Durante
el trienio 1767-1769 las Malvinas fueron ocupadas simultáneamente
por los españoles y los ingleses, estos últimos
instalados en el asiento fundado en la pequeña Isla Saunders.
Ambas poblaciones distaban entre sí unas 180 leguas; no
obstante España consideró la ocupación inglesa
como un agravio.
España
había recibido, por cesión de Francia, lo que le
correspondía. Port Saint-Louis fué cambiado de nombre,
y se llamó, en adelante, Puerto Soledad. De inmediato instalóse
allí una guarnición española y las islas
pasaron a considerarse una dependencia ahora efectiva del gobierno
de Buenos Aires. En adelante, ya el asunto no debió admitir
discusión, pues, España no abandonó las Malvinas
hasta que, de hecho, las recibió su heredera, es decir
nuestra joven nación. Durante todo el período que
corre de 1767 a 1810, las costas de la Patagonia, la Tierra del
Fuego y las Malvinas estuvieron colonizadas bajo la protección
del virrey que tenía su asiento en Buenos Aires, más
un gobernador residente en las islas.
El
primero de ellos fue el Capitán de Fragata de la Real Armada
D. Felipe Ruiz Puente, con dependencia del Gobernador y Capitán
General de Buenos Aires. El flamante gobernador hispano viajaría
con las Fragatas "Liebre" y "Esmeralda" y
seria acompañado desde Montevideo por la Fragata "La
Boudeuse" con Bougainville.
El
2 de Abril de 1767, el ya Capitán de Navío Felipe
Ruiz Puente tomaba solemne posesión de la colonia francesa
de Puerto Saint Louis. Un año después la población
se denominó Puerto de Nuestra Señora de la Soledad,
al ser entronizada una imagen de la Virgen María con esa
advocación. A partir de la instalación española,
todos los años se realizaba en los meses de verano el aprovisionamiento
de la colonia. Se lo efectuaba desde Montevideo con una o dos
fragatas de guerra al principio y luego con corbetas y aún
con bergantines, acompañados de una o varias embarcaciones
menores de carga y transporte de animales, víveres, pertrechos,
etc.
El
28 de Noviembre de 1769, se produjo en el Estrecho de San Carlos
el encuentro de una nave española salida en exploración
de Puerto Soledad, con otra inglesa procedente de Puerto Egmont.
A partir de entonces, los españoles tuvieron la certeza
de la presencia inglesa en las islas, aunque no sabían
dónde. Siguiendo ordenes de la Corona Española,
el Gobernador de Buenos Aires Francisco Bucarelli y Uruzúa,
daba ordenes terminantes al Capitán de Navío Juan
Ignacio Madariaga, el 26 de Marzo de 1770, para que encontrara
y expulsara a los ingleses de Malvinas.
Primeramente
se envió de exploración a una fragata al mando del
Capitán de Fragata Fernando Rubacalva para que constatara
la Ocupación Inglesa, el cual encontró la población
inglesa y el Puerto Egmont y regresó informando que sólo
una nave inglesa se encontraba en ese puerto. Posteriormente,
dicho establecimiento sería desocupado. A partir de entonces
desapareció esa quita de soberanía que significaba
Puerto Egmont. Los ingleses no volverían sino varias décadas
después, invocando derechos que nunca tuvieron y que sólo
habían adquirido por una ocupación ilegal y momentánea.
Las
islas eran de España. Esta nación ocupó las
Malvinas el día 2 de Abril de 1767 y desde 1774, con la
evacuación inglesa, la bandera española en Puerto
Soledad era la única expresión de soberanía
en las islas. España quedó como única dueña
hasta el 13 de Febrero de 1811, oportunidad en que las abandona,
dando paso a que la Argentina poseyera dichos territorios por
el principio de "uti possidentis juris de 1810".
Desde
1767 hasta 1811, repetimos, España dominó en las
Malvinas, donde actuaron 20 gobernadores. Todos fueron marinos,
excepto el segundo de ellos que pertenecía al Ejército
y fue Domingo de Chauri.
En
el puerto de Montevideo se preparaba anualmente la expedición
compuesta por una o más naves para efectuar los relevos
y reaprovisionamiento. Los viajes duraban de veinte a treinta
y cinco días, o aún más, debido a los frecuentes
temporales. Con la creación del Virreinato del Río
de la Plata se fortificó toda la región del Sur
de América, en peligro por las ambiciones portuguesas e
inglesas.
