¿Por qué ser vegetariano?

por Jesús Gallego

Todavía suena bastante raro decir que eres vegetariano: la gente te mira, generalmente, con una mezcla de admiración por lo desconocido y un punto de crítica por ser tan excéntrico. Por ello a veces tienes que escuchar frases como: "¿No te mareas con esa dieta?", "¿De dónde sacas las proteínas?", "¿No te aburre comer siempre lo mismo?".... y, si tienes tiempo, intentas contestar de la manera más convincente para que se den cuenta de que no acabas de venir de Marte, que la dieta vegetariana es una dieta perfectamente equilibrada y por ello es muy diversificada en tipos de alimento que incluye. En ocasiones, si el tiempo da de sí, le intentas dar la vuelta a la tortilla haciendo una crítica de la dieta que seguramente realiza el que te está preguntando por poco equilibrada, excesiva en algunos nutrientes (proteínas y grasas animales por ejemplo) y por muy poco variada pues tu sabes (99% de probabilidades de acertar) que tu interlocutor come carne todos los días.

Tenemos que aclarar antes de nada que la dieta vegetariana, al menos en sentido estricto, excluye, además de cualquier tipo de carne, el pescado y, en definitiva, el cuerpo de cualquier animal. Además hay que precisar que si bien la mayoría de vegetarianos comen leche y sus derivados, y también huevos (dieta lacto-ovo-vegetariana), los más estrictos sólo toman productos vegetales (dieta vegetaliana).

Desde mi experiencia yo distinguiría tres motivos que pueden llevar a una persona a llevar una dieta vegetariana, más o menos estricta: noviolencia, salud, ecología-justicia. Naturalmente se podrían añadir otros motivos e incluso ciertas ventajas de esta dieta como el hecho de su economía respecto a la dieta mixta (normal) (que incluye carne y pescado). Analizaremos brevemente dichos motivos:

NOVIOLENCIA

El vegetarianismo, sobre todo por motivos de salud, era un hecho mucho antes de los años 60 en Europa. Sin embargo también es cierto que la influencia de Gandhi y la filosofía oriental (en general), y el incipiente movimiento pacifista de esa década y de los 70 en España, marcan un punto de referencia que hace que algunos pacifistas o noviolentos se pasen a esa dieta saludable”. Así, se intenta profundizar en el respeto a los animales y, en definitiva, en el respeto a la vida.
A veces se dice que, entonces, la noviolencia habría que extenderla a las plantas, que también son seres vivos, e incluso algunas experiencias y observaciones hacen suponer que tienen un nivel de sensibilidad mucho mayor del que hasta ahora hemos creído. Hay que admitir que el argumento no está exento de razón, pero, en todo caso, parece claro que el nivel de sufrimiento de los vegetales es mucho menor que el de los animales. También es cierto que, personalmente, me duele mucho menos arrancar una lechuga de mi huerto que pensar en la posibilidad de degollar a un ave o a un cerdo. La verdad es que reflexionar sobre las condiciones de vida de las aves antes llamadas felizmente de corral (ahora habría que decir de cajón), de los cerdos (sólo algunos afortunados siguen comiendo bellotas en las dehesas extremeñas) o de las vacas (locas o no) nos puede llevar, sin muchas dificultades, a comer menos carne e incluso, si somos más estrictos, a abandonar la leche o los huevos. Estas realidades pueden obviarse, sin embargo, porque lo que se ve en el plato está muy maquillado y no recuerda mucho a lo que en realidad es. Otra cosa sería tener que matar cada animal que nos comemos; quizás algunos no estarían dispuestos.

