Letras
Salvajes Número 9 2005
rita indiana hernández
Selección de Sugar Azúcar (Centro Cultural de España: Santo Domingo, 2003)
DE CÓMO UN BAJO NIVEL DE AZÚCAR EN LA
SANGRE PUEDE RESULTAR PERNICIOSO
Te me estás poniendo, porque era verdad que
se me estaba poniendo, todavía se me pone negrecito a cada rato. Primero me hormiguean una manchitas doradas
como la de los santos en la cabeza y después viene el negro, una maldito
manchón en la cara de que esté en mi cara, cambio y fuera. La primera vez fue como en el 84. Los dominicanos no queríamos cortar caña y
los haitianos estaban muy caros, así que una brigada de famosos pernoctaba en
los ingenios a petición del público para cortarla y uno podía verlos en
televisión todas las noches (y en la televisión era de día y hacía un solazo)
diciendo cosas como tenemos que estar unidos o ahora es que se va a saber quién
es quién. Hasta Vickyana salió con un
jabón de cuaba en una mano y unos colaless camuflageados exhortando a la
población: “vengan a coitaila que el duice e pa todititico.” Inmediatamente un
modelo sueco disfrazado de bracero sudoroso cortaba la caña y unas flechitas
amarillas con letreritos iban señalando uno a uno los nombres de los
movimientos que el machete iba ejecutando, gaga, pri pri, etc. Una semana después un vecino trajo un saco de
azúcar prieta que repartió entre las doñas de la cuadra, casi piedras. Tuvimos que beber mucha limonada marrón para
que por fin apareciera azúcar blanca, “una libra para cada casa,” anunciaron,
el capitalismo más concienzudo del Caribe.
A mí me tocó ir a recoger la nuestra y lo último que recuerdo es el peso
exacto de mi libra y la cara del colmadero diciendo: muchacha, tú sí estás
pálida.
AZÚCAL
te creite azucal
que dique
tú era
que dique que
tú dique era
la gran cosa
gran cosa
con el dulce abajo
de las uñas saltando
de un techo con
la cabeza primero
como
los que quieren ser
dique que
cosa, eh,
personaje
Tú quiere ser personaje
Tú quiere ser azucal
Porque los junki Son
la fama
Se meten
azucal por la nari
Diciendo
“eto no funciona
eto no ta funcionando”
estos cafeteras perros
licenciados ceniceros,
aparatos que no saben lo
que se están metiendo
en la boca
cuando leen
“azucal,
la original”
con la color de hormiga de
pa
que no digan
que dique que
que
alguien
nos está
escuchando
que dique que
hay micrófonos
alguien,
remotos arrecifes alguien
tijereteando
en estos panties
and then
“dedicada para todos esos banana boat
recatos diciéndole ba bay con la manita a
tu novia”
y tú que te creíte que dique que
quería
ser dique señor e mi pastora
zombifílica y cantante
azucal
snorkling el atlántico para verla
para tenerla
para que la novia de alguien pudiera
lamerla
y testificar
Cuando tengo azucal en la lengua la siento
llegando a mi cepillo
que mi hígado a mi cepillo como un pitcher
de mi hígado a mi cepillo
y de ahí a mi cepillo
yo creo que es mercurio.
¿queremos peitenecel, azucal? Comprar tu
periódico local, comernos tus miamis, tus aguacates porcelanicrón. Hacerme un boquete en el aire desde donde se
pueda contemplarte entrando y saliendo Dramamíneo que parecen balcones, dulces
jurásicos de la calle el Conde que te tan entrevistando a ti y a tus African
ancestors todo el tiempo. Y si es verdad
que tus African ancestors at all.
Y si tu papo. Y si te hacía arrodillarte en un guayo porque
él sí era un comunista. Y si ahora
tienes sueños mojados en los que puedes adivinar cada ex presidente
latinoamericano IN ALPHABETICAL ORDER.
OTROS PROCEDIMIENTOS CANIBALÍSTICOS
El robo de la propiedad intelectual de
otras personas, ofrecer protección, poseer un perro, mamar toto, rastrear
evidencia, coleccionar, desenterrar, samplear, mirar hacia allá, mirar en
general, tomar prestado dinero, música, zapatos o cualquier electrodoméstico de
alguien que te está invitando a cenar o que ya te está proporcionando alguna clase
de favor especial como amamantarle tu baby pitbull. Copy/paste, gastar el tiempo de otra
gente. Llevarse el material gastable y
las grapadoras de la oficina a la casa, verschwendung, olvidar nombres y
fechas. Mala memoria en general (mentir, sobrevalorar). La crítica.
Escribir artículos a favor de los bancos de un parque. Tolerar el uso de
términus como arte contemporáneo, arte actual o clase media. Hablar por lo menos tres idiomas sin poder
escribir ni leerlos. Cualquier tipo de
Superstición. Adquirir cámaras digitales
a un maravilloso precio que una vez pertenecieron a turistas. Tener un carro. No saber manejar uno, mediocridad,
improvisar. Tomar fotos, ser un abanico.