El
9 de Agosto de 1776 se creó el Apostadero de Montevideo
y allí debía haber una fragata de guerra preparándose
para relevar a otra unidad similar que cumplía permanencia
en Malvinas. A medida que transcurría el tiempo y se acentuaba
una segunda decadencia naval hispana, las fragatas fueron reemplazadas
por corbetas y más tarde éstas lo fueron por bergantines
y aún sumacas.
Los
gobernadores de las islas recibían órdenes de inspeccionar
anualmente Puerto Egmont, para verificar que los ingleses no se
hubieran vuelto a establecer en aquel lugar. En realidad siempre
se encontraban en las islas y bahías, loberos y balleneros
ingleses y también norteamericanos, empeñados en
la depredación de la fauna en costas y puertos malvineros.
La isla fue un presidio español y siempre hubo una treintena
o más de presos en la mayor parte de la época española.
En el periodo del gobernador Altolaguirre (1781 - 1783) los presidiarios
eran más de 40; muchos de ellos eran criollos del campo
y realizaban las faenas que se efectuaban con el ganado vacuno
y caballar.
El
Capitán Gil y Lemos prosiguió su carrera en España
alcanzando el grado de Teniente General de Marina y además
fue Virrey del Perú. En 1805 fue nombrado Secretario de
Estado Interino de Marina y ascendido a Capitán General
(Almirante), siendo confirmado como Ministro en 1806. Falleció
en 1809.
Junto
con los relevos de gobernadores solían venir los de los
dos capellanes hasta ahora franciscanos. Las inspecciones de Puerto
Egmont continuaron y se realizó un censo de ganado resultando
un total de 395 cabezas de vacunos que pastaban en corrales o
en las cercanías de Puerto Soledad.
En
1780 se creó en Malvinas el presidio. La plana mayor, la
tropa, la marinería y los presidiaron constituían
la dotación de Malvinas. Naves de abastecimiento, bergantines
o fragatas mercantes venían anualmente en el verano con
relevo y pertrechos.
Los
gobernadores de Malvinas eran distinguidos oficiales que luego
seguían en años posteriores brillantes carreras.
Si bien costaba un precio elevado al Virreinato mantener Puerto
Soledad, lo cierto es que se afianzaba la soberanía española
insular.
La
población civil había sido evacuada, ya no existían
familias francesas ni personal civil colonizador. En la biblioteca
de los padres franciscanos o mercedarios había 17 libros
entre "predicables y morales" y el ganado crecía
semi-libre o en corrales. La nave de estación ayudaba a
llevar mejor vida a los marinos, soldados, profesionales y presidiarios
de Puerto Soledad.
El
Teniente de Fragata Jacinto de Altolaguirre fue el primer gobernador
de origen criollo que tuvo a su cargo las islas Malvinas. Había
nacido en Buenos Aires el 15 de Julio de 1754 y era hijo de Martín
Altolaguirre, español, y de doña María Josefa
Pando, porteña. La familia de Martin Altolaguirre fue numerosa
y distinguida y tuvo gran actuación en la colonia y el
periodo independiente. La carrera militar del joven porteño
empezó en el Ejercito y logró el raro privilegio
de pasar a la Real Armada, donde participó en acciones
de guerra contra los berberiscos al N de Africa.
El
16 de Mayo de 1776 fue ascendido a Alférez de Navío
y el 14 de Mayo de 1779 a Teniente de Fragata, prestando servicios
en el Apostadero de Montevideo. A mediados de 1780 el diligente
Virrey que era Vértiz revolvió reducir efectivos
en las Malvinas y puestas sus ordenes en ejecución, se
logró mejorar la economía llevando el gasto a 11.102
pesos, que representaba una quinta parte de lo que antes se gastaba.
Nombrado
gobernador de Malvinas, Jacinto Altolaguirre se transladó
a las islas llegando a las mismas a principios de 1781. Por entonces,
el estado de los edificios de Puerto Soledad, único lugar
habitado de las islas, ero el siguiente:
1
casa del gobernador (de piedra)
1 casa del Capitán del Puerto
1 hospital
4 casas de oficiales
1 capilla
1 cuartel de marineros
1 cuartel de presidiarios y tropa
1 guarda de muelle
1 horno
5 cuartos de individuos de maestranza
1 obrador de carpintero
1 casa de herrería
1 estancia
1 casa chica
1 almacén
1 almacén de piedra (contiene almacén de víveres,
de pedreros y de la junta)
1 "bigía de bote" (era una tienda de campaña)
Todo ello suman 20 ó 25 habitaciones, la mitad de piedra
y el resto de "tepes", especie de panes de césped,
consolidados por las raíces. En la nota agregada de la
entrega, señalaba Altolaguirre que en la dotación
de la nave de la isla debía haber 2 carpinteros y 2 calafates,
mientras que sólo quedaba uno de cada clase.
