Visiones del Milenio y Visión Selectiva - Noam Chomsky (2000)

Título original: Millenial Visions and Selective Vision - Part One

Origen: Z Commentaries, 10 de enero de 2000

Traducido por Germán Leyens y revisado por Josué Pérez, marzo 2000

Primera parte

El nuevo año comenzó con los refranes familiares, amplificados por la numerología: un coro de auto-adulación, rumiaduras sobre el mal incomprensible de nuestros enemigos y el recurso usual a la amnesia colectiva para aplanar el camino. Siguen unas pocas ilustraciones, que pueden sugerir el tipo de evaluación que podía haber aparecido, si prevalecieran valores diferentes en la cultura intelectual.

Comencemos con la letanía familiar sobre los monstruos que hemos confrontado a través del siglo y terminado por destruir, un ritual que, por lo menos, posee el mérito de tener raíces en la realidad. Sus terribles crímenes han sido registrados en el "Libro Negro del Comunismo" por los intelectuales franceses Stephane Courtois y otros, que acaba de ser traducido (al americano, nota del traductor) y que es el tema de reseñas escandalizadas durante la transición al nuevo milenio. La más seria de éstas, que yo haya visto, es por el filósofo político Alan Ryan, un distinguido erudito académico y comentador social-demócrata, en la primera edición de este año del New York Times Book Review (2 de enero).

El "Libro Negro" rompe, por fin, "el silencio sobre los horrores del comunismo" escribe Ryan, "el silencio de gente que está simplemente estupefacta por tanto sufrimiento absolutamente fútil, sin sentido e inexplicable." Las revelaciones del libro, sin duda, serán una sorpresa para aquellos que de alguna manera han logrado permanecer inconscientes sobre el torrente de denuncias amargas y revelaciones detalladas sobre "los horrores del comunismo" que he estado leyendo desde mi infancia, especialmente en la literatura de izquierda durante los últimos 80 años, sin hablar del flujo permanente en los medios y los periódicos, películas, bibliotecas inundadas con libros que van de la ficción a la erudición...¾ todos incapaces de levantar el velo del silencio. Pero dejemos eso a un lado.

El "Libro Negro", escribe Ryan, tiene el estilo de un "ángel registrador." Es una "acusación criminal" inexorable por el asesinato de 100 millones de personas, " un recuento de las víctimas de un colosal experimento, social, económico, político y psicológico, totalmente fracasado." El mal total, irredento por siquiera un indicio de logro en parte alguna, pone en ridículo "la observación de que no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos."

La visión de nuestra propia magnificencia comparada con la incomprensible monstruosidad del enemigo ¾ "la conspiración monolítica y despiadada" (John F. Kennedy) dedicada a la "obliteración total" de cualquier traza de decencia en el mundo (Robert McNamara) ¾ recapitula en gran detalle la imaginería del pasado medio siglo (en realidad, bastante más allá, aunque los amigos y los enemigos cambian rápidamente, hasta el presente.) Aparte de una vasta literatura publicada y de los medios comerciales, es capturada vívidamente en el documento interno NSC 68 de 1950, ampliamente reconocido como el documento de fundación de la Guerra Fría, pero citado raramente, tal vez por el embarazo ante la retórica frenética e histérica de los respetados estadistas Dean Acheson y Paul Nitze; para ver un ejemplo, véase mi comentario "Deterring Democracy", cap. 1.

El cuadro ha sido siempre extremadamente útil. Renovado una vez más hoy en día, nos permite borrar por entero todo el prontuario de horribles atrocidades cometidas por "nuestro lado" en los años pasados. Después de todo, no son nada si los comparamos con la gran maldad del enemigo. Por grande que sea el crimen, fue "necesario" para confrontar a las fuerzas de la oscuridad, finalmente reconocidas ahora por lo que fueron. Podemos, por lo tanto, volver al cumplimiento de nuestra noble misión, con un mínimo de arrepentimiento, aunque, como nos recordó el corresponsal del "New York Times" Michael Wines en los rescoldos del triunfo humanitario en Kosovo, no debemos dejar de ver algunas "lecciones profundamente aleccionadoras": "la profunda división ideológica entre un Mundo Nuevo idealista inclinado a terminar con la inhumanidad y un Mundo Viejo igualmente fatalista sobre los conflictos interminables." El enemigo era la encarnación del mal total, pero incluso nuestros amigos tienen un largo camino por delante hasta que puedan llegar a nuestras alturas mareantes. De todas maneras, debemos marchar adelante "con manos limpias y corazones puros," como corresponde a una Nación bajo Dios. Y, crucialmente, podemos desechar, ridiculizándola, cualquier investigación demente sobre las raíces institucionales de los crímenes del sistema estado-corporación, simples trivialidades que de manera alguna manchan la imagen del Bien contra el Mal, y no nos enseñan lecciones, "profundamente aleccionadoras" o no, sobre lo que ocurrirá en el futuro ¾ una posición muy conveniente, por razones que son demasiado obvias para entrar en más detalle.

