ENTREVISTA
A GARY FRANCIONE
Publicado en Vegan Voice
www.animal-lib.org.au/more_interviews/francione
P. Has dicho que el movimiento por los derechos de los animales debe
tener un destino separado y alejado de la reforma bienestarista. ¿Es
justo entonces decir que tu trabajo se centra en la abolición, no
en la reforma?
R. Sí, mi trabajo se ha dirigido hacia el suministro de argumentos
legales y filosóficos en favor de la abolición. La posición
abolicionista defiende que la institución de la propiedad animal es
moralmente injustificable, lo mismo que lo fue la de la propiedad humana o
esclavitud. El abolicionista insiste en que suprimamos la institución
de la propiedad animal y en que no debemos apoyar medidas que supuestamente
hagan la esclavitud animal más “humana”. La posición bienestarista
mantiene que debemos apoyar tales medidas. Algunos bienestaristas demandan
una reforma porque creen que es aceptable que los humanos utilicen a los animales
si lo hacen “humanitariamente”, otros porque creen que una reforma conducirá
finalmente a la abolición.
He formulado dos argumentos básicos en contra de la posición
bienestarista o reforma. El primero es que, como cuestión teórica,
pasa por alto el aspecto moral esencial. Es siempre mejor causar menos dolor
y sufrimiento que más, pero la cuestión real es si se justifica
que los humanos impongamos algún sufrimiento por mínimo que
sea a los animales incidentalmente en nuestro uso de ellos como propiedad.
Los reformistas del S XIX proponían que era mejor que el propietario
golpeara al esclavo cuatro veces a la semana que cinco. Los abolicionistas,
por su parte, que todos los seres humanos tenían al menos el derecho
a no ser propiedad de otro; que ser una propiedad significaba que un humano
no tenía valor excepto el concedido como esclavo por el propietario.
La posición abolicionista sostenía que de cualquier manera estaba
mal golpear a los esclavos porque la institución de la esclavitud era
en si misma moralmente injustificable y no importaba cuán “humanitaria”
se hiciera. El poner un cuarteto de cuerda en el camino a la cámara
de gas -como hicieron los nazis durante el holocausto- podría hacer
las cosas más humanas en cierto sentido, pero eso no cambia nada ¿no
es así?
Mantengo que si los animales son por algo moralmente significativos, debemos
abolir la institución de la propiedad animal. Debemos dejar de criar
y poseer animales domésticos y de usar animales salvajes como medios
para nuestros fines. Mi punto de vista es que debemos abolir la esclavitud
animal y no pedir que se reforme una institución inherentemente inmoral.
La segunda razón por la que rechazo el bienestarismo es porque, en
la práctica, la reforma bienestarista no funciona. Ha habido leyes
para el bienestar animal durante cien años en la mayoría de
los países occidentales que no han hecho gran cosa por reducir su sufrimento,
y ciertamente no han dado como resultado la abolición gradual de ninguna
práctica. Este es un punto muy importante.
Los bienestaristas siempre están hablando de la necesidad de reducir
el sufrimiento. ¿Pero de qué manera las reformas bienestaristas
han reducido el sufrimiento de modo apreciable? Se ha citado recientemente
en un periódico americano a Peter Singer diciendo que el acuerdo con
McDonald´s de dar a las gallinas en batería unos pocos centímetros
más de espacio en las jaulas era el progreso más significativo
para los animales desde que escribió Liberación Animal
en 1975. Veinticinco años de reforma bienestarista y lo mejor que podemos
ofrecer es una jaula en batería más grande. Quizá Peter
lo encuentre impresionante; yo no. Encuentro que es una muy clara indicación
de lo que he venido diciendo desde hace ahora una década -la reforma
bienestarista es inútil. Los bienestaristas también hablan de
reformas que conducirían a la abolición. Nuevamente, ¿dónde
está la prueba? ¿En qué ejemplos ha conducido la regulación
de la explotación a su abolición? Insisto, la reforma bienestarista
no tienen nada que ofrecer.