La
artillería estaba repartida en tres baterías a saber:
1)
Batería de San Carlos: con 4 cañones de "a
8" y 2 cañones de "a 6", con 972 balas de
"a 8" y 167 de "a 6".
2) Batería Santiago: con 4 cañones de "a 24"
y 1,178 balas.
3) Batería San Felipe: con, 3 cañones de "a
8" con 785 balas de "a 8".
En
la punta del muelle se contaba con 4 "pedreros" de "a
3" y 262 balas. Había además 49 fusiles (de
los cuales 33 estaban inutilizados); 19 pistolas (4 inútiles);
83 chuzas. La munición era de 213 balas de fusil y 21.171
cartuchos.
La dotación de la isla estaba compuesta por el gobernador,
2 religiosos, el Ministro de la Real Hacienda, 3 oficiales, 1
cirujano, 50 soldados, 43 presidiarios, 1 albañil y 1 panadero,
que en total sumaban 103 personas.
Dura
y monótona era la vida en Malvinas. El clima de invierno
era frío, húmedo y ventoso. Las casas eran poco
confortables y se seguía en la isla la rutina militar,
haciendo ejercicios de artillería y fusil, limpieza y recorrida
de armamento, reparaciones de naves, etc. En la capilla se oficiaba
misa y una parte de la dotación cuidaba del ganado; las
diversiones eran pocas y consistía en juego de cartas y
alguna que otra excursión de caza. Se cubrían guardias
de vigilancia en la Bahía de la Anunciación para
prevenir la llegada de embarcaciones extrañas o cualquier
otra sorpresa.
Sin
duda la actividad más importante era la navegación
o exploración de inspección que se realizaba por
las islas, a fin de prevenir el establecímiento de pescadores
o marinos ingleses. El 30 de Septiembre de 1781 Jacinto Altolaguirre
informa que ejecuta el reconocimiento de Puerto Egmont el Artillero
de Mar y Capataz José Morel.
En
el mes de Abril de 1782 arriban a Malvinas los buques transportando
los relevos y pertrechos; se cambian algunos oficiales, los 2
religiosos y ahora la dotación se compone de 123 hombres.
Altolaguirre comisiona al Subteníente Vicente Villa para
que efectúe otro reconocimiento de Puerto Egmont, que lo
finaliza sin novedad en Mayo de 1783.
El
1° de Abril de 1783 el Capitán de Fragata D. Fulgencio
Montemayor reemplazó a Altolaguirre. Nuestro joven oficial
porteño prosiguió su carrera y lamentablemente enfermó
y murió en Madrid el 26 de Agosto de 1787, con el grado
de Teniente de Navío. Así, en tierra distante, lejos
de su ciudad natal y de los suyos, destino común de los
marinos, falleció el primer gobernador criollo de las Malvinas.
Su actuación contribuyó a mantener a través
de la jurisdicción española, los derechos que luego
heredaría su patria libre y soberana.
Fulgencio
Montemayor se hizo cargo de las islas sin saber que en España
lo habian ascendido a Capitán de Navío y sólo
lo supo al regresar de las islas de donde fue relevado el 28 de
Junio de 1784. Este oficial de jerarquía había ido
a Malvinas porque España estaba en guerra contra Inglaterra.
A
Montemayor le sucedieron oficiales de menor graduación.
El Teniente de Navío D. Agustín Figueroa hasta mediados
de 1785, siendo sucedido por el Capitán de Fragata D. Ramón
Clairac y Villalonga. Este jefe naval mandó tres veces
en las islas. Persiguió a loberos y balleneros, exploró
las costas patagónicas, verificó la recorrida anual
inspeccionando Puerto Egmont. Clairac fue gobernador en 1785,
1787 y 1789. Se alternó con el Teniente de Navío
Mesa y Castro, y durante su gobernación se repararon edificios
en ruinas y se realizaron extensas expediciones para seguridad
de las islas y costas patagónicas.
En
1788 el ganado vacuno alcanzaba a 2.180 cabezas y los yeguarizos
sumaban 166 animales. Numerosos loberos ingleses y americanos
merodeaban por las islas y eran inspeccionados por las naves españolas
que les prohibían cazar, pero la verificación era
difícil.
Clairac
levantó una carta de las Islas Malvinas.
La tranquila y dura vida en Puerto Soledad se iba a sentir conmocionada
por una noticia que daría lugar a una ceremonia realizada
con el mayor despliegue posible para los exiguos medios con que
se contaba. El Rey Carlos III había muerto el 14 de Diciembre
de 1788 y se había exaltado al trono a su hijo Carlos IV.
