La
Alimentación Ideal
Que recupera, cura y conserva sana la vida
Según el aforismo de
Hipócrates, "el alimento que cura también conserva la
vida"; luego, nos enfermamos por alimentos impropios. La
humanidad -como dice otro sabio- cava la sepultura con sus
propios dientes.
Tan pronto como nos proponemos corregir nuestros malos hábitos
alimenticios, emprendemos la jornada hacia el blanco más ideal a
poder ser alcanzado: la salud.
La vida se sustenta con la vida, o sea, con alimentos vivos,
tales como vienen del laboratorio de la Naturaleza.
La alimentación edénica -primitiva- era constituida de frutas y
verduras crudas. El arte de cocinar los alimentos trajo como
resultado la decadencia física, y las muchas enfermedades se
deben al artificio de la cocina.
Todos los animales eligen sus alimentos específicos en estado
crudo. Así, por ejemplo, vemos los carnívoros que se deleitan
con sus presas bañadas en sangre; los herbívoros como: los
bueyes, elefantes, caballos, etc., se complacen con el verde
pasto de los prados; los granívoros (roedores y muchas aves), se
complacen con las semillas gramíneas crudas; los frugívoros
(simios en general), viven de frutas crudas, hojas verdes,
bulbos, etc.
Grandes naturalistas como: Cuvier, Flourens, Sappey, Darwin y
otros, en base a la anatomía y fisiología comparada,
establecieron la naturaleza frugívora del hombre. ¿Qué sería
si el hombre siguiese esa ley natural, de usar los alimentos
destinados a su uso, como los ofrece la Naturaleza?
Se viviría una existencia más larga, sin las terribles
enfermedades que azotan a las civilizaciones, como ser: la
obesidad, que constituye en nuestros días un verdadero problema,
la tuberculosis, que lejos de manifestarse en los simios que
viven en plena naturaleza, aparece con frecuencia en aquellos que
viven en jaulas; la arteriesclerosis, una enfermedad que deriva
exclusivamente de la nutrición; las várices, que tanto afean y
hacen sufrir a millones de seres humanos, en fin, toda una
cadena, hasta llegar al terrible cáncer, verdadera plaga del
siglo XX, pero plaga que es un tributo caro que pagamos por todas
las transgresiones infringidas contra las leyes de la Naturaleza.
El único remedio para acabar con las enfermedades consiste en
obedecer estrictamente a las leyes de la Naturaleza y en materia
de alimentación, sería volver al crudivorismo edénico.
Hemos heredado de nuestros padres costumbres equivocadas, las
cuales ellos heredaron de nuestros abuelos, y así sucesivamente,
hasta remontar a miles de años. Estas costumbres no pueden ser
desarraigadas de la noche a la mañana pero no por esto debemos
desanimarnos en la lucha para alcanzar el blanco.
Por lo general, establecemos un blanco en nuestra vida y no
siempre lo alcanzamos. Unos llegan más cerca, otros más lejos,
pero todos corren mirando al blanco. Esto también es posible con
el problema en cuestión.
Hemos visto personas viciadas con el hábito de fumar y tomar
alcohol que poco a poco fueron abandonando estos perniciosos
vicios, conscientes que de ellos eran esclavos.
Luego subieron otro escalón, abandonando muchos alimentos
dañinos y malsanos, sustituyéndolos por otros más naturales.
Sorprendidos por los magníficos resultados obtenidos,
desaparecieron así muchas enfermedades, optaron por seguir más
adelante, comprobando que cuanto más nos ajustamos a la ley
natural, mayor será nuestro beneficio personal.
El crudivorismo (hábito de comer los alimentos crudos), aunque
no sea posible en todos los casos y de una manera continuada,
debe ser practicado periódicamente, pues está comprobado que es
el tipo de alimentación vitalizante y reconstituyente indicado
como un medio eficaz en la curación de la mayoría de la
enfermedades.