En cuanto a por qué fracasa el bienestarismo, es algo complicado
y ha sido el tema de un libro entero que he escrito, Rain Without Thunder.The
Ideology of the Animal Rights Movement. Brevemente, la razón tiene
que ver con la condición de propiedad de los animales. Si los animales
son propiedad, entonces no tienen valor más allá del que
sus propietarios acuerden para ellos. La reforma no funciona porque exige
el forzar a los propietarios a valorar su propiedad de forma diferente y a
incurrir en costes para respetar los intereses de esos animales. Nuestro sistema
legal y político está basado en fuertes conceptos de derechos
de la propiedad. Hay una gran resistencia a imponer los costes de cualquier
reforma significativa a los propietarios de animales puesto que disminuiría
el valor de esa propiedad animal. Generalmente hay controversia cuando se
intenta regular el uso de cualquier propiedad, incluso para proteger intereses
humanos; esa resistencia no hace más que intensificarse cuando la
regulación se impone para proteger los intereses de la misma propiedad.
A los dueños de propiedades no les gusta la regulación porque
creen que como propietarios, son las partes más indicadas para juzgar
el valor de su propiedad.
P. Seguramente la línea de demarcación es más fácil
de ver en la teoría social que en un nivel práctico, ¿tendrías
que discrepar de esto?
R. Tengo que decir que no estoy de acuerdo con la distinción teoría/práctica.
Antes de emprender cualquier esfuerzo práctico, debe haber una teoría
que informe a esa acción. En otras palabras, un movimiento social debe
tener una teoría si va a haber cualquier acción. El problema
no es si debemos estar preocupados con la teoría como opuesta a la
acción; sino que la actual teoría no produce una acción
útil. La teoría que informa al moderno movimiento por los animales
es la posición bienestarista de Peter Singer, que mantiene que los
defensores de los animales deben apoyar cualquier medida que “reduzca el sufrimiento”.
Esta teoría ha tenido resultados prácticos desastrosos. Casi
todos los cambios propuestos, como dar unos centímetros más
de espacio a las gallinas en batería, o comer sólo terneras
no estabuladas, pueden ser incluídos entre los que “reducen el sufrimiento”.
La teoría de Singer permite a las multimillonarias organizaciones por
el bienestar animal comparecer con muy moderadas campañas y así
demandar que todos nos aliemos con ellas porque esto “reducirá el sufrimiento”.
La teoría de Singer en realidad anima a los explotadores a poner
las cosas tan horribles como puedan a los animales pues precisamente así
pueden ceder en una menudencia -y por esa razón “reducen el sufrimiento”-
en respuesta a las moderadas campañas de las organizaciones bienestaristas.
Sugiero que necesitamos una nueva teoría para reemplazar la que tenemos
y que, en la práctica, simplemente no vale. No soy poco realista. Reconozco
que incluso si adoptamos una teoría abolicionista, la abolición
no tendrá lugar inmediatamente. El cambio será necesariamente
gradual. Mi opinión es que el fin explícito debe ser la abolición
y que la abolición debe dar forma a ese cambio gradual.
En Rain Without Thunder, explicaba que la forma de actuación más
importante para el cambio gradual es educar al público sobre la necesidad
de la abolición más que el repetir las proposiciones bienestaristas.
En EEUU, nunca ha habido una campaña educativa abolicionista continua
emprendida por el movimiento; al movimiento americano siempre le ha desconcertado
ser “radical”. No queremos desviarnos de la “corriente principal”. Nunca hemos
aceptado que la “corriente principal” está contaminada y adoptar el
desafío de encauzar esa corriente con un mensaje poderoso y radical
sobre la necesidad de la abolición.
Consideremos qué hubiera pasado si el movimiento por los animales
internacional habría tenido una campaña ininterrumpida y unificada
promoviendo el veganismo. Imaginemos qué se podría haber hecho
si una parte significativa de recursos del movimiento mundial se hubieran
destinado a hacer a la gente consciente de por qué no deben comer
productos animales en absoluto. Finalizados cinco años ciertamente
no habríamos logrado el veganismo mundial, pero probablemente habríamos
reducido considerablemente el consumo de productos animales, más que
lo que se ha hecho con estas campañas de “come ternera roja”.