Como otros, Ryan, razonablemente, selecciona como Prueba A de la acusación criminal las hambrunas chinas de 1958¾ 61, con 25¾ 40 millones de muertos, dice, una parte importante de los 100 millones de cadáveres que los "ángeles registradores" atribuyen al "Comunismo" (sea lo que fuere, pero utilicemos el término convencional.) La terrible atrocidad merece plenamente la severa condena que ha recibido durante muchos años, que se renueva aquí. Además, es correcto atribuir la hambruna al Comunismo. Esta conclusión fue establecida con máxima autoridad en el trabajo del economista Amartya Sen, cuya comparación de la hambruna china con la trayectoria de la India democrática recibió particular atención cuando ganó el Premio Nobel hace algunos años.

Escribiendo al principio de los años 80, Sen observó que India no sufrió semejante hambruna. Atribuyó la diferencia entre India y China al "sistema político de fiscalización por el periodismo y la oposición" de India, mientras, por lo contrario, el régimen totalitario de China sufrió de "información errónea" que impidió una respuesta seria, y hubo "poca presión política" de grupos de oposición y un público informado. (Jean Dreze y Amartya Sen, "Hambre y Acción Pública", 1989; estimaron las muertes en 16,5 a 29,5 millones). El ejemplo es una "acusación criminal" dramática contra el Comunismo totalitario, exactamente como escribe Ryan. Pero, antes de cerrar el libro sobre la acusación, podríamos echar una mirada hacia la otra mitad de la comparación de India y China hecha por Sen, que de alguna manera pareciera que nunca llega a la superficie a pesar del énfasis que puso Sen.

Señala que entre India y China hubieron "parecidos que eran bastante impresionantes cuando comenzó la planificación económica hace 50 años, incluyendo las tasas de mortalidad. "Pero cabe poca duda de que en lo que respecta a la morbilidad, mortalidad, y longevidad, China tiene una ventaja grande y decisiva sobre India" (también en educación y en otros indicadores sociales). Estima que el exceso de mortalidad en India sobre China es de cerca 4 millones por año: "India parece arreglárselas para llenar su armario con más esqueletos cada ocho años que los que China colocó allí en sus años de vergüenza," 1958¾ 1961 (Dreze y Sen).

En ambos casos, los resultados tienen que ver con las "predisposiciones ideológicas" de los sistemas políticos: en el caso de China, una distribución relativamente equitativa de los recursos médicos, incluyendo los servicios de salud rurales y la distribución pública de alimentos, todas cosas que no existen en India. Esto fue antes de 1979, cuando "la tendencia descendiente de la mortalidad (en China) ha sido, por lo menos, detenida y posiblemente invertida" gracias a la reforma del mercado instituida ese año.

Venciendo a la amnesia, supongamos que ahora aplicáramos la metodología del "Libro Negro" y sus reseñadores a toda la historia, no sólo a la mitad doctrinalmente aceptable. Por ello concluimos que en India el "experimento" democrático capitalista desde 1947 ha causado más muertes que las ocurridas en toda la historia del "colosal experimento, totalmente fracasado" del Comunismo en todo el mundo desde 1917: más de 100 millones de muertos hasta 1979, decenas de millones desde entonces, sólo en India.

La "acusación criminal" del "experimento democrático capitalista" se hace más dura aún si consideramos sus efectos después de la caída del Comunismo: millones de cadáveres en Rusia, para tomar un caso, mientras Rusia seguía la receta confiada del Banco Mundial de que "Los países que liberalizan rápida y extensivamente se recuperan más rápido [que aquellos que no lo hacen]," volviendo a algo como lo que había sido, antes de la Primera Guerra Mundial, un cuadro familiar a través de todo el "tercer mundo." Pero "no se puede hacer una tortilla sin quebrar huevos", como hubiera dicho Stalin. La acusación se vuelve mucho más dura si se consideran las vastas áreas que permanecieron bajo tutela occidental, produciendo un record verdaderamente "colosal" y "sufrimientos absolutamente fútiles, sin sentido e inexplicables" (Ryan). La acusación toma aún más fuerza si agregamos a la cuenta los países devastados por los ataques directos del poder occidental, y sus clientes, durante los mismos años. No es necesario revisar la lista aquí, aunque parece ser tan desconocida a la opinión respetable como lo eran los crímenes del Comunismo antes de la aparición del "Libro Negro".

