Las intenciones del Tío Sam: Los principales logros de la política exterior Norteamericana - Noam Chomsky

Protegiendo nuestro patio

Las relaciones entre Estados Unidos y el resto de los países se remontan, lógicamente, al origen de la historia norteamericana, pero la Segunda Guerra Mundial marcó una línea divisoria decisiva, de manera que empezaremos en ese punto.

Mientras que la mayoría de nuestros rivales industriales fueron gravemente debilitados o totalmente destruidos por la guerra, Estados Unidos se benefició enormemente de ella. Nuestro territorio nunca sufrió un ataque directo, y al mismo tiempo la producción se multiplicó por tres.

Incluso antes de la guerra, Estados Unidos ya era de lejos la primera potencia industrial del planeta, y lo era desde principios de siglo. Poseía el 50% de la riqueza mundial y controlaba ambas orillas de ambos océanos. Nunca había habido una potencia tan poderosa y con tal control del mundo.

La elite que dictaba la política norteamericana era consciente de que el nuevo EEUU que surgiría de la Guerra se iba a convertir en la primera potencia global del planeta, y ya durante la guerra e inmediatamente después de ella planificaron cuidadosamente el diseño del paisaje de la posguerra. Ya que estamos en una sociedad abierta, podemos estudiar sus planes, que, por otra parte, eran claros y diáfanos.

Los políticos norteamericanos, desde los del Departamento de Estado a los del Consejo de Política Exterior -uno de los canales de mayor influencia de los intereses económicos en la determinación de la política exterior-, estaban de acuerdo en que el dominio de Estados Unidos debía mantenerse. Pero había un amplio espectro de opiniones diversas sobre como conseguirlo.

En un extremo tenemos documentos como el Memorándum nº 68 del Consejo de Seguridad Nacional de 1950. En él se desarrollan las ideas del secretario de Estado Dean Acheson y fue redactado por Paul Nitze, un personaje aún presente en la política. Fue uno de los negociadores del Tratado sobre el Control Armamenfistico auspiciado por Reagan. El documento nº 68 clamaba por una «estrategia de reducción de precios» que «sembrara las semillas de la destrucción dentro del sistema soviético», de manera que pudiera negociarse un acuerdo en nuestros propios términos «con la Unión Soviética o con el Estado o Estados que la sucedieran».

La política recomendada por el documento 68 podría requerir «sacrificios y disciplina» en el mismo Estados Unidos, es decir, grandes gastos militares y severas restricciones, a su vez, en gastos sociales. También sería necesario acabar con el «exceso de tolerancia» que permite cierto grado de disensión interna.

Este tipo de política consiguió buenos resultados. En 1949 el espionaje norteamericano en la Europa Oriental era dirigido por Reinhard Gehien, que anteriormente había encabezado el servicio de inteligencia nazi en el frente oriental. Esta red formaba parte de la alianza nazi-norteamericana que rápidamente absorbió a muchos de los peores criminales de guerra, y que extendió el campo de sus operaciones a Latinoamérica y al resto del mundo.

Sus operaciones incluían un «ejército secreto» potenciado por la alianza anteriormente aludida, que facilitó armas y agentes a pequeños ejércitos creados por Hitler, que seguían operando dentro de la Unión Soviética y de los países de Europa Oriental, durante los primeros años de la década de los cincuenta. (Este asunto es bien conocido en EEUU, pero considerado insignificante, aunque habría que ver las ampollas que hubiera levantado el hecho, por poner un ejemplo, de que la Unión Soviética hubiera proporcionado armas y agentes a un ejército creado por Hitier en las montañas Rocosas).

El polo opuesto liberal

El documento nº 68 constituía un extremo de la política de posguerra y se debe recordar que no fue sólo algo teórico, gran parte de sus postulados fueron llevados a cabo. Echemos ahora una mirada al otro polo, a las palomas. El personaje más sobresaliente de este grupo era, sin duda, George Kennan, quien encabezaba el equipo de analistas del Departamento de Estado hasta 1950, fecha en que fue reemplazado por Nitze. El departamento de Kennan fue el responsable de la red de espionaje de Gehlen.