Proveer a los que te rodean con sentimientos de culpa. Repartir formularios. La pobreza. Decir que a uno le gusta
algo. Decir este pecan pie es un
milagro. Ser hellen keller o barney. Alegar que el realismo mágico lo inventó un
alemán nazi. Paranoia. Oralidad. Decir
“yo sí lo tengo grande” frente a un cajero automático.
Cuando en la casa con esa
nueva cosa
que acabas de
comprar y poniendo esa nueva
cosa a un lado
cogiendo esa otra cosa
Y empujándola hacia dentro
con tu dedo
mientras pequeños objetos
como insectos
se inclinan
sintiéndose
and then
were all strugrgling artists
tu mano entera está dentro de mi novia
Ahora
Mi mano entera para sacar otro
Avioncito
de adentro de tu novia
y lo vemos volar como dos teachers
de ortografía
lo suficientemente nostálgicos
para alegar que
El azúcar de caña se vendía
Mejor que la coca
en los setentas
y que las estrellas de la salsa
endulzaron sus tacitas con
cocaine
El último slogan de la voracidad hiperreal
de azucal, una contagiosa institución que te invita:
apúntale a las hormigas
(aim at the ants)
Y con ustedes
AZUCAL
Todavía pimpeando mis
Discos de salsa
Pensando que
Ella se volvería
Yo me volvería
Todos nos volveríamos
Lo suficientemente
Dulces para el gusto de
la gente
[ingenios]
La industria azucarera (el ingenio, la
zafra, el cañaveral, el batey) figura en la obra de muchos escritores
caribeños, confirmando el papel protagónico que ésta juega en la historia de la
región. ‘Azucal,” sin embargo, se
sobrepone al ingenio, dejándolo atrás como escenario y siguiendo otras vías,
cruzándose su camino con el de otra dominicana; “Yania Tierra, poema documento”
de la escritora Aída Cartagena Portalatín publicado en 1981. Este poema también se desarrolla alrededor de
una figura cargada de implicaciones históricas y simbólicas; Yania, es la
mujer/tierra dominicana, es “Ella su Tierra/Desposeída.” Yania, la tierra, la
patria, “vomita oro sangre azúcar.” Azucal, el personaje/producto, es ese
vómito de Yania: a la vez su criatura y la causa de su malestar.
“Yania Tierra” incorpora dolorosamente pero
sin vacilaciones la patria dominicana.
Azucal en cambio se pregunta “queremos peitenecel, azucal?” Y ¿qué
significa pertenecer? “comprar tu
periódico local, comernos tus miamis, tus aguacates porcelanicrón.” Se ironizan
por un lado los gestos reductivos a través de los cuales se expresa el
pertenecer, pero por otro lado se sugiere que el pertenecer y la identidad
nacional se producen a través de una serie de gestos ensayados y reconocibles;
el pertenecer preformativo.
Este performance de pertenecer es sin duda
sumamente compulsive, como señala Azucal “te tan entrevistando a ti y a tus
African ancestors todos el tiempo. Y si
es verdad que tus African ancestors at all.” El pasamontañas negro y ceñido con
el que aparece Azucal hiperboliza, por ejemplo, la compulsividad con la cual
concepciones racistas asocian ‘lo negro’ con lo desconocido, lo peligroso y
aterrador, (haciendo también un guiño a tradiciones de resistencia como el
cimarronaje). Azucal se resiste tanto a
discursos que reducen la identidad (sea subjetiva, nacional o caribeña) a un
asunto de ‘sangre’ o a asfixiantes estereotipos, como a un concepto estático de
la patria (socavada ya por la contundente dispersión migratoria).
Azucal se mueve dentro de lo que podría
denominarse ‘economías del deseo’ que consisten en un querer ser, el deseo de
ser “la gran cosa,” pero también deseos e intercambios sexuales que
‘materializan’(consiguen pasaportes, visas y divisas) sacando “avioncitos” de
las novias con las cuales se puede volar.
En esas economías del deseo se hace difícil diferenciar entre deseos que
materializan y lo material creando deseos; “Octavia, Yiderkis, Irisneidis”y/o
“Honda” y “Mitsubishi.”
Aunque Azucal traspasa y trasciende
fronteras esa movilización se queda en los márgenes de la denominada globalización. Los viajes de Azucal no acumulan millas
aéreas, cruza el Atlántico haciendo “snorkeling”(evocando otras precarias e
ilegales embarcaciones). Azucal no
invierte en la bolsa, pero cuenta con los beneficios de ciertos “procedimientos
canibalísticos,” procedimientos parásitos al sistema capitalista.
Rita
Indiana Hernández. Nacida en Santo
Domingo en 1977. Narradora y
performera. Ha publicado los libros de
cuentos Rumiantes (1998) y Ciencia succión (2002); éste último traducido al inglés por
la Kunstenernes Hus de Oslo, Noruega (2003).
Su novela La estrategia de Chochueca fue publicada por la editorial Isla Negra en 2003.