Letras Salvajes                     Número 6                                        2004

 

 

 

Carlos Fong

 

 

 

LOS PLANOS DE LA REALIDAD IDENTITARIA DEL DISCURSO NARRATIVO EN TRES CUENTOS DE  EL OTRO LADO DEL SUEÑO DE PEDRO LUIS PRADOS

 

 

          La invasión a Panamá por el ejército estadounidense, el 20 de diciembre de 1989, fue un acontecimiento decisivo en la historia nacional. Inmediatamente después de esta acción militar, sin precedentes en la historia del istmo centroamericano, sociólogos, filósofos, historiadores y escritores empezaron a producir textos donde analizaban el nefasto hecho. Existe una amplia literatura sobre el tema de la invasión en formatos de libros, revistas, periódicos, informes, documentos, etc, escrita por especialistas, investigadores, escritores y científicos sociales; casi tan amplia como la que se ha escrito en torno al tema canalero.

 

          En el caso especifico de la literatura de ficción con tema de la invasión existe una considerable muestra representativa con nombres como José Franco, Luis Carlos Jiménez Varela, Arístides Martínez Ortega, Dimas Lidio Pitty, Martín Testa Garibaldo, Enrique Chuez, Pedro Rivera, Mario Augusto Rodríguez, Héctor Collado, entre otros. Esto ha provocado que en algunos círculos intelectuales se haya planteado la discusión de si se puede hablar de una “Literatura de Post-invasión” o una “Generación Post-invasión.” Para el filósofo Mario García Hudson el discurso post invasión muestra las siguientes caracterizaciones:

 

          1. Orientar el tema patriótico como acto de reafirmar la identidad           amenazada.

 

          2. Una estética poética con una alta carga de elementos políticos,           lenguaje irónico y existencial de acuerdo a los referentes, y a la           formación literaria de cada escritor.

 

          3. La espiritualidad de la conciencia urbana en la construcción de un     cosmos literario vislumbrando la tragedia en función a alegatos           testimoniales (HUDSON, 2002: 26).

 

          Con su obra El otro lado del sueño (Premio Ricardo Miró, Sección Cuento, 2002), Pedro Luis Prados se suma a la lista de autores de ficción que tratan el tema de la invasión y nos ofrece un enfoque de las consecuencias psicológicas de la guerra sobre la población civil y los militares panameños a través de los personajes y su circunstancia existencial.

 

          Tomando en cuenta algunas de las caracterizaciones y valorizaciones del discurso post-invasión hecho por Mario García Hudson ya citados, pretendemos hacer un análisis de tres de los cuentos de la obra de Pedro Luis Prados: “La noche de las aves,” “La fiesta de Carmina” y “El negocio navideño.”  Asimismo, intentaremos:

 

          1. Examinar el espacio urbano de los personajes con su espacio           psicológico como reafirmación de la realidad.

 

          2. Interpretar el proceso onírico como doble plano de la realidad           identitaria. Identificar el discurso existencial histórico y sus valores           como discurso narrativo.

 

 

Los espacios urbanos como planos de la realidad identitaria

 

          Las primeras acciones militares del aparato militar estadounidense durante la invasión a Panamá en diciembre de 1989 (mal llamada Operación Just Cause) tienen como objetivo principal algunos núcleos urbanos de la ciudad de Panamá y Colón. Para la inteligencia del ejército norteamericano, nueve objetivos son importantes: Fuerte Amador, el Cuartel General de las Fuerzas de Defensa, el Aeropuerto Internacional Omar Torrijos, Fuerte Cimarrón, la base militar de Río Hato, el Cuartel de Tinajita, el Cuartel de Panamá Viejo / aeropuerto Marcos A. Gelabert, la Base Naval de Coco Solo / aeropuerto de France Field y el Centro Penitenciario El Renacer (HUDSON: 30). De todos estos objetivos el Barrio de El Chorrillo es sin lugar a dudas el más afectado de todos ya que allí se encontraba el Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa, blanco principal de la operación. El Chorrillo es uno de los centros urbanos enmarcado en la historia nacional en distintas ocasiones. Es parte de nuestra memoria histórica y de la lucha de clases por la liberación y la conciencia de soberanía:

 

 Durante la época colonial fue sede de huertas y fincas suburbanas y el principal punto de aprovisionamiento de agua para la Ciudad de Panamá, a partir del famoso manantial de El Chorrillo, ubicado al final de lo que hoy conocemos como Ave. B. y del que procede el nombre del barrio (CABRERA, 1991: 33).

 

          Durante la construcción del Canal, El Chorrillo se convierte en un inmenso campamento de casas de maderas las cuales se fueron deteriorando por el hacinamiento y la falta de higiene. El aumento indiscriminado del alquiler por parte del sector de la burguesía provocó las huelgas inquilinarias de 1925 y 1932 en las que participaron los residentes de El Chorrillo; muchas de estas casas aún existían antes de la invasión.

 

          Este barrio también ha quedado registrado en la memoria a través de la literatura: Amelia Denis de Icaza en su memorable poema “Al cerro Ancón” alude a la fuente de agua que da origen a su nombre; Pedro Rivera en Las huellas de mis pasos (Premio Miró, sección cuento, 1993) recrea sus cuentos en el popular barrio; y Enrique Chuez escribe la primera novela con tema de la invasión: Operación Causa Justa (1991), donde nos describe la dramática y espantosa realidad de la agresión militar sobre el barrio; lo que comprueba, para muchos, la intención del ejercito norteamericano de destruir El Chorrillo como parte de su estrategia militar.