Los autores del "Libro Negro", observa Ryan, no dudaron al enfrentar la "gran pregunta": "la inmoralidad relativa del Comunismo y el Nazismo." Aunque "el recuento de víctimas hace que la balanza se incline contra el Comunismo,"

Ryan concluye que, a pesar de ello, el Nazismo desciende más bajo en su nivel de inmoralidad. No formula otra "gran pregunta" presentada por "el recuento de víctimas", cuando se supera la amnesia ideológicamente útil.

Para que se me entienda bien, no estoy expresando mis juicios, más bien aquellos que resultan de los principios que son empleados para establecer las verdades preferidas ¾ o las que resultarían si se removieran los filtros doctrinarios.

Sobre la auto-adulación, un verdadero maremoto este año, ¾ tal vez baste con recordar la observación de Mark Twain sobre uno de los grandes héroes militares de la campaña de matanza en masas en las Filipinas que abrieron el siglo glorioso que hemos dejado atrás: este héroe es "sátira encarnada", ninguna obra satírica puede "alcanzar perfección" porque él "mismo ocupa la cima." La referencia nos recuerda otro aspecto de nuestra magnificencia, aparte de la eficiencia en la matanza y la destrucción y una capacidad de auto-glorificación que llevaría a cualquier escritor satírico a la desesperación: nuestra disposición a enfrentar honestamente nuestros crímenes, un tributo al floreciente mercado libre de ideas. Los amargos ensayos anti-imperialistas de uno de los principales escritores de los EE.UU. no fueron suprimidos, como en los países totalitarios: están a la libre disposición del público en general, con una demora de sólo unos 90 años.

Segunda Parte

Para ser justos, hay que mencionar que el coro de auto-adulación que cerró el milenio fue perturbado por algunas notas discordantes. Se formularon preguntas sobre el grado de consecuencia en nuestra adhesión a los principios que nos guían; la "nueva doctrina" que "los estándares universales de derechos humanos estaban imponiendo, por lo menos, algunos límites sobre la soberanía". Así lo ilustran Kosovo y Timor Oriental, éste último siendo un ejemplo interesante, ya que no era cuestión de soberanía excepto para aquellos que dan a Indonesia el derecho de conquista autorizado por el guardián de la moralidad internacional.

Estos tópicos fueron tratados en una sublime pieza de destreza intelectual en el "New York Times Week in Review": un artículo de primera página de Craig Whitney (12 de Diciembre) en el que concluyó que la "nueva doctrina" puede estar fallando en su prueba más dura: el asalto ruso contra Grozny.

Aparentemente a Whitney no lo convence la explicación ofrecida por el Presidente Clinton cuatro días antes: que nuestras manos están atadas porque "un régimen de sanciones tiene que ser impuesto por las Naciones Unidas." Donde sería bloqueado por el veto ruso. El dilema de Clinton fue ilustrado poco antes, cuando, por un voto de 155-2 (EE.UU e Israel) las Naciones Unidos exigieron una vez más el fin de las sanciones de Washington contra Cuba: las más duras en el mundo, en vigor desde 1962 y que se están haciendo más severas, con un costo humano brutal, a pesar de que la "conspiración monolítica y despiadada" ha desaparecido, finalmente. Sin embargo, no se trata de un "régimen de sanciones". Es "estrictamente un asunto de política de comercio bilateral y no un asunto adecuado para su consideración por parte de la Asamblea General de la ONU", respondió el Departamento de Estado de los EE.UU. Así que no hay contradicción. Y, además, el voto de las Naciones Unidas fue otro evento no existente, por lo menos para aquellos que reciben sus informaciones de la prensa nacional, que no informó al respecto.