Como regla general, debemos usar muchos más alimentos crudos y
menos alimentos cocidos. Muchos cocinan todo, pensando tornar
más digestivo al alimento y evitar la contaminación.
- En el primer caso sólo se justifica cuando se trata de
alimentos no asimilables en estado crudo, es decir, cuando el
organismo no puede asimilar los almidones de ciertos alimentos
crudos, como: papas, mandioca, etc., y todos los cereales y
legumbres, alimentos estos que tienen que ser sometidos al
proceso de cocimiento antes de ser ingeridos.
Todas las frutas y una gran parte de las verduras, son siempre
más digestivas en estado crudo y mucho más vitalizantes, puesto
que todos los elementos vitales son destruidos por la cocina.
Un organismo alimentado con alimentos muertos se debilita más y
más, y es esto lo que disminuye su capacidad para digerir los
mismos.
Un organismo así debilitado de elementos vitales, está mucho
más predispuesto al contagio, pues no ofrece resistencia a los
microbios patógenos, cumpliéndose así el axioma de Claude
Bernarde: "El microbio no es nada; el terreno es todo".
- En el segundo caso -contagio- se evitará lavando bien
cualquier fruta o verdura antes de usarla. Además, es un deber
de higiene practicar esta regla. Las frutas son sometidas a
tratamientos con insecticidas y deben ser bien lavadas. Las
verduras son más peligrosas, pues pueden ser abonadas con
ciertos abonos que permitan el contagio de parásitos. Por eso,
toda persona que tiene algunos metros de tierra alrededor de su
casa, puede cultivar las verduras para su uso.
Además de evitarse de esta forma el problema de abonos
comprometedores dudosos es un placer que causa satisfacción el
poder darse la tarea de cultivar uno mismo nuestra quinta. Esto,
sin contar el ahorro de los egresos que casi todos los días la
ama de casa dispende con el verdulero.
Grandes y maravillosas curaciones se han realizado con el
crudivorismo, y como lo dice el Dr. Amílcar de Souza:
"Hemos asistido a verdaderas resurrecciones" con este
método. De este ilustre autor, transcribimos los siguientes
párrafos:
El vegetalismo cocinado es indispensable en la transición; pero
aunque preferido al carnivorismo, tiene también sus desventajas.
Los vegetarianos gozan de mejor salud que los comedores de carne
o pescado, o los que beben té o vino. El que ingiere un alimento
cualquiera, adulterado por la manipulación en que entre el
calor, proporciona auxiliares a la población microbiana
destructora de la constitución de los órganos y aparatos
vitales.
El sabio inglés Dr. Densmoore fue quien lanzó el grito de
alarma contra los vegetarianos haciendo valer la necesidad de la
alimentación cruda, en la que predominen los frutos oleaginosos
de especies varias, como cocos, piñones, almendras, etc.,
especialmente las ensaladas crudas. Fue un éxito en Inglaterra,
donde estos problemas se estudian y se llevan con rigor. Otros
muchos médicos y filósofos han seguido los pasos del Dr.
Densmoore.
La verdadera dieta del hombre se ha encontrado, y la constituye
una combinacrón acertada de tres variedades de frutos: 50 o 100
gramos de nueces sin cascara; de tres a seis manzanas; de tres a
seis naranjas; éstos constituyen una excelente comida. Algunas
horas más tarde puede hacerse otra comida sobria y frugal como
la anotada, "cocinando" con el sol y con los elementos
constituidos necesarios al organismo. Es preciso unir frutos
oleaginosos a los farináceos y a los jugosos. Algunas castañas
de Para, seis plátanos (bananas) y seis naranjas, son lo
suficiente para una de las dos comidas diarias. La dieta natural,
no cocinada, es la última palabra de la bromatología.
