Liberando la mente de las ortodoxias - Noam Chomsky (2001)

Título original: Liberating the Mind from Orthodoxies

Autor: Noam Chomsky

Origen: Z Magazine, mayo de 2001

Traducido por Germán Leyens y revisado por José Luis Sanz Vicario

Entrevista a Noam Chomsky

David Barsamian

Noam Chomsky, activista político de toda la vida, y profesor de lingüística en el MIT, es autor de numerosos libros y artículos sobre la política exterior de EE.UU., problemas internacionales, y de derechos humanos. Entre sus numerosos libros se encuentran: En la Editorial Crítica: "Los guardianes de la libertad" (con Edward S. Herman) (1990); "El nuevo orden mundial (y el viejo)" (1996); "El beneficio es lo que cuenta: Neoliberalismo y orden global" (2000); "Actos de Agresión" (2001). Bibliografía parcial en http://www.galeon.com/bvchomsky/bib.html

BARSAMIAN: Hablemos de propaganda y adoctrinamiento. Como profesor, ¿cómo lleva a la gente a pensar por sí misma? ¿Hay instrumentos que ayuden a hacerlo?

CHOMSKY: Pienso que se aprende haciendo las cosas. - soy un admirador de Dewey desde hace mucho tiempo. Se aprende haciendo las cosas, y uno entiende cómo hacerlas observando a otros que las hacen. Es la manera como se aprende a ser un buen carpintero, por ejemplo, y la forma de aprender a ser un buen físico. Nadie puede capacitarlo para que sepa trabajar en física. No se dan cursos de metodología en ciencias naturales. Tal vez en ciencias sociales. En cualquier campo que tenga un contenido intelectual importante, no se enseña metodología. Se observa a la gente haciéndolo y se participa con ellos al hacerlo. De manera que un seminario de graduados, digamos, típico en un curso de ciencia significaría que la gente trabaje en conjunto, no muy diferente de un artesano que escoge una artesanía y que trabaja con alguien del que se supone sea capaz. No trato de persuadir a la gente, por lo menos no conscientemente. La manera de hacerlo, es tratando de hacerlo uno mismo, y en particular, tratando de mostrar, aunque no es tan difícil, el abismo que separa las versiones habituales de lo que sucede en el mundo, de lo que la evidencia y las averiguaciones de la gente les indique. Una respuesta común que recibo, incluso en asuntos como las redes de chat, es, no puedo creer nada de lo que usted está diciendo. Está totalmente en conflicto con lo que he aprendido y lo que siempre he creído y no tengo tiempo para buscar todas esas notas al pié de página. ¿Cómo voy a saber si lo que usted está diciendo es verdad? Es una reacción plausible. Le digo a la gente que es la reacción correcta. Usted no tiene que creer que lo que digo es verdad. Nadie va a inyectar la verdad en el cerebro de otros. Es algo que tiene que descubrir uno mismo.

Hablando de liberar la mente de ortodoxias. Tomemos, por ejemplo, la intervención humanitaria.

La intervención humanitaria es una ortodoxia y se da por seguro que si lo hacemos nosotros [EE.UU.], es humanitaria. La razón es que nuestros dirigentes así lo dicen. Pero se puede investigar. Por un lado, hay una historia de intervención humanitaria. Puede ser analizada. Y cuando lo haga, descubrirá que virtualmente todo uso de fuerza militar ha sido descrito como una intervención humanitaria. El principal estudio académico reciente de la intervención humanitaria ha sido hecho por Sean Murphy, "Intervención humanitaria: la ONU en un orden mundial en desarrollo." Señala, correctamente, que antes de la Segunda Guerra Mundial, hubo el Pacto Kellogg-Briand en 1928 que ilegalizó la guerra. Entre el Pacto Kellogg-Briand y la Carta de la ONU en 1945, hubo tres principales ejemplos de intervención humanitaria. Una fue la invasión japonesa de Manchuria y del norte de China. Otra fue la invasión de Etiopía por Mussolini, y la tercera fue la ocupación de la región de los Sudetes por Hitler. Fueron acompañados por retórica humanitaria exaltada e impresionante, que, como es usual, no era enteramente falsa. Hasta la propaganda más vulgar contiene algo de verdad. Lo que hay que hacer es contemplar la reacción de EE.UU. Por ejemplo en el caso de la invasión japonesa de Manchuria y del norte de China, la reacción oficial estadounidense fue, "No nos gusta, pero no nos importa, realmente, mientras estén asegurados los intereses de EE.UU. en China, queriendo decir sobre todo los intereses económicos."

