¿Te gustaría pasar el resto de tu vida detrás de unos barrotes?
A los animales tampoco.

PARA UN ANIMAL, UN ZOO ES UNA CÁRCEL

En los zoos, los animales, atrapados en jaulas y lejos de su entorno natural -donde algunos se mueven en territorios de muchos km2-, manifiestan graves síntomas de estrés, aburrimiento y desequilibrio psicológico, como los denominados "comportamientos estereotipados". Estos consisten en la repetición constante durante horas de movimientos mecánicos y sin sentido: giran sobre si mismos en círculos cerrados (el mayor desplazamiento que lo reducido de las jaulas les permite), agitan espasmódicamente sus patas y cabezas... Animales con una rica vida social son condenados de por vida a la soledad más absoluta. A menudo padecen un clima distinto del suyo y hostil para ellos. Los delfines y otros animales acuáticos se angustian de modo extremo en minúsculas piscinas donde sólo pueden dar vueltas y vueltas; y el cloro irrita y daña irreparablemente su piel y ojos, llegando a cegarlos parcialmente.

DESINFORMANDO AL PÚBLICO Y CONTRIBUYENDO AL TRÁFICO DE ANIMALES
Presos como están, la triste reclusión de los animales en zoos en absoluto refleja la vida que llevarían en libertad. Así, nada podemos aprender de ésta en estos recintos. Un zoo sólo enseña al público que está bien mantener a los animales en jaulas y sufriendo.

Algunos zoos pretenden lavarse la cara anunciando programas conservacionistas. Aún si así fuese, la pervivencia de una especie nunca justifica el atormentar a sus individuos (no lo toleraríamos si nosotr@s fuésemos las víctimas), ya que son los individuos quienes tienen la capacidad de sentir, no las especies. Pero lo cierto es que el anterior argumento se trata sólo de un engaño más, pues los zoos son clientes destacados de la captura, comercio y tráfico internacional de animales. Esto supone la muerte y sufrimiento de millones de criaturas arrancadas de sus hábitats -¡su hogar!-, junto a la desaparición de millares de especies por todo el planeta. Cabe recordar que por cada ave o mamífero que llega a un zoo desde sus lugares de origen pueden llegar a morir otras 10 durante su brutal transporte.

HAZ VALER TU OPINIÓN CON TU ACTITUD
Imagina ser una cría de chimpancé y ver como matan a tu familia para cazarte, o un pequeño delfín pescado ante la desesperación de su madre, para acabar en un zoo y sufrir los abusos arriba descritos. Si crees que no se debe hacer sufrir a los animales, no acudas a zoos o exposiciones de animales; todos ellos vulneran de un modo u otro los derechos de los que los animales deberían disfrutar. El hecho de que sus capacidades cognitivas difieran de las nuestras no hace menor su sufrimiento: en muchos casos, al contrario, lo acrecienta, al no poder comprender el porqué de su reclusión.

En definitiva, los zoos agreden a los animales en un gran número de formas, vulnerando completamente los derechos que éstos deben poseer en función de sus capacidades de sufrimiento y disfrute, no sólo el derecho a la libertad, sino, como hemos visto, también el derecho a la vida y a no ser objeto de maltratos. Recluirles en lo que son colecciones zoológicas supone tratarlos como si fuesen meros objetos a nuestro servicio.

Hay alternativas sin animales. En otros países existen centros de información sobre fauna y medioambiente mediante métodos audiovisuales e informáticos, que cumplen el papel de “zoos virtuales”, donde ver a los animales en su medio natural real, y no presos e infelices.

Extraído de:
http://www.derechosparalosanimales.org

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