¿Y qué habríamos perdido si hubieramos seguido esa
ruta? Pues bien, Singer pretende que esos pocos centímetros de espacio
en las jaulas es lo mejor que les puede pasar a los animales de granja en
25 años; ciertamente es discutible que el hacer tan pocos como 100
veganos en cinco años “reduciría el sufrimiento” más
que los 5cm más de espacio en las jaulas en 25 años. Entiendo
que una campaña vegana continuada y unificada requeriría que
el movimiento estuviera de acuerdo en que el veganismo debería ser
el principio determinante y que el hecho de que ni siquiera hay acuerdo en
este punto puede ser el problema real. No estoy seguro de que muchos de los
así llamados “animalistas” estén realmente a favor de la abolición
- no si ello significa dejar de utilizar queso en las pizzas o leche en el
café o pescado o huevos y carne “ecológicos”.
P. ¿Qué dirías de la acusación de que eres
profesor de derecho y por consiguiente deberías tener tendencia
a ver las cosas sólo desde el punto de vista del abogado?
R. No tengo absolutamente ninguna ilusión sobre la utilidad del sistema
legal o de los abogados. Al contrario que muchos abogados animalistas, yo
bajo ningún concepto creo que la condición de propiedad de los
animales se corregirá ni siquiera cambiará significativamente
por medio de la ley.
Los casos de negligencias veterinarias, casos de crueldad y casos presentados
para intentar implantar varias disposiciones de proyectos regulatorios bienestaristas
(como el Decreto del Bienestar Animal) son con mucho insignificantes en términos
de reducir el sufrimiento, y no tienen absolutamente ningún efecto
en la condición de propiedad de los animales (aunque tales casos han
creado una pequeña industria en EEUU para muchos abogados por los derechos
de los animales).
La explotación de los no humanos no terminará sin que haya
una revolución del espíritu humano y esto no ocurrirá
sin que haya revolucionarios con visión de futuro que intenten cambiar
el paradigma de la violencia patriarcal al que hemos llegado a acostumbrarnos
y a tolerar.
El trabajo del abogado de los derechos animales no es cambiar el sistema
como abogado, somos parte de un sistema que existe para proteger los intereses
de la propiedad. Nuestro trabajo como abogados es cuidar de que los activistas
sociales no tengan problemas en general y facilitar sus esfuerzos. Bajo mi
punto de vista, un abogado de los derechos animales es un abogado criminal
hoy, ayudando a los activistas acusados de desobediencia civil; administrativo
al día siguiente, ayudando a obtener permisos para manifestaciones
y constitucional al otro, ayudando a los estudiantes que no quieren la vivisección
como parte de su trabajo del curso o a los presos que quieren alimentación
vegana. Pero el abogado siempre sirve y protege al activista. Es el activista,
y no el abogado como abogado, el que ayuda a cambiar el paradigma. La noción
de abogado de los “derechos animales” como el que trabaja para que el sistema
cambie la condición de propiedad de los animales por decisión
de un tribunal de derecho común o la legislación o una enmienda
constitucional, bajo mi punto de vista, es el colmo de la locura.
P. Hay muchos activistas por los animales, sin embargo, que tienen fe
en el sistema legal como un vehículo para el cambio y para una especie
de “justicia” para los animales. Este parece ser el camino que sigue el movimiento
por los derechos de los animales.
R. Estoy de acuerdo contigo y creo que ese proceder es desafortunado. Muchos
tienen demasiada fe en el sistema legal y no reconocen que solamente refleja
la estructura económica de la sociedad, y que la ley refuerza la estructura
de la propiedad existente. Este no es un mero asunto teórico, sino
que muy acertadamente describe la realidad: que un sistema legal que existe
para proteger la propiedad privada no va a ceder mucho ni muy fácilmente
hacia una posición abiertamente antipropiedad. ¿No es esto obvio?
Los activistas por los animales creen -lo mismo que los niños en
Papá Noel- que el sistema legal es una institución
dedicada a algún concepto abstracto de “justicia”. No es así.
La ley es una institución política que existe para servir a
los intereses de hombres ricos y da nada o casi nada a todos los demás.
Anna Charlton que es compañera mía así como una brillante
abogada y educadora de los derechos animales, con frecuencia señala
que el sistema legal nunca responderá de modo diferente a cuestiones
relacionadas con animales a menos que y hasta que haya un cambio social significativo
de manera que haya más gente que acepte la legitimidad de la abolición
-el veganismo- en su vida cotidiana. Sólo entonces el sistema legal
empezará a ser una herramienta útil para la lucha. Hay algunos
abogados por aquí, tales como los que están aliados con el Animal
Legal Defense Fund, que promueven la idea de que es la ley la que estará
al frente del cambio social para los animales, pero toda esa gente se gana
la vida utilizando la ley y no es probable que vaya a decir otra cosa, ¿no
te parece?
