Esto puede significar la diferencia, una sustancial diferencia.

También se pueden realizar nuestras propias investigaciones. No sólo se debe confiar en los libros convencionales de historia y en los textos de ciencia política, hay que estudiar las monografías de los especialistas y las fuentes originales: los archivos ministeriales y documentos similares. La mayoría de las buenas bibliotecas tienen departamentos donde pueden encontrarse.

Esto requiere un poco de esfuerzo. La mayoría del material es basura, y hay que leer una tonelada antes de encontrar algo bueno. Existen guías que nos pueden orientar sobre dónde buscar, y a veces se encuentran indicios en las fuentes de segunda mano. A veces son malinterpretadas, pero no obstante sugieren lugares donde investigar.

No es un gran misterio, y no supone ningún especial esfuerzo intelectual. Supone trabajo, pero cualquiera puede dedicar parte del tiempo que destina a un hobby particular. Y los resultados de la investigación pueden cambiar la manera de pensar de la gente. Las verdaderas investigaciones son siempre fruto de un trabajo colectivo, y sus resultados pueden contribuir significativamente a incrementar la conciencia de la gente, aumentando la capacidad de crítica y de conocimiento de la realidad, y conducir a una acción constructiva.

La lucha continúa

La lucha por la libertad no acaba jamás. La gente del Tercer Mundo necesita nuestra solidaridad, nuestra comprensión, y mucho más que eso, nuestra ayuda. Podemos proporcionarles un margen de supervivencia mediante nuestra lucha en Estados Unidos. Su éxito en su lucha contra la brutalidad que les imponemos depende, en gran medida, de lo que suceda aquí.

El coraje que muestran es encomiable. He tenido el privilegio personal de percibir de primera mano un destello de ese coraje en el sudeste asiático, en América Central y los Territorios Ocupados. Es una experiencia sobrecogedora e inspiradora, e invariablemente trae a mi mente una desdeñosa cita de Rousseau sobre los europeos que habían abandonado los ideales de libertad y justicia sustituyéndolos por la paz y el reposo «que disfrutan con sus cadenas»:

«Cuando veo multitudes de salvajes desnudos despreciar los lujos de los europeos y arrastrar el hambre, la espada y la muerte para conservar su independencia, síento que no les incumbe a los esclavos razonar sobre la libertad».

La gente que piense que estas son meras palabras comprenden muy poco el mundo actual.

Y ésta es sólo una parte de la tarea que tenemos por delante. Hay un creciente Tercer Mundo en casa. Hay métodos para deslegitimar a la autoridad en todas las esquinas del mundo social, político, económico o cultural. Por primera vez en la historia, nos hemos enfrentado al problema de la preservación del medio ambiente que tiene que sustentar una vida digna del ser humano. No sabemos cuánto esfuerzo digno y decente será suficiente para solventar o al menos mitigar problemas como éstos. Sin embargo, creemos firmemente que su ausencia nos conduciría irremediablemente al desastre.

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