Kennan era uno de los consejeros más lúcidos e inteligentes de todo el país, y una figura puntera entre los diseñadores de la política de posguerra. Sus escritos son extremadamente interesantes e ilustran perfectamente las posiciones del grupo de palomas. Uno de los documentos más interesantes para comprender en su totalidad la política de EEUU es el Estudio sobre Planificación Política nº 23, escrito por Kennan para el Departamento de Estado en 1948. He aquí algo de lo que en él se decía:

« ... tenemos alrededor del 50% de la riqueza mundial pero sólo un ó,3% de su población ... Con esta situación no podemos evitar ser objeto de envidias y resentimientos. La tarea realmente importante para el próximo período es elaborar un modelo de relaciones que nos permita mantener esta posición de desigualdad... Para conseguirlo tenemos que prescindir de todo tipo de sentimentalismos y utopías; nuestra atención tiene que concentrarse en nuestros intereses nacionales más inmediatos. Debemos dejar de hablar de objetivos vagos e írreales como los derechos humanos, el aumento de la calidad de vida, y la democratización. No está lejos el día en que tengamos que batimos por conceptos realmente Importantes. Cuanto menos estemos atados por consignas idealistas, mejor».

El documento nº 23 era, por supuesto, secreto. Para contentar a la opinión pública era necesario airear «consignas idealistas», (como ahora se hace constantemente), pero en ese documento los receptores eran otros.

Siguiendo esa misma línea, en una breve charla dirigida a los embajadores estadounidenses en latinoamérica en 1950, Kennan observó que uno de los principales objetivos de la política exterior norteamericana debía ser «la protección de nuestras materias primas» (por supuesto en América Latina). Debemos combatir la peligrosa herejía, que según informaba la inteligencia norteamericana se estaba extendiendo por toda Latinoamérica, de que «un gobierno era responsable del bienestar de sus ciudadanos».

Los analistas norteamericanos tildaban tal idea de comunismo, sin importar qué grupos la enunciaran. Podían ser grupos de la iglesia de base o cualquier otro, pero si sostenían esa herejía eran comunistas.

Este enfoque se mantenía también de forma pública. Por ejemplo, una serie de altos estudios sostenía, en 1955, que la amenaza real del comunismo, (en realidad el verdadero sentido del término «comunismo») era su rechazo a ejercer su papel social, es decir, «complementar la política industrial de Occidente».

Kennan explicaba detalladamente los medios que se tenían que usar con los enemigos que sostenían semejantes herejías:

«La respuesta final puede ser desagradable, pero... no debemos vacilar ante la represión que ejerza un gobierno local. No es vergonzoso, ya que los comunistas son esencialmente traidores ... es mejor tener un régimen fuerte en el poder que un gobierno liberal que sea indulgente y blando e infiltrado por los comunistas».

Este tipo de política no comenzó con liberales de posguerra como Kennan. Como apuntó el secretario de Estado de Woodrow Wiison 30 años antes, el verdadero sentido de la doctrina Monroe era que «Estados Unidos considerara sus verdaderos intereses. La integridad de las otras naciones americanas es puramente accidental, no un fin en sí mismo». Wiison, el gran apóstol de la autodeterminación, afirmaba que ese argumento era incontestable, aunque fuera poco «político» presentarlo en público.

Wiison no sólo pensaba así, sino que también actuaba de la misma forma invadiendo Haiti y la República Dominicana, donde los soldados asesinaron y masacraron a la población, destruyeron el sistema político, y dejaron el control total de la situación en manos de las corporaciones norteamericanas, allanando el camino de dictaduras brutales y corruptas.

La «Gran Zona»

Durante la 1ª Guerra Mundial grupos de analistas del Departamento de Estado y del Consejo de Relaciones Exteriores desarrollaron diversos planes para la posguerra en términos de lo que ellos denominaron la «Gran Zona», que debía estar subordinada a las necesidades de la economía norteamericana.

La «Gran Zona» incluiría el hemisferio occidental, Europa Occidental, Extremo Oriente, el anterior Imperio Británico, que ahora estaba siendo desmantelado, las inconmensurables riquezas de Oriente Medio, que estaba pasando de manos francesas y británicas a norteamericanas, el resto del Tercer Mundo, y si era posible el globo entero. Estos planes iban implementándose donde la coyuntura lo permitía.

A cada parte del nuevo mundo se le asignaba una función específica. los países industriales debían ser guiados por los grandes fabricantes, Alemania y Japón, que ya habían demostrado su capacidad durante la guerra, y ahora trabajarían bajo supervisión norteamericana.