La noticia llegaba a las Malvinas más de diez meses después.
El
mismo gobernador, Capitán Clairac, informa con detalles
las ceremonias y festejos: "Se formó un capaz tablado
de cuatro ochavas sostenido de 20 arcos con sus respectibas Escaleras
y Pasamanos y en el se levantó un dozel, ocupando el fondo
en medio donde se colocó el retrato de S.M. (que Dios guie)".
También se formó un jardín con ocho cipreses
que hacían de astas de respectivas banderas de España.
El estandarte fue colocado en el arco principal y en el medio.
La
jura al nuevo monarca se ejecutó el 4 de Noviembre de 1789,
haciendo las funciones de Alférez Real D. José Blas
Parexa, el Ministro de la Real Hacienda. El estandarte real fue
llevado a la iglesia en solemne procesión que encabezó
el Gobernador, su plana mayor y toda la tropa de guarnición,
a caballo. En la capilla bien adornada e iluminada al máximo
se cantó el tedeum en acción de gracias. También
se formó una plaza de toros improvisada, pero donde había
balcón y gradas. Para torear se destacaron "ocho individuos"
(no sabemos si voluntarios), uno de matador, otro de rejoneador,
dos picadores y cuatro "chulos", vestidos de uniforme
adecuado. Se lidiaron en total 12 toros, a 4 por tarde, de los
tres días que hubo corrida.
También
en el Cuartel de Marina, se hicieron comedias en un tablado improvisado.
Durante tres noches la población estuvo con gran iluminación
en las principales casas y edificios. Desde el hospital a la capilla
se formó una batería de 20 cañones desembarcados
de la "Santa Elena" y hubo bombas y fuegos artificiales
simulándose un combate entre dos navíos de tres
puentes, construidos al efecto con una eslora de 3,75 metros,
los que se incendiaron en la última noche de los festejos.
No
hay duda que estas celebraciones y divertidos acontecimientos,
rompieron la monotonía de la vida isleña y que debe
haber sido muy bien recibida la carne de los 12 toros sacrificados
por el improvisado torero. En los últimos días del
año 1789 habían llegado a las Islas Malvinas las
dos primeras corbetas que constinuían la expedición
que dirigía el por entonces Capitán de Navío
D. Alejandro Malaspina. Esta formidable expedición científica,
política, artística, llevaba a bordo las dos mejores
dotaciones de la Real Armada, así como un conjunto de naturalistas,
cartógrafos y artistas muy difíciles de igualar.
La expedición había zarpado de Cádiz el 30
de Julio de 1789.
Para
acompañar a las corbetas en la costa patagónica,
el Virrey encomendó al Bergantín "Nuestra Señora
del Carmen" al experto piloto Don José de la Peña
y Zurueta. Era el hombre indicado por su experiencia en nuestros
mares australes, y no solo por sus grandes dotes náuticas
y sus amplios conocimientos, además de tener muchas veces
recorrida nuestras costas y las Islas Malvinas, sino también
por ser un reconocido amigo de los indios del sur. La expedición
arribó a Deseado el 2 de Diciembre, después de haber
avistado un lobero inglés y allí encontró
al bergantín de de la Peña y Zurueta.
El
Virrey encargó a Malaspina también la inspección
de la costa para verificar que no se hubieran establecido los
ingleses en la costa patagónica, en puerto de la Cruzada,
en la Isla de los Estados o del Estrecho de Magallanes al Cabo
de Hornos. Se pretendía así completar los reconocimientos
que no había podido terminar el Capitán de Fragata
D. Ramón Clairac.
El
día 13 de Diciembre las corbetas zarparon para Malvinas,
para fijar en Puerto de la Cruzada (o Egmont) la posición
astronómica de las islas, mientras el Bergantín
"Nuestra Señora del Carmen" seguía hacia
el S, a San Julián, rios Santa Cruz y Gallegos. En esta
navegación encontró a 7 buques balleneros ingleses
y a 2 franceses y posteriormente regresó a Montevideo.
En
cuanto a las corbetas de Malaspina, la "Descubierta"
y la "Atrevída", siguieron su navegación
al extremo occidental de las Malvinas, viendo en su camino a numerosas
ballenas, lobos marinos y aves acuáticas, que hicieron
pensar a Malaspina en la importancia de su explotación.
Lamentablemente, toda esa riqueza fue duramente depredada durante
años por los ingleses, norteamericanos y franceses.
