El día
14 de agosto de 1985 estaba de guardia en el tablero central del
despacho Eléctrico de Cargas, el Ing. Bonifacio
Astigueta, quien como era habitual en él, escudriñaba
atentamente y en forma personal todas las complejas señales
luminosas del tablero.
A las
18 y 30 horas, cuando se disponía a retirarse, un auxiliar
llamó su atención sobre el indicador de enganche de
la Línea de Alta Tensión de El Chocón Cerros
Colorados, que titilaba indicando alguna anormalidad. El lng. Astigueta
accionó enseguida el control de fallas de tablero por si
se trataba de una perturbación eléctrica y como la
señal intermitente continuara y en previsión de un
sorpresivo desenganche de la línea, ordenó, por el
circuito telefónico, el estado de alerta de la Central Costanera
Sud y de Salto Grande, preparándose para reemplazar cualquier
falta de corriente de El Chocón.
Cuando
tuvo todo bajo control tomó el teléfono para comunicarse
con el control de la Central de El Chocón y con ojos dilatados
de espanto escuchó la siguiente comunicación:
"Aquí
Comando Suicida El Chocón a nombre del Gobierno Provisional
de los Estados Unidos de la Patagonia comunican a ese despacho de
carga para su retransmisión al Presidente de la Nación
Argentina lo siguiente:"
- En
el día de la fecha nueve comandos suicidas integrados por
ciudadanos patagónicos y bajo instrucciones del Gobierno
Provisional de los Estados Unidos de la Patagonia, presidido por
el Dr. Aníbal Alejandro Garmendia, han tomado posesión
de las Centrales de El Chocón, de Cerros Colorados, (planicie
Banderita y desviador de Man Menuco), de Allicurá, de la
central de Arroyito y de Confluencia, de las plantas compresoras
de gas natural de Loma de La Lata, Pico Truncado y Cerro Cóndor.
En ningún caso se han producido bajas entre el personal
de las plantas ni tampoco entre los comandos de ocupación.
- Cada
comando ha procedido a dinamitar los puntos neurálgicos
de cada central o planta, de modo tal que una detonación
afectará incluso a las instalaciones fijas de los rodetes
de turbinas o moto compresores de gas. Los daños han sido
proyectados para que ninguna instalación pueda ser puesta
nuevamente en funcionamiento antes de tres años y hasta
cinco años, según los casos.
- Cada
comando es autónomo para tomar la decisión de hacer
volar las cargas explosivas, al menor indicio de que el Gobierno
de la Argentina haya dado orden de reunir a los comandos o atacar
las instalaciones, procediendo incluso ante cualquier movimiento
preventivo de tropas, aviones, o cualquier otra acción
de fuerzas armadas o policiales de la República Argentina.
- A
partir de las "0" horas del día de mañana
15 de agosto, correrá un plazo de 48 horas, para que el
Gobierno de la República Argentina reconozca al Gobierno
Provisional de los Estados Unidos de la Patagonia, como legítimos
gobernantes de este país y lo acepte como país asociado
según los términos que se acuerden oportunamente.
- Vencido
el plazo de 48 horas sin que el Gobierno Argentino haya accedido
a la demanda anterior y a iniciar inmediatas negociaciones comenzarán
a reducirse el número de turbinas en operación y
el bombeo de gas, hasta el corte total del fluido eléctrico,
de gas y de petróleo en las 48 horas subsiguientes.
- El
Gobierno Provisional de los Estados Unidos de la Patagonia ha
destacado a Ministros Plenipotenciarios ante los principales países
de la comunidad internacional a efectos de plantear el caso del
dominio colonial argentino sobre la Patagonia y procurar el reconocimiento
del Gobierno provisional instituido.
- Se
reitera que cualquier acto militar o policial iniciado por el
Gobierno de la República Argentina, será considerado
por los comandos como prueba de rechazo de las demandas y consecuentemente
se harán todas las voladuras indicadas.
- En
estas tristes circunstancias recordamos al pueblo amigo de la
Argentina la voluntad de ser libres de todo colonialismo expresada
en declaración de la independencia en Tucumán el
9 de julio de 1816 y denunciamos la actitud prepotente de la dirigencia
porteña que mantuvo hasta hoy un colonialismo denigrante
sobre estos territorios que no tienen otro recurso que imponer
por la violencia lo que le fue negado por la razón y el
patriotismo.
"AQUI
COMANDO SUICIDA DE EL CHOCÓN EN CADENA CON TODA LA RED DE
RADIO Y TELEVISION EN SU
PODER".