 

          El ataque del ejercito estadounidense acabó con el barrio de El Chorrillo. Todas las casas de las calles 25, 26 y 27 fueron destruidas. Un estudio estima que “unas 15,000 personas perdieron sus viviendas en el barrio de El Chorrillo” (D’ ÁVILA, 1991: 55).  En los tres cuentos de El otro lado del sueño que hemos elegido, los espacios urbanos donde se mueven los personajes están ubicados entre las calles 26 y 27. También los cuentos hacen especial énfasis en otros espacios que forman parte de El Chorrillo: El Cuartel Central (destruido completamente y donde hoy se encuentra el Parque Amelia Denis); el Cementerio Amador y la Cárcel Modelo (demolida en 1995 durante el gobierno de Ernesto Pérez Balladares y donde hoy se halla un complejo multifamiliar).

 

          Antes de la invasión el barrio comprendía dos áreas importantes a saber: el área de las casonas de maderas de inquilinato edificadas durante la construcción del Canal y los edificios que pertenecían a las Fuerzas de Defensa donde estaba el Cuartel Central. Un 76% de los habitantes de El Chorrillo vivían en estos caserones de madera; otras familias habitaban en multifamiliares. Estas casas aparecen en el cuento como viviendas comunitarias, muy pintorescas, habitadas por gentes abigarradas y pachangueras, con sus sueños y proyectos. La acción en los cuentos y la mayoría de los acaecimientos ocurridos a los personajes se desenvuelven en estos espacios: calles del barrio, cementerios, las azoteas del Cuartel, etc. Al mismo tiempo, las circunstancias existenciales acaecidas a los personajes, producto de la invasión, en cada uno de los cuentos que veremos, son vividas en estos espacios simultáneamente: es una sola realidad que golpea la vida cotidiana de sus moradores y los distintos planos de su realidad identitaria, como vamos a ver.

 

 

 

 Calle 26: de la festividad a la destrucción y soledad

 

          El cuento “La noche de las aves” es la historia de Calixto, un joven interiorano con muy mala puntería que “había decidido de la noche a la mañana enrolarse en los cuerpos expedicionarios de la Guardia Nacional” (PRADOS: 26). Su falta de puntería es suplida por otras actitudes compensatorias: Es armero. Han pasado 20 años de servicio y Calixto es apenas cabo segundo mientras que sus primos son sargentos de entrenamientos en la selva. Mientras su primos hacen sarcasmo de la mala puntería de Calixto y de su rango, él no ha olvidado el consejo que su abuelo le dijo para alcanzar la buena puntería: “cazar a un Visitaflor bien temprano, extraerle el corazón y comérselo crudo acompañado de las palabras secretas” (PRADOS: 25).  Faltando 5 años para su jubilación, Calixto es trasladado al Cuartel Central en el Chorrillo para hacer refuerzos. Esta es otra circunstancia existencial histórica que no debe pasar desapercibida: Es 19 de diciembre de 1989, vísperas de la invasión, la inteligencia militar panameña sabía del ataque y el Cuartel Central estaba protegido por un mínimo de personal raso (CABRERA: 18). 

 

          Desde la azotea Calixto puede divisar parte de la Bahía, la calzada de Amador y a todo el Barrio de El Chorrillo, principalmente la Calle 26. Son las nueve y cuarenta y cinco de la noche:

 

Desde la ventanilla de la torre veía a un grupo de hombres y mujeres tomando pintas de cerveza y meneándose con música salsa en la esquina de calle veintiséis...(PRADOS: 30).

 

          A las once y cuarenta minutos de la noche Calixto escucha a los salseros de la veintiséis corear: “...Anacaona, india de raza cautiva... Anacaona, de la región primitiva.” (PRADOS: 32)  “...deseó que fueran las doce para que el sargento mandara a alguien con el termo del café” (PRADOS: 32) . Y enseguida: “...un silbido agudo sobrevoló la azotea y una llama azulada se cruzó sobre el cuartel” (PRADOS: 32).

         

          En “La fiesta de Carmina,” un cuento donde la patética realidad de la vida de una mujer de vida alegre es de pronto usurpada por el horror de la guerra, veremos otra escena simultánea. La cantina El Límite, donde Carmina pasa el rato buscando tal vez clientes, está cerrando temprano por la crisis que vive el país. Es una circunstancia histórica que afecta la condición existencial del personaje quien depende de los clientes de la cantina:

 

...la deteriorada economía que obligaba a los empleados públicos a recibir su sueldo en cheques con sumas fraccionadas y desvalorizados por la especulación de los comerciantes y el despido de gran cantidad de trabajadores de la actividad canalera (PRADOS: 43).

         

          Carmina se ve obligada a salir de la cantina deprimida, cansada y semiebria, camina por las calles del El Chorrillo apoyándose en un paraguas, al pasar por la calle 26 se encuentra con un grupo de muchachos que corean: “Anacaona, de la región primitiva” (PRADOS: 45). Luego de recibir una cerveza por uno de los muchachos para que se fuera, sigue su camino hasta el cementerio (pensamos que es el Cementerio Amador por las descripciones que se hacen en la páginas 47-48), “espacio marginal del mundo segregado por los vivos...” (PRADOS: 48), allí se encuentra con unos amigos de ese mundo segregado cuando “sintió el escalofriante ruido de los rayos y cohetes caer directamente sobre sus cabezas...” (PRADOS: 50).

