¿Todos los días son iguales?

 

Es común escuchar de hermanos que observan el domingo "Todos los días son del Señor. No hay ninguno en especial".

Aunque todos los días tienen la misma cantidad de horas, y en cada uno de ellos debemos manifestar una conducta cristiana, la Biblia señala que existe una diferencia. Al respecto surgen dos argumentos muy poderosos:

1) Dios apartó el séptimo día en la creación. La Biblia no dice "un" día séptimo, sino "él" día séptimo. El artículo definido nos muestra desde ya una diferencia, porque nos limita sólo a un día de la semana: el séptimo. En Isa.58:13,14, Dios lo llama "mi día santo". Ello recalca lo anterior.

Sabiamente el Señor quiso grabar esta lección en la mente de los israelitas mediante una lección que se repetiría durante 40 años: "Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día" (Exodo 16: 4-5). El sexto día era un día de preparación para el sábado. Ello asigna al séptimo día una notoriedad aún más marcada, puesto que para recibir un sábado se requiere una preparación. El sábado es una ocasión especial, y debe tratarse como tal.

2) Además, Dios bendijo y santificó el séptimo día, una vez que hubo terminado su obra creadora (Gén.2:1-3). Ello hizo la naturaleza del sábado notoriamente distinta del resto de los días de la semana, pues no encontramos en la Biblia que Dios haya bendecido o santificado otro día más que el séptimo.

Tal vez, si comprendemos qué significa "bendecir" y qué "santificar" podamos comprender la naturaleza espiritual especial que Dios le asigna a este día.

BENDECIR significa "alabar, celebrar, ensalzar". En este sentido, Dios ensalzó al sábado sobre el resto de los días de la semana.

SANTIFICAR significa "hacer santo, dedicar algo a Dios, apartar algo para un uso sagrado". De modo que Dios anhela un trato especial y sagrado al sábado.

En consecuencia, cuando Dios bendijo y santificó el séptimo día, lo hizo definidamente diferente de los demás días del ciclo semanal. ¿Podemos como cristianos rechazar o despreciar la bendición y santificación que Dios da a su día?

Todos los días son del Señor en el sentido de que en todos ellos debemos mantener una comunión personal con El. La fortaleza espiritual debe aprovisionarse cada día. Pero el sábado va más allá que nuestra relación diaria con Dios. Es el día que el Señor hizo "por causa del hombre" (Mr.2:27), y es a la vez el día del Señor (Mr.2:28). Dios quiere que le dediquemos un tiempo especial dentro de la semana, un día que El determinó en la creación. Quiere que ese día abandonemos nuestras labores comunes de la semana para tener un compañerismo más profundo con El; quiere que descansemos de nuestras obras para reposar espiritualmente en El.

Debemos tener cuidado con eso de que "todos los días son para el Señor, de modo que todos los días son iguales". Esa es una mentira mezclada con verdad. Es prácticamente lo mismo que el diablo le llevó a pensar a Eva (todas las frutas son buenas, porque Dios es bueno y no puede hacer nada malo).

Cuando algunos israelitas fueron a buscar maná el séptimo día, no hallaron, y Jehová les reprochó: "¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?" (Exodo 16: 27-28). Dios fue siempre muy específico al señalar cuál era su verdadero día de reposo, y él espera que nosotros hagamos lo mismo.
Dios nos muestra la diferencia, la cual también existía para los profetas y los apóstoles. De hecho no existe ni un solo versículo bíblico en que algún hombre de Dios denomine al séptimo día de otra manera que no sea "shabbat", que quiere decir "día de reposo".

(DVM)

 


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