Dejemos para más tarde estas dos ilustraciones convincentes de la "nueva doctrina" y contemplemos otros desafíos a nuestra dedicación a los altos ideales proclamados, más instructivas que el asalto ruso en Chechnia, que no posan "la prueba más dura" para la "nueva doctrina" o, en realidad, ninguna prueba - probablemente el motivo por el cual se aduce constantemente, de preferencia a otros desafíos. Por indignantes que sean los crímenes rusos, se comprende que hay muy poco que se pueda hacer a ese respecto, igual como se pudo hacer poco para impedir las guerras terroristas de los EE.UU. en Centroamérica en los años 80 o su destrucción del Vietnam del Sur, y luego de toda Indochina, en años anteriores. Cuando una súper-potencia militar pierde el control, los costos de una interferencia son demasiado altos para poder considerarla: la disuasión debe, generalmente, provenir del interior. Semejantes esfuerzos tuvieron algún éxito en el caso de Indochina y Centroamérica, aunque sólo un éxito muy limitado como revela la suerte de las víctimas, o como sería, si fuera concebible considerar honestamente las consecuencias y sacar las conclusiones adecuadas.

Veamos, entonces, los desafíos más serios a la "nueva doctrina": la reacción a las atrocidades que son fácilmente terminadas, no por una intervención sino que simplemente por un retiro de participación, seguramente el caso más claro e informativo. El final del año suministró varios desafíos semejantes a los nobles ideales. Uno, que requiere un tratamiento separado, es el aumento del terror apoyado por los EE.UU. en Colombia, con perspectivas ominosas. Varios otros ilustran con mucha claridad el contenido de la "nueva doctrina", tal como es interpretada en la práctica. En Diciembre hubo muchos artículos sobre la muerte del presidente croata Franjo Tudjman, un clono de Milosevic que gozaba, en general, de buenas relaciones con el Occidente aunque su estilo autoritario y su corrupción "provocaron críticas mordaces de funcionarios estadounidenses y europeos occidentales". Sin embargo, será recordado como "el padre de Croacia independiente" cuya "hazaña suprema fue las operaciones militares en Mayo y Agosto de 1995" cuando sus ejércitos lograron volver a capturar territorio croata ocupado por los serbios. "provocando un éxodo masivo de serbios croatas a Serbia" (Michael Jordan, "Christian Science Monitor", 13 de Diciembre), bastante típico. La "hazaña suprema" también recibió algunas palabras en un largo artículo en el "New York Times" (11 de Diciembre) escrito por David Binder, quien ha informado sobre la región, recibiendo numerosas distinciones, durante muchos años: Tudjman aceptó con reluctancia a participar en las negociaciones de Dayton organizadas por los EE.UU. a fines de 1995, después de "de haber prácticamente cumplido su objetivo de expulsar a los serbios étnicos de los que él veía como tierra puramente croata" (Krajina.

La fase de Agosto de la campaña militar, Operación Tormenta (Operation Storm) fue la mayor operación étnica militar aislada de aquellos años. Las Naciones Unidas informan que "aproximadamente 200.000 serbios huyeron de sus hogares en Croacia durante e inmediatamente después de la lucha" mientras que"los pocos que se quedaron fueron sujetos a violentos abusos". Unas pocas semanas más tarde, Richard Holbrooke, que dirigió la diplomacia de Clinton, "le dijo a Tudjman que la ofensiva croata fue de gran valor en las negociaciones" y "urgió a Tudjman" para que la extendiera expulsando a otros 90.000 serbios, según sus memorias "Para Terminar Una Guerra". El Secretario de Estado Warren Christopher explicó que "no pensábamos que esa clase de ataque haría otra cosa que crear numerosos refugiados y causar un problema humanitario. Por otro lado, siempre tuvimos la perspectiva de simplificar las cosas" en preparación para Dayton. Clinton comentó que la operación de limpieza étnica de Croacia podría ayudar a resolver el conflicto balcánico. Como se informara en su época, Clinton aprobó un "enfoque de luz amarilla" o de "una luz amarilla con matices verde" lo que Tudjman tomó como un aliento tácito para el "logro supremo". La limpieza étnica masiva no posaba un problema, era sólo un "problema humanitario", fuera de todo riesgo de reacción.

Examinando las operaciones croatas en una publicación especializada Binder observa que "lo que me impactó una y otra vez... fue la casi total falta de interés en la prensa estadounidense y en el congreso de este país" por la participación de los EE.UU.: "Pareciera que nadie haya querido siquiera una información parcial" sobre el papel de los "mercenarios del MPRI" (generales estadounidenses retirados enviados para entrenar y aconsejar al ejército croata bajo contrato del Departamento de Estado) o "la participación de componentes militares y de inteligencia de los EE.UU." (El Rol de los Estados Unidos en el Problema de Krajina", "Mediterranean Quarterly", 1997) La participación directa incluyó el bombardeo de instalaciones de cohetes serbios de superficie-aire en Krajina por aviones navales estadounidenses para eliminar cualquier amenaza contra los aviones y helicópteros de ataque de Croacia, el suministro de tecnología e inteligencia estadounidense sofisticada, un "papel clave" en el arreglo de la transferencia a Croacia de 30% de las armas iraníes enviadas secretamente a Bosnia y, aparentemente, la planificación de toda la operación.