 

          Ahora veamos el siguiente cuento: “El negocio navideño.” Es la historia de Ismael, un joven cuyo oficio es la venta de cosas que consigue como modo de supervivencia en “...ese escenario de miserias y desamparo” (PRADOS: 55). Nuevamente el espacio es la calle 26 de El Chorrillo. La última adquisición de Ismael es un potente AS241: un equipo de stereo con el cual pretende hacer su gran negocio navideño:

 

...pues mucha gente tenía su plata guardada en cooperativas y aún con en cheques fraccionados del gobierno se podía lograr la venta cambiándolos entre los prestamistas hindúes (PRADOS: 56).

 

          Vemos cómo otra vez se hace referencia a la dura situación histórica que viven los personajes como circunstancias existenciales históricas.

 

          Es víspera de navidad e Ismael aprovecha su equipo Sony para instalarlo en la calle 26 donde con sus amigos improvisa una fiesta callejera e intenta llamar la atención de Tania, la chica de sus sueños que vive en una de las casonas de madera de la calle y cuya madre espera para ella un mejor futuro luego que termine la universidad.  Desde allí puede ver la ventana desde donde Tania debe escuchar la música y también divisa la azotea del Cuartel Central “donde percibió la brasa amarillenta de un cigarrillo...” (PRADOS: 60). En el cuento “La noche de las aves” el sargento jefe ordena a los refuerzos de la azotea no fumar (Ver: Pág. 32), obviamente parece que Calixto no obedece esta instrucción, lo más seguro por el alto nivel de nerviosismo que vivían los soldados panameños). Al mismo tiempo, una mujer que camina torpemente apoyándose en un paraguas se acerca a la improvisada fiesta y uno de los muchachos le da una cerveza al tiempo que le hace ademanes para que se vaya. Son las once de la noche, Ismael decide retirase a su casa a dormir.

 

          La calle 26 aparece entonces como un espacio abierto donde reina la tranquilidad, la alegría y que de pronto es violentado por bombas y balas. Es, al mismo tiempo, el espacio donde se confrontan realidades y sueños distintos, pero a los que los une una realidad cotidiana de un barrio popular.

 

 

 

Donde los muertos no descansan.

 

          Otro espacio importante donde se mueven los personajes de estos tres cuentos es el cementerio. En “La noche de las aves” el cementerio aparece como un código simbólico para expresar la experiencia terrible de la guerra y la magnitud del desastre: “...las silenciosas tumbas del cementerio donde los muertos ya estaban hartos del estruendo...” (PRADOS: 18). Más adelante: “... avanzaba a gatas, entre las criptas de mármol y cemento en las que todavía los muertos no salían de su asombro...” (PRADOS: 38).  Esta especie de prosopopeya crea un clima que denuncia la dimensión de la experiencia de guerra de los personajes.

 

          El espacio del cementerio aparece también como una figura de antítesis: es un lugar habitado por los muertos pero que sirve de refugio a los vivos antes, durante y después del ataque. Calixto, luego de derribar un helicóptero, huye del Cuartel con algunos de sus camaradas, y “se dirigieron a través del cementerio hacia el centro de la ciudad” (PRADOS: 38).  Y luego: “...se ocultaron bajo las sombras de los laureles en la salida del cementerio.” (PRADOS: 39).

 

          En “La fiesta de Carmina” la protagonista se refugia también en el cementerio, pero no huyendo de la guerra al inicio, sino como parte de su realidad cotidiana que se verifica de inmediato: los que usan el cementerio como hogar son sus amigos que viven en ese espacio “construido a principios de siglo”, que el “tiempo había atiborrado de tumbas sin orden y similitud”, ataviado con “complejos mausoleos adornados con arcángeles y madonas (...). Bosque funerario de la opulencia y el egocentrismo...” (Prados: 47-48). Pero la tranquilidad de Carmina termina cuando se inicia el ataque y “corrió desesperada tras los otros vagabundo hacia los muros posteriores del cementerio en busca de una salida.” (PRADOS: 50).

 

          Lo mismo ocurre en “El negocio navideño.” Cuando Ismael, en medio del sueño (el tema del sueño lo abordaremos más adelante), es despertado por las bombas las estructuras del cementerio le sirven para refugiarse del ataque:

 

Sin reflexionar sobre las consecuencias se aventuró en una interminable carrera hacia la verja posterior del cementerio y salió a la calle en busca de callejones y zaguanes que le permitieran escurrirse hacia las torres multifamiliares de Calidonia (PRADOS: 65).

         

          Estamos entonces frente a realidades cotidianas de vidas distintas pero ante una realidad común: la invasión, la cual deja en ellos una experiencia psicológica que afecta su condición existencial ya sea de miseria, de supervivencia o de sueños. El Chorrillo una vez más queda enmarcado en la historia como un espacio urbano de conflictos y luchas. En los cuentos de Prados los referentes culturales identitarios: la supervivencia cotidiana, la rumba y el festejo, las metas de ser alguien en la vida, reafirman la realidad y la psiquis del pueblo, en este caso la experiencia de los residentes del barrio frente a la invasión.

 

 

 

Lo onírico como doble plano de la realidad.