Lo mismo con Mussolini. El Departamento de Estado aclamó a Mussolini por sus magníficos logros en Etiopía y también, a propósito, por sus sorprendentes éxitos en el aumento del nivel [de vida] de las masas en Italia. Estamos hablando de fines de los años 30, varios años después de la invasión. Roosevelt describió a Mussolini como "ese admirable caballero italiano." En 1939 elogió el experimento fascista en Italia -como lo hicieron casi todos, no es unna crítica a Roosevelt en particular-y dijo que había sido "corrompido" por Hitler, pero que fuera de eso había sido un buen experimento.

¿Y hablando de la toma de los Sudetes por Hitler en 1938? Uno de los principales consejeros de Roosevelt fue A.A.Berle. Dijo que no había nada de alarmante respecto a la invasión. Probablemente era necesaria para la reconstrucción del imperio austriaco bajo control alemán, así que estaba bien. Es una observación típica. Es la forma en que se describe a cada monstruo, un moderado colocado entre los extremos de derecha e izquierda, y no nos queda otra que apoyarlo, ¡qué pena! Es una observación famosa de John F. Kennedy sobre Trujillo, mencionada por Arthur Schlesinger, el historiador liberal y asesor de Kennedy; Kennedy dijo algo como, no nos gusta Trujillo. Es un gangster asesino. Pero, a menos que estemos seguros de que no habrá un Castro, tendremos que apoyar a Trujillo. La amenaza de un buen ejemplo o, lo que se llama a veces, el efecto virus. El virus del nacionalismo independiente puede tener éxito y contagiar a otros. En realidad, así es como comenzó la guerra de Vietnam.

Cuando uno pregunta si una cierta acción es o no un caso de intervención humanitaria, debiera enfocarse el tema, por lo menos, con un sentido de la historia, y un entendimiento de lo que sucedió en el pasado. A continuación hay que evaluar cada caso individualmente. Hay que preguntarse, por ejemplo, si el bombardeo de Yugoslavia fue un caso de intervención humanitaria. Cuando se formula esa pregunta, en este caso, creo que se verá que fue todo lo contrario. El bombardeo fue realizado esperando que llevaría a una rápida escalada de las atrocidades y no tuvo nada que ver con objetivos humanitarios. Se argumenta con mucha pasión lo contrario, pero sin evidencia o argumento creíble, que yo sepa.

Podemos preguntar lo mismo sobre la otra atrocidad importante que estaba siendo realizada en ese tiempo, es decir Timor Oriental. La línea habitual es que, aunque usted estuviera opuesto a la guerra en Yugoslavia, por lo menos tuvo una consecuencia positiva, es decir que sirvió como un precedente para la intervención en Timor Oriental, y todos estuvimos de acuerdo en que fue positiva. Así que fue una cosa favorable. El único problema son los hechos, que son totalmente diferentes. Nunca hubo una intervención en Timor Oriental, en un sentido serio del término, así que no podía haber habido una intervención humanitaria. EE.UU. y Gran Bretaña demoraron cualquier interferencia frente a las atrocidades indonesias hasta que lo peor había pasado, continuaron apoyando al ejército indonesio. No fue hasta después del retiro del ejército indonesio (habiendo sido informado por Clinton de que había llegado el momento) que estuvieron dispuestos a permitir que entrara una fuerza de mantenimiento de la paz. Eso no es intervención.

Hay algunas similitudes importantes entre los casos de Timor Oriental y de Kosovo, los dos ejemplos destacados de intervención humanitaria a fines del siglo XX. Tanto en Kosovo como en Timor Oriental, EE.UU. rehúsa emprender esfuerzos constructivos, con excepciones marginales. En Kosovo, por ejemplo, no despejarán las bombas de dispersión que están por todas partes. Es un crimen de guerra. Se está juzgando a los serbios en el tribunal internacional por utilizar misiles con bombas de dispersión. Ha habido gente que ha sido juzgada y condenada por utilizarlas. Pero no la OTAN, desde luego. Y EE.UU. no las eliminará. Está suministrando muy poca ayuda a Kosovo. Es la responsabilidad para otros. Nosotros bombardeamos, no ayudamos. Lo mismo vale para Timor Oriental. EE.UU. se ha negado a suministrar ayuda. Sumas ínfimas, prácticamente nada. Clinton llamó a reducir la pequeña fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU que podría estar ayudando a superar nuestros crímenes. Todo esto sucede sin comentarios y se supone que ésta es la era de la intervención humanitaria, la era en la que nuestros principios y valores están inaugurando un nuevo mundo.