El Panel Internacional de Crímenes de Guerra investigó la tan admirada ofensiva, produciendo un informe de 150 páginas con una sección titulada: "La Acusación, Operación Tormenta. Un Caso Prima Facie" (Ray Bonner, NY Times, 21 de Marzo de 1999.) El tribunal concluyó que "el ejército croata realizó ejecuciones sumarias, el bombardeo indiscriminado de poblaciones civiles y "la limpieza étnica", pero la investigación fue obstaculizada por la negativa de Washington " de suministrar evidencia crítica solicitada por el tribunal" y parece haber languidecido después. La "ausencia casi total de interés" en la limpieza étnica y otras atrocidades cometidas por la mano derecha persiste, fue ilustrada una vez más al morir Tudjman cuando el NY Times Week in Review reflexionó sobre el problema de nuestra consecuencia en el respeto de la "nueva doctrina", revelado por el dilema de Chechnia.

Un "desafío aún más duro" de la doctrina fue la reacción a la aceptación de Turquía como candidato a la membresía en la Unión Europea en Diciembre. La amplia cobertura logró pasar por alto el problema obvio: las inmensas operaciones de terror, incluyendo una limpieza étnica masiva, conducida de manera decisiva, con una ayuda y entrenamiento por parte de los EE.UU., que aumentaron durante el gobierno de Clinton, llevando las atrocidades a culminar a un nivel mucho más allá de los crímenes que se pretendía habían provocado el bombardeo de Serbia por la OTAN. Es cierto, se formularon algunas preguntas: un título del New York Times señaló: "El Principal Problema para Europa: ¿Es Turquía Verdaderamente Europea?" (Stephen Kinzer, 9 de Diciembre). Las atrocidades apoyadas por los EE.UU. merecen una frase: La guerra de Turquía "contra los rebeldes curdos ha disminuido" igual que la guerra mucho menor de Serbia "contra los rebeldes albanos" hubiera "disminuido" si los EE.UU. hubieran suministrado a Belgrado con un caudal de armas de alta tecnología y su apoyo diplomático mientras la prensa miraba hacia otro lado. Poco antes, Kinzer había descrito como "El Atractivo de Clinton fue Exhibido en Turquía" (título) mientras visitaba a las víctimas del terremoto, mirando enternecedoramente a los ojos de un niño que sujetaba con ternura y demostrando también de otras maneras su "capacidad legendaria de conectarse con la gente"... revelados tan gráficamente en las inmensas operaciones de terror que continuaron a provocar "una falta casi total de interés" mientras nos admiramos por una dedicación a los derechos humanos que es casi única en la historia,

Una nota explicativa a pie de página fue agregada silenciosamente a mediados de Diciembre, cuando fuerzas navales turcas e israelíes, acompañadas por un barco de guerra de los EE.UU. emprendieron maniobras en el Mediterráneo Oriental, una advertencia no muy sutil para "aguijonear a Siria para que negociara con Israel" bajo el auspicio de los EE.UU., informó AP (Prensa Asociada): o si no quieren hacerlo...

Otro desafío a la doctrina fue presentado a mediados de Noviembre, el décimo aniversario del asesinato de 6 importantes intelectuales latinoamericanos, incluyendo, entre otros, al rector de la principal universidad del país, en el curso de otro furor asesino de un batallón de elite de las fuerzas terroristas dirigidas por los EE.UU. (llamadas "Ejército de El Salvador"), recién salidos de otra sesión de entrenamiento por las Boinas Verdes (Green Berets), coronando así una década de horrendas atrocidades. Los nombres de los intelectuales jesuitas asesinados no aparecieron en la prensa estadounidense. Pocos podrían incluso recordar sus nombres o habrían leído una palabra de lo que hubieran escrito, en fuerte contraste con los disidentes en los dominios del enemigo monstruoso, que sufrieron una severa represión, pero, en nada parecido en la era después de Stalin, a la que es aplicada regularmente bajo el control de los EE.UU. Como los acontecimientos mismos, el contraste presenta interrogantes de no poca importancia, pero que no están en la agenda.