 

Con el ojo miro, con la mano lanzo y en corazón lo alcanzo” (PRADOS: 29) repite Calixto, el protagonista de “La noche de las aves, sumergido en un profundo sueño mientras devora el corazón del Visitaflor que mató con un biombo. Se había quedado dormido en la litera, descansando después de recibir ordenes de subir a la azotea. En el sueño la inofensiva ave se convirtió en un “gigantesco pájaro mecánico que a picotazos devoraba hombres y edificios, y del pecho abierto brotaban bombas y explosivos arrasando la tierra.” (PRADOS: 29). Como una premonición este sueño se hará realidad cuando horas después la invasión es un hecho y, en medio de estruendo mortal de las bombas, de los rayos láser y del olor a carne quemada de los cuerpos destrozados de sus camaradas, Calixto logrará llegar hasta la calibre cincuenta, y en medio del temor y el odio, derribará a un helicóptero.

 

          La realidad se confundirá con el plano onírico para Calixto:

 

De pronto el Huey quedó suspendido, inmóvil como un visitaflor en busca de una corola recién abierta (PRADOS: 35)

 

          El personaje vive entre dos planos de la realidad: la del sueño, donde al fin logra matar al ave que le dará la puntería, y la concreta, la de la invasión, que se ve usurpada por la del sueño. La identidad de Calixto se ve bifurcada entre dos planos identitarios: de un lado es el soldado que defiende su nación del enemigo: “...desplazó la mira de la cincuenta hacia el agujero cuadrado al costado del helicóptero.” (PRADOS: 36); del otro lado, es ese campesino supersticioso con un biombo en la mano memorizando las palabras secretas del abuelo: “...percibió la silueta del abuelo con la camisa blanca de mantasucia y las  cutarras desgastadas que murmuraba palabras incomprensibles.” (PRADOS: 37). A medida que el cuento llega a su clímax, la tensión de las dos realidades se funde en la conciencia perturbada del protagonista:

 

Embobado, con las manos temblando y sin poder creerlo, contempló boquiabierto el vuelo impreciso del ave que subía y bajaba, se zarandeaba como piragua en tempestad y buscaba a picotazos la solidez de la tierra (PRADOS: 37).

 

          El lector confirma esta idea cuando el narrador nos vuelve a introducir en la psicología del personaje:

 

El sueño de toda su vida se había realizado, finalmente había cazado su visitaflor, aunque no podría saber nunca dónde guardaba el corazón  (PRADOS: 38).

 

          La identidad del protagonista queda así supeditada a otra realidad y lo experimenta el lector en las últimas frases del cuento cuando Calixto, luego de sobrevivir y ser capturado, es trasladado a un campo de concentración, repite entre dientes: “Con el ojo miro, con la mano lanzo y en corazón lo alcanzo.” (PRADOS: 41).

 

          El proceso onírico vuelve a surgir en el cuento “La fiesta de Carmina.” Al iniciar el ataque, en medio de la confusión, Carmina corre con los vagabundos entre las tumbas del cementerio para salvarse, pero cae golpeándose la frente con el borde de una de las tumbas quedando inconsciente. La realidad para la protagonista en ese momento pasa a otro plano donde su conciencia de identidad es brevemente tocada por un estado de gracia:

 

Atrapada en el lejano submundo de la inconsciencia, recorriendo astrales distancias y perdida en secuencias temporales sin principio ni fin, dejó de preocuparse por las luces suspendidas que horadaban la oscuridad del camposanto (PRADOS: 51).

 

          Pensamos que es un estado de gracia, un instante de transición del subconsciente o del alma, un momento sublime que le permite al personaje vivir un tiempo de felicidad, de pronto mítico, donde la infancia es evocada; hay la sensación de distanciamiento entre la realidad y esta otra realidad donde el mundo es miserable para Carmina quien toca, aunque sea por un breve momento, una luminosidad que le inspira felicidad: “...fue perdiendo paulatinamente el contacto con el mundo. ¡Había llegado la hora de su felicidad!” (PRADOS: 51).

 

          Este estado no dura mucho, pues Carmina despierta y vuelve a su oscura realidad. No comprende ni tampoco acepta el mundo al cual ha sido remitida. Psicológicamente está afectada y cree que ha pasado de un dulce sueño a una pesadilla: “...pensó que aún estaba durmiendo, que el dulce sueño se había convertido de repente en una prolongada y dolorosa pesadilla de la que no podía despertar.” (PRADOS: 52) .  Carmina cobra el conocimiento en la morgue del Santo Tomás, donde había sido trasladada con militares y civiles muertos: “...eran los cuerpos de hombres, mujeres y niños amontonados unos sobre otros en un amasijo de carne y sangre...” (PRADOS: 52).  Aquí hay otra circunstancia existencial histórica vivida por el pueblo panameño a través del personaje: en la madrugada del 20 de diciembre la Radio Nacional trasmitía que había muchos muertos y heridos causados por el ataque (Cabrera, Op cit: 118) y un doctor confirmaba la información. Nuevamente la identidad del personaje, su conciencia, es atrapada entre dos planos distintos de la realidad, pero donde la verdadera realidad, la insoslayable realidad, desgarra la persona psicológicamente:

 

Mientras el mundo de su inconsciencia estaba conformado por edénicos pasajes, el otro mundo, el mundo real había sido sacudido por el horror y la muerte. Su sueño por luminosos pasajes era la cruel paradoja de la encrucijada por la que habían atravesado miles de panameños...” (PRADOS: 52).