O mire lo que sucede cerca de Kosovo. El 1 de abril del año pasado, el ejército turco inició nuevas campañas terrestres en el sudeste de Turquía, en una de las regiones más devastadas por la limpieza étnica, y otras atrocidades respaldadas por EE.UU. en el período Clinton, inmensas atrocidades, un par de millones de refugiados, 3400 aldeas destruidas. También invadieron el norte de Irak para asesinar más kurdos. Casi al minuto, prácticamente, en que comenzaba la ofensiva turca dentro de Turquía, el Secretario de Defensa Cohen estaba dando una conferencia al Consejo Turco-Estadounidense con muchas risas y aplausos, elogiando a Turquía por sus contribuciones para impedir la limpieza étnica, bombardeando Yugoslavia con F-16s que fueron o enviados por EE.UU. o producidos conjuntamente con EE.UU. en Turquía, y que fueron, a propósito, utilizados para realizar una masiva limpieza étnica dentro de la OTAN. Cohen elogió a Turquía por sus contribuciones en la prevención del terror y en la detención de la limpieza étnica al participar en el bombardeo humanitario de Yugoslavia.

De manera que, cuando uno considera la experiencia histórica, es extremadamente difícil encontrar algún ejemplo de uso de la fuerza militar para objetivos auténticamente humanitarios. Los estados no son agentes morales. No se implican en el uso de la fuerza para fines humanitarios, aunque siempre se pretende que así sea el caso. Hay intervenciones que han tenido consecuencias humanitarias. Es una historia diferente. Por ejemplo, librarse de Hitler fue una consecuencia humanitaria, aunque sucede que no fue una intervención. EE.UU. entró a la guerra cuando fue atacado. Alemania le declaró la guerra a EE.UU., no al revés. En el período después de la II Guerra Mundial, hubo unos pocos casos, dos que yo sepa, que son genuinos, la invasión vietnamita de Camboya, que derrocó a Pol Pot, y la invasión india de lo que es ahora Bangladesh, que puso fin a una inmensa atrocidad. No fueron emprendidas con intención humanitaria, de manera que no constituyen intervenciones humanitarias, pero tuvieron consecuencias humanitarias. Para aquellos que están interesados en nuestros principios y valores y en la intervención humanitaria, vale la pena considerar la reacción.

En ambos casos, y son los únicos casos auténticos que conozco en el período de la posguerra, la reacción de EE.UU. fue de una furia total. Vietnam tuvo que ser castigado severamente por haberse librado de Pol Pot, y así fue. EE.UU. impuso sanciones extremadamente duras. EE.UU. apoyó una invasión china para darles una lección. EE.UU. se orientó a un apoyo abierto a Pol Pot, apoyo diplomático, insistió en que la coalición basada en los jemeres rojos se hiciera cargo del asiento de Camboya en la ONU y recibiera ayuda militar directa. Llamaron a apoyar a los elementos no-jemeres rojos de la coalición, pero todo el mundo sabía que los elementos combatientes eran los jemeres rojos.

En el caso de India, EE.UU. prácticamente entró en guerra. La Séptima Flota fue movilizada. India debía ser castigada. De nuevo hubo una conexión china. Kissinger planeaba en esa época un viaje secreto a China para iniciar las relaciones chino-estadounidenses e iba a pasar por Pakistán. Fue aparentemente la razón principal para la histeria sobre la acción india. Podía aguar alguna sorpresa y excitantes sesiones fotográficas en Pekín. De manera que un par de millones más de bangladesíes tuvieron que morir asesinados. Eso es lo que pasa.

Hablemos sobre lo que un individuo puede hacer para superar las ortodoxias. Steve Biko, el activista sudafricano que fue asesinado por el régimen del apartheid mientras se encontraba en prisión, dijo una vez: El arma más poderosa en manos del opresor es la mente del oprimido."