P.¿Dónde se encuadraría el veganismo?
R. El veganismo es la cuestión más simple e importante de
este movimiento. Es el principio abolicionista implantado en la propia vida
de cada uno. Cualquiera que mantenga que es un defensor de los “derechos
animales”, pero no sea vegano es como para no tomarle en serio. Muchos defensores
de los animales en EEUU critican mi opinión de que el veganismo debería
ser el principio central del programa de los derechos animales. Declaran que
es “elitista” mantener que hay unas bases morales, como el veganismo. Sin
embargo eso es como decir que es “elitista” rechazar la violación como
un principio básico de un movimiento de derechos de las mujeres. Quizá
su reacción refleja la desafortunada realidad de que muchos de los
así llamados defensores de los “derechos animales” no son vegetarianos
ni mucho menos veganos. Está claro, sin embargo, que si los animales
tienen alguna importancia moral- si no son meramente cosas- no podemos justificar
utilizarlos para alimentarnos. Es más, el veganismo es la única
meta verdaderamente abolicionista que todos podemos lograr- y lo podemos
hacer inmediatamente, empezando con la siguiente comida. Es sencillamente
inconsecuente mantener que se adopta una actitud que admite los derechos
de los animales y no ser vegano.
P. Una debilidad de todas las ideologías incluyendo los derechos
animales, hace necesario creer en soluciones de golpe, en remedios para todo,
que se pueden traducir en última instancia en una pasividad debilitante
cuando se hace frente a la realidad de la situación.
R. No me creo en absoluto ese argumento de la “pasividad”. El problema es
que los activistas se han infantilizado y creen que no pueden hacer nada excepto
a través de grandes grupos. “Activismo” en EEUU se ha convertido en
firmar cheques para monstruos como la Humane Society of the US y PETA, que
se van pareciendo más y más cada día. Muchos “activistas”
creen que las campañas de estas grandes organizaciones constituyen
el “activismo”. Pero estás campañas son siempre bienestaristas
y no hacen nada para ayudar a los animales o para desmantelar el paradigma
de propiedad; estas campañas están pensadas como medios para
recaudar fondos. ¿Cómo el promover el bienestarismo facilita
la pasividad en algún sentido? Si estamos de acuerdo en que las campañas
bienestaristas cambian poco si cambian algo, entonces estamos únicamente
engañándonos a nosotros mismos al continuar apoyando tales medidas.
El dedicarse a campañas bienestaristas no resuelve el problema de
parálisis, sino que garantiza su perpetuación.
Otra vez diré que no creo en una solución “de golpe”. Sé
que es imposible en la práctica. Lo que yo promuevo es un cambio gradual,
pero que está predicado explícitamente con la abolición
no con la regulación. El volvernos veganos es gradual -tiene lugar
de uno en uno- pero es abolicionista. El educar a otros sobre la necesidad
de la abolición es gradual - informamos a la gente de uno en uno- pero
ese cambio gradual es un paso necesario hacia la justicia para los no humanos.
P. ¿Es exacto decir que en lo que insistes es en una revolución
através del sistema de valores completo, no sólo en conseguir
que la ley cambie de modo que tenga en cuenta a algunos no humanos, como los
grandes simios, a los que los humanos consideran “racionalmente” dignos de
valor?
R. El argumento central de mi libro Introduction to Animal Rights: Your
Child or the Dog? es precisamente que la abolición del estado de propiedad
de los animales se sigue de creencias morales que ya declaramos aceptar. Como
explico en el libro, la mayoría de nosotros ya aceptamos que los animales
tienen al menos algún valor moral por lo que estamos de acuerdo en
que tenemos obligaciones morales con los animales y no podemos tenerlas
con las rocas o las plantas. Pero si los animales tienen valor moral, entonces
ya no está justificado que los tratemos como nuestra propiedad y esto
conduce a una conclusión abolicionista; estoy entusiasmado con Introduction
to Animal Rights porque lleva al lector desde una posición que la
mayoría de la gente puede admitir como punto de partida, y muestra
como las ideas que ya aceptamos llevan a conclusiones más radicales
de las que habíamos estado dispuestos a reconocer.