SALUD

Hacer una crítica de la dieta que tomamos la mayoría de las personas europeas o norteamericanas es bastante sencillo: es una dieta desequilibrada porque es poco variada, de manera que tenemos exceso de algunos alimentos (azúcares, carnes, etc.) y déficit de otros (verduras, legumbres, frutas, etc.), así que en casi todas las comidas hay carne y muy a menudo el postre es elaborado en vez de fruta. Esto hay que contrastarlo con las recomendaciones que se ofrecen, desde los organismos responsables de salud (poco sospechosas de ser tendenciosas en esto del vegetarianismo) que en cualquier pirámide de alimentos colocan a los azúcares y a las carnes (sobre todo a las carnes rojas), en el vértice, es decir sólo deben consumirse algunas veces al mes, mientras colocan en la base a los cereales y derivados (pan, arroz, pasta...) o a las frutas y verduras, que se tomarán diariamente.
Alterar el orden en esta pirámide lleva, por ejemplo, a obtener demasiadas grasas animales (con ácidos grasos saturados) de la dieta, lo que puede suponer problemas por altos niveles de colesterol y triglicéridos en sangre. Todos los expertos en nutrición aceptan hoy que, por el contrario, los ácidos grasos insaturados (oleico, linoleico o linolénico) son indispensables y se obtienen de los aceites vegetales (sobre todo aceite de oliva). Otro problema relativamente frecuente puede ser la carencia de algunas vitaminas que son abundantes en los alimentos vegetales. No vamos a entrar en otros aspectos de la dieta de la mayoría de los vegetarianos porque esto sería interminable y además no tienen porque ser exclusivos suyos como: evitar los fritos, comer fruta fuera de las comidas, consumir los cereales integrales (pan, arroz), evitar los platos precocinados o las conservas, aumentar el consumo de alimentos frescos y, a ser posible crudos (por ejemplo en ensaladas), o intentar consumir siempre que se pueda alimentos ecológicos. Todo ello favorece la obtención de todos los nutrientes (proteínas, glúcidos, grasas, vitaminas y sales minerales) que necesitamos y en las cantidades adecuadas y la protección contra sustancias tóxicas que, de otra forma penetrarán e incluso se acumularán dentro de nuestro organismo. El consumo de alimentos ecológicos, algo en lo que intentamos insistir los que participamos en la campaña de los BESOS, además de favorecer nuestra salud, tiene implicaciones en los otros dos motivos del vegetarianismo: la noviolencia y la ecología-justicia. [...]

ECOLOGIA-JUSTICIA

Una de las causas más notables de la degradación de los ecosistemas forestales es la ganadería, sobre todo en los bosques tropicales, en muchos casos también lo es la agricultura, pero el objetivo último es, a menudo, alimentar con las cosechas obtenidas al ganado. También algunos cultivos tradicionales (maíz o mandioca) son desplazados por estos cultivos (sobre todo soja) que sirven para alimento del ganado que se transformará frecuentemente en hamburguesas en los países ricos (ver el artículo Boicot a McDonalds del Boletín nº2 de BESOS). En todo caso tenemos que afirmar que es mucho más rentable, sobre todo pensando en los países pobres, utilizar el suelo para agricultura y alimentar así a la población, que para ganadería, que tiene una producción en cantidad de alimento mucho más baja. En definitiva con una hectárea de soja se puede alimentar a un mayor número de personas que con el ganado que pasta en esa misma hectárea. Esto ocurre de una manera natural en todos los ecosistemas, ya que al pasar de uno a otro escalón en las cadenas alimentarias se pierde, progresivamente, energía. Esto puede ser un criterio claro de justicia.
Para terminar podríamos afirmar que la dieta vegetariana se aproxima bastante a algunos de los criterios básicos que utilizamos en la campaña de BESOS para definir un consumo como desviado, a condición de que se consuman productos ecológicos. Más complicado sería afirmar lo mismo de otras dietas ya que, al menos hoy día, existe mucha mayor producción ecológica en agricultura que en ganadería.En la plantilla de los BESOS existe un apartado dedicado a carne y pescado, tendremos que comprobar si es posible un desvío significativo en dicho apartado. Además, por todo lo expuesto es también un apartado en el que plantearse como objetivo la reducción en el consumo

No pretendemos con este artículo manifestar que sólo las dietas vegetarianas pueden ser sanas. Está claro que pueden existir dietas vegetarianas desequilibradas, según los alimentos que se incluyan en ellas. [...] Pero sí pretendemos echar abajo algunos mitos, como por ejemplo que no es posible una comida que no lleve de segundo plato carne o pescado o que no son posibles unas lentejas o unos macarrones o unas patatas guisadas que no lleven algo que les dé sabor.

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