Cuando
cesó la transmisión telefónica el lng. Astigueta,
creyéndose víctima de una broma, dijo enojado:
"Che,
Cardini, dejate de joder y decime que está ocurriendo con
la línea!". Por el teléfono se oyó una
voz que dijo: "No soy Cardini, el cual se encuentra bajo custodia
de este comando, pero si Ud. quiere podemos ponerlo en la línea
para que Ud. se percate de que esto va en serio".
Ast igueta
sintió que le corría un sudor frío y tartamudeando
rogó que lo pusieran al habla con Cardini el supervisor de
turno en el tablero de carga de El Chocón. Cardini, con voz
serena y casi sin emoción lo impuso a Astigueta de lo que
había ocurrido, de la toma de la central por un comando suicida,
el dinamitado de las turbinas y de las playas de transformadores,
etc. Cuando terminó le dijo a Astigueta:
"Apurate,
hermano, a trasmitir el mensaje al Presidente porque las papas queman
y esta gente está dispuesta a todo".
Astigueta
corrió al teléfono policial para comunicarse con el
Presidente de Agua y Energía que a esa hora todavía
estaba en su despacho, el cual, enterado del mensaje, puso en duda
la veracidad de toda esa historia que calificó de Rocambolesca
y ordenó a Astigueta que preparara el avión de la
empresa para ir a ver en el lugar lo que estaba ocurriendo.
Por las
dudas lo impuso de la novedad al Presidente de Hidronor. Mientras
tanto y a pesar de su incredulidad se comunicó con el Ministro
de Energía que casi sufre un desmayo al oír la historia
y que a su vez transmitió al Presidente de la Nación
por el teléfono policial, el increíble mensaje recibido
en el despacho de cargas.
El Presidente
Miguel Solanas Alvarez se hizo repetir varias veces el mensaje mientras
las máquinas teleimpresoras sacaban varias copias. Enseguida,
con gran serenidad y después de exclamar "Estos sureños!"...ordenó
convocar al gabinete de Ministros y a los Jefes de los Estados Mayores,
mientras telefoneaba al Ministerio del Interior para conocer si
allí se sabía algo de lo que realmente estaba pasando.
Cual no sería su estupor cuando el Secretario del Ministro,
el cual ya había salido para el despacho del Presidente,
le informaba que se habían recibido cuatro comunicaciones
de los cuatro
Gobiernos de las Provincias Patagónicas manifestando que
en razón de las circunstancias, las cuatro legislaturas y
los propios Gobernadores habían adherido al Gobierno Provisional
de los Estados Unidos de la Patagonia y se solidarizaban con su
actitud, por lo cual se consideraban estados independientes de la
Nación Argentina y autónomos económicamente.
Manifestaban
también su firme decisión de armar al pueblo patagónico
para repeler cualquier agresión. Todos los teléfonos
de la Casa de Gobierno comenzaron a sonar y no se daba abasto para
atender los llamados de las unidades del 5° Ejército
que transmitían al Presidente las novedades ocurridas y requerían
órdenes para proceder. El Presidente Solanas Alvarez gritaba
a voz en cuello: "Por favor! No hagan nada!, todo el mundo
quieto hasta que analicemos la situación! Que venga enseguida
el Jefe del Estado Mayor Conj unto"..., lo que no hubo necesidad
de repetir pues en ese momento ingresaba con rostro descompuesto
al despacho del Presidente y lo incriminaba: "Sr. Presidente,
este es el resultado de su política, ahora tenemos a Chile
sobre nosotros a la altura del Río Colorado, dígame
ahora que hacemos?". "Por favor General no dramatice las
cosas. Espere un momento, tal vez podamos dominar la situación
mucho más fácilmente de lo que Ud. se imagina. Déjenos
a los políticos decidir sobre el particular". Y volviéndose
a su Edecán le pidió que conectara la televisión.
En la pantalla apareció un locutor que con cara de sorpresa
leía comunicados recibidos desde la Patagonia originados
en la Agencia de Noticias Los Andes, entidad privada al servicio
del Gobierno Provisional de los Estados Unidos de la
Patagonia. El locutor no sabía que decir ni comentar. Todo
le parecía absurdo, pero esos mensajes estaban saliendo del
teletipo y no había duda posible de que alguien los estaba
emitiendo. En un momento determinado el locutor dió cuenta
de la declaración de Independencia hecha por los cuatro gobiernos
patagónicos y de un comentario que procedía de Comodoro
Rivadavia, donde la población se había volcado a las
calles celebrando la Independencia y pidiendo armas para combatir
a los porteños.