La teoría que articula Introduction to Animal Rights es muy diferente
de la posición de Singer o de Regan. Mi teoría difiere de la
de Singer en que él rechaza los derechos y mantiene que debemos tomar
los intereses de los animales más seriamente, pero que no necesitamos
abolir la explotación animal si los beneficios para los humanos justifican
su continuación. Aunque Regan adopta la teoría de los derechos,
limita los derechos a los mamíferos que han logrado un cierto nivel
de funcionamiento cognitivo. Además, Regan en realidad nunca ha considerado
su teoría de los derechos dirigida al problema de la condición
de propiedad de los animales. Mi punto de vista concede el único derecho
de no ser propiedad a todos los seres sintientes -capaces de sentir dolor-
y no requiere ninguna otra característica cognitiva.
Aunque yo fui uno de los firmantes originales de la Declaración de
Derechos de los Grandes Simios, y fui el primer teórico legal en pedir
derechos por ley para los grandes simios, en el capítulo escrito por
mí “Personalidad, Propiedad y Competencia Legal” del libro “El Proyecto
Gran Simio” , en todo momento he dejado claro que aunque considero “personas”
a los grandes simios, a los perros, ratones o peces también. Me preocupa
mucho que los que sostienen que los grandes simios deben tener derechos, lo
hagan porque son “como nosotros”. Esta posición sugiere que aquellos
no humanos que no son “como nosotros” son de alguna manera “menos” animales.
El problema es de jerarquía. No es acertado promover una nueva jerarquía
-los humanos y los grandes simios sobre los demás animales- en lugar
de humanos sobre los demás animales. Deshagámonos de las jerarquías
por completo. [...]
P. Pensar en los animales como “personas” facilitaría mucho las
cosas para establecer una mejor relación entre humanos y no humanos,
al terminar con esa mentalidad occidental de “nosotros contra ellos”. En Introduction
to Animal Rights, ¿defiendes también que a esas “personas”
se les den derechos similares a los de los ciudadanos, es decir derechos
básicos a tener su territorio, a la seguridad física y a que
su espacio no sea transgredido por la intrusión o el abuso humanos?
R. No, defiendo que los animales deben tener un único derecho: el
de no ser nuestra propiedad. En efecto, indico que una “persona” es cualquier
ser al que se le concede ese único derecho y todos los seres sintientes
deberían ser considerados como “personas”, o como poseedores de ese
único derecho de no ser propiedad. Si aceptamos que los animales lo
tienen, deberíamos estar a favor de abolir la explotación animal
pues nuestro uso de los animales para la alimentación, experimentos,
probar productos, entretenimiento y vestido asume que los animales no son
nada más que propiedad. Si aceptamos que los animales tienen ese único
derecho, deberíamos parar por completo de traer animales domésticos
a la existencia. No estoy interesado en si la vaca debe poder hacer un juicio
contra el granjero, sino en por qué tenemos que tener una vaca.
P. Hay mucha gente que se contenta con trabajar, por poner un ejemplo,
para que se adopten prácticas de matadero humanitarias. ¿Verías
esto, entonces, como una degeneración del criterio del defensor de
los derechos animales?
R. Sí, y por tres razones. La primera, no pienso que semejantes regulaciones
hagan mucho por reducir el sufrimiento. Como otros y yo hemos indicado, las
leyes de “muerte humanitaria” son muy difíciles de hacer cumplir, y
las realidades económicas de la industria cárnica militan en
contra de una minuciosa auto-implantación de estas normas. Y dado los
millones de animales que se matan todos los días, sería imposible
de vigilar para un gobierno. Segunda, creo que tales leyes en realidad aumentarían
el sufrimiento total de los animales porque hacen al público en general
sentirse mejor al comer carne (o con cualquier otro uso de los animales que
se haya regulado para volverlo “humano”). Esta es la “trampa” del bienestar
animal; hasta el punto de que las medidas bienestaristas hacen a la gente
aceptar de mejor grado la explotación animal, en ese caso la explotación
animal aumenta por lo que el sufrimiento total de los animales aumenta, no
disminuye.
Tercera, creo que hacer la matanza más “humana” no debería
ser el objetivo del movimiento por los derechos animales. Siempre habrá
bienestaristas que promoverán cadenas más largas para los esclavos.