El Tercer Mundo «quedaría destinado a suministrar materías primas y a servir como mercado» a las compañías capitalistas, tal y como se señalaba en un memorandum del Departamento de Estado de 1949. Debía ser «explotado», según las propias palabras de Kennan, con el fin de reconstruir Europa y Japón. la referencia exacta es al sudeste asiático y a África, pero el objetivo es general.

Kennan incluso sugería que Europa recibiría un empujón psicológico proporcionado por la «explotación» de África. Naturalmente nadie sugería que África pudiera «explotar» a Europa para su propia reconstrucción. Estos documentos, ahora secretos desclasificados, son leídos por estudiosos que no encuentran en ellos nada extraño o chocante.

La guerra de Vietnam surgió de la necesidad de asegurar este papel secundario. los nacionalistas vietnamitas no querían aceptarlo, y tuvieron que ser aplastados. la amenaza no consisria en que fueran a conquistar a alguien, sino que podrían establecer un peligroso precedente, y un ejemplo a seguir de independencia nacional que podría contagiar a otros países de la zona.

El gobierno estadounidense tenía dos papeles principales que seguir. El primero consisria en asegurar los dominios de la «Gran Zona». Para ello requería una postura intimidatoria de envergadura, de manera que se asegurase que nadie iba a entorpecer su taréa, lo que explica que haya habido una verdadera carrera nuclear.

El segundo consistia en asegurarse un sólido apoyo público para la industria de alta tecnología. Debido a varias razones, el método elegido fue, en gran parte, el aumento de gastos militares.

El libre comercio es un argumento magnífico para airear en departamentos económicos o para los periódicos, pero nadie en el mundo de las empresas o en el gobierno se lo toma en serio. Los sectores de la economía norteamericana que pueden competir internacionalmente, son sobre todo, los subvencionados: la agricultura intensiva en manos del gran capital (la agro-industria, como se la denomina), los productos de alta tecnología, los farmacéuticos, la biotecnología, etc.

Esto mismo sirve para otras sociedades industriales. El gobierno apoya con dinero público la investigación y desarrollo y garantiza, fundamentalmente a través de la industria militar, un amplio mercado para la producción. Si se obtienen beneficios y se puede aprovechar para otros mercados se traspasa al sector privado. Este sistema de subsidios públicos y beneficios privados es denominado libre empresa.

Restaurar el orden tradicional

Los diseñadores de la política de posguerra como Kennan pronto se dieron cuenta que era vital para los intereses de las sociedades capitalistas norteamericanas, reconstruir el resto de las sociedades industriales occidentales dañadas por la guerra, de manera que pudiesen importar productos manufacturados norteamericanos, y que constituyesen atrayentes focos de inversión. (Estoy contando a los japoneses como occidentales, siguiendo la convención sudafricana de tratar a los japoneses como «blancos honorarios»). Pero era crucial reconstruir esas sociedades de forma específica.

Tenía que ser restablecido el orden tradicional de la derecha, con una clase dominante industrial y financiera, los sindicatos divididos y debilitados, y con la pesada tarea de la reconstrucción descansando sóiidamente en los hombros de la clase trabajadora y de los pobres.

El mayor impedimento consisfia en la resistencia antifascista, de manera que fue suprimida y sustituida por fascistas y colaboradores de los nazis en todo el mundo. A veces este proceso requería utilizar una gran violencia, pero otras veces podía llevarse a cabo con medidas más suaves, como desvirtuar elecciones o retener alimentos desesperadamente necesitados. (En realidad este hecho debeeio figurar en el primer capítulo de cualquier historia honesta de la posguerra, pero en realidad ni siquiera se discute).

El modelo fue establecido en 1942 cuando el presidente Roosevelt nombró a un almirante francés, Jean Darian, gobernador general de todo el norte de la Áírica francesa. Darian fue un sobresaliente colaborador de los nazis, y el autor de varias leyes antisemitas promulgadas por el Gobierno de Vichy, el gobierno ritere de los nazis en Francia.

Pero mucho más importante fue el primer nombramiento en la Europa liberada, el sur de Italia, donde Estados Unidos, impuso un gobierno de extrema derecha liderado por el héroe de guerra fascista el mariscal de Campo Badoglio, y por el rey Víctor Emmanuel III, también colaborador de los fascistas.

Los analistas norteamericanos reconocieron que la «amenaza» en Europa no consisfia en una posible agresión soviética, (que analistas serios como Dwight Eisenhower no preveían) sino en la alianza de trabajadores y campesinos forjada en la lucha antifascista, con sus ideas democráticas y radicales, y en el papel político e influjo de los partidos comunistas.