Reconocimientos,
medida de la declinación (que resultó 22°E),
cartas y estudios, marcan el paso de las famosas corbetas en una
de las cuales se hallaba el Teniente de Fragata Francisco Xavier
de Viana, nacido en Montevideo.
El 20 de Mayo de 1790 el Teniente de Navío Juan José
de Elizalde arribó a Malvinas con la Corbeta "San
Pío" y pronto se comenzó con la entrega de
la gobernación de las islas.
En
ese año se produce un hecho internacional que repercute
en todos los dominios hispanos, y también en Malvinas.
Es el Tratado o Convenio de Nootka Sound, firmado entre Inglaterra
y España. En Nootka Sound (Vancouver, Canadá) son
detenidas dos naves inglesas por entrar en jurisdicción
española. La información llegó a la corte
española a fines de 1789 y como había ocurrido en
el caso de las Malvinas, los británicos consideraban ofendido
su honor y exigían un desagravio, además de la devolución
de las naves.
Era
el Primer Ministro inglés William Pitt "el Joven"
y dio comienzos a preparativos de guerra, que también inició
España. No era posible que la Real Armada española
pudiera luchar sola contra la escuadra inglesa, pues ésta
era doblemente superior y por ello España recurrió
a la Francia de Luis XVI, gobernada en realidad por la Asamblea
Nacional, uno de cuyos principales representantes era Mirabeau.
Francia se mostró reticente una vez más con su aliada
y los ingleses y españoles efectuaron negociaciones en
las cuales los primeros obtuvieron grandes ventajas.
El
28 de Octubre de 1790 se firmó en San Lorenzo la Convención
de Nootka Sound, "en la cual España, pese a los esfuerzos
de Floridablanca, cedía, ante la desventajosa situación
militar en que la colocó la defección de su aliada.
Se restituía a Inglaterra lo apresado en Nootka; se le
debía entregar una reparación por perjuicios sufridos,
no se debía molestar a los súbditos de ambas potencias,
ya sea pescando o navegando en el Océano Pacífico
o en los Maros del Sur, ya fuera desembarcando en costas que circundan
estos mares, en parajes no ocupados, para comerciar con los naturales
del país, o para formar establecimientos. Todo debía
poder hacerse con la limitación de los artículos
siguientes:
El
artículo cuarto establecía que las actividades marítimas
inglesas no debían servir "de pretexto a un comercio
ilícito con los establecimientos españoles y con
esta mira se ha estipulado además expresamente que los
súbditos británicos no navegarán ni pescarán
en los dichos mares a distancia de diez leguas marítimas
de ninguna parte de las costas ya ocupadas por los españoles".
El
artículo quinto se refería a la libertad de poder
comerciar con la parte NW de América del Norte, al N de
la zona ya ocupada por los españoles, en donde ninguna
de las dos potencias marítimas tuviese establecimientos,
la otra podía comerciar sin obstáculos.
El
artículo sexto disponía que en las costas "tanto
orientales" como occidentales de la América Meridional
y a las islas adyacentes, que los súbditos respectivos
no formaran en lo venidero ningún establecimiento en la
parte de estas costas, situadas al S de las partes de las mismas
costas y de las islas adyacentes ya ocupadas por España.
Pero los súbditos respectivos conservarían la facultad
de desembarcar en las costas e islas así situadas, para
los objetos de su pesca y de levantar cabañas y otras obras
temporales que sirvan solamente a estos objetos".
El
articulo séptimo mencionaba que en caso de violarse alguna
de las cláusulas mencionados, los oficiales de una y otro
parte, sin llegar a las vías de hecho, debían hacer
una relación exacta del suceso y elevarlo a sus cortes
respectivas.
Los ingleses habían logrado todo lo apetecido: comerciar
con el Pacífico, navegar los Mares del Sur, pescar o cazar
a más de diez leguas de las costas ya ocupados por España.
Unicamente al menos se evitaba la creación de destacamentos
ingleses en zonas deshabitadas en nuestro Sur, aunque se podían
hacer instalaciones temporarias para caza de anfibios y cetáceos.
La
mención del articulo 6° y la del 7° de no formar
establecimientos en los mares de América Meridional, en
las costas orientales y occidentales y de las islas adyacentes
ya ocupadas, reconoce la soberanía sobre Carmen de Patagones,
San José, Deseado (todos de la costa patagónica)
y Puerto Soledad (Islas Malvinas).
Es
cierto que no podía saberse cuanto tiempo respetaría
Inglaterra esa convención con su política agresiva,
pero era un instrumento legal que invalida los supuestos derechos
ingleses aducidos posteriormente. El Teniente de Navío
Juan José de Elizalde fue Gobernador de las Islas Malvinas
desde mediados de 1790 a Mayo de 1791.