Tiene mucha razón. La mayor parte de la opresión resulta exitosa porque su legitimidad está interiorizada. Esto se cumple en los casos más extremos. Tomemos, por ejemplo, la esclavitud. No era fácil rebelarse siendo un esclavo, de ninguna manera. Pero si se observa la historia de la esclavitud, ésta era en cierto sentido reconocida como simplemente la forma de ser de las cosas. Nos arreglaremos como podamos bajo este régimen. Otro ejemplo, también contemporáneo (se estima que hay unos 26 millones de esclavos en el mundo), son los derechos de la mujer. En este caso la opresión está extensamente interiorizada y es aceptada como apropiada y legítima. Sigue siendo verdad en la actualidad, y lo ha sido a lo largo de la historia. Se cumple en un caso tras otro. Consideremos a los trabajadores. En cierta época, a mediados del siglo XIX, hace ciento cincuenta años, en los EE.UU. el trabajar a cambio de un salario no era algo considerado muy diferente de la esclavitud tradicional. Fue la consigna del Partido Republicano, la bandera bajo la cual los trabajadores del Norte fueron a combatir en la Guerra Civil. "Estamos contra la esclavitud explícita y la esclavitud asalariada". La gente libre no se alquila a otros. Tal vez tengas que hacerlo temporalmente, pero sólo en camino a convertirte en una persona libre, un hombre libre, para ponerlo en la retórica de esos días. Se llega a ser un hombre libre cuando no se está obligado a cumplir las órdenes de otros. Esto es un ideal de la Ilustración. A propósito, esto no provenía del radicalismo europeo. Hubo trabajadores en Lowell, Massachussets, a un par de millas de aquí donde estamos. Se puede incluso leer editoriales del New York Times diciendo estas cosas en esa época. Costó mucho tiempo hasta que le metieron en la cabeza a la gente que era legítimo alquilarse a sí mismo. Ahora, por desgracia, eso está muy aceptado. Esto es interiorización de la opresión. Cualquiera que piense que es legítimo ser un trabajador asalariado está interiorizando la opresión de una manera que hubiera parecido intolerable a la gente en las fábricas, hace ciento cincuenta años.

Consideremos las manifestaciones de Seattle y Washington, buenas manifestaciones, por la cancelación de la deuda. Sí, debieran anular la deuda. Pero también vale la pena reconocer - mucha gente lo sabe - que la forma de las protestas y las objeciones de parte de los países pobres, interiorizan una forma de opresión. Están diciendo que la deuda existe. No se la puede cancelar a menos que exista. ¿Existe? Bueno, no como un hecho económico. Existe como una construcción ideológica. Eso es interiorizar la opresión. Liberarse de estas preconcepciones y perspectivas es dar un gran paso hacia la superación de la opresión.

Hablemos de la situación en el sur de Asia. Cuando Clinton estuvo allí en marzo de 2000 dijo que la zona era "el sitio más peligroso del mundo."

Las pruebas nucleares en India y Pakistán aumentan considerablemente la amenaza de una guerra nuclear. Existe un gran conflicto respecto a Cachemira que ha existido durante mucho tiempo, e India y Pakistán se han librado varias guerras en las que ambos países fueron armados por Occidente, sobre todo EE.UU. Y podría haber otra. Que Clinton dijera eso necesitó un buen poco de hipocresía. Parte del motivo por el que India desarrolló armas nucleares fue como un elemento de disuasión contra EE.UU. John Mearsheimer, un experto político en la Universidad de Chicago, muy integrado a la tendencia dominante, escribió una opinión editorial en The New York Times la primavera pasada, en la que mencionó que parte de la razón por la que India se sintió impulsada a desarrollar armas nucleares fue como resultado de la guerra de EE.UU. en el Golfo y en los Balcanes.

Usted quiere decir, India realizó nuevas pruebas a fines de los años 90.

Habían desarrollado armas nucleares, pero la realización de las pruebas, que representan un gran paso, fue aparentemente hecho en parte porque como muchos otros países, sintieron que necesitaban un medio de disuasión contra EE.UU., un estado delincuente que se siente libre de restricciones. Hubo una reacción muy amplia a la guerra de los Balcanes. Incluso en estados clientes como Israel, los principales analistas militares señalaron que EE.UU. se está convirtiendo en un peligro para el mundo y que otros países van a tener que desarrollar armas de destrucción en masa para defenderse. Indicaron que si Serbia hubiera tenido armas nucleares, o químicas y biológicas, el Occidente no hubiera decidido con tanta rapidez que los bombardearía.

Clinton criticó a India por violar el Tratado de No-proliferación. Pero EE.UU. lo viola. El Tratado de No-proliferación exige esfuerzos de buena fe de parte de los estados nucleares para reducir las armas nucleares. EE.UU. y otras potencias nucleares lograron excluir del tratado un llamado a eliminar las armas nucleares. No quisieron hacerlo. Son sólo los demás los que no debieran tenerlas.

El sistema Nacional de Defensa Antimisiles que estaba siendo propugnado por la administración Clinton, las Guerras Galácticas Light, es reconocido por todo el mundo, y por la mayor parte de los analistas militares en este país, como un paso hacia el aumento de la amenaza de guerra nuclear. Un sistema nacional de defensa con misiles es, en efecto, un arma de primer ataque. Significa que uno se puede proteger contra un ataque de represalia por un país con un poder nuclear limitado, no contra Rusia, sino contra China. O India. Neutraliza el poder disuasivo y por lo tanto obliga a China o a India a obtener niveles de capacidad destructiva más elevados. Además, incluso si sólo China reacciona, como lo haría presumiblemente, llevaría a acciones indias para disuadir a China, y a acciones de Pakistán en respuesta, y a acciones israelíes. Y así suma y sigue. No es ningún secreto.