Para prevenir un colapso económico que pudiera debilitar la influencia norteamericana, y para reconstruir las economías capitalistas de los países de la Europa Occidental, Estados Unidos diseñó el Plan Marshall, que destinó a Europa más de 12.000 millones de dóiares en subvenciones y cargas entre 1948 y 1951, fondos que se usaron para pagar un tercio de las exportaciones norteamericanas a Europa en el año clave de 1949.

En Italia el movimiento unitario de trabajadores y campesinos liderados por el Partido Comunista, había derrotado a seis divisiones alemanas y había liberado todo el norte del país. Conforme se consolidaba el avance del Ejército norteamericano, se dispersaba a las tropas antifascistas y se iba restaurando las estructuras báisicas del régimen fascista de antes de la guerra.

Italia ha sido una de las zonas más importantes de subversión de la CIA desde que ésta fue fundada. La agencia tuvo mucho que ver en las cruciales elecciones de 1 948, cuando los comunistas arrancaron una importante parcela de poder legal. Se usaron una amplia gama de técnicas, incluidas las que significaban una restauración de los métodos de la policía fascista, la ruptura forzada de los sindicatos y los cortes en los suministros de alimentos. De cualquier forma no quedaba claro que los comunistas fueran a ser derrotados.

El primer memorándum del Consejo Nacional de Seguridad, NSC nº 1, especificaba un número de acciones que EEUU podría llevar a cabo si los comunistas ganaban. Una de las alternativas contempladas era una intervención armada mediante ayudas a un ejército secreto que operaría en el país.

Algunas personas, especialmente George Kennan, defendía una intervención armada antes de las elecciones, para no correr riesgos. Pero otras se encargaron de convencerle de que los métodos subversivos eran más eficaces, lo que a la postre se mostró correcto.

En Grecia las tropas britáinicas entraron cuando los alemanes se habían retirado. Impusieron un régimen corrupto que provocó una reacción de la Resistencia y Gran Bretaña, ya en su dedinar de posguerra, fue incapaz de mantener la situación bajo control. En 1947 Estados Unidos se trasladó a ese escenario y apoyó una guerra que costó 160.000 muertos.

Esta guerra estuvo aderezada con torturas y el exilio de decenas de miles de griegos, y con lo que denominamos «campos de reeducación» para otras decenas de miles, la destrucción sistemática de los sindicatos y de cualquier posibilidad de establecimiento de partidos políticos independientes.

Situó sólidamente el país en manos de inversores estadounidenses y de hombres de negocios locales, mientras gran parte de la población tuvo que emigrar para sobrevivir. Entre los beneficiarios se encontraban colaboradores de los nazis, mientras que las principales víctimas fueron los trabajadores y los campesinos de la resistencia anti-nazi liderada fundamentalmente por el Partido Comunista.

Nuestra triunfal defensa de Grecia contra su propia población supuso el establecimiento de un modelo más tarde usado en la guerra de Vietnam, como Adiai Stevenson se encargó de explicar en las Naciones Unidas en 1964. los consejeros de Reagan usaron exactamente el mismo modelo cuando explicaban la situación en América Central, y además fue seguido en otras partes del mundo.

En Japón, Washíngton ínició la denominada «vuelta atrás» de 1947 que vino a acabar con la democratización emprendida por la administración militar del general MacArthur. la «marcha atrás» suprimió los sindicatos y otras fuerzas democráticas y deió el país en manos de los elementos corporativos que habían conducido a Japón al fascismo: un sistema de poder estatal y privado que aún hoy subsiste.

Cuando las fuerzas norteamericanas entraron en Corea en 1945, dispersaron al gobierno popular establecido, formado mayoritariamente por antifascistas que se habían enfrentado a los japoneses, e inauguraron una época de represión ejercida por policías fascistas japoneses y coreanos que habían colaborado con ellos. Alrededor de 100.000 personas fueron asesinadas antes de que estallara la guerra propiamente dicha, incluyendo los 30.000 o 40.000 campesinos muertos durante la represión de una revuelta en la pequeña región de la isla de Cheiu.