Desde
el 19 de Noviembre se había constituido en Madrid la Real
Compañía Marítima de Pesca que se establece
en Deseado en 1790 y en Maldonado y en la Isla Gorriti hacia 1791.
La
producción no fue satisfactoria por falta de medios y exeso
de burocracia, pero la presencia de la Real Compañía
y sus naves significó, de algún modo, una presencia
más de la soberanía española en nuestros
Mares del Sur. Como vemos, podía extender (o se pensó
en hacerlo), su acción a las Islas Malvinas. De allí
el apoyo ordenado a los gobernodores de las islas.
A
Elizalde le sucedió el Teniente de Navío D. Pedro
Pablo Sanguinetto, quien se desempeñó como Gobernador
de las Islas durante tres períodos.
En
el inventario de las baterías y edificios, Sanguinetto
informaba:
1)
Batería "San Carlos": tenía 2 cañones
de "a 6" y 4 de "a 3" y 4 explanadas vacias.
2) Batería "Santiago": tiene 4 cañones
de "a 24" en buen servicio.
3) Batería "San Felipe": con 2 cañones
de "a 8" y una explanada vacía.
Los
edificios eran 38, de ellos 14 de piedra, incluidos el muelle
y el puente. El horno de ladrillos estaba inútil, así
como dos o tres casas de "tepes" en mal estado y varias
necesitaban reparaciones. El ganado sufrió ese año
un gran incremento, quizás producto de un mejor recuento,
pues ascendió a 3.460 cabezas de vacunos.
La
presencia de loberos y balleneros extranjeros, especialmente ingleses
y también americanos, era la principal preocupación
de los gobernadores de Malvinas. Sanguinetto en un informe a D.
Antonio Valdés, de fecha 1° de Agosto de 1792, le informa
que desde el 7 de Septiembre hasta esa fecha habían entrado
a Puerto Soledad, una chalupa americana, una fragata y una goleta
inglesa y aunque no podían hacerlo se justificaban con
la necesidad de reparar averías.
Entretanto
el relevo de Sanguinetto, el Teniente de Navío D. Juan
José de Elizalde debía cumplir una comisión
de reconocimiento a nuestro Sur antes de retomar la gobernación
de Malvinas. Debía efectuar un relevamiento de la costa
oriental de la Tierra del Fuego, que era prácticamente
desconocida salvo las cartas de la expedición de los hermanos
Nodal y explorar la zona para ubicar el presunto establecimiento
inglés de "Nueva Irlanda" en Magallanes, Tierra
del Fuego o Isla de los Estados.
La
Corbeta "San Pío" y el Bergantín "Nuestra
Señora del Carmen" al mando del experimentado piloto
José de la Peña, zarparon el 20 de Diciembre de
1791. Llevaron a cabo uno de los reconocimientos más australes
en la Tierra del Fuego, llegando a la costa meridional de la Isla
Grande, avistaron la Isla Nueva y no llegaron a descubrir el Canal
del Beagle por casualidad. En ese viaje iba de "oficial aventurero"
el Subteniente Cándido de Lasala, de Buenos Aires. De vuelta
hacia Malvinas arribaron a Puerto Soledad el 21 de Febrero de
1792 y entonces Elizalde se hizo cargo de la gobernación.
Con la inminencia de una guerra con Francia que se esperaba para
1793, el Gobernador de Malvinas preparó a su Colonia para
el combate con un rol para 183 hombres.
Cándido
de Lasala era uno de los ayudantes de Elizalde en el mando de
la Batería "San Carlos". Con la jerarquía
de Capitán de Fragata, Sanguinetto retomó el gobierno
de las islas en 1793 y lo haría nuevamente en 1795. Las
islas era, además de gobernación, comandancia naval.
En
cuanto al Subteniente Cándido de Lasala, ya había
insistido en Mayo de 1792 en que quería pasar al servicio
de la Real Armada. La intervención del Virrey y de su comandante,
Juan José de Elizalde, quien señaló su "genial
inclinación por la Marina", logran el milagro del
pase de cuerpo, con fecha 31 de Julio de 1792, de manera que regresó
como Alférez de Fragata en la Corbeta "San Pío".