Creo que el movimiento por los derechos animales debería estar trabajando
por la abolición de la esclavitud animal.
P. Tu trabajo establece que mientras los animales sean sólo considerados
por su valor de “propiedad”, cualquier bien que salga de esto siempre
se relacionará con un fundamento malo en origen, es decir, bienestarista
¿por qué?
R. Si lo que estás preguntando es si pienso que la condición
de propiedad de los animales es la razón por la que el bienestar animal
es un solemne fracaso, la respuesta es “sí”. El bienestar animal -en
ambos sentidos, como teoría moral y como principio legal- requiere
en parte que “se haga un balance” de los intereses humanos y animales para
determinar si un uso o tratamiento particular de los animales es “necesario”.
Si el interés humano pesa más que el animal, ese uso o tratamiento
se considera necesario, moral y legalmente justificable. Si el interés
animal pesa más que el humano, entonces se considera “innecesario”,
inmoral y legalmente injustificable.
Como primeramente examiné en mi libro de 1995, “Animals, Property
and the Law”, el problema es que como consecuencia de que los animales son
propiedad, de lo que realmente hacemos el balance es del interés de
los propietarios contra el de su propiedad y esto es absurdo. No tiene sentido;
la propiedad tiene sólo el valor que le conceda su dueño. Esta
es precisamente la causa de por qué las leyes que supuestamente regularon
la esclavitud por motivo de la raza en EEUU fallaron completamente en la protección
de los intereses de los esclavos; sencillamente no era posible el hacer un
balance entre los intereses de los esclavos y los de sus propietarios. El
esclavo era una parte de la propiedad, una cosa de las que poseía
el propietario, y sólo tenía el valor que su dueño le
asignaba. De forma similar, puesto que los animales son propiedad, ellos,
también son meramente cosas que poseemos, y sólo tienen el
valor que se acuerde para ellos. Es una cuestión de lógica,
no podemos hacer un balance entre sus intereses y los nuestros, al igual que
no lo podríamos hacer con nuestros coches o relojes.
P. Creo que tienes razón al decir que hoy mucha gente envuelta
en el movimiento por los derechos de los animales piensa que mandar un cheque
o pagar su anualidad de socio es ser parte del movimiento. Es fácil
manipular a la gente para que deje la responsabilidad personal a los “expertos”.
Esto a su vez inculca un fuerte sentido de impotencia en la gente mientras
alimenta en ellos ilusiones de elección y poder individual. ¿Cuál
sería, entonces tu consejo para los activistas por los animales?
R. En primer lugar, yo aconsejaría a todos los defensores de los
animales poner en práctica lo que deberían todos estar predicando:
un veganismo absoluto e intransigente en su propia vida. Me desalienta mucho
el encontrarme con personas a favor de los derechos animales con “estilo propio”
que me dicen que no pueden dejar los helados o el queso o el pescado o el
pollo o el cuero. En efecto, muchos de los así llamados “dirigentes”
del movimiento animal de América no son veganos y algunos ni siquiera
vegetarianos. Eso es inaceptable.
En segundo lugar aconsejaría dejar de mandar dinero a las grandes
organizaciones corporativas animalistas. Debemos afrontarlo: el moderno “movimiento
animal” es más un negocio que un movimiento social. Como dice el abogado
a favor de los derechos animales Lee Hill, es mejor llamarlo la “industria
de los derechos animales”. La mayoría de las grandes organizaciones
nacionales e internacionales están corrompidas por completo. Sus “dirigentes”
son empresarios que reciben enormes salarios. En EEUU muchos de los así
llamados “dirigentes” de la “industria” tienen salarios de más
de $100.000. Y esto no incluye cuentas de gastos y otros ingresos extraordinarios.
Había un destacado “dirigente” en EEUU que se jactaba de no tener salario,
pero lo que no dijo al público era que su organización le pagaba
más de $200.000 al año para sus “gastos personales”.
Tercero, animaría a los defensores de los animales a entender un
principio fundamental: el cambio radical no puede ser impuesto por grandes
organizaciones corporativas. Un cambio significativo y en profundidad sólo
puede venir del trabajo local. Mejor que centrar la atención en fomentar
grandes corporaciones nacionales e internacionales, debemos concentrar nuestra
labor y recursos financieros para efectos locales. Unos deberían educar
a otros sobre la necesidad de un cambio.
