LA CAZA
Digan lo que digan, quien lo diga, la caza ha sido la causa directa de la extinci�n de muchas especies animales, a�n antes de aparecer las armas de fuego. Y voy a citar algunos ejemplo llamativos.
El ave elefante (Aepyornis maximus), por ejemplo, viv�a en Madagascar, med�a 3 m y pesaba 500 Kg (un avestruz mide 1.85 y pesa 150 Kg.). Un huevo ten�a una capacidad de 9 litros (llenar�a un cubo de agua), lo mismo que 200 huevos de gallina o 3 huevos del mayor de los dinosaurios conocido. El hombre mat� al �ltimo en torno al a�o 1700; o sea, que a�n exist�a en los tiempos de Col�n.
Nueva Zelanda ha tenido hasta 25 especies de Moas. Vivieron durante 100 millones de a�os, compartiendo su existencia con los dinosaurios. 15 de estas fueron contempor�neas del hombre. Precisamente la mayor de ellas la moa gigante (Diornis maximus) que puedes ver, fue la �ltima que se extingui�. Era incluso mayor que el Ave Elefante ya que med�a 4 metros. Se extingui� en 1850; o sea, hace poco m�s de cien a�os. Esta magn�fica ave que supero la �poca de la extinci�n de los dinosaurios, no pudo resistir el ataque del hombre en forma de cazador Maor�. En lo que respecta a las moas, no solo se trata de la extinci�n de una especie, si no de las 15, de la extinci�n de toda la familia Diornidae.
Si el tama�o no salv�, a estas gigantes, del hombre, el elevado n�mero de ejemplares, tampoco: Quiz�s sea la paloma viajera (Ectopistes migratorius), el vertebrado m�s abundante que el hombre ha conocido. Wilson observ� en 1810 un bando que estim� en 2.230 millones de aves, Schorger contabiliz� 136 millones de aves en una colonia de Wisconsin; Audubon, pintor naturalista, padre de la ornitolog�a americana, fue testigo en 1813 del paso, por el estado de Kentucky, de una bandada que estuvo migrando sin interrupci�n durante tres d�as estimando que pasaban unos mil millones de ellas cada tres horas.
Los indios americanos se hab�an alimentado de estas aves durante cientos de a�os; pero siempre respetando sus zonas de nidificaci�n. Pensaban que si las molestaban, nunca volver�an. El hombre blanco las extermin� en cien a�os. Y eso que pensaba que, dado su elevado n�mero, estas eran inagotables.
No se si seran capaces de imaginar una bandada de aves migrando sin interrupci�n durante tres d�as a raz�n de unos mil millones cada tres horas. No se si seran capaces de imaginar la cantidad de disparos que hicieron falta para aniquilarlas. La �ltima muri� en el zoo de Cincinati en 1914.
Se estima que desde el a�o 1600 el n�mero de mam�feros extinguidos a consecuencia de las actividades humanas es de 120 y el de aves de 150. Pero esta pauta se acelera bruscamente en el presente siglo, a causa de la aparici�n de las armas de fuego y del comportamiento de los cazadores, y se estima que al finalizar este siglo, el n�mero de mam�feros en peligro alcance el millar de especies.
En Espa�a los cazadores acabaron con el bisonte europeo (entre otras especies), que era muy abundante seg�n se refleja en las cuevas de Altamira y se ha dejado en muy mala situaci�n a la avutarda, el urogallo, el lince, el oso, la nutria, etc, etc, etc.
IMPACTOS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE.
Considerando un ecosistema en equilibrio (como la Selva Amaz�nica, la Ant�rtida o las profundidades marinas por poner ejemplos lejanos de la influencia humana), la entrada de la actividad cineg�tica causa un indudable efecto desequilibrador.
Destrozo de flora, por salida de pistas y caminos; sobre todo, cuando se sale con todo terreno.
Contaminaci�n ac�stica. El disparo produce un ruido que supera los m�ximos permitidos por la Organizaci�n Mundial de la Salud. Es breve; pero su machaconer�a supone un quebranto en el paisaje sonoro de quien desea disfrutar de la paz del campo, el espanto de la fauna y el acallar el canto de las aves.
Las vainas de los cartuchos, cajas y dem�s envoltorios forman parte de la basura que los cazadores suelen dejar por donde pasan.
Adem�s, el plomo es un metal pesado altamente contaminante que las zonas de caza habituales suele concentrarse y producir el envenenamiento de la fauna. En Espa�a, cada a�o se disparan unos 300 Millones de cartuchos (84.000 Millones de perdigones), (10.500 Tn de plomo) ocasionando la muerte, por plumbismo, de multitud de an�tidas, principalmente. En algunos pa�ses se ha prohibido este tipo de munici�n y se ha sustituido por acero.
Apertura de carreteras y pistas forestales. Desde que la caza se ha convertido en una actividad de esparcimiento de los c�modos habitantes de la ciudad, no se ha hecho m�s que facilitar el r�pido acceso desde estas a los puntos de caza, est�n donde est�n; provocando el arrinconamiento de la vida natural en los puntos m�s inaccesibles.
Construcci�n de vallados. Los titulares de los cotos o las personas que no quieren que se transite por sus tierras, han multiplicado por 10 los tramos de cercados en los �ltimos a�os. Su instalaci�n es precedida por la apertura de una franja en la vegetaci�n de 3 a 8 m de ancho que hace aparecer la erosi�n en la zona al poco tiempo. Supone una ruptura del paisaje, una barrera que impide el paso y la comunicaci�n de los animales silvestres, la causa de muerte de muchos animales por accidente y gran parte de ellos (ciervos, corzos, gamos, muflones, cabras...), son los que precisamente se pretend�an proteger. Al mismo tiempo, el impedir la comunicaci�n, imposibilita el intercambio de genes con los de su misma especie que hay al otro lado de la valla, lo que empobrece la especie y favorece la aparici�n de enfermedades y malformaciones.