Lasala
era de noble ascendencia francesa y dos de sus hermanos ya se
habían incorporado a la Real Armada. La nobleza por las
cuatro ramas de abuelos, era condición para ser oficial
de la Real Armada. Luego de su regreso fue destinado a mares de
Europa, donde pudo servir en naves y tierra y regresó diez
años después al Río de la Plata, en la Fragata
"Astrea" en 1803. Tenía una cita con la gloria
y con la muerte, en defensa de su tierra natal. Los religiosos
que habían sido franciscanos y luego mercedarios, fueron
reemplazados a partir de 1793 por capellanes seculares, para acompañar
a los capellanes de la Armada que lo eran de las naves.
Hubo
las expediciones contra los loberos, aunque se los trató
con moderación por ser Inglaterra aliada eventual de España
contra Francia. Hacia 1799 se hizo cargo de las islas un nuevo
gobernador de Malvinas que, por ser nacido en la Banda Oriental,
y el segundo gobernador criollo de las islas, merece una mayor
atención.
En
efecto, Francisco Xavier de Viana había nacido en Montevideo
el 3 de Diciembre de 1764 y era hijo de José Joaquín
de Viana, Mariscal de Campo y uno de los Gobernadores de Montevideo.
Su madre fue Doña Francisca de Alzaibar. Ambos progenitores
eran españoles.
El
10 de diciembre de 1778 Viana ingresó como Guardiamarina
de la Real Compañía de Cartagena. Cumplió
diversos embarques y participó de varias acciones de guerra
en los ataques a Gibraltar. Un hecho que demuestra la capacidad
del joven Alférez es que a mediados de 1786 el ya distinguido
Capitán de Fragata D. Alejandro Malaspina lo elige para
tripular la fragata a su mando, la "Astrea" con la cual
dio la vuelta al mundo, al servicio de la Real Compañía
de Filipinas. Al terminar este viaje Viana fue ascendido a Alférez
de Navío. El viaje de la "Astrea" fue el precursor
de la gran expedición científica de Malaspina, con
las corbetas "Descubierta" y "Atrevida".
Durante
tan largo viaje Francisco Xavier de Viana realizó con sus
compañeros una labor magnífica. En el Río
de la Plata, por ejemplo, levantaron una carta en 55 días
y alternaron con oficiales del Apostadero entre los que se encontraba
el Capitán de Fragata Santiago de Liniers. Viana, mientras
que sus compañeros levantaban la carta, quedó a
cargo de la Corbeta "Descubierta", alistándola
para continuar el viaje y mereciendo la aprobación de Malaspina
por su actividad.
En la expedición y merced a los conceptos favorables de
Malaspina, fue ascendido dos veces; en 1789 a Teniente de fragata
y en 1793 a Teniente de Navío. Prueba del espíritu
de sacrificio de este Oficial, es que teniendo que intervenir
en un juicio de herencia en Montevideo, no solicitó su
desembarco, sino que éste fuera suspendido hasta su regreso.
Cumpliendo otros destinos y un levantamiento cartográfico
sobre las costas brasileñas, el joven marino rioplatense
fue destinado a las Malvinas con la corbeta a su mando, la "Descubierta",
la misma de la expedición de Malaspina. La "Atrevida"
también se alternó en los viajes y permanencia en
Malvinas.
La
vieja Capilla de "tepes" en estado cada vez más
ruinoso seguía prestando sus precarios servicios, mientras
seguía adelantando con lentitud la construcción
de la nueva, que como sabemos había empezado el Teniente
Aldana en 1794.
También iban en la "Descubierta" el Cirujano
D. Andrés Acuña, el Segundo Piloto D. Francisco
Más y Canella y en último lugar de la Plana Mayor
el Guardiamarina D. José Pereyra.
La
dotación se completaba con 11 oficiales de mar, 28 hombres
de tropa de infantería de marina y 6 artilleros; 22 artilleros
de mar, 18 marineros y 30 grumetes y 1 paje, lo que hacia un gran
total de 127 persanas.
En algunas de las gobernaciones damos estas cifras detalladas
por considerar que dan una idea clara de la población de
la colonia.
La
vida se desarrollaba sin mayores alicientes que las tareas, la
caza en la época del buen tiempo y la concurrencia a misa.
De vez en cuando había alguna representación improvisada
de comedias u obras teatrales de fondo moral o religioso. Las
guardias y ejercicios de artillería tenían entretenida
a la tropa mientras los marinos reparaban los velámenes,
jarcias y cascos de sus naves, cuando no navegaban entre las islas.
El
ganado en 1798 había descendido a 1567 cabezas, lo que
indicaba una gran mortandad y que se empezaban a utilizar intensamente
en el consumo y alimentación de la isla. Francisco Xavier
de Viana arribó a las islas en Mayo de 1800 para hacerse
cargo de la segunda gobernación.