También
había intercepción de despachos del Gobierno de las
cuatro ex-provincias argentinas a las provincias del Norte y de
Cuyo pidiendo se adhirieran a la causa patagónica y presionaran
al Gobierno de la Casa Rosada a proceder al reconocimiento de los
Estados Unidos de la Patagonia. Todo empezó a convertirse
en un pandemónium, pues los embajadores de los países
extranjeros comenzaron a abrumar a la Cancillería para que
explicara la situación. El Canciller se refugió en
la Presidencia y hacía contestar que más tarde se
daría un comunicado oficial al respecto.
El Comando
de aviación hizo suspender todos los vuelos a la Patagonia,
pero no pudo impedir que los aviones que estaban haciendo escala
en aeropuertos patagónicos fueran incautados por los gobiernos
locales o puestos a disposición del Gobierno Provisional.
En Caleta Córdoba y en Caleta Olivia, los obreros resolvieron
no cargar petróleo en los barcos que esperaban mar afuera
para llevarlo a San Lorenzo y a Bahía Blanca.
Entre
tanto iban llegando los ministros a la Casa de Gobierno y cuando
ya era imposible poner orden, logró el Presidente hacer sentar
a los que pudo, mientras otros asistieron de pié a la reunión
ministerial más absurda de la Historia Argentina.
La exposición
del Secretario de Energía fue contundente, sin gas y sin
petróleo era imposible prestar los servicios en la Capital
y en el Gran Litoral. Reforzando los suministros del Norte y pidiendo
desvío de buques petroleros a las empresas extranjeras, no
podía impedirse la paralización total de la vida de
la ciudad. Las usinas eléctricas sin gas ni petróleo
y sin el
flujo de electricidad de El Chocón, apenas podían
mantener los servicios de algunas oficinas de Gobierno y uno que
otro hospital. Había que desalojar inmediatamente la población
civil de los centros urbanos, donde no se podían accionar
bombas para abastecer de agua a los edificios elevados. Los fluidos
cloacales se atascarían en toda la red domiciliaria. Por
supuesto todos los transportes pararían. Las propias Fuerzas
Armadas no tendrían combustible suficiente para una acción
de envergadura. La situación no podía ser más
tremenda y angustiante.
El Presidente
con cara empalidecida por la rabia y por la emoción, preguntó
qué ocurriría si los comandos suicidas hacían
las voladuras que habían anunciado. El Secretario de Energía
contestó simplemente: "Mejor ni pensarlo Sr. Presidente,
sería el caos y por varios años no podríamos
reparar los daños en medio de trastornos tremendos".
La cabeza del
Presidente giró lentamente hacia el Jefe del Estado Mayor
Conjunto y el Secretario de Defensa que estaban sentados juntos
a su lado. No fue necesario ninguna pregunta. El General Díaz
Usandivaras dijo con tono ciertamente dramático:
"Sr.
Presidente, parlamente con el dicho Presidente de ese Gobierno Provisional".
Un murmullo de asombro se extendió en el salón y después
fue el gran loquero. Todo el mundo hablaba y salían a luz
reproches de todo tipo. "¿Porqué no arreglaste
lo de las regalías?" Le enrostraban al Secretario de
Energía. El Presidente apartó al Ministro del Interior
y le dió instrucciones para que utilizando la misma línea
telefónica de El Chocón comunicara al Dr.Aníbal
Alejandro Garmendia
que estaba dispuesto a conferenciar con él en el lugar y
hora que indicase en la seguridad de que ambos encontrarían
una solución al conflicto planteado.
La transmisión
se hizo inmediatamente y casi enseguida se recibió la respuesta:
Antes
de cualquier parlamento era imprescindible que se hiciera oficialmente
y por medio del Congreso la declaración de
que los Estados Unidos de la Patagonia eran una Nación libre
e independiente de la Nación Argentina y solamente asociada
en el mantenimiento de una estructura económica, social y
política que se mantuviera dentro de las tradiciones argentinas.
Veinticuat ro horas para contestar por sí o por no.
Las siguientes
diez horas fueron empleadas en convocar al Congreso, hacer la declaración
solicitada en medio de una escandalosa sesión parlamentaria
en que los diputados y senadores por las Provincias Patagónicas
fueron objeto de toda clase de agresiones y se vieron en la necesidad
de retirarse del recinto.