Un golpe de Estado fascista en Colombia, inspirado en el de Franco, produjo pocas protestas en el gobierno de EEUU. lo mismo sucedió con el de Venezuela, o con la llegada al poder de un admirador del fascismo en Panamá. Pero el primer gobierno democrático en la historia de Guatemala, que se había inspirado en el Nuevo Pacto de Roosevelt, recibió el más agrio antagonismo de Washington.

En 1954 la CIA diseñó un golpe que convírtió a Guatemala en un infierno. Esta situación se mantiene hasta nuestros días con el apoyo y la intervención regular norteamericana, especialmente durante las administraciones de Kennedy y Johnson.

Otra consecuencia de la represión de la resistencia antifascista fue el reclutamiento de criminales de guerra como Klaus Barbie, un oficial de las SS, que había sido jefe de la policía de lyon. Ahí fue donde se ganó su apodo: el carnicero de lyon. A pesar de que era responsable de innumerables y odiosos crímenes, el Ejército norteamericano le encargó la tarea de espiar a los franceses.

Cuando finalmente Barbie fue extraditado a Francia en 1982 para ser juzgado como criminal de guerra, su utilización como agente fue explicada por el coronel retirado del Ejército norteamericano Eugene Kolb del Cuerpo de Contrainteligencia: «las habilidades de Barbie fueron requeridas. Sus actividades se habían dirigido principalmente contra el llegal Partido Comunista Francés y contra la resistencia», que constituyeron después el blanco de la represión de los libertadores estadounidenses.

Ya que EEUU iba recogiendo lo que los nazis dejaban, era perfectamente plausible emplear especialistas en actividades antisubversivas. Más tarde cuando se hizo prácticamente imposible proteger a estos útiles camaradas en Europa, muchos de ellos fueron trasladados sigilosamente a Estados Unidos y a Latinoamérica, a menudo con la ayuda del Vaticano y de muchos curas fascistas.

Allí se convirtieron en consejeros militares de las policías diseñadas por EEUU, a menudo abiertamente, según el modelo del Tercer Reich. También se convirtieron en traficantes de drogas, de armas, terroristas y en «profesores» que enseñaban a los campesinos latinoamericanos las técnicas de tortura creadas por la Gestapo. Muchos acabaron en América Central, llegando a establecer un vínculo directo entre los campos de exterminio y los escuadrones de la muerte, y todo esto gracias a la alianza de posguerra entre los USA y los SS.

Nuestro compromiso con la democracia

En casi todos los documentos de alto nivel, los planificadores de la política norteamericana insisten en que la primera amenaza para el nuevo orden mundial es el nacionalismo del Tercer Mundo, a veces denominado «uitranacionalismo»: los regímenes nacionalistas que son receptivos «a las demandas populares para mejorar los bajos niveles de calidad de vida de las masas» y destinar la producción a satisfacer las necesidades domésticas.

Los principales objetivos son, pues, no se cansan de repetir, evitar que estos elementos «ultranacionalistas» lleguen al poder, o si por «casualidad» han llegado a él, desplazarlos e instalar en su lugar gobiernos que favorezcan las inversiones privadas de capital doméstico o internacional, la producción destinada a la exportación y el derecho a sacar los beneficios del país. (Estos objetivos están siempre presentes en los documentos secretos. Para los políticos son como el aire que respiran).

La oposición a la democracia y a las reformas sociales no son muy populares en el país de destino. No se pueden forjar alianzas con grandes sectores de la población, excepto con los pequeños grupos que están directamente involucrados con sociedades mercantiles norteamericanas o con los beneficios.

EEUU confía en la fuerza y establece alianzas con los militares, «los menos antinorteamericanos de cualquier grupo político de toda América latina», como escribieron los asesores de Kennedy, de manera que se puede confiar en ellos para aplastar a cualquier grupo indígena que se desmande.

Se puede tolerar alguna reforma social, como en Costa Rica por ejemplo, sólo si se suprimen los derechos laborales y si se preserva un clima favorable a las inversiones extranjeras. De esta manera al Gobierno de Costa Rica se le ha permitido llevar a cabo ciertas reformas sociales, respetando estos dos cruciales imperativos.

Otro problema incansablemente repetido en los documentos secretos es el excesivo liberalismo de los países del Tercer Mundo. (Esto constituye un verdadero problema en América latina, donde los gobiernos no están suficientemente comprometidos en el control del pensamiento y en las restricciones de viajes a particulares, y donde el régimen jurídico es tan deficiente que necesita pruebas y evidencias para condenar los crímenes).