 

          Ismael, el personaje de “El negocio navideño,” también manifestará sus deseos a través del sueño los cuales serán afectados por circunstancias existenciales producto de la invasión. Al llegar a su casa Ismael se acuesta en su camastro y duerme. En el sueño Ismael vuelve a la fiesta improvisada que tenían en la calle con la única diferencia que ahora sí está Tania, la chica de sus sueños. Algunas imágenes se repiten: ve a la vieja del paraguas, escucha la música de la india de raza cautiva de la región primitiva, los abultados senos de Rebequita. Ismael, en estado de duermevela, confunde las primeras bombas con los rítmicos repiques de la música (la primera bomba, según el sismógrafo de la Universidad de Panamá, cayó a las 12 h 46 m 43.3 s y durante los primeros 4m cayeron unas 67 bombas (SOLER, 1991: 89). Casi como Carmina, el personaje del cuento anterior, Ismael es atraído hacia un punto luminiscente, pero despierta con los gritos y los bombazos. La realidad vuelve a confundirse con el sueño:

 

...era un espectáculo de pesadilla que Ismael no podía asimilar como parte del concierto de salsa que retumbaba aún en sus oídos. (PRADOS: 63).

 

          Al tomar conciencia de la realidad, lo primero que hace Ismael es tomar su Sony AS241, el cual representa parte de su supervivencia, y se lo echa al hombro. Su realidad también ha sido usurpada: “La realidad, su realidad, había colapsado y se desmoronaba...” (PRADOS: 63). No sabemos el destino de sus amigos ni de Tania que también vivían en las casonas de madera. Sabemos que Ismael sobrevive milagrosamente luego de escapar con el stereo y llegar a los multifamiliares donde vive su hermana: Allí descubre que el aparato tiene un orificio del tamaño del puño de un niño que lo traspasa de un lado a otro. En ese momento el personaje no emite ninguna frase, pero el narrador nos deja saber su condición traumática enseguida:

 

Todo ese recorrido tortuoso e inútil con ese aparato al hombro. El esfuerzo heroico por lograr su salvación de los próximos días. El miedo reprimido entre zaguanes y callejones. La fuga silenciosa con la muerte en los talones. Todo se había reducido a las astillas y el estropajo de alambre inerte en el fondo de la caja (PRADOS: 63).

 

          Pareciera que toda su realidad, sus sueños y sus esperanzas han sido destruidos junto con el aparato, a pesar de que logró salvar la vida. La realidad ya no es la misma y su condición existencial, tampoco: “Con el cuerpo destemplado y con la mente desconectada de toda esa absurda realidad en que se había sumido su vida...” (PRADOS: 66).

 

 

 

El discurso existencial histórico como discurso narrativo

 

          Si atendemos a la definición de narración como “la representación puramente lingüística de la alteración de determinadas personas, situaciones y circunstancias, en el curso del tiempo” (BONATI, 1960: 55), podremos enmarcar el discurso narrativo de Pedro Luis Prados dentro del discurso narrativo de la ficción aunque no está demasiado lejos del discurso narrativo descriptivo que se define como “la representación de aspectos inalterados de las cosas, permanentes, momentáneos o recurrentes, o de hechos sin mayor duración.” (BONATI: 51). Narrar es esencialmente describir las situaciones acaecidas a uno o más individuos, hacer afirmaciones referentes a sus acciones o circunstancias en un tiempo y lugar determinados.

 

          La invasión de 1989 es un hecho concreto acaecido al pueblo panameño. Describirla sería narrar la historia. El discurso narrativo en la obra literaria apela a contar las circunstancias históricas acaecidas a los personajes pero explorando su situación existencial. En este sentido el discurso narrativo de Prados pone ante nuestros ojos el mundo existencial de los individuos en un momento crucial de la historia del país. Desde el plano lingüístico-literario esto es esencial, pues: “La esfera fundamental de la narración es un mundo de individuos” (BONATI: 54). La estructura narrativa que vamos a describir a continuación es apenas un pequeña muestra de la diversidad de referentes culturales, hechos y momentos que encontramos en la obra de Prados y que nos permite tener un soporte para identificar los códigos de un discurso existencial histórico.

 

 

 

Los planos de la realidad y la frase imaginaria narrativa histórica

 

          Para un mejor acercamiento a la obra de Prados utilizaremos la estructura planificada esbozada por Ángel Revilla (REVILLA, 1973:54-56) con la cual nos ayudaremos para desglosar los textos en frases narrativas que expresen las circunstancias existenciales históricas que nos interesa apuntar. La frase narrativa tiene como objetivo referirse a una situación, acción o una circunstancia, de la cual se refiere el hablante (narrador), en torno a individuos concretos (pueden ser cosas) que funcionan como sujetos (personajes) en la oración. Analizamos estas frases desde distintos planos de la realidad: plano espacial, plano temporal, plano local, plano social,  plano onírico, plano identitario.

 

          1. Plano espacial:

 

          El Chorrillo y sus espacios (calles 25 y 26, el Cuartel Central y el Cementerio) es uno de los principales referentes culturales. Se mencionan otros espacios (La Avenida de los Mártires, La Bahía, el Cerro Ancón, la Cárcel Modelo, el Puente de Las Américas, la Calzada de Amador, y otros) pero no pertenecen a la acción principal de los cuentos que estamos estudiando. Estos espacios históricos que pertenecen al barrio de El Chorrillo quedan explícitos como referentes en la obra: “Calixto fue asignado a la vigilancia del Cuartel Central...” (PRADOS: 28) un hecho histórico que ya citamos. “...el ave herida sobrevoló las casas viejas de calle veinticinco...” (PRADOS: 38).  “...se ocultaron bajo las sombras de los laureles en la salida del cementerio.” (PRADOS: 39)  Hay otros espacios, como anotamos, donde la frase imaginativa, aunque expresa una situación histórica, no es parte del conflicto de los personajes: “Desde la otra ventanilla observaba el brillo intermitente de cigarrillos en las celdas superiores de la Cárcel Modelo” (PRADOS: 30).  