P. Henry Spira dijo que las negociaciones constructivas son más
productivas que enfrentamientos continuos. ¿Cómo responderías
a esto?
R. Conocí a Henry Spira bien, pero la realidad es que su teoría
de la “negociación constructiva” es sinónimo de venderse a los
explotadores. Terminó siendo portavoz para la industria cosmética
y atacó a los que demandaban el final de toda experimentación.
En sus últimos años, junto con Singer, defendió “negociaciones
constructivas” con la industria cárnica para conseguir reformas “humanitarias”.
Aunque Henry ha muerto, le habría hecho feliz el saber que las “negociaciones
constructivas” con los explotadores se han convertido en la norma. En 1996,
cuando escribí Rain Without Thunder, cité a Ingrid Newkirk de
PETA criticando a Spira por hacer negociaciones con la industria cosmética.
Y ahora en el 2001 Newkirk y PETA están haciendo negociaciones con
McDonalds. Como probablemente sabes, PETA -con el apoyo de Singer- ha retirado
su boicot a McDonalds después de que el mayor explotador de animales
y del medio ambiente prometiera dar a las gallinas unos pocos centímetros
más de espacio en las jaulas. El elogio que PETA y Singer hicieron
de McDonalds me temo que hará mucho por aumentar el sufrimiento animal
porque el público en general se sentirá mejor comiendo en McDonalds
dado que ahora se identifica con destacados defensores de los animales y como
una empresa que toma el bienestar animal muy en serio. McDonalds ganará
incluso más dinero y venderá incluso más productos animales.
Alguien puede llamar a esto “negociaciones constructivas” con grandes empresas
explotadoras de animales, pero normalmente significa que serán “constructivas”
sólo para la empresa de turno y los que se venden, como Henry Spira
o PETA. Nunca es constructiva para los animales.
P. Has hablado de nuestra “esquizofrenia moral” con relación a
los animles. ¿Podrías describir aquí tus reflexiones
sobre el tema?
R. Con “esquizofrenia moral” quiero describir un fenómeno que existe
a nivel personal y social. El nivel personal lo ilustra el hecho de que muchos
de nosotros vivimos con perros, gatos y otros animales. Los consideramos miembros
de la familia. Sin embargo a la hora de cenar clavamos los tenedores en otros
animales que no son diferentes de los que declaramos miembros de la familia.
Este comportamiento resulta extraño cuando se piensa sobre él.
La manifestación social de la esquizofrenia moral la ilustra el hecho
de que casi todos nosotros estaríamos de acuerdo con la afirmación
de que es moralmente malo imponer “sufrimiento innecesario” a los animales.
Aunque podamos discrepar de lo que significa “sufrimiento necesario”, debemos
estar de acuerdo en que está mal imponer sufrimientos a los animales
para la diversión, placer o conveniencia humanos. Después de
todo, una norma que dice que está mal imponer sufrimientos a los animales
a no ser que lo encontremos placentero y divertido sería una norma
bastante sin sentido. El problema es que el 99,9% de nuestro uso de los animales
no se puede justificar con ninguna otra razón más que la diversión
y conveniencia humanas. Estamos en el 2001; nadie sostiene que necesitamos
comer carne para llevar un estilo de vida óptimo para la salud. En
efecto, un número que va en aumento de médicos mantienen que
el comer carne y productos lácteos va en detrimento de la salud humana.
Y la ganadería es un desastre ecológico. Se necesitan entre
3 y 6 kg de proteína vegetal para producir 1/2 kg de proteína
animal y hacen falta alrededor de 100 veces más agua para producir
1/2 kg de proteína animal que de trigo. La mejor justificación
para comer carne y productos lácteos es que saben bien. La mejor justificación
para los rodeos, circos, zoos, la caza etc. es el entretenimiento.
Resumiendo, la cultura occidental declara tomarse los intereses de los animales
en serio, y todos declaramos aceptar el principio de que imponer sufrimientos
“innecesarios” está mal, pero en realidad les imponemos sufrimientos
y la muerte en situaciones que no se puede decir que supongan “necesidad”
de ninguna clase. A esto es a lo que llamo “esquizofrenia moral”.
P. ¿Cuál es tu opinión sobre la relación
entre los vivisectores y el movimiento por los animales de hoy? Dentro del
contexto de tus teorías, ¿cómo puede esa relación
evolucionar o cambiar?