Contra esta situación se dirigen los constantes lamentos de la administración Kennedy, ya que los documentos secretos aún no han sido «abiertos». los liberales de este período estaban ansiosos por frenar los excesos democráticos que daban pie a la «subversión», lo que significaba que se permiria a la gente pensar ideas «equivocadas».

Estados Unidos no era, sin embargo, ajeno a sentimientos de compasión con los pobres. A mediados de la década de los cincuenta, por ejemplo, nuestro embajador en Costa Rica recomendaba que la United Fruit Company, que prácticamente gobernaba Costa Rica, introdujera «un relativamente simple y superficial interés humano por las condiciones de los trabajadores, que podría tener un gran efecto psicológico».

El secretario de Estado, John Foster Dulles, estaba de acuerdo con esa política y le comentó al presidente Eisenhower que para mantener tranquilos a los latinoamericanos «es preciso darles una palmadita de vez en cuando, y hacerles creer que te gustan».

Es debido a todas estas circunstancias que la política de EEUU en el Tercer Mundo es tan fácil de entender. Nos oponemos eontalmente a la democracia si sus resultados no pueden ser controlados. El problema con las verdaderas democracias es que caen fácilmente en la herejía de que los gobiernos deben satisfacer las necesidades de su pueblo y no las de los inversores norteamericanos.

Un estudio sobre relaciones interamericanas del Royal instituto oí Internacional Agaires en Londres concluye que, mientras EEUU defiende verbalmente la democracia, el compromiso real es «con el capital privado y las empresas». Cuando los derechos de los inversores están amenazados, la democracia se puede olvidar; si esos derechos están salvaguardados se justifica la labor de los torturadores y los asesinos.

Gobiernos parlamentarios han sido barridos o derrocados, con el apoyo o intervención directa de EEUU: en Irán en 1953, en Guatemala en 1954, (y en 1963 cuando Kennedy respaldó un golpe militar destinado a impedir el retorno a la democracia), en la República Dominicana en 1963 y 1965, en Brasil en 19ó4, en Chile en 1973 y en muchos más lugares y ocasiones, en El Salvador y en otras partes del globo.

los métodos no son muy agradables. lo que la «contra», sufragada por EEUU, hizo en Nicaragua, nuestros terroristas en El Salvador o en Guatemala, no son sóIo crímenes ordinarios. Un elemento común es la tortura brutal y sádica, el arrojar niños contra las piedras, colgar a las mujeres por los pies y cortarles los pechos, arrancar la piel de su cara de manera que murieran desangradas, cortar las manos de las personas y exhibirlas clavadas en estacas. El objetivo es machacar la independencia nacional y a las fuerzas populares que pudieran establecer una

La amenaza del buen ejemplo

Ningún país está libre de este tratamiento, no importa cuan poco importante sea. De hecho, son los países más débiles, y los más pobres los que a menudo despiertan la más grande histeria.

Tomen Laos en los 1960s, probablemente el país más pobre en el mundo. La mayoría de la gente que vivía allí siquiera sabían que había semejante cosa llamada Laos; ellos solo sabían que tenían una pequeña aldea y que había otra pequeña aldea cerca de allí.

Pero tan pronto hubo un tipo muy bajo de revolución social comenzando a desarrollarse allí, Washington subordinó a Laos a un sangriento "bombardeo secreto" virtualmente exterminando vastos territorios en operaciones que, se ha admitido, no tenían nada que ver con la guerra que los EE.UU. llevaba adelante en Vietnam del sur.

Granada tiene 100.000 que produce una pequeña nuez moscada, y difícilmente puedas encontrarla en el mapa. Pero cuando Granada comenzó a experimentar una moderada revolución social, Washington rápidamente se movió para destruir la amenaza.

Desde la Revolución Bolchevique de 1917 hasta el colapso de los gobiernos Comunistas en el Este Europeo en los finales de 1980, fue posible justificar todo ataque Norteamericano como una defensa contra la amenaza Soviética. Así, cuando los Estados Unidos invadieron Granada en 1983, el presidente de la junta de jefes del Estado Mayor explicó que, en el eventual caso de un ataque Soviético a la Europa occidental, una Granada hostil puede poner en entredicho el abastecimiento de petróleo desde el Caribe a la Europa occidental y no queremos estar incapacitados para defender a nuestros aliados rodeados militarmente. Ahora esto suena cómico, pero este tipo de historias ayudan a movilizar el apoyo público a la agresión, el terror y la subversión.