 

          En algunos casos la frase narrativa tiene como sujeto a un colectivo: “Como autómatas se arrastraban todas las tardes hasta El Chorrillo...” (PRADOS: 43).   O: “...los sobrevivientes del ataque se dirigieron a través del cementerio...” (PRADOS: 38). Este discurso es el portador de las actitudes de los personajes y pone en evidencia su condición existencial, también su condición social: “...a veces dormía en la trapería de la Avenida Ancón” (PRADOS: 51).

 

          2. Plano temporal:

 

          La invasión se dio a eso de la media noche del 20 de diciembre. Era vísperas de navidad por lo que el Barrio de El Chorrillo ya existía un ambiente festivo y muchas personas, dada la difícil situación económica, buscaban alguna remuneración económica: “Lo más probable era que para el día de navidad tendría un billete en la cartera...” (PRADOS: 57).  La acción de los tres cuentos es casi simultanea y ocurre antes de la media noche. Para algunos de los personajes la noche será larga: “Carmina se acercó a la puerta sin saber claramente qué haría el resto de la noche.” (PRADOS: 44).  Este sentimiento de soledad es mutuo entre algunos personajes y el tiempo es inclemente: “Se preparó para pasar una tediosa noche de vigilia.” (PRADOS: 30).  En algún momento la frase del narrador expresa lo que muchos temían con una invasión: “Tarde o temprano todo sería arrasado.” (PRADOS: 54).

 

          3. Plano local:

 

          Existen distintos signos que expresan el localismo en la obra. Este localismo expresa a su vez el distanciamiento entre distintas realidades. Calixto, por ejemplo, que vigila desde la azotea del Cuartel tiene prohibido fumar, mientras que “...veía a un grupo de hombres y mujeres tomando pintas de cervezas...” (PRADOS: 30).  El localismo y la vida cotidiana nos dan indicios del ambiente antes de la invasión, a pesar del rumor de un inminente ataque en cualquier momento: “...en los últimos días la frecuencia de los clientes había descendido progresivamente y se reducía a un grupo de muchachos que se pasaban la tarde apostando pintas de cerveza en las máquinas de pin ball...” (PRADOS: 44).   El ambiente local de El Chorrillo antes de la invasión se deja ver en frases como “...se encargaron de buscar las cervezas al final de la calle veintisiete, donde vendían unas Hams y Budwisser bien frías...” (PRADOS: 57).

 

          4. Plano social:

 

          A través de las características y actitudes de los personajes es fácil determinar su estrato social. Calixto es un campesino que se enlista en las Fuerzas de Defensas al parecer con la posibilidad de ganarle provecho a sus habilidades de armero, pero después de muchos años de servicio sólo es un cabo segundo. La condición económica de Calixto y la de sus padres no parece buena:

 

Ese día esperaba terminar su turno de la tarde para darse una vuelta y quizá comparar algunas cosas para mandar a la casa, pues los viejos estaban solos y a lo mejor no tendrían nada dispuesto para la navidad... (PRADOS: 28).

 

          Carmina, como ya hemos visto, es una mujer de vida alegre que trabaja en una cantina. Por sus amigos del cementerio notamos que es donde desarrolla su vida social. No tiene plata, el día ha sido duro: “...te compro un buche en cinco reales, es lo único que tengo.” (PRADOS: 49).  Ismael es una especie de vendedor que ha vendido desde pescado hasta marihuana. Lucra de las cosas que consigue y no necesita de un empleo fijo para ser alguien en la vida para probar a la madre de la chica que ama su responsabilidad:

 

...él sí era un tipo de verdad, que le compraría una casa a Tania de esas que estaban construyendo el gobierno en San Miguelito y que tendría un taxi y su negocio de venta de ropa, tal como le había prometido su amigo el Legislador. (PRADOS: 59).

 

          5. Plano onírico:

 

          En el plano onírico encontraremos frases narrativas que comunican al lector un estado anímico que expresa a veces felicidad, paz o alegría, pero de pronto el sueño es usurpado por la realidad de la invasión y esta realidad se convierte en caos: “...se despertó presa de una indescriptible angustia...” (PRADOS: 29).  En otro cuento encontraremos algo similar: “...pensó que aún estaba durmiendo, que el dulce sueño se había convertido de repente en una prolongada y dolorosa pesadilla...” (PRADOS: 52).  Para otros personajes el sueño se mezcla con la realidad sin advertir el peligro inminente: “...Somnoliento no podía precisar si era Eddy [sic]  Palmieri con su trompeta de Vitín Paz...” (PRADOS: 62).

 

          La realidad parece tener niveles de tensión más poderosos entre los que se debate el personaje en algunos pasajes del cuento Las noches de las aves. Ya no es un plano sino dos planos. Es decir, en algunas circunstancias nuestro héroe se encontrará confundido entre dos planos de realidades distintos que se mezclan. Aquí las frases imaginarias son más largas y expresan una situación concreta histórica la cual tenemos en cuenta como un dato acaecido la noche del 20 de diciembre: el derribo de una nave del ejército gringo.