Las
casas y edificios de Malvinas estaban en estado ruinoso y había
otras deficiencias que informó. También Viana pasó
un estado de la bahía y edificios de Puerto Soledad con
fecha 28 de Febrero de 1801. La batería llamada de "San
Marcos" (antes "San Carlos"); tenía sus
cañones en la de "Santiago", donde se habían
colocado todos los cañones de la plaza. No tenía
foso y el terraplén estaba en buen estado. La Batería
"San Felipe" estaba sin cañones y con sus explanadas
inútiles.
En
cuanto a los edificios, eran 26, de ellos 12 de piedra y el resto
de "tepes". La iglesia vieja estaba totalmente inútil
pero se habían reparado sus paredes y compuesto sus techos
quedando siempre en mal estado. El resto estaba en buen estado,
lo que demuestra la actividad de este gobernador que consigue
tener todos sus edificios en buenas condiciones.
Relevado Viana, pues su salud estaba quebrantado, al llegar a
Montevideo solicitó su pase al Ejército. Fue nombrado
Sargento Mayor y desempeñó varios cargos; se destacó
en la defensa de Montevideo durante la Invasión Inglesa
de 1807.
En 1811 Francisco Xavier de Viana y Alzaibar se plegó a
la Revolución de Mayo, donde se destacó, siendo
nombrado en 1813 Gobernador Intendente de Córdoba y en
1814 el Director Posadas lo nombró Secretario de Guerra
y Marina, ascendiendo a Brigadier General.
Durante
el Directorio de Alvear, Viana siguió al frente de la Secretaria
de Guerra y Marina, pero con la caída de aquél cayó
Viana en desgracia siendo puesto en prisión, de la cual
se lo liberó para que atendiera su salud. Pasó a
Montevideo y en esa ciudad falleció en 1820.
El
Gobernador de Malvinas Capitán de Fragata Bernardo Bonavía
cubrió el cargo en tres oportunidades, de 1802 a 1803;
de 1804 a 1805 y de 1806 a 1808. En este último y debido
a las invasiones inglesas, no fue abastecido y pasó muchas
miserias.
Bonavía
se plegó a la Revolución de Mayo y prestó
valiosos servicios a la Revolución. Era un hombre de edad
pues había nacido en Castilla hacia 1745, de manera que
en la última gobernación cumplió 63 años.
Gerardo Bordas y Pablo Guillén son los últimos gobernadores
españoles en las Malvinas. El primero era piloto mercante
y después del cargo fue ascendido a Alférez de Fragata
de la Real Armada.
El
Segundo Piloto de la Real Armada Pablo Guillén, llegó
a las islas el 8 de Enero de 1810 y con Bordas, gobernador saliente,
juró a Fernando VII con las ceremonias acostumbradas.
Producida
la Revolución de Mayo, una junta celebrada en Montevideo,
resolvió reagrupar sus fuerzas y evacuar la lejana población
de Malvinas. Para ello se envió al Bergantín "Gálvez",
al mando del piloto Manuel Moreno.
Pablo Guillén dio cumplimiento a sus órdenes para
evacuar los 46 hombres de la dotación, embarcar cañones,
armas, papeles de archivo, etc. También y como cosa muy
importante, se construyó una placa de plomo que se colocó
en el campanario de la Real Capilla de Malvinas, con la inscripción
siguiente:
"Esta
isla con sus Puertos, Edificios, Dependencias y quanto contiene
pertenece a la Soberanía del Sr. D. Fernando VII Rey de
España y sus Indias, Soledad de Malvinas 7 de febrero de
1811 siendo gobernador Pablo Guillén".
Se colocó la misma leyenda en las puertas de la treintena
de edificios. De todo se levantó un acta firmada por el
Gobernador Guillén, Manuel Moreno y el Vicario de las islas
Juan Canosa, con fecha 13 de Febrero de 1811 en la Colonia de
la Soledad de Malvinas. Ese día, o el siguiente, zarparon
las naves y abandonaron Malvinas con el propósito de volver.
Esta herencia pasó a pertenecer a la Argentina.
Desde
1767 a 1811, las Islas Malvinas fueron españolas, con autoridades
que gobernaron en forma continua. En la última fecha se
las evacuó, pero sin renunciar a ellas. Como vemos, nunca
las islas fueron inglesas. En esa dura misión histórica
de posesión de las Malvinas por los españoles, con
sus 20 ininterrumpidos gobernadores, los cuales cumplieron 32
períodos de gobierno; en ese mantenimiento del presidio,
colonia y puerto, durante 43 años por España se
basan parte de nuestros derechos soberanos a las islas.