El ataque contra Nicaragua fue justificado por la demanda de quienes argumentaban “si nosotros no “los detenemos" allí, ellos estarán próximamente en la frontera de Harlingen, Texas-solo a dos días en auto de distancia”. (Para personas educadas, hubo variantes más sofisticadas, solo un poco más verosímiles.)

Tan distante como al comercio Americano le concierne, Nicaragua podría desaparecer y nadie se enteraría. La misma verdad vale para El Salvador. Pero ambos fueron sometidos a agresiones homicidas por los EE.UU., al costo de cientos de miles de vidas y varios billones de dólares.

Hay una razón para esto. Mientras más débil y pobre sea el país, más peligroso es como ejemplo. Si un país pequeño, pobre como Granada puede prosperar dando una vida mejor a su pueblo, algún otro lugar con mayores recursos se preguntará "por que nosotros no?"

Esto fue cierto en Indochina, la cual es bastante grande y tiene muchos recursos significantes. A pesar de que Eisenhower y sus asesores discursearon bastante acerca del arroz y el estaño y el caucho, el miedo real es que si el pueblo Indochino lograban la independencia y la justicia, el pueblo de Tailandia querrá emularlo, y si esto funciona, lo probarán en Malasia, y pronto en Indonesia perseguirán el camino de la independencia, y luego un área significante de la Gran Área se habrá perdido.

Si quieres un sistema global que esté subordinado a las necesidades de los inversores estadounidenses, no puedes dejar piezas a su propia suerte. Es impresionante como claramente esto esta establecido en los registros documentales- e incluso en registros públicos en algunas ocasiones. Tomen Chile bajo Allende.

Chile es un sitio bastante grande, con vastos recursos naturales, pero de vuelta, los EE.UU. no iban a colapsar si Chile se volvía independiente. Por que nos concierne tanto esto? Acorde a Kissinger, Chile era un "virus" que podría "infectar" la región con efectos incluso hasta en la misma Italia.

A pesar de 40 años de subversión por parte de la CIA, Italia todavía tenía un movimiento trabajador. Ver un gobierno socialdemócrata triunfando en Chile podría producir un mensaje equivocado en los votantes italianos. Supone que ellos adquirirán extrañas ideas acerca de tomar el poder de su propio país y revivirán el movimiento trabajador que la CIA menoscabó en los ´40.

Los planeadores de la Secretaria de Estado Dean Acheson en los ´40 hasta el presente han alarmado que "una manzana podrida puede desechar el barril completo." El peligro de aquella "putrefacción"-desarrollo social y económico- puede dispersarse.

Esta teoría de la manzana podrida es llamada la teoría del dominó para el consumo público. La versión usada para atemorizar al publico tiene a Ho Chi Minh en una canoa y desembarcando en California, y así continua. Quizás algunos lideres estadounidenses crean este sin sentido- es posible-pero los planeadores racionales ciertamente no lo creen. Ellos entienden que la verdadera amenaza es el "buen ejemplo."

En ocasiones el punto es explicado con gran claridad. Cuando los EE.UU. estaban planeando el derrocamiento de la democracia Guatemalteca en 1954, un oficial del Departamento de Estado expuso que "Guatemala se ha convertido en una creciente amenaza a la estabilidad de Honduras y El Salvador. Su reforma agraria es una poderosa arma propagandística: Su amplio programa social de adherir a los trabajadores y campesinos en una victoriosa lucha contra las clases altas y grandes compañías extranjeras tenían un fuerte atractivo para las poblaciones de América Central vecinas que se encuentran en condiciones similares de dominio."

En otras palabras, lo que EE.UU. quiere es "estabilidad," siempre que esta signifique seguridad para las "clases altas y grandes compañías extranjeras." Si eso puede lograrse dentro de los parámetros formales democráticos, mejor. Si no, la "amenaza a la estabilidad" dada por el buen ejemplo tendrá que ser destruida antes que el virus infecte a otros.

Este es el por que incluso el más pequeño “manchón” es mostrado como una amenaza, y quizás deba ser aplastado.

El mundo tripolar

Desde principios de la década de los setenta el mundo ha sido empujado a lo que se ha dado en llamar tripolarismo o trilateralismo, tres grandes bloques económicos que compiten entre sí. El primero está basado en el yen con Japón en el centro y las antiguas colonias japonesas en la periferia.