R. De muchas maneras, hoy hay una relación mucho más estrecha
entre el “movimiento” y los vivisectores porque el primero se ha vuelto mucho
más bienestarista y ya no pide la abolición de estas prácticas.
Por ejemplo, hace unos cuantos meses, el “movimiento” animalista americano
unió sus fuerzas a Jane Goodall (la cual, de paso, se ha convertido
en portavoz a sueldo de una empresa americana de productos lácteos,
Stoneyfield Dairies) para presionar por la aprobación del Decreto
sobre la Mejora de la Salud, Mantenimiento y Protección de los Chimpancés.
Este decreto creará un “santuario” para los chimpancés dirigido
federalmente, pero hay una trampa: los chimpancés se pueden utillizar
para investigaciones adicionales si el gobierno decide que es necesario hacerlo.
Esta ley terrible fue apoyada por todos los principales grupos excepto “Friends
of Animals”. De modo que si yo fuera un vivisector -especialmente en Estados
Unidos- diría que la relación ha mejorado. Después de
todo, los vivisectores tienen de su parte a Jane Goodall, PETA e incluso grupos
“antivivisección” como la National Antivivisection Society.
Por lo que respecta al futuro, creo que estamos en la antesala de nuevos
horrores para los animales como la ingeniería genética, la clonación
y otras tecnologías que prometen grandes beneficios a las empresas.
Desafortunadamente el “movimiento” no está preparado para el
desafío.
P. ¿Qué opinas sobre las motivaciones de los investigadores
médicos?
R. No pretendo saber lo que pasa por la mente de los demás, me interesa
conseguir que la gente deje de oprimir a otros -ya sean “los otros”
animales, mujeres, gente de otro color u otra educación o cualquiera
que sea. Por lo que a mí se refiere no son el vivisector, el peletero
o el carnicero el problema. El problema es una sociedad patriarcal que trata
a los animales (mujeres o gente de color etc) como medios para fines de hombres.
La vivisección no existiría si un número suficiente de
personas rechazara la idea de que es aceptable utilizar animales como medios
para nuestros fines. Los peleteros no existirían si no hubiera demanda
de pieles; no son ellos los que crean la demanda, ellos simplemente satisfacen
una demanda que ya está creada por una sociedad patriarcal que encuentra
atrayente (y apropiado) que las mujeres se vistan con pieles de animales.
Los carniceros existen porque la mayoría piensa que el placer que
se deriva de comer carne justifica la ganadería. Al centrarnos en
el explotador individual, algunas veces perdemos de vista el hecho de que
la explotación animal es sólo un síntoma de un problema
social mayor. El problema no son realmente “ellos”, sino una sociedad que
trata a los animales como propiedad.
P. ¿Podrías proporcionar algunos consejos básicos
que darían forma a tu visión de lo que debería fomentar
el movimiento por los derechos animales?
R. Espero que mis libros y artículos hayan proporcionado algunos
consejos, pero recientemente me pidieron unos defensores de los animales
que articulara una serie de principios que se pudieran utilizar como un breve
manual sobre lo que considero realmente los fundamentos morales del movimiento
por los derechos animales. Son estos:
1. La posición de los derechos animales mantiene que todos
los seres sintientes, humanos o no humanos, tienen un derecho: el derecho
básico a no ser tratados como la propiedad de otros.
2. Nuestro reconocimiento de este único derecho básico significa
que debemos abolir, y no meramente regular, la explotación animal institucionalizada
porque asume que los animales son propiedad de los humanos.
3. Igual que rechazamos el racismo, sexismo etc, rechazamos el especismo.
La especie de un ser sintiente no es más razón para negarle
la protección de este derecho básico que lo es la raza, sexo,
edad u orientación sexual para negar la pertenencia a la comunidad
moral a otros humanos.
4. Reconocemos que la condición de propiedad de los no humanos no
se erradicará de la noche a la mañana, pero apoyaremos sólo
aquellas campañas y posturas que explícitamente fomenten el
programa abolicionista. No apoyaremos posiciones que demanden una supuestamente
“mejor” regulación de la explotación anlmal.
5. Reconocemos el principio de no violencia como el principio que dirige
el movimiento por los derechos animales.
LiberAcción
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