 

Las ligas del biombo se tensaron al máximo y la piedra redondeada asentó su forma sobre el disparador de cuero en dirección a un costado del ave que, vibrátil se suspendía en busca de la nocturna piel de las mieses (PRADOS: 37).

 

 


Las posibilidades existenciales de los personajes en el discurso narrativo.

 

          El discurso narrativo de Pedro Luis Prados en El otro lado del sueño tiene elementos del discurso existencial histórico. Los cuentos de Prados tienen carácter histórico y las situaciones de los personajes se desarrollan en un espacio concreto insertado en una fecha concreta: el 20 de diciembre de 1989. Ya en otra ocasión hemos planteado la discusión sobre el concepto de Milán Kundera en torno a cómo la narrativa aborda acontecimientos específicos de la historia y la manera en que ésta los asume: una, la exploración de la dimensión histórica de la existencia humana; la otra, la que ilustra una situación histórica, que describe una sociedad en un momento dado.  Y estamos de acuerdo con Kundera en que una circunstancia histórica debe ser comprendida y examinada por la ficción como una situación existencial reveladora, algo que no plantea el discurso del historiador que, aunque también es un relato, algo que se cuenta, se dedica únicamente a describir hechos que le pasan a la sociedad, no al individuo y que por lo general se olvidan.

         

          En este sentido, en los cuentos de Prados podemos encontrar una historia que se apoya en un discurso el cual examina las circunstancias históricas acaecidas a un colectivo, la sociedad panameña, el pueblo panameño, el sector de un barrio, pero que, al mismo tiempo, explora cómo esta situación histórica se torna reveladora en la condición existencial de los individuos expresada a través de los personajes. Sus sentimientos, su identidad, su conciencia son examinados, así como las posibilidades existenciales de cada uno.

 

          Cuáles son las posibilidades de Calixo en medio de la invasión. Antes de la invasión Calixto aparece como un personaje anónimo: más de 20 años en las Fuerzas de Defensa sin ningún rango importante. Sin embargo, mediante la acción y los actos de Calixto, desaparece el personaje anónimo; el militar panameño que se parece a cualquier otro subordinado y aparece el héroe que se distingue de todos: aparece el individuo. Un soldado, miembro de un colectivo, pero con individualidad, con familia y sueños. Antes de enlistarse como soldado, Calixto solo cuenta con una habilidad: es armero; pero nada se dice de sus atributos humanos. Uno los descubre en la actitud que asume frente a sus primos que se burlan de él: su yo es reprimido, pero siempre se recupera.

 

          En el momento del combate, Calixto descubre su yo y lo confronta con el otro, el invasor, que también aparece como un ser anónimo en una realidad absurda, defendiendo un proyecto donde cada uno de ellos es un conejo de indias:

 

Comunicados por el túnel de un destino inmediato y absurdo,  a través del cual pudieron descubrir el inútil proyecto que los unía en ese crucial instante y al cual ya no podían renunciar, paladearon el sabor de la muerte en los proyectiles que aún no habían disparado. (PRADOS: 36).

 

          Después de la invasión las posibilidades de Calixto ya no serán las mismas; esto ocurre en cada una de las condiciones existenciales de los otros personajes que aparecen en los cuentos como seres anónimos, marginados, con pocas posibilidades de futuro en una sociedad en crisis y que es sacudida de pronto por una guerra. Uno se pregunta al leer los cuentos: ¿eran felices estos personajes antes de la invasión? Porque después de la invasión sus posibilidades de realización son frustradas del todo.

 

          Carmina. ¿Qué sabemos de ella?, ¿qué datos nos da el autor de este personaje para imaginarnos su estado de animo? Sabemos que trabaja en una cantina, que sus amigos son unos vagos, que duerme en una trapería...con esta información no podemos asegurar que sea feliz. Y que, para el colmo, su vida se ve de pronto asolada por la guerra. ¿Cuál será su destino ahora? En medio de la insensibilidad de un soldado gringo que “miraba el espectáculo sin alterarse” (PRADOS: 53).  Carmina camina entre los cadáveres, como un zombi, sin destino. Carmina también simboliza a esa parte de una colectividad que fue afectada por la invasión: los marginados. Aparece en el cuento como un individuo, como una persona con sus sentimientos y sus sueños que son arrebatados en una noche.

 

          Ismael, que tiene la esperanza de vender el radio y de poner su pequeño negocio de venta de ropa es quizá el personaje con más posibilidades, pero también le son arrebatadas. No sabemos que pasó con Tania, la chica de la cual estaba enamorado y pensaba casarse; la radio, que representa en ese instante el trance de un buen negocio, es arruinado por un proyectil. Mientras descansa del susto en el apartamento de su hermana, su barrio es devorado por las llamas.

         

          Algo en común lo vincula a los otros personajes: sobrevive milagrosamente. Hay otros elementos que relacionan a Calixto, Carmina y a Ismael: no piensan en una voz propia, no hay monólogos, descubrimos sus actitudes y sueños a través del narrador; ya mencionamos que sus acciones se desarrollan en El Chorrillo y que viven una misma situación histórica común.

         

          Algo debe quedarnos claro después de la lectura de estos cuentos: el espacio, el amor, la felicidad, el cementerio, el barrio, la calle, el miedo, el odio, cada una de estas palabras y otras tienen un significado diferente para cada uno de los personajes: cada uno vive una situación histórica que marca en sus vidas una circunstancia existencial reveladora. El discurso narrativo de Prados, aunque algunas veces parece historiar un pasaje negro de nuestra historia, logra examinar una dimensión histórica a través de las acciones de los personajes que experimentan circunstancias existenciales en común y que, a la vez, viven individualmente.