Durante los años treinta y cuarenta Japón denominó a esta entidad la Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia del Sudeste. El conflicto con EEUU tuvo su origen en el intento japonés de ejercer el mismo control en su esfera que Occidente ejercía en las suyas. Pero después de la guerra nos apresuramos a reconstruir para ellos su región. Entonces ya no se tuvo problemas con la explotación japonesa de la zona; ellos debían limitarse a ejercer su poder bajo nuestra supervisión.

Existe una gran cantidad de tonterías escritas sobre el hecho de que Japón se haya convertido en uno de nuestros competidores, lo que viene a probar cuán caballerosos somos y cómo permitimos la reconstrucción de nuestros enemigos. No obstante, las opciones políticas fueron menos timoratas. Una consistía en restaurar el imperio japonés, pero ahora bajo nuestro control, y en efecto ésta ha sido la política seguida.

La otra opción consistía en mantenerse fuera de la región y permitir a Japón y al resto de Asia seguir su propio camino de independencia, excluyéndolos de la «Gran Zona» bajo control estadounidense. Esto era impensable.

Y además, después de la II Guerra Mundial, Japón no era contemplado como un posible competidor, ni siquiera en un remoto futuro. Se tenía asumido que Japón, con el tiempo, podría producir gran cantidad de chucherías, pero no mucho más. (Había un fuerte elemento de racismo en esta concepción). Japón se recuperó debido en gran parte a la guerra de Corea y a la guerra de Vietnam, que estimularon su producción y agigantaron sus beneficios.

Unos pocos políticos norteamericanos fueron más avispados, entre los que se encontraba George Kennan. Propuso que Estados Unidos alentara la industrialización japonesa, pero con un límite: nosotros controlaríamos sus importaciones petrolíferas. Kennan mantenía que esto nos proporcionaría un poder de veto sobre Japón, en caso de que quisiera propasarse. El gobierno escuchó este consejo, y mantuvo un estrecho control sobre las importaciones y las refinerías. Hasta principios de los años setenta, los japoneses sóIo controlaban el 10% de sus suministros petrolíferos.

Ésta es una de las principales razones por la que Estados Unidos ha estado tan interesado en el petróleo de Oriente Medio. No necesitábamos petróleo para nosotros; hasta 1968 Norteamérica lideraba la producción mundial de crudo. Pero necesitábamos tener bien sujeta en nuestras manos esta fuente de poder, y asegurar que los beneficios fueran a parar a Gran Bretaña y los propios EEUU.

Y es precisamente por esto que hemos mantenido bases militares en Filipinas. Forman parte de un sistema global de intervención que apuntaba a Oriente Medio, con el fin de asegurarnos que los «nativos» no sucumbieran al «ultranacionalismo».

El segundo bloque competitivo importante está basado en Europa y liderado por Alemania. Todavía queda un largo trecho por recorrer para consolidar la Comunidad Europea. Europa tiene un sistema económico más vasto que EEUU, una mayor población, y ésta es más culta.

Si alguna vez consigue actuar unido e integrar su poder, Estados Unidos podría tornarse en una potencia de segundo orden. Esto sería aún más probable si Alemania lidera al resto de Europa en el proceso de reconstruir la economía de los países del Este y situarles en su papel tradicional de corte colonial, básicamente parte del Tercer Mundo.

El tercer bloque está basado en el dolar y la dominación norteamericana. Recientemente se extendió hasta englobar a Canadá, nuestro principal socio comercial, y pronto incluirá a México y otras partes del hemisferio a través de acuerdos de libre comercio, diseñados fundamentalmente para satisfacer los intereses de los inversores norteamericanos y sus socios.

Siempre hemos creído que América latina nos pertenecía por derecho. Como Henry Stimson (secretario de Guerra bajo Roosevelt y Taft, y secretario de Estado en la administración Hoover), apuntó una vez, «es nuestra pequeña región, que nunca ha preocupado a nadie». Asegurar el bloque basado en el dólar significa frustrar el desarrollo y la independencia de América Central y del Caribe.

Hasta que no se comprenda nuestra lucha con nuestros rivales industriales y con el Tercer Mundo, la política exterior nortearnericana parecerá una serie de crasos errores, incoherencias y confusiones. En realidad, nuestros líderes han hecho una buena labor y han disfrutado de cierto éxito en sus tareas rutinarias, siempre dentro de unos ciertos límites.

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