Poco necesita decirse sobre los dos ejemplos ofrecidos como la demostración concluyente de nuestro compromiso con los elevados principios: Timor Oriental y Kosovo. En lo que se refiere al territorio administrado por los portugueses de Timor Oriental, no hubo "intervención": más bien, el despacho de una fuerza de las Naciones Unidas, dirigida por Australia, después que Washington aceptó, por fin, a indicar a los generales indonesios que se había acabado el juego, habiéndolos apoyado durante 24 años de asesinatos y represión, continuando a hacerlo incluso después de masacres de envergadura a principios de 1999 y de informes de fuentes eclesiásticas creíbles según los cuales la cantidad de muertos en unos pocos meses alcanzó de 3 a 5000, aproximadamente el doble de la cantidad ocurrida en Kosovo antes de los bombardeos de la OTAN. Y, después de retirar finalmente su apoyo a las atrocidades indonesias, bajo la continua presión doméstica e internacional (principalmente de Australia), Clinton continuó a hacerse a un lado. No hubo lanzamientos aéreos de alimentos a los cientos de miles de refugiados muriendo de hambre en las montañas, ni nada más que reprimendas ocasionales a los militares indonesios que continuaban manteniendo a cientos de miles más en cautividad en territorio indonesio, donde aún permanecen numerosos. Clinton también se niega a dar ayuda que tenga sentido, para no hablar de las inmensas reparaciones que serían indicadas si tan hermosos principios fueran tomados en serio.

Esta actuación es presentada ahora como uno de los grandes momentos de Clinton y un ejemplo de primera de la excitante "nueva doctrina" de intervención en defensa de los derechos humanos, ignorando la soberanía (que no existía). Aquí la amnesia no es realmente selectiva: "total" estaría más cerca de ser lo exacto.

Respecto a Kosovo, la versión actual es que "Serbia asaltó a Kosovo para aplastar un movimiento de guerra separatista albanés, pero mató a 10.000 civiles y forzó a 700.000 personas a buscar refugio en Macedonia y Albania. La OTAN atacó a Serbia desde el aire en el nombre de la protección de los albanos contra la limpieza étnica (pero) mató a cientos de civiles serbios y provocó un éxodo de decenas de miles de las ciudades al campo" (Daniel Williams, "Washington Post"). Bien, no es exactamente así: el tiempo ha sido invertido de modo crucial de una manera que ya se ha hecho rutina. En una detallada revista de fin de año, el artículo principal del "Wall Street Journal" (31 de Diciembre) descarta las historias de "los campos de la muerte" que fueron creadas para impedir que "una prensa fatigada se desviara hacia la historia contraria (de) civiles muertos por las bombas de la OTAN" por ejemplo por el vocero de la OTAN, Jamie Shea, quien suministró historias de atrocidades basadas en emisiones de radio del KLA, informa el "Journal". Pero, a pesar de esto, el informe concluye que las expulsiones y otras atrocidades que ocurrieron "pueden bien ser suficientes para justificar la campaña de bombardeo (de la OTAN)" que los precipitó, como se anticipaba.

El razonamiento ya es estándar: Los EE.UU. y sus aliados tuvieron que abandonar las opciones diplomáticas que quedaban a su disposición (y que se utilizaron más tarde) y bombardear, con la expectativa, rápidamente satisfecha, de que el resultado sería una catástrofe humanitaria mayor, lo que retrospectivamente justifica el bombardeo. Una justificación ulterior es que si la OTAN no hubiera bombardeado, algo parecido hubiera sucedido de todas maneras. Esta es la "nueva doctrina" en su forma más pura, tal vez la justificación más exótica de la violencia de estado que se conozca, aún dejando a un lado otras consecuencias, incluyendo los efectos del bombardeo de objetivos civiles en Serbia y la "limpieza" de Kosovo bajo los ojos de las fuerzas de ocupación de la ONU, posiblemente con acontecimientos aún peores a esperar en el futuro.

Lo sucedido parece revelar una consecuencia remarcable, como uno podría esperar. ¿Por qué debiéramos esperar inconsecuencia, cuando los factores institucionales que forman la base continúan intactos y sin cambio, para formular la pregunta prohibida? Hablar de un "doble estándar" es simplemente evasión, en los hechos una evasión cobarde cuando consideramos lo que se omite bajo el principio de la amnesia selectiva y lo que se ofrece como evidencia de que los altos estándares proclamados son respetados, por lo menos de vez en cuando.

Tomado de: Znet en español

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