Pakistán es comúnmente descrito como un estado en bancarrota y corrupto. En octubre de 1999 hubo un golpe militar que llevó al poder al general Pervez Musharraf, derrocando a Nawaz Sharif. Pakistán fue muy útil para EE.UU. durante la Guerra Fría en el Oriente Medio, así como en Asia del Sudeste.

Es verdad, y la realidad es que los talibanes fueron formados en las escuelas religiosas paquistaníes y convertidos en verdaderos maníacos. Con el apoyo del ejército paquistaní se apoderaron de Afganistán y lo convirtieron en una cámara de horrores y ahora apuntan a hacer lo mismo en Pakistán, y pueden lograrlo. La situación no es clara. No fue sólo Afganistán. Pakistán formaba parte del sistema mediante el cual EE.UU. controlaba el Medio Oriente. La Guardia Real Saudita que protegió a la familia real saudita contra su propio pueblo, no de algún otro, fue paquistaní durante mucho tiempo,. Pakistán formaba parte del sistema de estados periféricos, como Israel y Turquía, Irán bajo el Sha, que fueron utilizados para proteger a las monarquías en las regiones productores de petróleo contra las amenazas provenientes de sus propios pueblos. Pakistán formaba parte de ello. Ahora no es tan acomodaticio, y EE.UU. no está satisfecho con la forma en la que se desarrolla. Está como fuera de control.

India es un foco de tremenda resistencia a la globalización. Existe Narmada Bachao Andolan, el Movimiento para Salvar la Narmada, para detener algunos de esos proyectos de grandes represas del FMI y del Banco Mundial. Hay algunos activistas muy importantes involucrados, como Vandana Shiva, Arundhati Roy, Mehda Patkar, y otros. ¿Por qué existe ese nivel de resistencia en India? ¿Tiene algo que ver con el legado de Gandhi?

Ante todo, India tiene una historia muy rica y compleja. En el siglo XVIII, India fue el centro comercial e industrial del mundo. A principios del siglo XIX, la publicación de libros en Bengala fue probablemente más elevada per capita que en Inglaterra. India no viene de la nada. Pero fue severamente dañada por la ocupación británica. Fue desindustrializada y convertida en una sociedad rural empobrecida, pero mantuvo una rica tradición cultural y una rica tradición de resistencia. El legado de Gandhi existe, pero recuerde, hubo una revolución que expulsó a los británicos. Incluyó al Partido del Congreso. Hubo un movimiento nacional y siguió siendo una sociedad vibrante, compleja. Después de que los británicos fueran expulsados, recomenzó el desarrollo económico. También, de una manera muy variada, India desarrolló una industria pesada, una tecnología avanzada. Por otro lado, la pobreza es tal vez la peor de todo el mundo. Si se consideran los indicadores de la calidad de la vida publicadas por el informe de desarrollo de la ONU, Asia del Sur se encuentra entre los peores en la mayor parte de los indicadores. Hay trabajos muy interesantes al respecto por Amartya Sen, que ganó el Premio Nóbel en economía. La mayor parte del trabajo que realizó, por el que recibió el premio, fue haciendo comparaciones entre India y China.

Una comparación es bastante famosa. Ha sido mencionada repetidamente en The New York Times y en otras partes. Apareció un libro llamado El Libro Negro del Comunismo que habla de los inmensos crímenes del comunismo. Tenemos que tener por fin el coraje de enfrentar esos crímenes, previamente ignorados, al comenzar el nuevo milenio; esa es la orientación general, con sólo una ligera exageración. El Libro Negro da una cifra espantosa de 100 millones de muertes atribuibles al comunismo. Supongamos que sea correcta. No discutamos sobre números. Muestran lo horrible que fue.

El mayor componente, y el que es discutido en lugar prominente en la primera edición para el milenio del New York Times Review of Books, de esos supuestos 100 millones, es la hambruna en China cerca de 1958-1960. Tal vez hayan muerto 30 millones. Sen señala que, aunque India solía tener numerosas hambrunas bajo los británicos, no ha habido hambrunas parecidas desde la independencia. Así que nunca hubo una hambruna en India, digamos, desde principios de los años 50, en la que haya muerto una gran cantidad de gente, como sucedió en China. Dice que esto está relacionado con formas específicas de desarrollo socio-económico, político e ideológico. India es un país más o menos democrático. Tiene una prensa libre. La información vuelve de abajo arriba, y si hay indicios de hambruna, las autoridades centrales lo sabrán y habrá protestas. En China, un estado totalitario, ninguna información vuelve al centro y cualquier protesta será aplastada, de manera que probablemente nunca supieron lo que ocurría hasta que fue demasiado tarde. Crímenes del comunismo, que pueden ser atribuidos a la naturaleza del sistema.