Antes
de retirarse el diputado por Neuquén, Dr.Eleuterio Cardozo,
pudo hacerse escuchar en medio del griterío general: "No
queremos seguir siendo los "kelpers" de los argentinos".
Por su parte el Senador Llanqueleo de Chubut pudo expresar algunos
conceptos que se rescataban en medio de los denuestos de que era
objeto: "Inglaterra trató mejor a sus colonias que la
Argentina a la Patagonia !..." y otras como:
"Por
mucho menos de lo sufrido por la Patagonia, las colonias americanas
se independizaron de Inglaterra!..."
Finalmente,
después de la declaración del Congreso, el Presidente
argent ino fue citado para concurrir a una reunión con el
Presidente Patagónico en un lugar desértico de la
Provincia del Chubut , cerca de Collan Conhué, sitio histórico
donde las últimas tribus patagónicas habían
sido derrotadas por el Ejército argentino. Allí se
había levantado una instalación precaria para la reunión
de los integrantes de los dos Gobiernos. El Presidente patagónico
saludó con gesto severo pero no agresivo al Presidente argentino
y hechas las presentaciones de sus comitivas, ambos se introdujeron
en una carpa de campaña donde una mesa sencilla con dos tazas
de café ya servidas los acogía para la magna ceremonia.
"Sr.
Presidente, comenzó diciendo el Presidente Provisional de
la Patagonia, lamento que hayamos tenido que recurrir a estos medios
para hacer valer nuestros derechos". El Presidente argentino
Solanas Alvarez contestó que lo lamentaba mucho más
en cuanto se trataba de un acto suicida y que no podía durar
más que el tiempo necesario para retomar el dominio de la
región pretendidamente independizada, por todos los medios
que la Nación Argentina podía disponer levantando
ejércitos numerosos como lo hiciera en la gesta de la Independencia
de España. "No olvide Señor que la Argentina
supo oponerse y vencer a las naciones más poderosas de entonces".
El Presidente patagónico, Dr. Aníbal Alejandro Garmendia,
después de escucharlo y tras un breve silencio manifestó:
"Señor Presidente, no me considerará Ud. tan
tonto como para meterme en este asunto tan grave sin haber tomado
las debidas precauciones y previsto sus eventuales consecuencias.
Tampoco debe Ud. considerarme un traidor a la Patria si le manifiesto
que así como la Nación argentina buscó aliados
en su guerra de la independencia, los Estados Unidos de la Patagonia,
pueden hacerlo comenzando por sus dos más próximos
vecinos: Chile e Inglaterra. O Ud. se olvida Sr. Presidente que
Inglaterra está a 450 kilómetros de la costa Patagónica
con una formidable base militar?"
"No
puedo creer que Ud. haya llegado a este grado de humillación!",
contestó fuera de sí y a los gritos el Presidente
argentino, "como para pedir ayuda a los tradicionales enemigos
de la Argentina". "Perdón, Sr.Presidente, yo no
necesitaré pedir ayuda alguna, ni la he pedido, ni la pienso
pedir. Sólo me he limitado a plantear a las naciones más
importantes del mundo el reconocimiento de mi gobierno".
"En
ese sentido, Chile e Inglaterra estoy seguro de que serán
los primeros en hacerlo. Y como Ud. Sr.Presidente es de la Provincia
de Buenos Aires, le recuerdo que me apoyo en antecedentes muy valiosos
y que Ud. conoce muy bien, por ser oriundo de una provincia argentina
que pidió el reconocimiento de las Naciones Europeas y de
Estados Unidos como Estado libre e independiente de la Confederación
Argentina en 1853. Aquí no hay más traición
a la Patria que la que cometieron quienes ignoraron los derechos
de los patagónicos y los mantuvieron en la más infame
dependencia colonial.
Sr. Presidente,
los minutos son valiosos. Ud. debe decirme si acepta o no confirmar
en todo la declaración de su Congreso y para comenzar a negociar
libremente y como dos Estados soberanos las condiciones en que vamos
a iniciar
este nuevo tramo de nuestra vida política, asociando nuestros
intereses en el respeto mutuo de nuestros derechos".
El Presidente
argentino sólo atinó a agregar: "Evidentemente
Ud. me chantajea y lamentablemente no puedo escapar al chantaje.