El cuerpo humano debe considerarse como un condensador
eléctrico, que es preciso cargar con la influencia del sol, si
así no se hace, las funciones orgánicas se perturban y se
anormalizan. No hay argumentos que neutralicen esta concepción,
y para obtener la carga proveniente de la "batería"
llamada organismo, es indispensable tomar baños de sol y de aire
y comer alimentos sin cocinar.
El que come carne, pescados, huevos, preparados en la cocina,
ingiere una albúmina coagulada. La leche hervida no se separa
del suero ni se coagula, sino que fermenta. Los huevos cocidos no
pueden producir aves. Los frutos cocinados, echados en la tierra,
no germinan. Todos los males del organismo dependen
principalmente del alimento cocinado, de los prejuicios de las
medicinas y de la falta de aire puro y de sol. La culinaria quiso
facilitar la masticación y la digestión, y por eso el hombre
casi no mastica ni digiere, siendo así que si debía almorzar en
una hora, lo hace en quince minutos, dando o un trabajo enorme al
aparato digestivo que, pasadas cinco o seis horas, no ha podido
aún convertir en apta la parte útil de los alimentos
modificados por el calor.
Una hora después de comer, todos los frutívoros (los que comen
frutas) que sepan cumplir sus deberes de masticación, no tienen
nada en sus estómagos. Cinco horas más tarde vuelven a sentir
ganas de comer. ¡Dichoso aquel que, por saber comer, economiza
trabajo a su organismo !
Quien quiera masticar bien, debe considerar que los alimentos
sólo se deben tragar después de reducidos por la masticación a
una pulpa blanda. Para eso tenemos los dientes. ¿Sabemos por
qué motivos se carean los dientes o se caen? Sí; porque
utilizamos con preferencia los alimentos cocinados, sobre todo el
azúcar, que disuelve principalmente el esmalte de los dientes.
En los países que abusan de la pastelería, el café y té
azucarados, los dentistas tienen mucho que hacer. La caída de
los dientes, en gran número de casos, es signo de vejez precoz.
Los frutos pueden rallarse, amasarse y hasta aplastarse, y aun
así es necesario darles las vueltas precisas en la cavidad bucal
con auxilio de las mandíbulas y la cara interna de las encías
antes de dejarlos partir hacia el estómago? en el que están
hasta que emprenden su trayectoria cíclica a través del tubo
digestivo.
Los crudívoros o, mejor dicho, los frugívoros, comen también
hojas de plantas, raíces y tubérculos en ensalada; esos
alimentos medicamentos, que poseen muchas vitaminas, son
excelentes para proporcionar al organismo las sales necesarias
para la vitalización de los nervios, músculos, huesos, etc. Una
ensalada de lechuga con cebolla, aderezada con aceite virgen y
zumo de limón, es un excelente depurativo y un calmante
soberbio. Con el uso continuado de los berros, la lechuga,
cebolla o achicoria, así como también de frutos crudos, algunos
enfermos se curan de mil molestias heredadas o adquiridas.
No es tan difícil como se cree, regenerarnos por la dieta
edénica.
Una persona cualquiera, bien encaminada, puede iniciar este
régimen comiendo una vez lo que dejamos escrito, y en la comida
siguiente, vegetales cocinados al vapor, combinándolos con
ensaladas variadas, café de cebada, pan completo o corteza de
pan vulgar tostada.
No me cabe duda que las personas pudientes no querrán proceder
de este modo, por la razón de que para mucha gente, comer de
todo representa el mayor de los placeres.
"Sin embargo, la dieta de frutas debería constituir la
salvación de la humanidad, porque está exenta de veneno y
modifica la constitución celular, normalizando el organismo y
purificando la sangre corrompida.
Es necesario, para congregar los beneficios de la cura, iniciarla
con lógica y seguirla con lentitud y persistente criterio".
Fragmento del libro "Como
vivir sano" editorial El Renuevo
publicado por la Asociación Interamericana de Biocultura
Dr. José Luis Ignatov
Artículo extraído de:
LiberAcción