Es sólo la mitad de lo que dice. La otra mitad de su investigación, que a veces escapa a la vista, tiene que ver con otra diferencia. Dice que China a fines de los años 40, comenzó a instituir programas de salud pública y de educación rurales, así como otros programas orientados a la masa de la población. India jugó según nuestras reglas. No hizo nada de lo indicado y las consecuencias son evidentes, por ejemplo, en las tasas de mortalidad. Estas comenzaron a declinar rápidamente en China desde aproximadamente 1950 hasta 1979. Luego dejaron de disminuir y comenzaron a subir ligeramente. Fue el período de las reformas. Durante el período totalitario, desde 1950 hasta más o menos 1979, las tasas de mortalidad disminuyeron. Declinaron también en India, pero mucho más lento que en China, hasta 1979. Sen dice que, supongamos que se mida el número de muertes adicionales en India, resultantes cada año de no haber realizado esos programas de estilo maoísta u otros que beneficiaran a la población, lo que se llamaría reformas si la expresión no fuera tan ideológica. Estima cerca de cuatro millones de muertes adicionales en India cada año, lo que significa que, como explica, cada ocho años la cantidad de esqueletos que se trata de ocultar es igual a la época de la vergüenza en China, la hambruna. Si se considera todo el período, son aproximadamente 100 millones de muertes adicionales sólo en India, después de que comenzara el período democrático capitalista.

Supongamos que queramos realizar el mismo cálculo que se utiliza tan correctamente para computar los crímenes del comunismo. Resulta que en el país democrático capitalista más importante del Sur, en realidad del mundo, en cuanto a su población, ese país por sí solo ha producido, hasta aproximadamente 1980, unos 100 millones de muertos, la misma cantidad que es atribuida a todos los países comunistas del siglo XX en el mundo. Y ése es, por cierto, sólo el comienzo. Supongamos que realicemos el mismo cálculo, sobre la misma base, en cualquier otra parte, en los dominios que son controlados por el poder occidental. Obtendríamos cifras astronómicas. Pero no es un tema aceptable. No puede haber un Libro Negro detallando semejantes hechos, como no puede haber una comparación realista de la horrenda historia soviética con aquella de países comparables que continuaron bajo dominación occidental, por ejemplo, Brasil, tomado como un "área de ensayo para los métodos científicos de desarrollo basados sólidamente en el capitalismo", según erudición eufórica y respetada, con consecuencias para la vasta mayoría de la población, que tiene harto poco que celebrar.

Hablemos de la política de EE.UU. en Colombia. El Centro de Recursos Inter-hemisféricos en Albuquerque publicó un trabajo titulado "La política de EE.UU. en Colombia: Hacia un atolladero como Vietnam." ¿Piensa que es una analogía apropiada? El The New York Times criticó enérgicamente en un editorial la proposición de Clinton de un paquete de más de mil millones de dólares, llamándolo "planes peligrosos para Colombia" que "arriesgan que EE.UU. sean arrastrados a una costosa guerra de contrainsurgencia."

Por la perspectiva de los editores del New York Times, no les gusta la frase "atolladero como Vietnam." Tampoco me gusta, a causa de Vietnam. ¿Cayeron los rusos en un atolladero en Afganistán? No debieran haber invadido. El problema con la guerra afgana no es que los rusos hayan caído en un atolladero. Es que no debieran haber invadido el país. Lo mismo vale para EE.UU. y Vietnam. El hecho de que haya resultado costoso para EE.UU., que es lo que quieren decir con atolladero, es irrelevante. Invadieron el país y lo destruyeron, invadieron Vietnam del Sur, en realidad, lo destruyeron y destruyeron gran parte del resto. Así que pienso que debiéramos distanciarnos de la frase. Aceptarla significa aceptar un masivo sistema de propaganda, lo que no debiéramos hacer.

Lo que es interesante porque el Centro de Recursos Inter-hemisféricos es una organización alternativa.