En Buenos Aires no nos dimos cuenta de que estábamos armando
una bomba de tiempo con estas obras de El Chocón y esta historia
del gas y del petróleo. Tendríamos que haberlos tratado
realmente como colonos y puesto una fuerza armada al lado de cada
dique y cada gasoducto u oleoducto. Pero ahora Ud. me tiene en sus
manos. Pero dígame sinceramente ¿ es cierto que Chile
y Gran Bretaña reconocerán a su gobierno?". "Vea
Sr. Presidente...", contestó el Presidente patagónico,
"...no sólo que lo harán inmediatamente, sino
que harán declaraciones manifestando que toda agresión
hecha a los Estados Unidos de la Patagonia será considerada
un acto de guerra contra sus propios países y si sus servicios
de inteligencia, Sr. Presidente, funcionaran correctamente, habría
sabido antes de salir para aquí que ambos países han
dado orden de movilizar todas sus fuerzas armadas. Pero hay algo
que seguramente a Ud. lo compensará de éstas cosas
tan desagradables. Gran Bretaña entregará las islas
Malvinas, Sandwiches y Georgias del Sur a la soberanía de
los Estados Unidos de la Patagonia y formalizará con nosotros
un tratado de paz que lleva implícita nuestra participación
con todos nuestros productos en el mercado inglés y de sus
dominios a cambio de la preservación de los intereses británicos
que sean afectados por el cambio de soberanía. Chile, por
su parte, nos integrará el dominio de las tres islas del
Beagle".
"Nos
queda Brasil!", exclamó el Presidente argentino. "...Se
opondrá al dominio de los mares del Sud por una nación
extranjera. Se unirá a nosotros. Lo mismo Paraguay, Venezuela,
Perú y Colombia".
Con mucha
calma el Presidente patagónico le alcanzó un télex
que decía: "Itamaraty ha informado confidencialmente
a nuestro enviado que está emitiendo un comunicado al Gobierno
Argentino advírtiéndole que cualquier acción
armada contra los Estados Unidos de la Patagonia será considerada
como el rompimiento del necesario equilibrio en los mares del Sud
y obligará al Brasil a movilizarse sobre la frontera argentina
y uruguaya".
El Presidente
argentino, bajó sus brazos. Se tomó la cabeza entre
las manos y dijo: "qué desastre!, Qué ciegos
hemos estado!, Malditos porteños!". Cuando los dos Presidentes
salieron de la carpa y se unieron a sus acompañantes el viento
patagónico soplaba con toda intensidad sobre el inmenso erial.
Las caras mostraban las distintas emociones. No había evidentemente
triunfadores, más bien un sentimiento de amargura predominaba
en todos y alguna lágrima de rabia se escapaba de los ojos
de muchos de un lado y de otro de los que ayer hermanos, hoy estaban
divididos por una frontera que había levantado con el tiempo
la desidia de los gobernantes porteños.
Así
se perdió la Patagonia para la Nación Argentina.
Por su
parte los Estados Unidos de la Patagonia progresaron a ritmo inusitado.
Vendiendo petróleo, gas e hidroelectricidad a la Argentina,
aún a precios inferiores a los del mercado mundial, ingresaban
anualmente miles de millones de dólares de divisas que se
utilizaban para el desarrollo de su infraestructura. Los valles
de los ríos y la precordillera fueron irrigados y explotados
para exportaciones agropecuarias y agroindustriales al exterior
y un contingente enorme de inmigrantes se fue radicando libremente
en una República que echando por la borda el estatismo porteño,
se apoyó en la empresa
privada para afirmar su desarrollo. En sólo diez años
la población patagónica se triplicó con los
inmigrantes y en toda la región lacustre y fluvial de la
cordillera, centros de turismo de renombre mundial atraían
millares de turistas anuales que reforzaban el muy favorable balance
de pagos de la flamante nación.
Industrias
electrointensivas y petroquímicas se instalaron para aprovechar
los recursos energéticos disponibles a bajo costo. La exportación
industrial supero largamente a las exportaciones agropecuarias.
La moneda
en circulación fue el Patagón, con garantía
oro y convertible lo cual surgió de una negociación
con las principales naciones del mudo que aceptaron pagar en oro
sus compras durante cinco años para formar dicha reserva
áurea. La inflación desapareció instantáneamente.
Por supuesto
los Estados Unidos de la Patagonia no tuvieron ejército,
ni marina, ni aeronáutica. Apenas una fuerza policial. Estaba
defendida por todos contra todos.
En poco
tiempo los Estados Unidos de la Patagonia, sobrepasaron a la Argentina
prácticamente en todo, excepto en la producción agropecuaria
que siguió siendo la única base de la Argentina que
no supo reconocer en la Patagonia su verdadero destino.
|