 

          El Otro lado del sueño es un cuentario que contiene nueve cuentos cuyo tema principal es la invasión del ejército de los Estados Unidos de Norte América efectuada a Panamá el 20 de diciembre de 1989. Todos los cuentos están narrados desde la tercera del singular. Nosotros analizamos solo los tres cuentos ya citados.

 

          El título de la obra alude en cierta forma a los sub-temas de los cuentos: el sueño aparece en las historias como un proceso onírico que fricciona con al realidad y donde las posibilidades de los personajes son limitadas por sentimientos de miedo, odio y muerte. Esto nos sugiere que los sueños de los personajes, sus ideales y esperanzas, se frustran con la realidad de una guerra, al mismo tiempo, su circunstancia existencial está supeditada a las acciones que muchas veces están subordinadas a patrones sociales de identidad alienada.

 

          Para un mejor acercamiento a los textos empleamos la estructura planificada esbozada por Angel Revilla (REVILLA, Op. Cit: 54-56) con la cual nos valimos para analizar las historias desde distintos planos de la realidad: plano espacial, plano temporal, plano local, plano social, y el plano onírico. También vimos cómo la frase narrativa imaginaria nos comunica distintos planos de la realidad identitaria de los personajes. Estos personajes están subordinados a una realidad común que es una situación existencial histórica nacional. Como ya anotamos predomina la tercera persona del singular. Creemos que esto no es gratuito: el autor desea tener una mayor comunicación con el lector y para eso usa la omnisciencia.

 

          Queremos dejar también anotado que los cuentos de Pedro Luis Prados se enmarcan dentro de algunas características o tendencias temáticas que Ricardo Segura ha identificado en la cuentística de a partir de la década del 60 y al parecer tienen un seguimiento en las actuales temas y preocupaciones:

 

          1. Reinvidicación de lo cotidiano en un espacio de época.

         

          2. La recreación histórica que rescata acontecimientos estelares de la historia panameña (SEGURA, 1992, comp: 125-126).

 

          Por último, los cuentos de Prados son textos que reúnen atributos de una obra abierta: su lectura obliga al lector a hacer una lectura de la realidad histórica y a cuestionarse los hechos del 20 de diciembre de 1989.  La estructura interna (NAVARRO, 1995: 99) de cada uno de los cuentos presenta una particularidad: de lo pasivo a lo agresivo, los niveles de tensión se incrementan con el final violento en una urbe que se ha estado narrando a sí misma durante la historia.

 

          Creemos no exagerar si decimos que este libro de cuentos con tema de la invasión es el mejor logrado hasta ahora. Desde el punto de vista como aborda y desarrolla cada una de las tramas; en la construcción de personajes verosímiles con una dimensión existencial; en el lenguaje no ampuloso y estéticamente cuidado; y, sobre todo, en el tratamiento histórico del tema que logra alejarse de la mera narración historicista y que ficcionaliza con inteligencia y creatividad.

 


BIBLIOGRAFÍA

 

D’Ávila Méndez, Leonel.    Invasión USA a Panamá: Modelo para no olvidar. Panamá: Fundación Omar Torrijos. 1991.

 

Bonati Martínez, Félix.  La estructura de la obra literaria. Barcelona: Edit. Ariel, 1960.

 

Cabrera Arias, Magela. Chorrillo e invasión: consideraciones críticas y alternativas de reconstrucción en Revista Panameña de Sociología, Panamá: Imprenta Universitaria, 1991.

 

García Hudson, Mario. Conversaciones sobre literatura panameña. Panamá: Camino de cruces: Taller Editorial, 2002.

 

Navarro Durán, Rosa.   La mirada al texto. Barcelona: Edit. Ariel, 1995

 

Prados, Pedro Luis. El otro lado del sueño. Panamá: Edit. Mariano Arosemena, INAC, 2003.

 

Revilla, Argüeso, Ángel.  4 azotes a la mala crítica literaria. Bogotá: Ediciones Guadalupe. 1973.

 

Segura, Ricardo.  Tendencias y Perspectivas del cuento en Panamá 1960-1991, en Intentemos la utopía (comp.). Panamá: Edit. Mariano Arosemena, 1992.

 

Soler, Ricaurte.   La invasión de Estados Unidos a Panamá. Panamá, Siglo Veintiuno Editores, 1991.

 

Victoria González, María.  La invasión a Panamá: Un relato, un testimonio. Panamá: Ríos Editores, 1992.

 

 

Carlos Fong.   Nace en Ciudad de Panamá en 1967.  Miembro fundador de los colectivos de escritores "Umbral" y del Movimiento Juvenil "Avanzada Cultural", este último con sede en La Chorrera. Miembro fundador "Unión SedArte".  Actualmente labora en el Departamento de Letras del Instituto Nacional de Cultura.  Ganador del Premio Nacional de Cuento en 1997 y del Premio Francfort de ensayo, otorgado por la Embajada de Alemania en Panamá en 1995.  Su obra está recogida en las siguientes colecciones antológicas: Intentemos la utopía (1992), El humo y la ceniza: Antología literaria de la invasión de Estados Unidos a Panamá (1993), Antología del humor panameño (1995) y Hasta el sol de mañana (50 cuentistas panameños nacidos a partir de 1949) (1998).  Ha publicado el libro de cuentos Desde el otro lado (2003) y el libro de ensayos Presencia del libro (2003).

 

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