Hacen un trabajo maravilloso. Pero no me gusta esa frase. El problema en Colombia no es si EE.UU. serán arrastrados a una guerra. Ese es un aspecto menor. El tema mayor es ver de qué se trata. En la primavera pasada, los campesinos en Bolivia realizaron una protesta. EE.UU. había llegado con programas de destrucción de cultivos y operaciones de contrainsurgencia, que habían destruido sus cultivos de coca, y estaban muriéndose de hambre. Bolivia es uno de los países más pobres del mundo. Así que primero son llevados a cultivar coca por el "Consenso de Washington" y los programas del FMI y el Bando Mundial que dicen: Ustedes tienen que abrir su país a los productos agrícolas y a otras importaciones y ustedes tienen que ser campesinos racionales produciendo para el mercado de agro-exportaciones tratando de maximizar los beneficios. Usted suma esas condiciones, y se lee c-o-c-a. Un campesino racional produciendo para el mercado de la agro-exportación cuando el país está siendo inundado por la producción agrícola subvencionada de Occidente, producirá coca. Y entonces llega el Occidente y la arrasa, y se termina con campesinos protestando en las calles. Eso es Bolivia.

El Boston Globe publicó un buen artículo sobre Colombia, escrito por un reportero en una de las áreas escogidas como objetivo por el nuevo programa, a las que EE.UU. quiere llegar a destruir las cultivos. En realidad es una cobertura para eliminar a las guerrillas. Son áreas que están bajo control guerrillero y lo han estado desde hace tiempo.

Son las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Sobre todo las FARC. Hay otra organización guerrillera, el ELN, Ejército de Liberación Nacional, pero se trata sobre todo de las FARC. Así que sucede que el programa militar se concentra en las áreas de control guerrillero y no en las áreas de control militar y paramilitar, aunque es bien sabido que están implicados considerablemente en el narcotráfico, igual que las guerrillas. En realidad, la participación de las guerrillas en la producción de coca, es sólo que cobran impuestos sobre todas las actividades. Así que también cobran impuestos por la producción de coca, puede haber alguna otra relación que nadie conoce, pero básicamente se trata de eso. ¿Y de qué trata el artículo del Globe? De que los campesinos están aterrorizados porque hay rumores de que el programa de EE.UU. y Colombia va a comenzar a fumigar. Si fumigan va a ser como en Bolivia. Destruirán las cosechas. En realidad, destruyen no sólo los cultivos de coca, sino que tal vez todos los demás cultivos. La guerra química y biológica que realiza EE.UU., y de eso se trata, apunta a la coca, pero tiene consecuencias desconocidas para el resto de la ecología.

Y ahora vamos llegando al asunto, no al atolladero. El asunto no es si EE.UU. se las arregla para mantener a sus soldados fuera y que el ejército colombiano haga el trabajo sucio o no. Las políticas no son mejores si los militares colombianos y sus socios paramilitares las realizan bajo la dirección, el financiamiento, y la presión de EE.UU. Encargar las atrocidades a los paramilitares es un procedimiento operativo habitual. Serbia en Kosovo e Indonesia en Timor Oriental son dos ejemplos recientes. Israel en el Sur de Líbano es otro.

¿Casi un paralelo con América Central, se diría?

En muchos sentidos. Hay mezclas diferentes en países diferentes. Así la guerra de EE.UU. contra Nicaragua tuvo que utilizar paramilitares manejados por EE.UU., los contras, porque la fuerza represiva usual, el ejército, no existía, y el público estadounidense no hubiera tolerado una invasión directa, tal como el ataque de Kennedy y Jonson contra Vietnam del Sur. Pero en El Salvador, simplemente utilizaron al ejército.

Colombia fue en su época un gran productor de trigo. Eso se acabó en los años 50 con la ayuda de Alimentos por la Paz. Alimentos por la Paz suena lindo, pero si se contemplan las consecuencias, es algo bien diferente. Alimentos por la Paz es un regalo del contribuyente estadounidense al negocio agrícola de EE.UU. No es un regalo del negocio agrícola. Así que los contribuyentes de EE.UU. están pagándole al negocio agrícola para que envíe alimentos esencialmente gratuitos a otros países. ¿Qué sucede si se lanza trigo estadounidense al interior de Colombia, esencialmente gratis? Acabó con la producción de trigo. Ya no es un productor de trigo importante. Fue un productor de café, lo sigue siendo. El café es una de las materias primas más importantes en el intercambio internacional, después del petróleo. El café, igual que la mayor parte de las materias primas, fluctúa en el precio de una manera bastante radical. Un año el precio es alto, al año siguiente es bajo. Si se trata de una gran corporación de agronegocios, no le importa. Se sufre una pérdida por aquí, se hace un beneficio por allá. Suponga que se trata de un campesino con un par de acres plantados con café. No puede decirle a sus niños, no se preocupen de comer este año. Tal vez haya algo que comer el próximo. Si las materias primas fluctúan en precio, se liquida prácticamente a los pequeños productores. Es un subentendido en la sociedad occidental.

