Libertad y Democracia

 

 

 

Oposición numantina y Consenso nacional

 

 

 

Por Pablo Felipe Pérez Goyry.

Periodista Independiente Cubano.

Página personal: http://es.geocities.com/libertadeopinion/

 

LA COMIDA CUBANA, tiene como particularidad expresa, el predominio maravilloso de la ascendiente cultura hispánica y africana. Aunque es menos sofisticada, porque sus olores son naturales y campestre. Empero, esta especial comida hace demasiado tiempo que está ausente de la cotidianidad del pueblo cubano. Si señor, aunque pudiera parecer una exageración anticastrista, es una realidad incuestionable.

Lo embrollado del asunto está en que, a pesar de ser la tierra cubana de cierta fertilidad, los isleños no pueden alimentarse adecuadamente, como Dios manda. La generalidad de las verduras y frutas se exportan como trueque por un “puñado de dólares”. No es un secreto de que la exigüidad de alimentos tiene su florecimiento desde los comienzos de la revolución, y agravó en la década de los noventa.

El progresivo detrimento de la alimentación, de los cubanos, se produce porque los mejores productos del país o importados están reservados para los extranjeros y hoteles. Causa ira ver los bufés del desayuno, que suelen tener frutas, crepes, cruasanes y huevos con tocineta; por las noches el turista tiene la posibilidad de saborear diversidad de carnes, ensaladas, etcétera. Para atraer visitantes y potenciales huéspedes, estas comidas se incluyen en los precios de la llamada “pensión americana” o “todo incluido”. Es evidente de los extranjeros, y los cubanos que visitan la isla cárcel, no están expuestos a las privaciones en las que está sumergido el cubano de a pié.

Los hoteles del sector turístico sirven comida internacional. En los restaurantes, se prepara la comida criolla, como los moros y cristianos (arroz y frijoles negros), y el congrí (arroz con alubias), acompañados con yuca, malanga, plátanos tostones o fufú. El pescado, langosta, pollo, cerdo asado, bistec, picadillo, o el guiso de carne y verduras, están a la carta. También, es parte de este ofrecimiento los gloriosos y densos helados Coppelia. Y el ron, que tiene su origen en el llamado "mata diablos" o "ron bullón", es la bebida nacional. Se bebe en cóctel o solo. Los cócteles más populares son el Cuba libre (una ironía), el Mojito (ron, azúcar, zumo de lima, hojas de menta, y agua con gas) y el Daiquiri (ron, azúcar, zumo de lima y maraschino mezclado con hielo picado), descrito por Hemingway, en su novela Islas en el Golfo, como “esquiar glaciar abajo con nieve en polvo”. Para beberlo sólo o con hielo, se debe escoger un ron añejo. Este, no es el de los barrios, un ron áspero y sin arrugas, cuyo contenido de alcohol puede ser tan alto que simplemente con un trago bastará para marearse.

Esta es la Cuba del guarapo y el granizado, que junto a la cerveza Bucanero, Hatuey, y Cristal, es la protección perfecta para el calor caribeño. Donde el café-arveja es fuerte, con buena cantidad de azúcar y, el rebusque de las “jineteras” que por “un manojo de dólares” hacen meretricio con los extranjeros.

En la Cuba del dictador Fidel Castro y su “Revolución cubana”, la Constitución consagra de los cubanos tienen libre acceso a todos los lugares públicos. A pesar de esto, mientras los turistas se deleitan el paladar con suculentos bufés, disfrutan de excelentes playas, tiene prioridad en las colas (filas) de restaurantes y almacenes, a los cubanos se les impone el “apartheid criollo”, pues, les está prohibido visitar las mejores playas y hoteles del archipiélago, los mejores restaurantes y clubes nocturnos. Es evidente de los extranjeros, en cualquier caso, no están expuestos a las privaciones de los isleños. Ese cubano que está encadenado a un atroz racionamiento de alimentos, que espera interminables horas para acceder al transporte público y que en las “cantinas de los barrios” le ofrecen un ron inclemente, cuyo sabor no es muy agradable al paladar y su contenido de alcohol en un trago será suficiente para perforar un estómago.

Salvo excepciones, los extranjeros no conocen las carencias de los cubanos, especialmente los que ciegamente creen en el “espectro” de la revolución y no aceptan de en la sociedad cubana está enquistado el desbarajuste económico e incoherencia de la dirección oficial, el florecimiento del estraperlo y el soborno, el quebrantamiento de la “constitucionalidad” y corrupción de los funcionarios.

Castro parloteo, hasta el agotamiento, que su revolución desaprobaba el turismo por ser emblema de la prostitución y el juego, una manifestación del capitalismo decadente. Hoy día, sus principios ideológicos se “fueron al infierno”, porque su obsesión es buscar desesperadamente dólares y dar mayor atención a los extranjeros que a sus propios conciudadanos.

Hay que sumar, a todo lo dicho, de hace años la dictadura ha prohibido a los cubanos utilizar el derecho de criticar, especialmente a los Periodistas Independientes; porque el régimen no quiere dar oídos y mucho menos reformar su revolución. Los cubanos no pueden disentir de las actuaciones del “gobierno”, y mucho menos de lo que diga “el comandante en jefe”. Por estas razones, se han generado masivas emigraciones de ciudadanos, con ayuda del “Programa Alas por al Libertad” (entre 1965-1971), el “Puente Mariel-Cayo Hueso” (1980), y los Balseros (1994). También, de exista una “oposición numantina” (en Cuba y el exilio) que trata de encontrar una vía apropiada que permita un autentico “consenso nacional”.

Mi punto de vista al respecto, de es saludable para el cuerpo, el espíritu y toda la nación el reflexionar sobre lo que acontece en el archipiélago y una cercana transición, donde no se deje de hacer una “oposición numantina” y no descansar en la búsqueda de un “consenso y reconciliación nacional”.

La Unidad por la Libertad es posible, y los últimos eventos y llamamientos desde el archipiélago son una prueba reina. Ejemplos de valentía: la creación del “Consejo de Relatores de Derechos Humanos”, el sistemático quehacer de las heroicas “Damas de Blanco”, el meritorio trabajo de información y denuncia de los “Periodistas Independientes”, la titánica firmeza de los “Presos de Conciencia y Políticos”, la magnífica presencia en la isla y el exilio del periódico “La Primavera de Cuba” y la revista “Misceláneas de Cuba”, y la excelente idea de las “Bibliotecas Independientes”. Llegue a todos, la voz solidaria y un abrazo fraternal desde el alma.

A propósito, para finalizar, dejo respetuosamente en manos del leedor y de los opositores anticastrista, el siguiente razonamiento: ¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar’. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. [San. Lucas 14, 25-33]. Tiene la palabra amiga, amigo... ¡NAMASTE!   
 

Ciudad de la Eterna Primavera, 17 de septiembre de 2007.
©Derechos Reservados: Pablo Felipe Pérez Goyry.

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