Rayas de disparo. Se trata de calvas rectas de unos 30 a 40 m de ancho que se abren en la vegetaci�n para poder disparar a los venados y jabal�es durante las monter�as. Esta es una prueba de la falta de respeto hacia la Naturaleza ya que solo la coincidencia hace que se aprovechen los cortafuegos como rayas de disparo o l�nea de cercado cineg�tico.
Muerte directa de especies. En Espa�a se matan todos los a�os 15 Millones de conejos, (Oryctolagus cuniculus), 12 Millones de aves (5 Millones de perdices y 7 Millones de palomas, an�tidas y zorzales) y 60.000 ejemplares de caza mayor (jabal� (Sus scrofa), ciervo (Cervus elephus), gamo (Dama dama), corzo, rebeco, mufl�n y cabra hisp�nica).
Redes, lazos, trampas, cepos, ligas, fosos, reclamos, armas y horarios prohibidos, son otras formas de matar ampliamente utilizadas a�n siendo ilegales. Mediante estos m�todos mueren, sobre todo animales peque�os o muy peque�os. La ilegalidad de estas acciones impiden una valoraci�n exacta del impacto que producen, en el control de aves migratorias se estima que en los 17 pa�ses del �rea mediterr�nea son cazados unos 300 millones de p�jaros al a�o a los que hay que a�adir el centenar cazado legalmente.
Control de predadores. Seg�n dicen los cazadores: "La 'buena gesti�n' de un coto pasa por controlar todo posible competidor"; y para ello, se utilizan lazos, trampas, venenos (estricnina, 4-amino-pirina, warfarina), etc. La utilizaci�n de venenos est� prohibida en Espa�a desde hace mas de 35 a�os, pero a�n se emplea.
La muerte por estricnina es larga y muy dolorosa y su persistencia en el cuerpo de la victima posibilita que otro animal, carn�voro o necr�fago, lo coma y pueda morir. Y ah� no acaba todo; pues, se ha llegado a detectar en el agua, el suelo y las plantas. Se estima que es la causa de la muerte de 200.000 animales superiores en Espa�a.
Propagaci�n de epidemias. Es cierto que los cazadores no son culpables de la aparici�n, en los conejos, de la mixomatosis y la neumon�a hemorr�gica v�rica (NHV); pero s� de favorecer su propagaci�n. Cualquier enfermedad que aparezca en nuestros campos es rid�cula con la que pueda aparecer en Africa - por poner un ejemplo - pero las enfermedades aparecidas en este continente, rara vez adquieren el rango de epidemia gracias a la labor que los predadores realizan sobre los animales debilitados por los primeros s�ntomas o a la labor de limpieza realizada por los carro�eros. En nuestro pa�s, la persecuci�n a que son sometidos predadores (rapaces, zorros, etc) y carro�eros (buitres, c�rvidos, etc), impide que estos n su los conejos enfermos y muertos proliferan debido a la persecuci�n a que son sometidos nuestros predadores .
Olores. Toda esta suerte de cad�veres abandonados en un monte desprovisto de carro�eros que lo limpien, propician el sustituir los olores a tomillo, romero, pino y otros t�picos de nuestros campos, por el desagradable olor a cad�ver en descomposici�n.
Competencia a la fauna silvestre. En condiciones normales, los animales silvestres tienen grandes dificultades en conseguir alimento para ellos y sus peque�os. La dura competencia ejercida por los cazadores les pone las cosas mucho m�s dif�ciles. Esta competencia; por ejemplo, incrementa en el �ndice de cainismo entre las rapaces. (�Qu� diferencia hay entre matar de un tiro y matar de hambre).
Modificaci�n en el comportamiento de la fauna. Los cazadores realizan una selecci�n a trav�s de la cual, solo sobreviven los espec�menes m�s desconfiados y los que toman mayores precauciones ante la presencia humana y, por lo tanto, al transmitir esta caracter�stica a sus descendientes, cada vez ser� m�s dif�cil disfrutar de la presencia de los animales en la naturaleza, ser� m�s dif�cil la fotograf�a de fauna, el estudio de esta, etc. La ornitolog�a es la rama de la biolog�a que tiene m�s seguidores por ser las aves mucho m�s f�ciles de ver que el resto de los animales; pero, de seguir tecnific�ndose la caza, dentro de poco las aves ser�n tan dif�ciles de ver como cualquier mam�fero.
Introducci�n de especies. El trasiego de especies cineg�ticas ha sido la causa de aut�nticos desastres ecol�gicos, como los derivados de la bien conocida introducci�n de conejos en Australia. En Espa�a hay corzos de Polonia en los Montes de Toledo, arruis del Atlas en Murcia, colines de Virginia en Galicia, perdices griegas en C�diz y codorniz roja japonesa en cualquier parte.
Los da�os afectan a las comunidades vegetales y faun�sticas, por el aumento brusco de las poblaciones que devastan la flora y desplazan a los animales aut�ctonos.
Domesticaci�n de especies cineg�ticas (p�rdida de calidad de las piezas). Esta actividad va en deterioro, incluso, de la propia caza; ya que supone el limitarse a matar animales que acaban de salir de una granja.
Extraido de: http://teleline.terra.es/personal/pacocj/caza.htm
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