Después de que se impone programas socioeconómicos usando mucha fuerza, para crear una situación en la que los campesinos son llevados a producir coca para el mercado estadounidense, llegamos con 1.700 millones de dólares para un ataque militar, y una guerra química y biológica, que es la expresión que debiéramos utilizar. Es lo que significa utilizar en forma masiva pesticidas y fungicidas y nuevas técnicas experimentales. Esos son los antecedentes y es lo que debiera discutirse, no un atolladero como en Vietnam, ni si éste pudiera resultar demasiado costoso.

Hay otro aspecto que debiera ser discutido: ¿Qué derecho tenemos de hacer algo en Colombia? Sucede que hay una droga mortal producida en EE.UU. que mata mucho más gente que la cocaína. El tabaco. Se lo imponemos a otros países del mundo. Países en, digamos, Asia del Este no sólo tienen que aceptar nuestras drogas legales, también tienen que aceptar la publicidad para ellas, publicidad dirigida a poblaciones vulnerables, como mujeres y niños. Estos temas se presentan al mismo tiempo que Bush anuncia la última fase de la guerra de la droga con bombos y platillos. Sin que haya virtualmente una cobertura de los medios sobre este caso, el Representante Comercial de EE.UU. realizó audiencias sobre la negativa de Tailandia de aceptar publicidad para las drogas mortales de EE.UU. Fueron amenazados con sanciones comerciales, intolerables para ellos, si no aceptan drogas producidas en EE.UU., lo que -en realidad- también implica publicidad, dígase lo que se quiera. En verdad, es como si el cartel colombiano insistiera en que importemos cocaína y les permitamos que pongan paneles publicitarios en Times Square mostrando a los chicos que está a la onda consumirlas. Pero supongamos que China, digamos, donde millones de personas son ultimadas por nuestras drogas letales, dijera, bien, vamos a ir a Carolina del Norte a realizar operaciones de contrainsurgencia y una guerra química y biológica para destruir las drogas que nos estáis imponiendo. Osáis imponernos publicidad para ellas. ¿Tienen derecho a hacerlo? Si no tienen el derecho de hacerlo, ¿tenemos derecho nosotros a hacer algo en Colombia?

En una de sus conferencias sobre la política de EE.UU. para el Oriente Próximo en el período pos-Madrid 1991, usted concluyó con lo siguiente: "Estas no son leyes de la naturaleza. Pueden ser modificadas. Los cambios más importantes tendrán que tener lugar aquí mismo. A menos que tengan lugar dentro de EE.UU. no tiene mucha importancia lo que suceda en otras partes." Quisiera preguntarle al respecto. Me parece que usted les está quitando acción y autonomía a grupos y movimientos fuera de EE.UU. ¿Es ésa su intención?

No es mi intención. Hay una interacción entre lo que sucede en otros sitios y lo que sucede aquí. Pero supongamos, la protesta de Arundhati Roy contra la represa en India va a tener sólo un efecto limitado a menos que cause protestas aquí, porque es donde van a ser determinadas las políticas del Banco Mundial y de las agencias internacionales. No es que lo que suceda en India sea irrelevante. Por cierto no es irrelevante. Incluso un estado totalitario es afectado por lo que hace la gente. Pero la acción fundamental tiene que ocurrir aquí, precisamente por razones de distribución del poder. Las cosas aquí son estimuladas por lo que sucede en el extranjero. Tome, digamos, los organismos genéticamente modificados. La protesta ha sido muy poderosa en el extranjero, en India, Europa. Comenzó a tener un gran efecto cuando atravesó el Atlántico. Atravesó el Atlántico como resultado de las protestas en otros sitios, que tienen algo como el temido "efecto de virus" del desarrollo independiente.

No fue que no haya habido protestas aquí, pero fueron significativamente estimuladas por aquellas en otras partes. Y entonces comenzaron a suceder aquí, y muy pronto vimos que Monsanto echaba marcha atrás en público. No debiéramos menospreciar la realidad sobre la forma en la que el poder está distribuido. Significa que la responsabilidad fundamental existe aquí respecto a la mayor parte de los temas, no sobre todos, pero sobre la mayor parte de los problemas, precisamente porque éste es el país más rico y de lejos el más poderoso del mundo.

David Barsamian es el fundador y director de Alternative Radio en Boulder, Colorado. Sus libros más recientes son Confronting Empire, con Eqbal Ahmad, Propaganda and the Public Mind, y The Decline and Fall of Public Broadcasting (por aparecer) - todos de South End Press.

Recogido de: ZNET en español

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